El periodismo antimilitarista de Lev Tolstoi

Lev Tolstoi

La ensayista Elsa Giniyatova nos presenta un ensayo sobre la postura antimilitar de Lev Tolstoi. La traducción corrió a cargo de Luz Elena Herrera, Licenciada en Letras por la Universidad Veracruzana.

Elza Giniyatova, Dra. en Filología, nació en 1963 en la ciudad Yangiabad, de la República de Uzbekistán. En 1986 termina con honores la Licenciatura en Enseñanza de Lengua Rusa y Literatura en la Universidad Pedagógica de Angren en Uzbekistán. En 1991 se gradúa de la maestría en la Universidad Estatal de Moscú (Federación Rusa). En 2001 recibe el título de Doctora en Filología con la tesis La poética y el psicologuismo en las últimas obras de Lev Tolstoi. Ha publicado sus artículos de investigación en revistas y diarios literarios. Actualmente es catedrática de la Universidad Pedagógica de Angren con asignaturas como Folclore, Literatura Antigua y Literatura Mundial del siglo XVII al siglo XX, y es en dicha casa de estudios donde edita un periódico literario. También es instructora de maestros jóvenes en la especialidad de Metodología de la Enseñanza del Idioma y Literatura Rusa. Es líder del taller de teatro y realiza colaboraciones entre su Universidad y el teatro-estudio “Iljom” en Tashkent, Uzbekistán. Es secretaria del sindicato de profesores de la Universidad Pedagógica de Angren y se preocupa por los derechos a la educación y el trabajo de las mujeres uzbekas.

La poética de Lev Tolstoi durante la última década de su vida

Los últimos diez años de la vida y la creatividad de Lev Nikoláievich Tolstói (1828-1910) coincidieron con el periodo en que el capitalismo ruso, estrechamente conectado con el sistema mundial del capitalismo, había entapizado a su forma más elevada: el imperialismo. Según ese fondo histórico, Tolstói dibujó las condiciones de la vida rusa en el auge del imperialismo, a través del análisis psicológico de sus personajes en su obra literaria junto con sus textos periodísticos, donde reflejó las contradicciones fundamentales de la sociedad de su tiempo.

Sin embargo, en la obra de los últimos diez años de Tolstói, podemos reconocer dos tendencias fundamentales: primero, su propósito de desenmascarar principalmente a los representantes de la clase gobernante; y, segundo, el sermón moral y religioso de su doctrina sobre la “no resistencia al mal por la violencia”.

Entregado a principios filosóficos, el contenido de las obras de Lev Tolstói estaba condicionado por la aparición de cambios en su poética, particularmente en los diálogos internos y en el análisis psicológico de sus personajes. “La dialéctica del espíritu” era el instrumento de descripción artística de los personajes. Pero en sus últimas obras, el mundo interno de los personajes se había transformado drásticamente, pues se hizo más tenso y dramático. Para lograr dicho propósito, Tolstói echó mano de ciertas modificaciones en el estilo, como el laconismo, la concisión y el enfoque en la idea principal, depurándola de toda distracción. Asimismo, el fuerte conflicto social y étnico es la característica principal de las últimas obras del autor, y por eso, tanto su composición como la trama contienen mayor tensión y dramatismo. Correctamente Romen Rollan notó que “La Muerte de Iván Ilich y La sonata a Kreutzer son dramas internos, dramas de almas; por tal motivo, estos cuentos están tan concentrados y enfocados”.

Como resultado de una crisis espiritual en sus últimos años de vida, Tolstói tendió a la condenación social y la ilustración moral, a través del análisis psicológico y los detalles expresivos que develan el mundo interior de los personajes y preservan su significado figurativo y psicológico. Este análisis había sido hecho por el autor como instrumento de la denuncia de “la mentira y hipocresía social”.

Ése era el principio mayor del estilo de Lev Tolstói: seguir intrépidamente la verdad de la vida, desenmascarar “la dialéctica del alma” de sus personajes y depurar una descripción poética de las diferentes facetas de la vida.

El periodismo antimilitarista de Lev Tolstói

Poseedor de un enorme corazón y comprometido con las desventuras de su tiempo, Lev Nikoláievich Tolstói (1828-1910) se dio cuenta, desde muy temprano, que las cuestiones de la guerra y de la paz pertenecían a los más difíciles y críticos problemas de la humanidad. El tiempo que le tocó vivir a este gran autor ruso es conocido en la historia como la época de las guerras interminables, grandes y pequeñas. Dichos conflictos se volvieron más frecuentes y sangrientos a partir del periodo en el cual el orden capitalista había entapizado al imperialismo.

En su periodismo antimilitarista, la posición de Lev Tolstói era severa y sensible. Su propósito fundamental era el desenmascaramiento despiadado y la condenación de no sólo los responsables de cualquier guerra, sino también de los defensores e ideólogos de toda movilización militar.

Precisamente, en uno de sus artículos antimilitaristas, Lev Tolstói dio una imagen clara de las condiciones de las relaciones internacionales a fines del siglo XIX: “Abran cualquier periódico de cualquiera fecha: por todas partes, a cada minuto ustedes encontrarán una ‘mancha’ negra – el motivo de una probable guerra – que puede estar en Corea, Pamir, territorios africanos, Abisinia, Armenia, Turquía, Venezuela o Transvaal. La labor de las pandillas nunca termina ni por un minuto; aquí o allá hay una guerra pequeña como una escama, la cual a cada instante puede convertirse en una guerra grande y real.”

En otro artículo Lev Tolstói, con gran inquietud, proclamó como una realidad que los poderes oscuros de la soldadesca habían alcanzado a deteriorar, más abierta e insolentemente, las relaciones internacionales. Él subrayó: “En todos los países constitucionales de Europa, las relaciones internacionales con propósito son más y más complicadas, y conducen a la guerra; los países pacíficos son un botín sin motivo; en alguna parte, una persona es asesinada o robada y cada uno vive bajo un susto perpetuo de una matanza total y del pillaje.”

Abierta y fuertemente, por todo el mundo, Tolstói condenó a los portadores de la idea militar: llamó al Káiser Wilhelm de Prusia “el más insolente de todos los gobernantes”; nombró al entonces presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt “el imperialista y militarista”; y al zar Nicolás II Tolstói lo señaló como “el perpetrador del crimen más sobresaliente”. Considerándolos como criminales de la humanidad a ellos y a otros líderes de “nidos de los ladrones”, Lev Tolstói vio claro que las guerras aparecen solamente por la mala voluntad de líderes despóticos. Él escribió en 1905: “¿Puede ser posible que la actividad de millones personas haya sido dirigida contra su voluntad y sus intereses, solamente porque una persona quisiera eso, y cuyos criterios eran más bajos en lo mental y en lo moral al nivel promedio de todas esas personas, las cuales murieron por la voluntad de un solo hombre?”

“La mayor razón de la aparición de la guerra”, escribió Lev Tolstói, “fue el carácter violento de los países monárquicos y burgueses y de sus gobiernos, no importa que haya sido el gobierno del zar ruso, el sultán turco, el gobierno inglés con su Chamberlain y la política real, o el gobierno de los Estados Unidos con su apoyo a su imperialismo.”

Aun en su cuento “Lucerna” escrito en 1857, Lev Tolstói condenó furiosamente las atrocidades de los colonizadores británicos en Asia y los ultrajes de los colonizadores franceses en África, que asesinaron a habitantes indígenas de África -los cabiles- solamente porque ellos tuvieron “una buena cosecha de trigo”. En el mismo relato Lev Tolstói ridiculizó la hipocresía de los conquistadores europeos, los cuales cubrieron su villanía con las charlas “sobre la extensión del cristianismo y educación” entre la gente pagana de Asia y África. Asimismo, en Guerra y Paz (1864) el problema de la expansión de Napoleón Bonaparte fue criticada profundamente: el autor llamó al emperador “el carnicero de la gente”.

En sus artículos periodísticos y en los tratados de 1890 a 1900, Tolstói describió plena y minuciosamente no sólo la primera etapa de las conquistas de la colonización, sino también el apogeo del colonialismo y del imperialismo. Tanto en su periodismo como en su correspondencia durante la última década del siglo XIX, la protesta de Tolstói contra el colonialismo estuvo entrelazada de un modo estrecho con su crítica a la desigualdad nacional y racial, la cual fue propagada por los imperialistas en los países esclavizados. Tolstói siempre manifestó una empatía por la gente sometida a la opresión del colonialismo: expresó su apoyo a los cubanos y filipinos, quienes padecían severamente bajo el dominio de los conquistadores españoles y norteamericanos; se encolerizó por el salvaje trato de los ingleses en la India esclavizada; condenó fuertemente los agresores que oprimían a la gente de Indochina; anunció su apoyo a los patriotas polacos y serbios, quienes luchaban por la independencia nacional de sus países. Lev Tolstói se interesaba en las guerras injustas con propósitos de conquista, que eran dirigidas en ese tiempo por los imperialistas europeos y norteamericanos en diferentes partes del mundo.

Tanto en 1896 Tolstói escribió el artículo “A los italianos” sobre la guerra entre Italia y Abisinia; en 1898, “Las dos guerras” sobre la guerra entre España y Estados Unidos contra Cuba y Filipinas; en 1899, “La carta al Señor G. M. Volkonsky” (el nieto del decembrista Volkonsky) sobre las Guerras de los boers; y en 1904, el artículo sobre países beligerantes “¡Repónganse!”, que trata sobre la guerra entre Rusia y Japón.

El tema de la guerra ocupó un gran espacio no solamente en el periodismo y en la literatura de Tolstói, sino también en su enorme correspondencia. Las epístolas más vibrantes sobre la guerra fueron enviadas al autor ruso por gente de diferentes países que padecía las dificultades y sufrimientos causados por las guerras. Esta gente le compartió sus preocupaciones por el crecimiento del militarismo, armamentismo y tensión de las relaciones internacionales, pidiéndole sobre todo su consejo y ayuda. Tolstói expresó su pena a las víctimas, mártires de la guerra, y les escribió sobre los culpables de las hostilidades en sus naciones y cómo combatir dichas injusticias.

En el transcurso de los años el periodismo antimilitarista de Tolstói, el cual había empezado con los capítulos de su tratado “¿Qué tanto tenemos que hacer?” en los cuales describió las brutalidades de los colonizadores en Polinesia, se volvió más agitado y severo. Una de las obras periodísticas más fuertes escritas por Tolstói durante la década de 1890, fue censurada a pesar de su título evangélico: “El Reino de Dios está en vosotros”. La relevancia de dicha obra estriba en que contenía la predicción de los peligros de una Guerra Mundial.

Con el proximidad de una guerra entre Rusia y Japón, así como de la Primera Revolución Rusa que la siguió, Lev Tolstói vio más claro que la guerra era el resultado de un “orden severo de la vida”, y llegó a la conclusión de que “la esclavitud de la guerra”, como uno de los tipos de esclavitud humana, no podía ser destruida mientras el orden social que se beneficiaba de dichos conflictos, siguiera funcionando.

“El estilo existente de vida tiene que ser destruido,” escribió Tolstói en 1895, “con este punto de vista están de acuerdo todos quienes tratan de destruirlo, y también otros, quienes lo protegen…La sociedad del militarismo tiene que ser destruida y reemplazada por el desarme y el arbitraje. Todos los tipos de despotismo tienen que ser destruidos y reemplazados por la libertad; en fin, la opresión debe ser combatida y sustituida por la libre y afectuosa unión de la gente.”

Asegurando firmemente que “el orden de la opresión no es para siempre”, Lev Tolstói en sus últimas obras vio como razón principal de su vida el acto de ayudar y apresurar la llegada del siglo venidero.

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