Foja de poesía No. 146: Gerardo Miranda

Gerardo MirandaA continuación, una mirada a la poesía de Gerardo Miranda (Estado de México, 1984), muy interesante y fresca en el marco de la poesía de la última promoción. Es Miembro fundador del colectivo Deva-gam  y coeditor del folletín poético Túnel de Damiana. Pronto aparecerá su primer poemario: Venus y las moscas.

 

 

 

bienaventurado el que se mastica y se engulle

 

ese  pajarillo se  tragó  el éter a su alrededor

se tragó todo su alpiste     todo  su aire y su aliento

y ahora inmóvil     hinchado y bofo  con esa cresta gorda 

cubierto con sus plumas -peluca ridícula-

ha comenzado a comerse sus patas     su pico y sus ojos

y  los barrotes de su jaula le marcan los costados

y le queman las plumas y la carne

afortunado  Dios que cabe en una galleta tan delgada

grita a los cuatro vientos

bienaventurado el  que se mastica y se engulle

y aparece de nuevo donde le da la gana

y el pájaro se agita y se arranca las plumas y se mastica con coraje

y se talla contra los barrotes y se hincha y se enoja y se tuerce

y se jacta

de su  en-verga-dura

 

 

 

libaciones  a onán frente a una foto de meche carreño

 

Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.

Leopoldo María Panero

 

es por esa foto     meche     ¿sabes?

donde estás trepada en un caballo con una cara de terror…

según el pie de foto tenías 17 y un bikini confeccionado por tu madre

qué buen gusto tenía la señora

y  qué suerte  la de  aquel caballo

aún  tengo esa foto guardada bajo llave     meche

oculta      sin mirarla

a condición de quebrantar el sexto mandamiento

y derramar mi semilla en tu memoria

según sé

fuiste la primera en posar en  traje de dos piezas

los últimos residuos  del feminismo

cuántas generaciones habremos

mancillado nuestro fruto  en tu nombre   meche

en nombre de aquellos rasgos toscos de tu rostro

en nombre de tu figura esbelta y torneada

el dios de moisés condenó a muerte a onán por tales actos

según sé

 

pero yo    meche    seguiré mirando esa fotografía

donde tu figura se antoja inmaculada

donde tu madre acentuaba tus encantos

con sólo dos pedacitos de tela

donde una yegua lesbiana te saborea

donde tus piernas

se sujetan firmes a la grupa de ese equino

yo      meche 

que he dejado de temer a la muerte

 

 

 

análisis  previo de un rostro sin orificios

 

se dice  que es riesgoso eso de no situarse en parte alguna

se rumorea también del  peligro de mirar un rostro en negativo

tras un marco que  emite susurros  calados

mientras  a lo oscuro y  a lo nítido se le nombra con desgano

 – cuerpo de tres perfiles-

el espejo se traga al que lo observa

 y engulle  las vociferaciones de su  tísico gaznate

cruel  ventana  que  refleja la luz muerta

y besa la nuca del que  le da  la espalda

esquirlas de un cuerpo  partido

cardumen de carne y huesos que se pierden frente a frente

 

 

 

 al buen samaritano

 

tanto va el cántaro al agua     dicen

que acaba por convertirse en agua

luego

el agua  convertida en lodo

moldea al hombre a su antojo

y el agua derramada por los ojos

se evapora por la lengua

y se riega por el culo

y el hombre antes agua  (si es que lo fue algún día)   

regresa convertido en polvo

 y se pierde en la ventisca

 

 

 

 lucía

 

experimentamos un cambio de siglo     lucía

y sobrevivimos  –tú lo viste-

y  reíste con aquellos ojos  verdes tan tuyos

ésos que guardabas con recelo

 

cuando se lee entrelineas

las palabras vuelan y anidan en las orejas     me decías

cuando  me regalaste la planta de tus pies

y la cicatriz de varicela que te impedía fruncir el  ceño

así  cambiamos de rostro     lucía     y quedamos atónitos

 

se requería de una cita para atestiguar la tarde

 

tus ojos fueron un regalo

en una bandeja de plata

junto con el vaho de la noche 

y tu cuerpo limpio e  inocente

 

sé que no eres como lo demás     me dijiste

pero no sé si fue enserio

tú me los diste     lucía

 

–tus ojos-en una bandeja plateada-

 

 

 

 derecho de réplica para una voz en off

 

dicen que soy silencio

y  el silencio encarnado

posee varios rostros

cambiantes según la luz del día

rostro sin ojos     sin gestos

por ejemplo

o  rostro de un testículo vacuno

tal vez

uno  de color amarillo pollo

que perdió el miedo a masturbarse por

temor a la ira de la virgen

o el del  vulgar que ha olvidado sus párpados

que  los ha perdido 

que los ha cortado

o que los ha cerrado

ante el cual los ángeles de culo alegre

los fórceps y discursos

han dado la espalda

y han dejado hablando solo

el rostro de cabello muerto y náusea perenne

que se excita con la niebla 

la manosea

la rasga

y la fuma haciéndola su esclava

al que se le dificulta el habla

y se traga sus encías

el de saltimbanqui sedentario

que revuelca las palabras

el de anacoreta blasfemo

que reniega de tótems y alabanzas

manos de madera

sin anillos     ni clavos     ni astillas    ni madera

el del loco entrecomillado al que las cosas

de las que no se acuerda lo visitan por la noche

y le riegan saliva en las orejas

el del que repta o huye

o yace bajo el canto pétreo de un cáliz

de carne y hueso

 

pero una cosa es  segura

el silencio es por lo general

más necesario que las palabras

 

 

 

potros

 

el aliento equino se dibuja en tus palmas abiertas

una manada sin riendas 

dejó tras de ti su brío momentáneo

abrevadero de maíz  y leña de paisajes lentos

como humo de silueta  abierta por tus pulmones verdes

recuerdas  el agua de tordillos alazanes

las pezuñas     los rostros y  los  disparos al aire

 

-tu abuelo murió sobre un caballo     padre

y ya  nunca pudieron herrarte los ojos-

 

te recuerdo abriendo cuerpos en canal

haciendo dos cuerpos de un cuerpo solamente

         masa de músculos y hueso

con golpes secos de martillo

desmembrabas las extremidades

de un rebaño ya  sin voces

en bancos enormes como plazas públicas

separabas parte por parte de una estructura antes móvil

 

y por las noches tumbado sobre tu vientre enorme

montículo de nada       proponías juegos y revanchas

tizas sobre el suelo formaban figuras azarosas

cuadros para mí incomprensibles

donde el aliento

de un potro rezumbaba en tus oídos

 

 

 

 el alquimista

( a jorge cuesta)

 

si  hago caso de las aseveraciones del alquimista

y  los dolores que padezco en la hipófisis continúan

como se lo dijo él alguna vez a guadalupe

me calculo a lo sumo diez años más de lucidez  ( lo asumo resignado)

los cuales espero  reducir  al mínimo con un taladro o  un martillo

golpeando esa glándula hasta que los dolores desencadenen la pérdida de la cordura

voy a librarme de esa vieja puta

doña  cordura he escuchado que le nombran

y que mejor ahora que en diez años

 

el alquimista  logró asesinarla y al poco tiempo se quitó la vida

creyó cambiar de sexo gracias a sus experimentos

y se arranco los testículos y se los dio de tragar a esa gorda en una sopa fría

 

yo no soy tan valiente

sólo voy a pedirle de la manera más decente y amable que se retire

 

 

 

 las mujeres que huelen a jueves

 

siempre he sentido una atracción irresistible

hacía  las mujeres que huelen a jueves

un loco deseo

que me invade

cuando por la mañana

desnudas  atraviesan la alcoba

sin esa carga de pudor

que en nada las favorece

esas que cuando  después  de saberse

recorridas con cada ángulo

que la vista permite

con orgullo

a bocajarro me preguntan al oído

¿algo más     amor?

siento una atracción pasmosa

por aquellas disfrazadas de noche

ésas que riegan sal en  llagas abiertas

y las limpian

con el costado de su lengua sorda

las que reflejan sombras

en un  pasillo sin luz

por un fajo de billetes

los  días nublados

aquellas por las que uno se arranca tiras

de piel que pone a secar en los balcones

para envolver un órgano

del tamaño de un puño cerrado

para brindárselos mientras duermen

 

 

 

 

hipótesis sobre el origen de los fuegos fatuos

 

Alrededor, alrededor, por un lado y por el otro

Los fuegos-de-la-muerte bailaban a la noche;

El agua, como óleos de una bruja

Ardían verde, azul, y blanco.

Samuel Taylor Coleridge

 

ignis fatuus

 

en ciertos lugares los cadáveres son enterrados boca abajo

con los brazos en cruz y la boca permanentemente cerrada

esto les impide tomar venganza o gritar en su defecto

y aunque en apariencia dichos cuerpos han perdido todas sus facultades

el cabello y las uñas  continúan creciéndoles

 

el cuerpo no para de exhalar gases por el ano

y si a esto se le agrega una pequeña chispa

la flama brota hasta la superficie

provocando que las moscas se alejen al igual que los deudos y curiosos

los científicos lo atribuyen a la combustión espontánea de la fosfina

y el metano que arden  producto de la descomposición de la materia

 

ésta es la última manifestación de odio que el hombre puede brindarle al mundo

aún tres metros bajo la tierra

 

(dígase de otra manera más sencilla los fuegos fatuos son los pedos de los muertos melancólicos)

 

 

 

qué trabajo puede darle la muerte     mi estimada

 

releer  y repensar una palabra

como lo marcan los cánones

y  los intrusos

hacer  y deshacer los labios de

la mujer más artera

y  moldearlos con el

beso más sencillo

espolvorear  partículas de piel muerta

en el asfalto

y  recoger las partes que sobran

de nuestro cuerpo después de la batalla

 

acaso usted no se cansa señora

de pintar el blanco

 y deshacerlo siempre

de mirar sus adentros

y dejar el vomito para

ocasiones posteriores

qué trabajo puede darle la muerte

si la risa de los pájaros

viene desde lejos

si la alfombra del descenso

comienza al oscurecer el día

que misterios puede acarrearnos

la muerte más temprana

 

hay  cuchillos

en la mirada de un niño

como veneno

en las voces de sus padres

hay agujas

en la antesala de la noche

como cantos

a una imagen milagrosa

y de eso se entiende

señora

que las voces de los ciegos

tienen más alcance que su vista

si bien el canto es sutil y cariñoso

la imagen penetra y rasga los costados

 

qué trabajo puede darle la muerte

mi señora

cuando el sol

atasca su mirada

y la ilumina en la noche más oscura

 

 

 

Datos vitales

Gerardo Miranda Juárez (Estado de México, 1984) es poeta y narrador. Cursó la licenciatura en ciencias humanas en el Centro Universitario de integración Humanística donde actualmente estudia la maestría en literatura latinoamericana contemporánea. Sus textos aparecen en diversas revistas literarias. Miembro fundador del colectivo Deva-gam  y coeditor del folletín poético Túnel de Damiana. Ha coordinado eventos culturales y participado en diversos talleres y seminarios literarios. Su libro Venus y las moscas está próximo a publicarse.

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