El misterio de la belleza, de Nuno Júdice

Nuno-Júdice[1]

Blanca Luz Pulido ha traducido esplendidamente un libro, inédito en Portugal, de Nuno Júdice (Algarve, 1949). “El misterio de la belleza” apareció en la colección El oro del los tigres II, dirigida por Minerva Margarita Villarreal y publicada en la Universidad Autónoma de Nuevo León.

 

 

La obra de Nuno Júdice (Algarve, 1949) es, sin duda, un punto capital de referencia dentro de la literatura portuguesa contemporánea. Desde 1972, fecha de su primer título: A Noção de Poema, ha publicado más de treinta libros de poesía, además de varias obras de ficción, ensayos literarios y traducciones diversas.

Los poemas de El misterio de la belleza fueron escritos en años recientes, de 2007 a la fecha, y en ellos podemos ver una continuidad con temas y obsesiones presentes desde los primeros libros de Júdice; entre ellos, la reflexión sobre la creación poética, la búsqueda tenaz de las manifestaciones de la belleza, la observación de la realidad exterior vinvulada con los pensamientos y emociones que suscita, y diversas metamorfosis que tienen lugar, sobre todo, en el interior mismo del poema.

Blanca Luz Pulido

 

 

 

 

Poema

 

Há uma ciência no campo que não sei

ler, quando a chiva comença a cair

com a monotonia da tarde e o seu ruído

interrompe o silêncio que cresce sobre

a erva, à hora em que os pássaros não

cantam. Desfolho as suas páginas,

entre o camino de terra e o canavial

que esconde o ribeiro quase seco; e

uma lógica de equações outonais

rouba-me a luz que entreabría um

desejo de verão, como se a noite

tivesse cindo para ficar. Mas quando

fecho o libro, e me esqueço de que

as coisas nascem dessa antiga ciência,

a árvore volta a abrir os seus ramos

para me acolher, e colho o fruto

do passado, para sentir na boca,

de novo, o sumo da vida.

 

 

 

 

Poema

 

Existe en el campo una ciencia que no sé

leer, cuando la lluvia empieza a caer

con la monotonía de la tarde y su ruido

interrumpe el silencio que crece sobre

el césped, cuando los pájaros no

cantan. Deshojo sus páginas,

entre el sendero y el cañaveral

que esconde la ribera casi seca; y

una lógica de ecuaciones otoñales

me roba la luz que entreabría un

deseo de verano, como si la noche

hubiera llegado para quedarse. Pero cuando

cierro el libro y me ollvido de que

las cosas nacen de esa antigua ciencia,

el árbol vuelve a abrir sus ramas

para acogerme, y cosecho el fruto

del pasado para sentir en la boca,

de nuevo, la esencia de la vida.

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