Cuento chileno actual No. 6: Julio Ernesto Cordones Retamal

julio-ernesto-cordones-retamal[1]

En el marco del dossier de cuento chileno actual, preparado por Reinaldo Marchant, presentamos el cuento “Nigromante” de Julio Ernesto Cordones Retamal (Santiago, 1952). Es narrador y  físico. 

 

 

Nigromante

  

                                                                                                 “Nunca hay que darle

                                                                                                 la espalda a los Dioses” 

 

I.

 

               Ingresé al centro de exposiciones 15 minutos antes de mi correspondiente guardia nocturna. El montaje ya había sido suspendido y el último trabajador se apresuró en cerrar por fuera. 

               La parka gris del uniforme colgaba de un perchero rústico a la entrada del salón principal. Para un hombre flaco como yo, de sobra tres tallas. La noche se anticipaba fría y resolví ponérmela de inmediato.  

               El recinto era amplio y helado como estación de trenes, de una altura difícil de calcular. Quizás tres pisos, considerando lo largo de los pasillos que eran como caracoles y por donde descendería el público. En sus esquinas dos salitas servían de anexo.

               Aún colgaban las poleas que habían permitido montar las gigantescas piezas y en especial la del Dios Inca Wakón, ubicado en un altar mayor. Unos largos cordeles acariciaban la lámpara de lágrimas. Oscilaba suave en el centro del salón al vaivén de alguna corriente de aire que se filtraba por guaridas de palomares.    

               El polvo en suspensión pernoctaba conmigo, era fácil observarlo. Flotaba en los diminutos haces de luz que caían desde dos focos apostados en los extremos del  techo, como buscando al actor principal. Aunque inmensos, poco iluminaban. Era como si cientos de mosquitos calcinados cubrieran su resplandor. La débil gama lumínica de ese rojo bermellón presagiaba la noche.

               La exposición aún no se inauguraba y varias cajas  de cartón de  tamaño de tesoro de pirata estaban selladas, pero fáciles de abrir. Llevaban un logo que decía “bisutera”. Con el cortauña hice una pequeña incisión en una de ellas. Mi mano izquierda tiro suavemente la cinta de embalaje. Como pecho abierto en una morgue la caja me mostró todo su interior. Fue entonces cuando mi cabeza, como un todo, giro bruscamente, casi desprendiéndose del cuerpo. Caí hacia atrás y fui arrastrado del pelo. El grito de terror se multiplico como eco por el salón.

 

II.

 

               Desperté no se en que tiempo. Pensé que estaba a la intemperie y que llovía, sin embargo estaba tumbado de espalda en el escalón más alto del altar. Chorros de agua fluían hasta empaparme los pies. La tenue luz roja bermellón me hizo confundirlos con sangre.

               Un silencio distinto, absoluto, asfixiaba el lugar. La parka gris estaba abierta y mi pecho se encontraba al céfiro. Mire hacia lo alto del altar y vi el rostro de Wakon en el momento que se sacaba su máscara de oro y devoraba mi corazón. La figura asombrosamente alta era acompañaba por una expresión hosca y perversa. Sus ojos me revelaron que sólo a los dioses les está permitido indagar en lo oculto.

             Aterrado ante esta visión, intente pedir perdón… me fue imposible… mi alma  ya ocupaba un sitio en las tumbas de cartón.

                                                                           

         

 

Datos vitales

Julio Ernesto Cordones Retamal, es nacido en Santiago de Chile en 1952. Profesor de Física. Parte importante de su quehacer profesional ha estado vinculado a la ciencia y el deporte. Ha publicado en la Revista de Ciencia Física para la enseñanza en su nivel medio patrocinada por la Universidad Católica de Chile. Con su relato “Soy yo, Shemesh hijo de ti Yahvé” fue  uno de los premiados en el  Concurso de Relatos de Colección organizado por el Museo Nacional de Bellas Artes y Celfin capitales el año 2009 en el marco del proyecto Bicentenario.

También puedes leer