Presentamos un poema de Rubén Márquez Máximo (Puebla, 1981), a propósito de estos tiempos de indignación social ante la injusticia y la imposición. Nos referimos a la turbia elección de Enrique Peña Nieto en México. El poema es un canto a la vida y a la búsqueda de la virtud para alcanzar el bienestar.
Que sea nuestro himno la poesía
Seamos la tierra que retiemble
la simiente que germine
el huerto colorido de esperanza.
Forjemos el tiempo en nuestras manos
el hoy que será un mejor mañana
más alegre y perdurable.
Devoremos a los lobos que exterminan
ahuyentemos la ponzoña con el canto
con la luz de la verdad y la conciencia.
Que la valentía no lo sea por ira
que su fuego brille en el decoro
laudable siempre por su causa.
Pronunciemos las palabras
los silencios que salgan a buscar su sitio
con todo el brillo de su canto.
Vivamos en la verdad de la poesía
en la mano franca del amigo
que asoma sin demora ante la muerte.
Andemos todos juntos sin ser masa
unidos en la diferencia nos dará la fuerza
seamos un concierto de individuos.
No perdamos el camino de la vida
busquemos la plenitud del beso venturoso
y el trabajo que libera la conciencia.
Vivamos en las manos del hermano
que surca el cielo y pastorea estrellas
con el corazón abierto a la mañana.
Compartamos este canto que nos llama
el aire que sacude nuestras hojas
y nos da el respiro interminable.
Que sea nuestro himno la poesía
la flor y el canto del quetzal alegre
que reviente en el corazón del cielo.
Que el verde colme nuestros ojos
que se pueblen los campos del incendio
que florezca la ilusión fundada.
Seamos el gran abrazo sin tiempo
del universo con la tierra
la luz maternal y el ojo de la noche.
Seamos el barro que se hunde y flota
las nubes que se arraigan a la lluvia
al sueño de la verde sombra.
Cantemos el gran poema de la tierra
formemos la música que gira por el orbe
la fuente derramando agua.
Seamos la fiel promesa de la tarde
de no vivir en la mentira que aprisiona
busquemos el panal dorado y la justicia.
Lleguemos al lugar donde la claridad vislumbra
probemos la virtud de la nobleza
la amistad del hombre libre.
Renazcamos del fuego gorgoteando
de las ramas del árbol que no muere
de las olas y el silencio.
Que suenen todos los follajes
la voz de cada hoja que ha caído
que el olvido no cubra su memoria.
Vayamos al país de la dicha
donde la noche brille intensa en su promesa
llamando al sol que se desgrane sin demora.
Recobremos nuestros nombres
la lejana orilla de las nubes
el aire transparente de todos los lugares.
Que brille la simiente de la idea
que nada oscurezca nuestra vida
que caiga el espejismo de la mente.
Amemos la vida y su esperanza
tengamos fe para romper murallas
bebamos la raíz de la palabra.
Vayamos a la luz que está en la cima
caminemos sin prisa pero atentos
que la templanza guíe nuestros pasos.
Miles y miles de voces claman
miles y miles de brazos fundan
el hogar de la venturosa lontananza.