Claribel Alegría en el país de la realidad. Antología poética

La colección Los torreones, del Gimnasio Moderno de Bogotá, dirigida por Federico Díaz Granados, presenta el sexto título de su colección, “Claribel Alegría en el país de la realidad. Antología poética”. La selección y el prólogo corren a cargo del poeta granadino Daniel Rodríguez Moya. Una poeta centroamericana leída por un poeta español y publicada por un poeta colombiano. Los tiempos que corren.

 

 

Conversación con Claribel Alegría

En la biografía de la poeta Claribel Alegría confluyen dos países: Nicaragua y El Salvador, y dependiendo de quién hable o escriba sobre ella, le atribuye una nacionalidad u otra.  “Siempre he dicho que siento que tengo patriay matria”, asegura cuando se le pregunta por esta doble condición. “Patria puede ser El Salvador, porque allí fueron mis primeros olores, mis primeros sabores, mis primeros contactos. Y matria Nicaragua, porque es donde nací y, donde seguramente, voy a quedar, pero si me aprietan un poquito más, soy latinoamericana, y si más aún, hispanoamericana”. En una ocasión la estaban entrevistando en su casa de Managua y su nieto Benjamín, que entonces tenía 8 años, estaba pendiente de la entrevista.  Cuando le preguntaron por esto mismo él le dijo a su abuela: ‘¡Pero tú eres salvanica!’ “Mira que lindo, él me bautizó así”, reconoce la escritora en el porche de esa misma casa de Managua en la que sucedió la anécdota, y en la que ahora, en una tarde de un febrero tropilcamente caluroso solo combatido con un Flor de Caña en las rocas, reconstruye una biografía que está a punto de alcanzar los 84 años.

 

*

 

Cuando vivía en Deyá, un pueblecito de pescadores de Mallorca, Claribel Alegría comenzó a  recordar muchos retazos de su infancia y adolescencia. Encontró en un cajón viejos textos deshilvanados, a modo de viñetas. Se los enseñó a Julio Cortázar, a su esposa Carol Dunlop y también a Aurora Bernárdez, primera esposa del gran cronopio.

            Estas historias se unieron a partir de una gitana que se le aparecía en sueños a Claribel. Lo contaba en uno de los textos que encontró en la olvidada gaveta. Para la escritora, esta gitana venía del subconsciente y había sido un personaje principal en su paisaje interior durante muchos años. Un día dejó de aparecer, cuando Claribel empezó a tener hijos. “Te has puesto boba, sólo de niños hablas, no me interesas más”, cuenta que le dijo antes de marcharse.  Después volvió, y se marchó de nuevo, aunque nunca del todo.

            Así surgió el más querido de los libros de Claribel Alegría, la novela Luisa en el país de la realidad (1994). Ese era el nombre de la protagonista, una niña llena de asombro antes las cosas. Claribel Alegría nunca ha dejado de sentir esa misma fascinación. Su poesía es prueba de ello.

 

 

 

 

MI FLECHA

 

Es de oro la flecha de mi anhelo,

dibuja su volar en el espacio,

llega seguida a las regiones altas

y enciende con su canto las estrellas.

No se rompe jamás. Va recta siempre.

 

 

(De Anillo de silencio, 1948)

 

 

 

 

ES CERRAR ESTA PUERTA LO QUE TEMO

 

Aquí estoy

definitivamente instalada

en mi presente

con los gladiolos rojos

y la jarra de vino

y el recuerdo fresco

de tus labios.

No es el miedo a la muerte

como insistes

está lejos mi muerte

no vislumbro su rostro

ni me importa

si me reduce a polvo

quizá sería lo mejor

un sueño largo

largo

en el que vas desintegrándote

es cerrar esta puerta

lo que temo

cerrar esta puerta para siempre

perforar este muro

y encontrarme de pronto

al otro lado

sin la jarra de vino

sin tus labios

sin los gladiolos rojos.

 

(De Raíces, 1975)

 

 

 

 

 

ÚLTIMO SALTO

 

Te llevo muerte, a mi costado

desde el momento en que nací.

A través de los años

aprendí a no temerte

a ser tu amiga

revolotea tu aliento

en mis cabellos

escucho tu voz queda

en el viento que pasa.

¿Qué sentiré sin ti?

no hay muerte donde voy

ese último salto,

descarnada,

debo darlo yo sola.

 

(De Soltando amarras, 2005)

 

 

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