Poemas burlescos de Salvador Novo

Presentamos algunos poemas burlescos, brillantes en el arte latino de la diffamatio o vituperatio, de Salvador Novo. Laceró con sus versos a figuras de la cultura como Ermilo Abreu Gómez, Luis Spota, José Bergamín o Diego Rivera. Según Paz, “tuvo mucho talento y mucho veneno, pocas ideas y  ninguna moral. Cargado de adjetivos mortíferos  y ligero de escrúpulos, no sirvió a creencias o idea alguna, no escribió con sangre sino con caca”.

 

 

 

 

 

Antes de que el documento se nos pierda
en las indoctas sombras del mañana,
has de saber, Ermilo, que sor Juana,
cual todas las demás, cagaba mierda.

Esta opinión, como verás, concuerda
con la que dio Miss Sheen allá en La Habana,
halló que se pelaba la banana
y que a cada reloj le daban cuerda.

Otro dato importante de la vida
de esa monja que estudias con empeño,
es que tenía su entrada y su salida.

Y que a fin de engendrar Primero sueño,
a falta de una verga a su medida,
entre las piernas deslizóse un leño.

 

 

 

 

 

 

 

A E.A.G.

Aqueste sorjuanete grafococo,
desmedrado, calvillo yucateco,
cuyo padrote, eyaculado en seco,
le diera el semi-ser en semi-coco.

Este de ciencia no, pero si foco
de liter-reportérico embeleco,
me viene a la memoria si defeco,
y en mis huevos los espulgo si los toco.

Este proliferado treponema,
esta liendre de seis en bastardillo,
pegajoso producto de enema:

Este que alargo para darle brillo.
este huevo de pájaro sin yema,
por abreviarlo más, este Ermilillo…

 

 

 

 

 

 

LA DIEGADA (1926)

 

Marchóse a Rusia el genio pintoresco

a sus hijas dejando –si podría

hijas llamarse a quienes son grotesco

engendro de hipopótamo y arpía.

 

Ella necesitaba su refresco

y para procurárselo pedía

que le repiquetearan el gregüesco,

con dedo, poste, plátano o bujía.

 

Simbólicos tamales obsequiaba

en la su cursi semanaria fiesta,

y en lúbricos deseos desmayaba.
Pero bien pronto, al comprender que esta

consolación estéril resultaba,

le agarró la palabra a Jorge Cuesta

 

 

 

 

 

Cuando no quede muro sin tu huella,

recinto ni salón sin tu pintura,

exposición que escape a tu censura,

libro sin tu martillo ni tu estrella,

 

dejarás las ciudades por aquella

suave, serena, mágica dulzura,

que el rastrojo te ofrece en su verdura

y en sus hojas la alfalfa que descuella.

 

Retirarás al campo tu cordura,

y allí te mostrará naturaleza

un oficio mejor que la pintura.

 

Dispón el viaje ya. La lluvia empieza.

Tórnese tu agrarismo agricultura,

que ya puedes arar con la cabeza.

 

 

 

 

 

Un crítico grácil, esbelto y albino,

de lánguido talle, los ojos asoma;

el diestro, siniestro, y el vuelo ladino

como una paloma.

 

Dejemos a Diego que Rusia registre,

dejemos a Diego que el dedo se chupe,

vengamos a Jorge, que lápiz en ristre,

en tanto, ministre sus jugos a Lupe.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

Ultrapiojo, archiliendre, multichinche,

bufoncete, soplón, semiladilla,

no hay festival, fiestaza o fiestecilla,

en la que no rebuzne o no relinche.
Puta como la clásica malinche,

actrizuela, metiche, estudiantilla,

con todo el que se deja se atornilla,

le pide un peso y le presta el pinche.

¡Oh, pareja feliz! Este es el cuento:

aliáronse una meretriz y un pillo

(que para todo da el departamento).
Invitáronme a ver El Laborillo:

y en premio a su magnífico talento,

nutridas palmas dioles mi fundillo.

 

 

 

 

 

 

Pienso, mi amor, en ti todas las horas

del insomnio tenaz en que me abrazo;

quiero tus ojos, busco tu regazo

y escucho tus palabras seductoras.
Digo tu nombre en sílabas sonoras,

oigo el marcial acento de tu paso,

te abro mi pecho –y el falaz abrazo

humedece en mis ojos las auroras.
Está mi lecho lánguido y sombrío

porque me faltas tú, sol de mi antojo,

ángel por cuyo beso desvarío.
Miro la vida con mortal enojo;

y todo esto me pasa, dueño mío,

porque hace una semana que no cojo.

 

 

 

 

 

 

¿Qué hago en tu ausencia? Tu retrato miro;

él me consuela lo mejor que puedo;

si me caliento, me introduzco el dedo

en efigie del plátano a que aspiro.
Ya sé bien que divago y que deliro,

y sé que recordándote me enredo

al grado de tomar un simple pedo

por un hondo y nostálgico suspiro.
Pero en esta distancia que te aleja,

dueño de mi pasión, paso mi rato,

o por mejor decir, me hago pendeja,
ora con suspirar, ora con pedo,

premiando la ilusión de tu retrato

y los nuevos oficios de mi dedo.

 

 

 

 

A Luis Spota

 

Este grafococo tierno
Tiene por signo fatal
En el apellido paterno
La profesión maternal.

 

 

 

 

 

Sobre Pascual Ortiz Rubio el día de su atentado

 

Logre la bala asnicida

(no por perdida ganada

ni por ganada perdida)

debilitar la quijada

para atenuar la mordida

 

 

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