Nicanor Parra o el pesimismo esperanzador

Este año se cumplen cien años del natalicio del poeta chileno Nicanor Parra. David Huerta Meza nos presenta un ensayo en torno al carácter medieval y moderno de su obra. David Huerta estudia la Licenciatura en Lingüística y Literatura Hispánicas en la BUAP. Ha sido alumno de Hernán Lavín Cerda, David Huerta y Alí Calderón.

 

 

 

 

 

 

NICANOR PARRA O EL PESIMISMO ESPERANZADOR

 

 

Y en las noches de luna imaginaria

sueña con la mujer imaginaria

que le brindó su amor imaginario

vuelve a sentir ese mismo dolor

ese mismo placer imaginario

y vuelve a palpitar

el corazón del hombre imaginario

Nicanor Parra

 

SOBRE LA SENSACIÓN

 

Cierto es que no hay verdades absolutas pero, ¿será posible que existan sensaciones absolutas o si se prefiere, plenas? Me explico. Cuando alguien se declara enamorado, ¿qué se requiere para llamarlo “plenamente enamorado”?, ¿la sensación declarada no es plena en sí? O es que la validación o la legitimación de esa sensación requiere de un grado de “plenitud”, que a su vez esté condicionada por el carácter cuantitativo o temporal, es decir, está “enamorado” aquel que “quiere” pero está “plenamente enamorado” el que quiere “más” y por “más tiempo”. ¿Acaso no llamamos luz a lo producido por un cirio y lo que produce el Sol? Ciertamente advertimos menos y más luminosidad, intensidad, etc., pero tan digno de llamar “luz” es a lo que emana de una pequeña flama, como a lo que con el Sol alumbra. Quiero puntualizar algo, no me he referido hasta el momento a los efectos que la intensidad de las sensaciones y de las emociones producen -eso es objeto de otras reflexiones- sino que he intentado señalar que la sensación es plena en sí, no requiere de absolutismos -si éstos existieran.

Hacia finales del siglo XVIII, con la Revolución francesa por estandarte, comienza a fraguarse en la humanidad una sensibilidad que finalmente se impuso y que, a mi juicio, no ha cambiado del todo. Sensaciones de desamparo e incertidumbre que quizá tuvieron su génesis en el renacimiento: cuando el hombre tomó entre sus manos la vida y libró a Dios -o al dios- de esa responsabilidad. Estas sensaciones tienen su punto álgido en la era que suele denominarse “postmoderna”. Bien sabemos, porque ya otros lo han dicho, que la Era Moderna no es sino la apuesta por el futuro y sus promesas, de su incumplimiento deviene la incertidumbre, el desamparo[1]. Por supuesto que aquéllas no son infundadas: guerras, hambrunas, las desigualdades sociales y la delimitación casi tajante de sus estratos las propiciaban o tal vez hayan sido éstas provocadas por esas sensaciones porque ¿cómo asegurar que, por ejemplo, la Primera Guerra Mundial no haya sido consecuencia de la incertidumbre y el desamparo?

Si el arte en cualquiera de sus expresiones es, en menor o mayor medida, reflejo de la sociedad resulta lógico que dichas sensaciones -y por supuesto tantas más- hayan quedado plasmadas a veces opaca, otras indeleblemente en él. Así, leemos en Pablo Neruda: “Despertamos. / La aurora / se había consumido. / Todos los pájaros / cayeron calcinados. / Un olor / de ataúd, / gas de las tumbas, / tronó por los espacios.” o el poema del español Juan José Domenchina: “Hastío -pajarraco / de mis horas-. ¡Hastío! / Te ofrendo mi futuro. / A trueque de los ocios / turbios que me regalas, mi porvenir es tuyo.” O bien, recuérdese la serie de grabados Los Desastres de la Guerra de Goya o el Guernica de Picasso.

 

NICANOR PARRA, EL MODERNO

 

Empezaré aclarando que digo “moderno” que no “modernista”[2]. Luego podría, sin temor a descalificación, señalar a Parra como hombre moderno -el chileno nació en 1914[3]. Jaime Sabines decía que un poeta antes que poeta es hombre[4], no es ilógico pues asegurar que hay en Parra mucho de hombre antes que de poeta, algo que se advierte inmediatamente en su poesía: “¿Saben lo que me pasa con mi novia? / La sorprendí besándose con otro / Tuve que darle su buena paliza / De lo contrario el tipo la desflora.” No voy a detenerme en lo que otros, más profusa y dilatadamente, han expuesto sobre la obra del autor de los Antipoemas: el coloquialismo. Sino que intentaré señalar lo que, a mi parecer, hace de la obra de Nicanor una poesía moderna

Anteriormente dije que prepondera en la humanidad la incertidumbre y el desamparo y que estas sensaciones tienen su máxima expresión en el llamado posmodernismo ¿Por qué califico de “moderna” a la obra de Parra? Primeramente porque si resulta difícil y arbitrario delimitar los movimientos artísticos -pues ¿no hay dejos románticos en Madame Bovary?, ¿son plenamente naturalistas las obras de Zolà, acaso no comparten nada con el realismo?- las épocas históricas en las que se hayan insertos me parecen aún más complejas de señalar. En segundo lugar y de acuerdo con Octavio Paz entiendo por Edad Moderna el “ciclo que comprende el nacimiento, el apogeo y la crisis de la modernidad”, esta “división” la considero tan válida como la que se hizo de la Edad Media, pues esencialmente no hay cambios abruptos sino sutiles diferencias. Por último, en el supuesto caso de la existencia de un periodo posmoderno, su inicio no está señalado sino hacia mediados de la década de los sesenta y su consolidación fue en los setenta[5], y las consideradas obras capitales de Nicanor Parra, Poemas y antipoemas y Versos de salón aparecieron en 1954 y 1962, respectivamente; sin embargo, ésto no basta para designar o justificar como “moderna” la poesía parriana, entonces, ¿cuáles son las características de la modernidad en la obra del chileno? En principio cabe recordar como cualidad de la modernidad su carácter crítico[6] y en este sentido el estilo de Parra no es sino crítica de las formas predominantes de su época: “Sospecho que por ahí encontraremos o fundaremos una nueva sensibilidad poética, a partir de escuchar con atención cómo habla la gente”[7], la poesía de Parra alcanza tonos no sólo coloquiales sino conversacionales pero sin carecer de analogías poéticas: “Como un globo que se desinfla mi alma perdía altura, / El instinto de conservación dejaba de funcionar / Y privado de mis prejuicios más esenciales / Caía fatalmente en la trampa del teléfono / Que como abismo atrae a los objetos que lo rodean / Y con manos trémulas marcaba ese número maldito / Que aún suelo repetir automáticamente mientras duermo.” En la misma línea, ¿no es “Soliloquio del Individuo” de Poemas y Antipoemas una crítica al hombre? Juzgue el lector: “Yo soy el Individuo. Primero viví en una roca / (Allí grabé algunas figuras). Luego busqué un lugar más apropiado.  / […] / Luego vinieron unas sequías, / Vinieron guerras, […] Di a luz libros de miles de páginas, / Se me hinchó la cara, / Construí un fonógrafo, / La máquina de coser, / Empezaron a aparecer los primeros automóviles, / Yo soy el Individuo.” Pero el hombre, en ese mismo poema, considera la posibilidad de volver sobre sus pasos: “Mejor es tal vez que vuelva a ese valle, / A esa roca que me sirvió de hogar, / Y empiece a grabar de nuevo, / De atrás para adelante grabar / El mundo al revés.  Pero no: la vida no tiene sentido.”

Para Paz los principales conceptos de la modernidad son el progreso, la evolución, la revolución, la libertad, la democracia, la ciencia, la técnica y la fase de crisis de esta era corresponde a la incertidumbre respecto a aquéllos, su imposibilidad decepciona y en la mayoría de los casos las utopías resultaron contraproducentes. Otro poema de Parra, claro y contundente desde el título: “Los vicios del mundo moderno” evidencia estos males: “Los vicios del mundo moderno: / El automóvil y el cine sonoro, / Las discriminaciones raciales, / El exterminio de los pieles rojas, / Los trucos de la alta banca, / […] El afán desmedido de poder y de lucro, / La carrera del oro, / la fatídica danza de los dólares, / […] El mundo moderno es una gran cloaca: / Los restorantes de lujo están atestados de cadáveres digestivos”. Nicanor Parra, antes que poeta, hombre; testigo del derrumbe de la humanidad no podía sino escribir poesía moderna.

 

El PARRA DEL MEDIOEVO

 

Refiere Borges que para la doctrina platónica “inventar”, “descubrir” es ‘recordar’ y afirma: “Cuando yo escribo algo, tengo la sensación de que ese algo preexiste” ¿No se ha dicho ya que no se escriben poemas sino que todos son el mismo? Como si alguien en algún momento haya soltado la piedra de la poesía y en su despeñarse va fragmentándose: ya en silvas, ya en sonetos. Los teóricos han hablado de intertextualidad, otros de influencias. De las vanguardias se dice que no son sino una extensión del romanticismo. Por último, el poeta español Ángel González dice “para que mi ser pese sobre el suelo, / fue necesario un ancho espacio / y un largo tiempo: hombres de todo mar y toda tierra, / fértiles vientres de mujer, y cuerpos / y más cuerpos, fundiéndose incesantes / en otro cuerpo nuevo.”

Si he afirmado que la poesía de Parra es moderna, ¿qué lógica cabe en sugerir un carácter medieval en su obra? La lógica de que, en efecto, no se puede hablar de literatura “pura” sino de lo contrario, “contaminada”; la lógica de que inherente a la negación que hace un movimiento artístico a su predecesor está su afirmación. No me parece innecesario recordar el carácter oral de la literatura, en la época medieval no había lectura individual sino pública. La creación corría más o menos la misma suerte, ¿quién fue el autor del Mío Cid? Todos y nadie. José Miguel Ibáñez-Langlois[8] ya ha hecho antes la observación de la esencia medieval en los antipoemas.

Qué logra Parra con el coloquialismo, con ese tono conversacional de sus poemas, con el uso del endecasílabo oral, matizado a veces por el escrito, logra una identificación con el lector. El poeta ha dicho que “está ahí [el endecasílabo], como un grupo fónico, no por accidente. Son estructuras fónicas que están representando estructuras profundas del funcionamiento del espíritu de la comunidad humana”. Los temas de varios poemas de Parra son angustiantes, dolorosos pero el tratamiento solemne que les es común es desplazado en la poesía de Parra por uno jovial: “eres feliz cadáver eres feliz / en tu sepulcro no te falta nada / ríete de los peces de colores / aló – aló me estás escuchando? / quién no va a preferir / el amor de la tierra / a las caricias de una lóbrega prostituta”. La voz del autor del Cid no era una sola sino muchas. Que Parra emplee el endecasílabo oral en su poesía produce la sensación de no ser una voz sino muchas voces, la esperanza radica en que no habla sólo el viejo poeta que ronda los cien años: con Parra reímos todos, sufrimos todo, gritamos todos. No estamos solos en la crisis de la modernidad. Palpita en el corazón de los hombres una esperanza que no es imaginaria, sino poética.


[1]      Octavio Paz en Ruptura y Convergencia dice que: “La Edad Moderna se inicia con la crítica a la Eternidad cristiana y con la aparición de otro tiempo. […] la modernidad desvaloriza a la eternidad: la perfección se traslada al futuro, no en el otro mundo sino en éste. […] Así, puede llamarse Edad Moderna al ciclo que comprende el nacimiento , el apogeo y la crisis de la modernidad; […] el período que comienza a principios de este siglo [el XX] se distingue de los otros por la incertidumbre frente a los valores e ideas que fundaron a la modernidad.”

[2]      El propio Nicanor ha dicho que: “El que me haya salido de los planteamientos modernistas, sin proponérmelo, se debe también  a esta ignorancia [El poeta enfocado en otras ocupaciones tenía poco tiempo para leer poesía, así, la influencia del modernismo de Darío no fue tan intensa]” “El hombre imaginario y otras ideas luminosas” en Nicanor Parra. Antología. Selección, estudio y cronología de Hernán Lavín Cerda. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 1997. p. 60.

[3]      Véase la nota nº 1

[4]      Respecto a este punto recuérdense los poemas “Uno es el hombre” y “El peatón”.

[5]      Andreas Huyssen. “En busca de la tradición: vanguardia y postmodernismo en los años 70” en Modernidad y postmodernidad. México: Alianza Editorial Mexicana. 1990. pp. 142 -143.

[6]      Octavio Paz: “La modernidad comienza como una crítica de la religión, la filosofía, la moral, el derecho, la historia, la economía y la política. La crítica es su rasgo distintivo, su señal de nacimiento.” En la obra citada anteriormente. Y Gilles Lipovetsky: “El modernismo [entiéndase modernidad] no sólo es rebelión contra sí mismo, es a la vez revolución contra todas las normas y valores de la sociedad burguesa: <<la revolución cultural>> en este fin del siglo XIX” en Capítulo IV “Modernismo y posmodernismo” en La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona: Anagrama. 1990. p. 81.

[7]      Nicanor Parra, en la obra citada anteriormente.

[8]      Citado por Hernán Lavín Cerda en la obra mencionada.

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