Un poema inédito de Waldo Leyva

Presentamos un texto inédito del poeta cubano Waldo Leyva (1943). Se trata de un romance, un tipo de poema poco cultivado por Leyva pero que mantiene las obsesiones que han motivado su obra. En 2010, Waldo Leyva mereció el X Premio Casa de América de Poesía Americana por el libro “El rumbo de los días” (Visor, 2010). y en 2012 el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora.

 

 

 

 

 

JUEGO DE COLORES

 

Hace poco, vi que el aire

Era de color violeta,

Y quise encontrar, de pronto,

Mi infancia; pero la tierra

Me devolvía un olor

Tan ocre, como la ausencia.

La memoria es una sombra

Que finge ser verdadera,

Y nos construye recuerdos

Y nos llena la cabeza

De historias que no son ciertas

Pero que necesitamos,

Porque la vida sin ellas

Se vuelve muy aburrida

Y nada vale la pena.

El aire tiene su estirpe

Pero jamás es violeta

Aunque quién puede negarle

Que lo sea en el poema.

Por ejemplo, la aventura

En la que el hombre se empeña

Sin medir tiempo ni riesgos,

Resulta tan pasajera,

Y a veces, tan sin sentido,

Que es mejor dejarla quieta

En esa sombra que finge

Ser memoria. Otra respuesta

Tal vez resulte más justa

Pero yo reto a quien pueda

Demostrarme con los hechos

Que no es una quimera.

Puede parecer , es cierto,

Que lo que digo recuerda

La voz herida de un hombre

Que se acerca a la frontera

Y empieza a pasar revista

De lo que fue, mientras piensa

Que el porvenir anunciado

Es tan solo una leyenda.

No es que renuncié a los sueños,

Es que hay sueños que te dejan

Como colgando del aire,

Perdidos en una esfera

Donde nada puedes ver

Porque hasta la luz es negra.

Yo bien sé que la utopía

No es tocable, pues se aleja

Mientras más nos acercamos.

Tal vez por eso sea cierta

Como esa línea imposible

Que el horizonte nos muestra,

O ese azul que no es azul

Ni es cielo, aunque lo parezca.

Alguien dijo: la aventura

No es buscar. Hasta la senda

Existe si el peregrino

La funda mientras encuentra

El verde roto en la huella

Que van dejando sus pies

Sin importarle la meta.

Es cierto que ya estoy lejos

De las canciones aquellas

Cuando todo parecía

Ser tocable, aunque exigiera

Que uno dejara la piel

Y el aliento, sin reservas.

Porque tu piel y tu aliento

Eran parte de una idea

A la que aún no renuncio

Pero que a veces me deja

Un cierto sabor que duele,

Un latido que golpea

En esa esquina del pecho

Dónde la sangre alimenta,

Con su rojo vulnerable,

La esperanza del poeta.

Aunque se aleje la infancia

Aunque los árboles tengan,

Ausencia de nidos nuevos

Y no encuentre la respuesta,

Yo sé que el aire tendrá

Un leve tinte violeta.

No importa que no sea cierto

Es verdad en el poema.

 

 

México—La Habana y marzo 2014

 

 

 

 

 

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