Nuevos autores de Puebla: Emanuel Bravo Gutiérrez

En el marco de la muestra de Nuevos autores de Puebla, preparada por Andrea Muriel, presentamos un par de textos de Emanuel Bravo Gutiérrez (Tehuacán, 1992). Estudia Lingüística y Literatura Hispánicas en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publica regularmente en la revista digital “Cinco centros”. Ha colaborado además en revistas como “Letras raras” y “Cuestionarte” además de presentar ponencias dentro y fuera de Puebla.

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Un mal día para ser escritor

He pensado en un argumento que bien podría ser una novela,  con suerte quizá un guion para teatro de tintes ligeramente absurdos y tragicómicos. Pienso en un escritor fracasado que vive en una ciudad populosa que podría ser Nueva York, Barcelona o también Nueva Delhi o Johanesburgo, lleva años alejado de su familia. Evidentemente es un escritor desempleado, acaba de ser despedido de su trabajo en un periódico donde escribía reseñas, lleva cinco guiones rechazados y dos novelas inconclusas. Sé que el argumento no está terminado, pero he comenzado a trazar bien algunas cuestiones.

Nuestro escritor trabaja en una novela cuyo planteamiento está en la reunión de una familia entorno a la muerte del padre,  la construcción del padre a partir de los recuerdos de los hijos es uno de los puntos centrales, podría tener un tinte algo parecido a las novelas de Virginia Woolf, una introspección poética donde cada recuerdo se engarza como un collar de coral. Después del entierro, que bien podría ser un día gris pero no lluvioso, es la hora de leer el testamento y en la lectura se revela la existencia de una amante y una familia secreta. Hasta aquí ha escrito la novela nuestro protagonista. Si fuera una novela, se podría dedicar un capítulo aparte para la novela sobre la cual se está trabajando, si fuera una obra de teatro lo más adecuado sería una lectura dramatizada, pero se puede ser más audaz, podría representarse el argumento de la novela mientras el novelista la va narrando, esta escena tiene un gran potencial ya que el director puede darle un tono ligeramente surreal, en general, podrían tomarse elementos extraños en escena, pero  sutiles, de tal manera que cuando el espectador los vea a primera vista pasen desapercibidos, aunque vistos más de cerca conjuguen un lenguaje secreto.

Pasa un mes, durante este tiempo bien podría hondarse en la personalidad del novelista, o realizar un recuento de sus lecturas, de sus opiniones sobre la literatura, esto sería especialmente más factible en un texto escrito que en una puesta en escena, aún no he resuelto este punto.

Un día suena el teléfono y su hermano le comunica que su padre ha muerto. El escritor vuelve a la casa paterna, lejos de la ciudad, lejos del bullicio, lejos del ruido. La muerte del padre del escritor es un golpe duro por sí mismo, pero aún más chocante es que nuestro héroe se dé cuenta de que existen paralelismos impresionantes con la obra que está escribiendo. Los diálogos son muy parecidos, el recibimiento, los gestos, los silencios, todo parece ya haber sido perfilado con anterioridad, hay otro elemento que guarda relación con su obra: se silencia la causa de la muerte de su padre.  Durante las pocas horas que tiene libres en su casa esboza el siguiente capítulo de su novela.

El segundo capítulo  comienza con la búsqueda de la familia secreta de su padre, pero no sólo eso, a esa familia le construye un pasado, ese pasado es demasiado novelesco como para que sea inverosímil, pero más aún, para que sea improbable. Su padre conoció a su amante en un parque, ambos leían el mismo libro cuando se vieron, ella es especialmente inteligente, el padre pasa por alto el hecho de que ella sea diez años menor que él. Su relación al principio es más intelectual que afectiva, pero los días pasan y existen afectos que son inevitables. El novelista sabe que es un cliché demasiado trillado pero lo necesita para su experimento, falsos viajes de negocios, salidas donde ambos usan lentes negros, sábanas con olor a perfume, llamadas telefónicas en clave, miradas crípticas donde el recuerdo del goce se disfraza de desinterés, susurros agónicos, reclamos, reconciliaciones, noches y noches inútiles de replicar con escaso éxito lo que habían leído en Bataille o en Masoch, caricias blancas que caen vertiginosas como granizo, la profundidad de un sentimiento que no esperaban que se volviera chejoviano, atardeceres reflejados en espaldas seniles,  un eterno vals de vaudeville que termina con la cimentación de una familia alterna. De ser una obra de teatro requerirá dos actores expresivos, de ser posible sólo el principio podría ser narrado por el novelista, después de ahí se puede coordinar con danza, una danza narrativa que eslabone cada uno de los hechos, una serie de tangos acompañarían la escena y en mejor caso, el danzón No. 2 de Arturo Márquez. Tienen una hija, esta muere cuando tiene nueve o diez años, aún no lo sé,  es importante este hecho, ya que a partir de su muerte el padre entrará en depresión y la relación con su amante se enfriará, su lento ocaso se verá apurado con el suicidio, un suicidio hasta cierto punto poético, de la misma manera que Virgina Woolf, tomará un abrigo y lo llenará con piedras, se sumergirá poco a poco en un lago mientras mira el atardecer.

Durante el siguiente mes contactan con la mujer del padre, nuestro héroe se muestra diligente, pero más aún, conforme ella le cuenta su historia va comprendiendo que la escritura ha alterado la vida, comienza a sentirse culpable por haber trazado de forma tan fatalista dos destinos sinceros, le pregunta a su hermano la forma en que murió su padre, él le relata su suicidio. Se encierra en su cuarto y siente que pierde la razón,  quiere quemar su manuscrito, espera un poco, tiene en sus manos algo que lo hace compararse a Dios, más aún, duda acerca de los límites de su poder, lo confunde todo, pierde la percepción del espacio y del tiempo,  se obsesiona con las posibilidades de la escritura, el secreto de los cabalistas en sus manos, pero tiene miedo a hacerlo público, habla con sus hermanos y con su madre sobre lo que le sucede, ellos no le creen, es más, piensan que ha usado la tragedia familiar para formar un argumento más para sus obras, encuentran su comportamiento como morboso y de pésimo gusto.

Necesita una prueba. Teje un argumento  donde uno de los hijos de la familia decide arrojarse desde una barranca, pese a ello sobrevive. El escritor termina el capítulo y después le comunica la noticia a sus hermanos, lo intentan detener y su madre se alarma por la idea tan insensata, temen cada vez más por su juicio, sin embargo, él logra escapar de su casa y se dirige a un lugar propicio, sus hermanos lo encuentran, lo siguen cada vez más de cerca y planean rápidamente la manera de evitar que  realice la acción, pero no pueden. Él se acerca al vacío, les dirige una sonrisa a sus hermanos y se tira de espaldas. Estupefactos corren al final del camino, miran al vacío; su hermano ha muerto. Confirman la idea de que estaba loco. De ser una obra de teatro aquí caería el telón.

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Le comenté el argumento a mi amigo Sergio, le entusiasmó, pero no le quedó del todo claro, “¿qué es lo que pasó al final?” me preguntó. “No lo sé con seguridad, quizá sólo fueron dos coincidencias seguidas”, traté de contestarle, “aún no lo tengo terminado del todo, quedan muchas lagunas y zonas ambiguas, quizá creyó que había lenguaje secreto en el mundo y dio el salto de fe” reparé. Sergio se quedó pensativo, “sabes, me gustaría mucho que no lo expliques, de hecho, cuando me lo contaste tuve la impresión de que el escritor escribía una historia cualquiera, el fracaso puede desequilibrarnos un poco, necesitaba un motivo por el cual escribir, quizá creyó que lo que escribía tenía el potencial de alterar de una forma el mundo, no soportó la muerte, pensaba que su escritura se anticipaba a lo acontecido, cuando no fue así, tal vez quería una justificación sobre la infidelidad de su padre, sólo se limitó a copiar, se echó la culpa para no manchar su recuerdo. La historia no sería lineal, hay saltos constantes y esto explicaría muchas cosas, pero no tendrías que contarlo, sólo ser lo suficientemente ambiguo como para que el lector dude de lo que pasó en la realidad y que cada quien elija su historia”.

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OTRO OTELO

El día 11 de mayo de 2025 fue presentada en la ciudad de Nairobi la obra de Chinua Yebe “Otro Otelo”.  La obra llamó de inmediato la atención de los críticos, no es de extrañar, puesto que la obra de Chinua ha provocado controversias en toda África y se le ha catalogado como uno de los candidatos más fuertes para recibir el premio Nobel de literatura en los últimos cinco años.

La obra comienza en una aldea cercana a Mombasa, el protagonista es un joven llamado Akiwande que siempre va cubierto por harapos. Una noche su aldea es quemada, lo buscan pero logra huir, el motivo de su persecución queda en la oscuridad en el primer acto. Llega a la ciudad de Mombasa y se refugia en la casa de un tío que lo lleva a la ciudad de Nairobi y logra ponerlo bajo la protección de un filántropo llamado John Maxwell, el primer acto termina con su adopción. La crítica ha comentado que este acto presenta fuertes rasgos autobiográficos, debido a que Chinua sufrió una desgracia semejante al pertenecer a la minoría étnica de los mijikendas.

El segundo acto inicia diez años después del primer acto. John Maxwell anuncia su cáncer terminal y presenta a su heredero frente a la junta directiva de su empresa, se trata de Akiwande. Se explica así  el motivo por el cual fue perseguido: es albino, razón además por la cual es adoptado por John ya que su familia era inglesa. Quedan estupefactos, es raro ver a un negro-albino adulto en Kenia, la superstición ha hecho que en muchas poblaciones se les mate para diversos fines mágicos. Entre los jefes directivos se encuentra  Adebayo un joven ambicioso. En este acto también se presenta a la prometida de Akiwande, su nombre es Chimamanda, una joven particularmente guapa. Akiwande sabe que ella y Adebayo fueron pareja anteriormente, terminaron porque  Chimamanda no pudo soportar su carácter irascible. Adebayo posee uno de los puestos más altos en la empresa, es muy inteligente y no puede negarse su sagacidad para los negocios, recientemente se le ve envuelto en un escándalo ocurrido en un prostíbulo cercano a Kilimani, días después se realiza una prueba médica: Tiene sida. El segundo acto concluye con uno de los monólogos más expresivos de la obra de Chinua Yebe, Adebayo consciente de su enfermedad y visto su evidente declive decide arruinar el futuro de Akiwande y de Chimamanda como forma de vengar su desgracia.

El tercer acto es el más shakesperiano de la obra, el acto que liga de forma evidente la obra de Chinua con la del bardo inglés. John Maxwell muere y Akiwande asume la dirección de la empresa. Comienza una relación bastante contradictoria con Adebayo, por un lado lo necesita, sabe llevar bien el ritmo de los negocios pero poco a poco su influencia pesa sobre él. Adebayo aprovecha la inseguridad de Akiwande para hacerle creer que Chimamanda lo está engañando. El protagonista no quiere dejarse convencer por ello, pasa noches y noches dubitativo. En esta parte de la obra se ahonda en el carácter del albino de forma muy profunda, por una parte pesa sobre él la carga de la empresa, su espíritu tiende más a lo poético, a la libertad, lo asedian además los antiguos fantasmas de su niñez, más aún el trauma generado por la destrucción de su aldea y la muerte tan dramática de sus padres, es un ser inseguro -en parte por su color de piel- aunque por primera vez siente que puede hacer algo con su vida teme que esto se desplome al menor error. Pese a las sospechas que tiene sobre Chimamanda anuncia su matrimonio al final del tercer acto. Este acto nos hace pensar en la relación Yago-Otelo, pero también en las obras de Wole Soyinka de la cual Chinua está fuertemente influenciado.

El secuestro de Chimamanda empieza el cuarto acto, Adebayo contacta con su amigo Isaías para raptarla días antes de la boda, piden una recompensa demasiado elevada, no obstante, logran pagarla. Horas antes de devolverla, Adebayo viola a Chimamanda. Ella no sabe que tiene sida. Vemos además que Akiwande comienza sufrir delirios de persecución, monólogos expresivos nos hablan de un crisis profunda, de una tormenta dentro de su cabeza. Para confortar esta situación anuncia de nuevo sus planes de la boda, el acto termina con la fiesta. Todo este acto es sumamente claustrofóbico, los personajes se mueven en espacios muy pequeños, espacios oscuros que representan su aflicción, la luz en ocasiones es nula y palabras son nuestras únicas guías.

El final es inusitadamente vertiginoso, principia con un diálogo entre Chimamanda y Akiwande, ella no le confiesa que fue violada por Adebayo por miedo a ser repudiada por él. En su luna de miel ella lo contagia. La acción vuelve a Abedayo, demacrado por la enfermedad y la ruina, su dinero ha mermado en visitas a burdeles y orgías decadentes, al poco tiempo le llega la noticia de la boda,  de forma furtiva va a visitarlo y le confiesa todo. Akiwande decide asesinar a Abedayo en un arranque de locura lo estrangula  y después le hace lo mismo a  Chimamanda. Akiwande huye y se dirige a una aldea cercana a la que existía cuando él era niño. Llega envuelto en una caperuza negra que cubre su apariencia casi por completo, llega a  la choza de un chamán,  conversan sobre la muerte y la maldad en uno de los diálogos más enigmáticos de la obra de Chinua.  Al llegar la noche decide desnudarse frente a los ojos del anciano y le pide que lo mate. “Este debió haber sido mi destino” pronuncia firmemente mientras un cuchillo le atraviesa el pecho.

La presencia de Shakespeare en las obras de Chinua Yebe  ha sido evidente en los últimos quince años, desde la puesta en escena de “Omar” que se basa en la vida del dictador del Congo Omar Bongo de Gabón y la obra de Shakespeare  “Ricardo  III”, “El mago que vistió a la estrellas” sobre un rebelde de las sabanas de Tanzania y “Coriolano”, “Borra mi nombre cuando muera” sobre un jefe tribal suajili y “El rey Lear”, entre otras. Además de estas obras debemos notar los ensayos de Chinua “La identidad shakespeariana”, “Problemas lógicos en el juicio del Mercader de Venecia” y el más criticado “La lectura de Bloom sobre Shakespeare”.

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Datos vitales

Emanuel Bravo Gutiérrez nació el 11 de mayo de 1992 en la ciudad de Tehuacán, estudia Lingüística y Literatura Hispánicas en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publica regularmente en la revista digital “Cinco centros”. Ha colaborado además en revistas como “Letras raras” y “Cuestionarte” además de presentar ponencias dentro y fuera de Puebla.

 

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