Presentamos una muestra del poeta y promotor cultural Missael Duarte Somoza (Juigalpa, Nicaragua, 1977). Ha publicado los poemarios Líricos instantes (Leteo, 2007), Lienzos de la otredad (Foro Nicaragüense de Cultura, 2010) y Canvas of the Otherness (Leteo, 2012, edición bilingüe). Cursa la Maestría en Creación Literaria de la Universidad de Texas en El Paso.
NOCTURNO
─Terraza de café por la noche─
Y todo es siempre ahora.
T. S. Eliot
I
Azul el cielo
que cubre la noche
el bullicio de la calle
alumbrado por una lámpara de gas naranja-amarillenta
y desde el fondo
—desde la oscuridad—
extraña diligencia se acerca
en el centro del cuadro:
carruaje del tiempo:
eco oscuro del pasado:
veo tierra telúrica y de tránsito,
donde la piedra y los versos
defendieron tu libertad,
ingenua y salvaje,
explotada y desdichada,
romántica y valiente
(los periódicos del mundo
te recuerdan por el General
y su pequeño ejército loco),
deshabitada e intensa,
de héroes y mártires,
de políticos como piratas y ratas con sofismas,
tu capital doblegada, postrada,
olvidó el nombre de sus calles,
algún día fuiste quizás
«… limpia bonita y serrana…»
pero tu historia tiene abismos y sangre:
avenida Roosevelt,
la sangre es la historia,
la sangre que corrió
por esa avenida
que las mangueras de los bomberos
limpiaron con toda la presión posible
pero la sangre no se limpia:
su voz grita en las páginas de la historia.
Y los cuerpos-cadáveres
arrastrados a los camiones de basura
del Distrito Nacional
(dicen los periódicos que hasta hoy
no se sabe el número exacto
de muertos pero se calcula
que hubo entre 1000 y 1500)
para enterrarlos en las fosas comunes
pero cada cadáver es una estrella
que dice, grita, denuncia,
el pasado de la sangre,
que late en la historia,
y señala las manos que apretaron los gatillos
y la voz que dio la orden por el teléfono.
Los gritos, los amores inconclusos,
los sueños oscurecidos,
la mano vencida en la cuneta por la gravedad,
para qué por qué:
Kupia kumi se lee en los libros:
círculo maldito de nuestra historia
donde sólo cambian los nombres y las fechas.
II
La prisa ciega de la multitud,
la eterna condena del organillero
a la manigueta de la limosna,
las velas tiritantes de la Virgen,
la pobreza que extiende la mano en el metro,
la locura oscura de infinitas melodías en la plaza Garibaldi,
la de la falda de serpientes y collar de corazones,
la otra ciudad que duerme
en las entrañas de la tierra,
«Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros,
la miseria y los homosexuales,
las prostitutas y la famosa melancolía de los poetas,
los rezos y las oraciones de los cristianos».
Amplia y dolorosa ciudad
de larga historia y pirámides sin tiempo,
de leyendas y sacrificios,
de cultura y violencia,
moderna e indígena,
de versos y fusiles,
de vida y crimen,
creyente en la Guadalupe y en la Santa Muerte:
dual como tus antepasados,
eso y más hay en vos ciudad amplia y dolorosa.
Y en tu ser se siente el dolor
como el de aquel octubre:
Plaza de las Tres Culturas:
las bengalas encendieron
la noche de la sangre,
— ¡No corran compañeros,
no corran son de salva!…
pero el son de muerte de las ametralladoras
hizo la noche de gritos, sangre, muerte…
y la multitud que huye, que corre
pero «quedaron tirados en el suelo
entre jirones de ropa y plantas machacadas
muchos zapatos, sobre todo de mujeres;
mudos testigos de la desaparición de sus dueños».
NOCHE ESTRELLADA
«Estoy soñando que escribo…
Las imágenes se suceden y giran
a mi alrededor
en un torbellino vertiginoso.
Me veo escribiendo en el cuaderno
como si estuviera encerrado
en un paréntesis dentro del sueño,
en el centro inmóvil de un vórtice
de figuras que me son a la vez
familiares y desconocidas».
Me veo caminando por la calle Eugenia
voy sin rumbo alguno
edificios, rótulos, transeúntes,
la línea interminable de los autos,
y sueño dentro del sueño
que camino por las calles de Managua.
«Sobre la página del cuaderno
en el que escribo
el sueño proyecta difusas e imprecisas las imágenes».
Y sueño con la Noche estrellada,
remolinos de azul y amarillo,
estrellas que se dilatan en la eternidad,
edificios como serpientes
que sueñan tragarse a las estrellas,
el cielo y la tierra:
comunión de colores y formas
que danzan en la plenitud de la noche,
expansión y movimiento
estrellas suspendidas
que giran eternamente
y la luna menguante:
pupila acuchillada por la desdicha humana.
MORIR SOÑANDO
Espatulados
sobre el amarillo de los trigales
viniendo del futuro
dispuestos a terminar con todo
en la soledad del lienzo
los cuervos.
Aves atávicas
nacidas de las entrañas de las noches de mis angustias.
Yo, Vincent Van Gogh,
cuyas manos pintaron ese cuadro,
que disfruté de la luz,
que caminé y caminé,
que no tuve la gracia de los dioses,
que viví con una mujer sola y enferma
y creí que solo podemos hacer
que sean nuestros cuadros los que hablen
arriesgué mi vida y mi razón destruida;
ya seguro de mi fin,
la fecha es arbitraria,
ejecuto mi plan.
Vuelvo a mi pieza, vuelvo a mí,
a mi soledad, a mi fuerza desgastada,
a mi corazón herido, sangrante,
a mi pecho tibio, hinchado, vendado,
a la certera espera,
mientras fumo apaciblemente la pipa,
el humo me pierde, entre otras realidades,
donde veo, imagino o sueño,
entre los colores confusos de la muerte:
el pasado y el presente
la luz y la oscuridad
el mármol y la danza,
atributos del dios con dos rostros:
uno de carne y el otro de hueso
con ojos que todo lo ven
con ojos que nada ven
con labios de fuego
con labios de hielo:
dios de los dioses.
Aparece el dragón bicéfalo
o la serpiente bicéfala:
bajo sus párpados
duermen las sombras del sol.
Vienen las nubes de fuego, los vientos de luz,
los mares de arena, los diluvios de relámpagos,
huracanes de garras:
tránsito de la tempestad para continuar
al azul y el negro
donde nada más se puede ver.
Y gravitan las masas de luz
sin tiempo sin fin
geometrías ancestrales de hielo y roca
que deambulan por el espacio:
signos fugaces de la vida.
Luego aparece la esfera formada de hierro,
silicio, magnesio y níquel,
con peso cinco mil 872 trillones de toneladas
donde «si es que llegáis a viejos,
si es que entonces quedó alguna piedra»
porque las piedras serán polvo
y el polvo con sangre:
tiestos de quienes la habitaron
antes del encuentro con el descarnado
que tiene rostro de jaguar
adornado con collares de serpientes.
Y ya las garras de los cuervos
arrancan mis ojos
y me «abren la puerta secreta
hacia un misterioso y temerario más allá»
que pronto conoceré.
Datos vitales
Missael Duarte Somoza (Juigalpa, Nicaragua, 1977). Poeta, maestro y promotor cultural. Ha publicado los poemarios Líricos instantes (Leteo, 2007), Lienzos de la otredad (Foro Nicaragüense de Cultura, 2010) y Canvas of the Otherness (Leteo, 2012, edición bilingüe). También ha sido publicado en México y en la revista Hispamerica de la Universidad de Maryland. Ha sido secretario de la Junta Directiva del Pen Internacional, capítulo, Nicaragua. Merecedor de una beca del Programa de Residencias Artísticas para Creadores de Iberoamérica y Haití en México, convocada por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y becario del Programa de Movilidad Cultural para Profesionales Iberoamericanos de la Cultura, de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Ciencia, la Educación y la Cultura, (OEI). En la actualidad, cursa la Maestría en Creación Literaria, de la Universidad de Texas en El Paso.