9 poemas desiertos de Francisco Segovia

En esta ocasión presentamos algunos poemas de Francisco Segovia (Ciudad de México, 1958). Ha trabajado principalmente como lexicógrafo, profesor de literatura y traductor independiente. Aunque ha publicado algunos libros de prosa creativa, es sobre todo poeta y ensayista. En diciembre de 2014 aparecerán un volumen de poesía reunida (Aire común, Conaculta, México) y un poema extenso (Agua, Taller Martín Pescador, Santa Rosa).Los poemas que aparecen aquí forman parte de un libro titulado Abrir la boca, que publicará en 2015 Trilce Ediciones.

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Después de caminar por todo el día

sin más que el resplandor del sol sobre las dunas

nos detenemos a acampar.

 

En la noche —casi ciegos—

abrimos aún los ojos escaldados

y miramos las estrellas.

 

Caen sobre el horizonte

como una llovizna lenta. ☥

 

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No nos queda nada limpio ya.

El viento del norte y el viento del sur

nos laceran el rostro con su lija

como si ellos también tuvieran

la piel llena de costras.

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Fundamos esta ciudad como las otras

echando una lápida a la tierra

porque a eso siempre se regresa.

 

Y la hincamos en medio del desierto

por ver en las ráfagas de arena que la cruzan

cómo trenza el embalsamador sus vendas. ☥

 

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Ven.

Toca la consistencia de la tierra en este sitio

tan lejos de las vegas y la sombra. ¿La sientes?

No tocas una duna que dispersa el viento :

tocas tierra firme : el lomo de una loma.

¿Sientes cómo desde dentro

una humedad la agruma y vuelve firme?

¿Cómo desde dentro un esqueleto

le da asidero a su carne y la mantiene junta?

Debajo de la piel hay piedras

y adobe y un altar íntimo y doméstico.

 

Deja en paz esas cosas niña.

No descuajes sus peñas

no quebrantes sus huesos

no interrumpas el lento trance

de la tierra por la tierra.

 

Cuando eches raíz aquí

no edifiques tu casa

con las ruinas de otra casa.  ☥

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Cuando acabe la crecida

y todo quede anegado

la tierra será una losa oscura

sin un borde para abrirla.

 

Pero luego echará grietas y rendijas

para azadones y palas.

 

Y otra vez dejará que entren en ella

las semillas y los muertos. ☥

 

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Malbaraté mi vino

en parrandas de canteros

albañiles mercenarios …

 

Hoy miro los sorbos cortos

que pegan fuego a los rituales

y siento envidia de la acidez

del entusiasmo …

¡Mojar la lengua

en una gota de esa pira! …

 

A mí de ese sabor sólo me quedan

la ceniza y la sed que deja la ceniza

en la boca escaldada

siempreviva.

 

Malbaraté mi vino entre los gritos de esa gente

cegada al arrebato por el dios del arrebato.☥

 

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Cuadrigas de hombres

que patrullan las calles

extranjeras

y en cada esquina cortan

la conversación de las mujeres

las voces de los niños

los nudos de los hilos de la gente.

 

Partidas de hombres

aferrados a sus armas

como si sólo en ellas

tuviera agarraderas sólidas la vida.

 

Escuadras de hombres en sus carros …

 

Pasan y pasarán …

Pasarán y volverán …

 

Las ruedas no echan

raíces en la tierra. ☥

 

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Algo queda siempre.

 

Una bocanada de aire

aprisionada en la boca

al cerrar los labios

o clausurar la tumba.

 

Un último aliento

—irrespirado

irrespirable—

preso en su propio hedor.

 

Algo queda siempre. ☥

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… huesos

someramente hundidos en la arena

bajo el soplo de la luna huesos blancos

más que el alborada duros y pulidos

como guijarros de la orilla huesos

que fractura el mediodía

y el desierto pulveriza

en otros velos y otros soplos

que cubren y descubren

huesos …

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Datos vitales

Francisco Segovia nació en la Ciudad de México en 1958. Ha trabajado principalmente como lexicógrafo, profesor de literatura y traductor independiente. Aunque ha publicado algunos libros de prosa creativa, es sobre todo poeta y ensayista. En diciembre de 2014 aparecerán un volumen de poesía reunida (Aire común, Conaculta, México) y un poema extenso (Agua, Taller Martín Pescador, Santa Rosa).

 

 

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