Presentamos una muestra de 20 poetas ecuatorianos nacidos entre 1985 y 1995. La selección y la nota introductoria están a cargo del joven poeta Abel Ochoa (Guayaquil, 1986). Esta breve muestra expone el panorama amplio y diverso de la tradición poética de este país andino.
20 POETAS ECUATORIANOS DEL 85 AL 95
por Abel Ochoa
Nuestros más grandes poetas como César Dávila Andrade o Jorgenrique Adoum podrán aproximar al mundo a la poesía ecuatoriana. Hugo Mayo o David Ledesma desde una trinchera menor también lo harán, pero algo se fragua en las páginas nacientes, rebosantes de ideas que se actualizan con mayor rapidez. “El gran hombre es un final; la gran época […]” como decía Nietzsche, y ahora presentamos un final y un comienzo a la vez.
La poesía en Ecuador no se estanca; alimentándose de sus antepasados y avizorando el futuro. Pero también se alimentan del otro, como Juan José Pozo –el poeta más joven de la muestra con apenas 20 años– que se adentra en el Haikú, ya que los medios digitales ayudan a que los lectores jóvenes tengan un abanico de lectura mucho mayor que en el pasado.
La intención fue recabar a escritores nacionales de diversas ciudades, edades y voces. A algunos escritores los conozco hace algún tiempo, a otros los he leído con atención y otros han sido recomendados por los mismos poetas. Ellos comienzan a publicar sus obras, para renovar la poesía: para forjar la Gran Época.
Juan José Pozo
(Quito, 1995)
LLUVIA
Agujas de agua
tejen en mi cuerpo una
trémula manta.
ALEGRÍA
Vi un colibrí,
temblor de mariposas
en todo el cuerpo.
EL ÁRBOL
Nunca supieron
del árbol que murió:
lo hizo de pie
y fue su dignidad
la que lo hizo inmortal.
Juan Romero Vinueza
(Quito, 1994)
MIS ADORADOS MUERTOS
guardo en mi armario todo un arsenal de muertos
son cadáveres empolvados
mis manos han ensuciado
lo que alguna vez fue
el nombre de uno de ellos
¿qué lleva ahí, señor, un muerto?
me pregunta un niño curioso
no, llevo varios, le digo
y el niño huye llorando
mis muertos son hermosos
son tiempo y espacio
condensados en un árbol
en los residuos
de su tallo
yo los veo y me maravillo
de cómo pueden vivir más que yo
retazos de vidas pasadas
embalsamados en la memoria oblicua
y barnizados con miel gris
tinta china y una funda de plástico
¿una vida insignificante puede llegar a ser trascendente
si la guardo en mi armario?
yo no mato
solo colecciono los restos de los
que no pudieron sobrevivirse más
sí
de los que sabían sufrir
de los que escribían
poesía
Amanda Priscila Pazmiño Torres
(Quito, 1993)
CIUDAD SIN VELO
La fuerza del sol se anuncia como una carcajada sobre el cemento/ lo sórdido ha logrado dislocarte/ te reconstruirás después/ llevas la metrópolis y la ruina en la retina/
simultáneamente, de ella te libras/ los papeles se invierten/ la ciudad camina por tu espalda/ busca tu nuca/nuca vertical de secretos y tacto en delirio de neón fosforescente /se enrosca en tu cuello/ te inventa un destino/ lo susurra en tu oído/ ipso facto, caen uno por uno tus pecados/ la ciudad los borra con sus manos: flor de guayacán/ te invita a sentir el viento en el malecón al pie del río/ amanece/ no haces más que verla sin transeúntes mientras el cielo nace/ te fumas la inutilidad de las ideologías/ juegas a sostener el sol con tus dedos/ juras que la felicidad es eso/la libertad de la luz, despacio, te enceguece/ bendita la ausencia de nubes que enriquece tu mirada y la purifica/ protagonizas una gloria antigua/ sin miedo, lees la ciudad en un pacto definitivo/ amas el último fuego de la acendra/ claudicas al engaño/ eres.
Azael Álvarez
(Guayaquil, 1993)
JAPI BIRDEY
En el décimo día de Agosto desperté sacudido por un sismo de 8.8, cuyo epicentro fue el 2011. Debe haber una fuerza cósmica enorme detrás de quien sueña con alguien que lleva años muerto o fuera de su vida, que al final es lo mismo.
Escribo esto a las cuatro y treinta y seis de agosto de 2014. O del 2012. Realmente ya no me agarro de horas o fechas.
Me parece extrañísimo que yo siga teniendo que estrujarme contra gente que huele exactamente igual a ti en el transporte público. Que cada vez que hago un nuevo amigo y me agregan al feibú, te tenemos como amigo en común. Como una corona de hielo puesta sobre mi cabeza por un dioshombreosonerviosodefrentenorme. Que todos los buses que cojo pasan siempre, al menos, por un lugar en el que caminé contigo.
Quizás es mi obsesivo-compulso ideal de encontrar coincidencias hasta en la etiqueta del champú. Quizás sufro de eso que padece mi mejor amiga. Lo de encontrar conexiones que no existen, ver en elementos sin sentido un orden que no es.
De pronto es que llevo años cogiendo los mismos putos buses y que sigo viendo sitios en los que estuvimos porque nos caminamos toda la puta ciudad, porque estábamos tan putamente chiros. Caminamos tanto porque esta ciudad es tan chiquita, y más cuando se la pone al lado de una pesadilla tan grande como volver a verte. Pesadilla que se ve chiquita al lado de una pesadilla más enorme, como sería no volver a verte. Pesadillas de gigantes azules en un planeta salvaje, ciudades minúsculas como camafeos en los que se guarda la fotografía de una hormiga bebé. Enanísima, como este puerco pueblo en el que todos nos conocemos y todos nos hemos culeado entre todos. Por eso todos nos hemos visto y nos tenemos en el feibú. Por eso te tenemos todos agregado. Porque nos hemos puesto a beber licor barato juntos y nos hemos bebido el semén y otros fluidos de los demás.
Porque hemos charlado sobre poesía después de mandarnos profundos y malévolos tragos; de alcohol, no de semén. Bueno, también. O no.
De pronto, Guayakil es una mota de polvo sobre la esquina de un copo de nieve con enanisno, un pañuelo embarrado con los mocos de la oligarquía y el sudor de los comerciantes.
Un pañuelo en el que todos los maricones hemos coqueteado con esos maricones que están en una relación con otros. Esos otros del clóset, obviamente. Y esos maricones de pluma o de clóset que viajan en los mismos putos buses desde hace 3 años usan tu perfume. Quizás usabas un perfume tan barato, pero tan barato que todo Guayakil lo puede comprar, ke todo Guayaquil lo compró. Seguro era de esos que se venden en los catálogos de Yanbal y que para el día del Padre se ponen a mitad de precio. Por eso me veo obligado a olerte cada mañana mientras viajo al instituto o cada tarde mientras me dirijo a la casa de un maricón que no huele a ti y no te tiene como amigo en feibu para tener sexo, más que por cariño, por necesidad.
Juan Suárez
(Quito, 1993)
NOMINACIONES
A cada cosa le hemos otorgado una palabra,
Una forma de mentirnos dulcemente
Para creer que habitamos otras formas de silencio.
Así, por ejemplo,
El vaso de limonada se ha convertido en infancia
La habitación, en ausencia
El cuadro del pasillo ha pasado a ser una palabra impronunciable
Que recuerde el viaje de papá
Años antes
A un lugar desconocido.
El problema es que aprendemos a vivir con las palabras
Más que con las cosas.
Nos resulta imposible bebernos la infancia
Habitar la ausencia,
Descolgar de la pared el lugar desconocido
Repleto de muertes y dichas también desconocidas.
El rostro que miramos al espejo
Termina por ser nuestra ruina.
La sonrisa aquella no tiene palabra.
No es frío
Ni dolor
Ni teléfono
Ni memoria.
Tememos despertar un día
Y que todas las cosas lleven el timbre del tiempo,
De la vejez inconclusa,
Del inevitable silencio
Que nos acoge.
Johan Brito
(Cuenca, 1992)
HIC ET NUNC
En el páramo
de los sueños,
donde se pierde
el hombre
Sin el tiempo,
y regresa
como un pez
blanco
hacia la tierra.
La noche escupe luz,
para que sangre
el hombre
por la mañana.
Viene pegada
la muerte
como un pájaro
en la lejanía.
Hay miles
de moscas
en la nariz
del tiempo,
recordando
el cadáver
de la página.
Llega la hora
De la lluvia,
Y el hombre
se hincha
como un sapo
en la página, y muere…
Yuliana Ortiz Ruano
(Esmeraldas, 1992)
XVI
A mi vuelta
madre ha escondido los cadáveres en el entretecho
finjo no saber de ellos
coloco dos algodones con cloroformo
en mis ventanas nasales,
tomo el café antes de destrozarme en el suelo.
El hedor entra por mis oídos
zumba mi cabeza.
Madre,
experta en reír
aún cuando brotan gusanos de su sien
bebe a sorbitos lentos el café,
tarareando la canción
de mi descenso.
¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para percatarse que la niña ha muerto
y que en ese mismo instante doce buitres se disputan sus residuos?
Madre sostiene el vestido verde con encajes
Y baila un vals desolador
mimando a una niña inexistente.
Cristina Pavón Burbano
(Quito, 1991)
HUÉRFANA
A Georg Trakl
Padre,
La noche está herida, gime como un animal
Y las huestes del tiempo huelen mi miedo.
En la superficie oscura los cántaros se parten
Derramando la sangre de los pájaros.
En la aldea de la huérfana,
Los niños se marchitan ante la voz de un dios sodomita.
La niña viento
Busca dormir en los campos.
Oye cómo los ángeles lloran desplumando sus alas
En un sacrificio de amor.
Hay un lugar en tus ojos, padre,
Donde las lámparas de aceite alumbran,
Cubres con hojas de otoño mi desnudez
Y el agua se tiñe de luna
La huérfana danza en los negros arbustos
Que coronan tu frente.
Padre
Mi cuerpo rueda en el campo de rastrojos
Mientras la lluvia negra comienza a caer.*
Desde la tumba, padre,
La novia del viento nos cantará a los dos.
Padre,
Detrás de mí
Los dementes muertos hieden.
Asaltaré el bosque
Para buscar a la huérfana y a la hermana que perdiste.
Padre, lloverás siempre en mis ojos…
Llora la huérfana,
La huérfana
Es mi espejo
Padre, arroja mi cuerpo a las parcas
Para que tejan la nueva humanidad con mi carne.
*Referente a un verso del poema De Profundis de Georg Trakl.
Nelson Bodero
(Guayaquil, 1991)
METASUEÑO
Si usted está bien consigo mismo, ¿para qué vino a la literatura?
Durante la noche me levanto de una travesía Dantesca, he visto seres caminando al borde del abismo, sus pies son libros prohibidos y libros abyectos, sus lenguajes ocultos, sus manos de algodón; enumero los hechos acontecidos durante el sueño y…
Primero caminaba por las costas de una isla desconocida; vi ninfas, faunos y sátiros; todos en una armonía celestial; Homero al pie mediterráneo inventó una religión, la de los que ya no creen en nada.
Soñé que conversaba con Rimbaud, me dijo que sentando la belleza en sus rodillas había perdido una pierna. Sus ojos parecen vagones en constante persecución, en su rostro todo dice huir.
Visité a Baudelaire en su covacha de París, el hachís que prendimos nos hizo ir, desde la ventana hasta la raíz, de un árbol en el cielo; donde nunca conocí tanta sensibilidad en un alma.
Luego hablé con García Lorca y me dijo que el primer “trans” es el hombre, que su patética figura supone una raza en peligro de extinción, un vulgar primer modelo.
Vi a Vallejo a la orilla del Guayas y me dijo que el Sena es más ancho en cuanto sabes que el mundo no cambia si cambias de lugar, que la soldad puede ser triste y vacía, de no escribir.
También soñé con Borges, pero en este punto ya no sé si fui yo el soñado, pienso que soy producto de una mente perversa, que quien diseña el sueño es un arquitecto de la mentira.
Luego en una carretera calurosa y desierta, Burroughts conduciendo un cacharro me dijo –viajar es la única forma de atrapar el presente, y yo seguí caminando, contra la poniente.
Llegué hasta un hipódromo, donde Bukowski acariciaba un caballo, me dijo que escriba cual galope esquizofrénico, como si la muerte estuviera mordiéndote los talones.
Y escribí, un espacio, un tiempo, queda en el papel fragmentos del recuerdo; pero sigue presente, entre los libros amontonados como bóvedas en orden alfabético.
Me levanto con la cabeza molida, pienso que la vida de un hombre es imaginaria, tiene amigos y problemas imaginarios, lee libros imaginarios, escritos por autores imaginarios; o es quizá este mundo, resultado de una imaginación insana.
Yanki Smith
(Guayaquil, 1990)
CIRCULO CERRADO
Somos seres frágiles
Nos duele el vacío cada vez que nos dejan solos con nosotros mismos.
Sí mujer magnolia, senos de cristal, frágil como yo y este poema.
Ahora sé por qué hiciste lo que hiciste
y sé por qué ahora yo lo hago pero sin ti.
Somos seres horribles
Nos enamoramos siempre de los unos, y no de uno mismo
Viviendo en un mundo sin pares iguales
sin cadáveres que viajan juntos a la nada,
a tener familias de calaveras que nos pesan más que la muerte.
Somos seres vulgares
Vamos ofreciendo nuestra tragedia al mundo para ver si alguien nos hace la vida.
Perdiéndonos con pasajes sin retorno
con choques de cuerpos embutidos de placer
con rutas escabrosas
…ecos de una vida peligrosa.
Somos seres diminutos
Nos marginamos dentro de nuestra pequeñez,
en estrechos cubículos que imitan la realidad.
Pero no, mejor cualquier melodía salada a recaer.
Constante y vertiginosamente, recaer.
Somos gente,
calaña.
leve,
aparte,
sin historias,
sin recuerdos borrosos.
La peor gente somos…
Y esa gente querida mía, somos nosotros.
ahora me voy acomodando en esta vasija de sombras donde la sangre se agria y las promesas se vuelven temporales.
Una hermosa bestia sensible ha caído de su altar y nos enseña a todos cómo enterrar el sueño. El último amor es siempre carnal.
Eduardo Mariño Moreno
(Guayaquil, 1990)
MINUSKA
Minuska desconoce al vendedor de artesanías
ella solo piensa en los cuartos con sonidos;
va de aquí para allá con una sonrisa encendida,
con esos potentes pasos, con esa cintura galáctica.
Desconoce el momento en que se le dicen las cosas
pero sabe aún de las rosas que crecen en tu cerebro.
Desconoce el agrio miedo que sale de tu boca
pero sabe que aún tienes mucho por saborear de su gracia.
Desconoce los actos que a escondidas realiza el sol
pero sabe aún de la luz fragante de la responsabilidad.
Minuska pregunta, con sus ojos condenados de un verde mar infinito,
¿por qué no me quieres?
Descubriendo segundos bastardos
que hacen del día la más tristes de las rameras.
Su rostro se volverá de un rojo frió, muy frió
cuando veas a su carita de muñeca.
Diosa del ritmo, no temas a sus miradas, sé fuerte.
ríe una corta vez o paraliza con tus delicadas manos
la tortura de no ser libre y no poder divertirte.
Minuska ahora, Minuska ayer, Minuska hasta mañana.
Esta vez te acompaño a la parada del bus de los olvidados.
Te llevo cálida en mis sentimientos como té de anís.
Espero me recuerdes como el acompañante sordomudo
que protegía la sonrisa esplendida de diosa que te enaltecía.
Escrito con el heterónimo Eddie Stardust
Leira Araujo
(Guayaquil, 1990)
CÁMARA
Perpetuarlo
en el instante del abrazo
el letargo de las puertas cerrándose
Oler
como caen mis manos cual hojas
gracias a las estaciones que lo persiguen.
No hay felicidad más absoluta
mayor signo de lo trágico
temor al futuro
llagas que no querrán sanar
la memoria se aniquila en este pasado
que sufrimos para no variar el ritmo.
Altera
su boca mordiendo la mía
sus dientes cortándose de raíz
para darse
A mí, a mi saliva
A mi temor a los taxis vacíos
A mi odio a la ciudad más triste del mundo
donde nació
donde nacimos
para vernos y lanzarnos al otro.
Como me ves, yo te veo.
Naderías.
Nada harías
Nada implosiona en el centro de la mesa.
Cristina Narel Pavón
(Pasaje, 1990)
TÚ II
Amor,
que más quieres de mí,
si soy un iceberg de dudas.
Qué buscan tus manos efímeras,
lejanas al orbe,
si han conseguido desnudarme de lágrimas las alas.
No comprendo la ansiedad en tus dedos caníbales,
de repasar cicatrices;
de limitar la humedad de mis años,
si sabes bien que no he conseguido soltar el dolor del oxígeno que enhebra mi pecho;
si luzco una sombra extenuada de transitar categóricamente
detrás de tus pasos.
Lo lamento,
pero no puedo seguir extinguiéndole mariposas a mis ovarios,
y ya sé que ha sido sin querer nuestra compenetración con la ausencia,
y ya sé que vas a decir que no podremos consumarnos el daño;
pero no soy cruel por musitarte este adiós
sin boca,
no es cuestión de entrelazar asuntos,
nuestro espacio siempre fue fragmento anestesiado;
el tiempo masticó nuestros relojes,
y tu silencio terminó digiriendo a mi entusiasmo.
Luis Franco
(Santa Elena, 1988)
ABETOS
(Fragmento)
los niños quiebran su voz en un cáncer de luz
mientras mi padre duerme en otra habitación de la noche
esta unión ahora es posible
nadie está detrás
solo un rostro que se cierra como el ritmo
un animal que se abre en la profecía
un lengua que alguien viste de ojos
una orfandad de lirios devorados en el poema
la esperanza más tierna que puede hallarse en el mundo
números que saltan a otra tristeza para cantar sobre los cuerpos
números que sólo abren otra hipótesis sobre las despedidas
números que emigran que espero que violo que transfiguro
números que el viento encuentra en el rostro que veo cruzando esta puerta
que no existen que no viven que no se escriben que no son vírgenes que no son dios
he desplegado el violín como un mapa
para encontrar a mis muertos
para habitar
desmentirme
y ladrar
bocabajo
los deseos
el poema
pero todavía hay un rumor encarnizado en los plumajes del cielo
moviéndose despacio en los números de seda que gimen por mi alma
Calih Rodríguez
(Macas, 1988)
ANTROPÓFAGA
Verás con adicción como desdoblo el equilibrio
Que edifica tu ingle y mi aliento bastardo de hielo
Oh mi lesbiana esquizofrénica que vomitas lunas
Y restos de acuáticos buitres sobre el dibujo de algo que se
invierte
oh reina de los abismos clámame en tu rezo demoníaco un
alarido
Sembrar latigazos piel hambrienta de brutales fobias
Y allá al otro lado del rostro
Despojarse del vértigo que aplasta al paladar como un
pánico emplumado de huesos
masticar a la perfección la piel abrazada de espinos
y toser la clavícula del profeta de los aleros en el mar
muerto de toda mi lascivia
que revela la mansa lógica del crimen que gotea sobre el
miembro embrutecido
San Agustín se martiriza bebiendo los ojos pútridos
de los 12 gorriones del libro ancestral de las quimeras
-Aleluya de cráneos bíblicos-
La niña empezó a comer carne humana en un día como hoy
Yuly Marcillo
(Chone, 1987)
LA MARIPOSA MÁS FEA DEL MUNDO
(Fragmento)
El amor es una cosa que se instala en el estómago
y desde ahí comienza a enviar señales de gozo y auxilio
piensas que por fin las luces se van a encender
y me termino envolviendo en sus cabellos,
danzando entre los movimientos esparcidos por el aire
una y otra vez invocando aquel nombre
entonces corro a la cocina y comienzo a hablar sola
es importante que me escuchen los de arriba
es importarte articular bien ante el abandono
es justo y necesario morirse hoy con una sonrisa;
uno no está aquí porque el aire es gratis.
uno tiene que joder, sudar, hacer llover en la madrugada
y manchar a propósito las calles limpias
¿sino, cuál es el chiste?
¿caminar como cojudos pensando que la vida es bella
usando zapatos caros para evitar gastar los talones?
¡já!
El viento desordena miradas
y de repente te descubres de pie, parado frente al olvido
con una maleta llena de pequeñas anotaciones
instrucciones de supervivencia,
citas célebres y un amor vestido de loco y desordenado
yo brillo silenciosa ante tanta magnificencia
las cosas buenas se hicieron para los malos
a lo mejor por eso me empino para ver la catedral vieja
allá donde la vida es más sabrosa, allá donde las rodillas salen limpias.
Diego Rojas Arias
(Pasaje, 1986)
CANCIÓN DE HOGAR
-con todo el dinero malgastado en tu crianza
ya tendría una casa más grande que esta pocilga-
solía gritarme papá
en medio de su borrachera
y no lo culpo,
con el revólver que mi amigo sicario
pidió guardara en mi cuarto
para que no lo encarcelaran
le robe toda la ternura a mi madre
para empeñársela al brujo de la esquina,
oh dulce cielo azul
de nubes de humo de bazuco,
el tiempo ha sido una terrible diarrea
de horas enfermas
(los años tóxicos de mi juventud)
el tiempo me ha cambiado,
y si antes estaba mal
ahora estoy mucho peor
y no los culpo
he aquí el fruto de tu vientre mamá
pudriéndose
Ernesto Intriago
(Manta, 1986)
LA ALAMEDA
Desinspiró al rapero en el paisaje más inspirador
hundió el barquito de papel
humedeció canciones
diluyó consignas
colgó los guantes
los vio largarse
nos vio largarnos
no es más el fin
no es más el fin
nos vio largarnos con el amor a las palabras
nos vio largarnos con el amor y el frío
cuáles palabras si no dijimos demasiado
cuál frío si a pesar del frío el frío no fue pesar
:qué hace un rapero en la Alameda con la hoja en blanco
:no es el mar pero es la Alameda
el gobierno de este gobierno es una caricatura era la consigna
la consigna es una caricatura en el gobierno de este gobierno era la canción
corazón valiente tienes un corazón valiente
mi mano lo supo de tu mano en La Alameda
corazón valiente tienes un corazón valiente
si yo tuviera un poco de tu corazón
créeme quiero tener un poco de tu corazón
si en La Alameda habitara tu corazón
pero no
La Alameda Desinspiró al rapero en el paisaje más inspirador
La Alameda hundió el barquito de papel
La Alameda humedeció canciones
La Alameda diluyó consignas
La Alameda colgó los guantes
La Alameda los vio largarse
La Alameda nos vio largarnos
La Alameda no es más el fin
La Alameda no es más el fin.
Agustín Guambo
(Quito, 1985)
DE CENIZA DE RINOCERONTE
[.iii.]
a mi madre y padre
la noche revienta sobre los cráneos de las flores la lluvia reposa en la caverna del cielo ¿escuchas? es la propagación del huracán atiborrado de nuestras almas ¡escucha el llamado de los andes! Yarukí Y Punín dónde mi madre danzó en medio de arcilla salobre [sombras vegetales que creciéndole íntimamente en el cráneo extraviaron la brújula de sus pesadillas y la destrozaron en medio del frío y la intemperie de una ciudad ajena a su sangre] mirando a su padre descender al sol del alcohol e inflamarse hasta blanquear su esqueleto Yarukí Y Punín donde el tambor del cielo reventó la tierra y llenó de semen andino al maíz ñukanchi Daquilema Wiñaypa paktakuna hemos llorado la sangre de aquellos que nunca verán el rocío de los peces tumbarse y enraizarse en nuestra piel Yarukí Y Punín extinción de la soledad lobos desnudos corriendo lobos desnudos y alegres ñukanchi Daquilema Wiñaypa paktakuna [marx sería un buen shamán en el siglo XXIII] padre y madre galoparon un anciano río madre no sabe nada del tercer mundo donde le ha tocado parir padre no sabe nada sobre Pachacamak señor del universo aquel que no es kari ni warmi pero siente que éste agoniza en su semen padre y madre remontaron el páramo chorreando trizados ancestros remontaron el páramo calculando la velocidad de la memoria para tatuarla en árboles paleolíticos instauraron un nuevo reino en cada huella ñukanchi Daquilema Wiñaypa paktakuna he aquí tu raza en medio del smog en medio de la mácula lunar del páramo desnudos y ebrios preguntando de casa en casa por Yarukí Y Punín [granizo enfermo afincado en las venas de los andes] por mi abuelo por mis padres por mis hijos y no hallamos sino ofertas y saldos y a un gringo albino sonriendo bobamente mientras graba el llanto de un wawa como quién graba su serie dominical Yarukí Y Punín punks andinos brotan del vientre húmedo de las flores I´m Useless, But Not For Long The Future Is Coming On larvas doloridas carcomen los andes Is Coming On he aquí tu raza eclipsándose en medio de un manglar de cemento The Future
madre derrite los pájaros de tu sangre en la brisa derrítelos y permíteles que renazcan en el olfato de los ciegos anhelando
s o l e d a d
Kléber Ax
(Loja, 1985)
son en verdad tristes los días en que miro a mis abuelos guardar sus escasos cabellos negros que se destiñen a golpe de abandono. Desean que un nieto los vea envejecer; pero no es posible. Mi abuela era estéril, mi abuelo creía que lo era. No tuvieron hijos. Mi padre y yo brindamos por eso.
*
///cómo he de hacerle caso a mi inteligencia
escuchada como una voz
si no es una voz en otros oídos///
*
en el orden quizá hermano mío:
el exterminio.
olvida lo que hayas aprendido
desentierra algunos muertos
y asiste al parto precoz de un niño africano
en donde sin entender
comprendes que tú mismo estás naciendo.
*
Li Po navegaba ebrio buscando la otra orilla de su cabeza