Poesía mexicana: Mario Calderón

La editorial española Valparaíso ha publicado Suma poética, una antología de los poemas de Mario Calderón (1951). Además de poesía, Calderón escribe cuento y ensayo. Autor de poemarios como Después del sueño (1976), Trueno de temporal (1996) o Hálito del origen (2001), es creador de un método para descifrar el presente, el pasado e incluso del futuro de los individuos analizando los símbolos de su entorno. El volumen está disponible en todas las librerías de España. 

 

 

Según Héctor Carreto, “Mario Calderón incorpora al lenguaje poético mexicano moderno términos que desconocemos la mayoría de los nativos de la gran urbe. Y no sólo estas aportaciones al lenguaje lo convierten en un poeta único, original, sino también por sus aportaciones filosóficas al mundo de la poesía. Estoy convencido de que se trata de un poeta muy original. En México, quizá el más original de su generación”.

 

 

 

 

 

 

COLON-IZAR

 

 

Por ímpetu del des-tino

del puerto de Falos

partió Cristóbal Colón

–paloma que lleva a Cristo–

a inseminar América.

Y un trece de agosto

día de Diana diosa

de la fertilidad

fue forzada Tenochtitlan

y parió una nueva raza.

 

 

 

 

 

 

ERA DEL TERROR

 

En la Era del Terror, Robespierre guillotinó a los enemigos de la revolución. Se dijo que eran sólo políticos moderados, pero Lavoisier inclusive había inventado la vacuna. . .

 

 

 

 

 

 

FRANKLIN

 

Para tranquilizar el enojo de Inglaterra con las colonias norteamericanas, Franklin aconsejó la restitución del té (era el inventor del pararrayos).

 

 

 

 

 

 

POLÍTICA

-etimología latina-

 

 

Fidel

(en quien se tiene fe)

Castro

(en sitio cerrado)

 

 

 

 

 

 

 

…Y EL HOMBRE ATRAPÓ LA LUZ

 

 

Tomás,  gemelo,  arameo.

Alva, luz,  lengua latina.

Y en germánico,

Edison ,  tesoro guardado.

Se guardó la luz melliza

en la lámpara eléctrica.

 

 

 

 

 

 

 

CUADRO

 

En el cuamil

la familia disfrutaba de un paseo

una mañana.

Saltaban los conejos

entre los pajonales.

Las parvadas de tordos

tupían los cazahuates de alcatraces blancos.

Y en un cuáquil con capullos

un titibirrí, ti-ti-bi-rrí ti-ti-bi-rrí cantaba.

“¡Aquí nos rodea Dios!

-de súbito nos dijo mi padre.

“No existe y nos rodea en este cristal”.

Recordé la vez que me enseñó

a conocer en el espejo

y contesté de igual manera:

Mi padre se rasuraba frente al espejo

en el portal

y yo decía: “¡ahí se ve el pretil

y las malvas y las buganvilias!”

Mi padre contestó –“¡Eso es sólo el decorado;

La escultura eres tú”-  y me señaló el pecho.

 

 

 

 

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