Presentamos un texto del joven poeta Carlos Mendoza, en el que hace un breve e interesante repaso por Bailando en Odesa, el extraordinario libro de Ilyá Kamínsky, en el que centra su atención en la construcción del la voz tan singular del poeta norteamericano, nacido en Ucrania. Bailando en Odesa se trata de un libro ultramoderno en su construcción y mítico en su imaginario. El libro es traducido por el poeta costarricense G.A. Chaves y publicado por Valparaíso México y Círculo de Poesía.
Como puñados de plumas en llamas
por Carlos Mendoza
Aun cuándo quisiera tener separadas en la memoria las dos ciudades,
no puedo sino hablarte de una,
porque el recuerdo de la otra, por falta de palabras para fijarlo,
se ha dispersado
Las ciudades invisibles (Italio Calvino)
El imaginario urbano es el argumento que los habitantes tienen para sentirse parte de un lugar determinado: El clima, los edificios, las actividades, las personas etc. Son en conjunto, lo que conocemos como una ciudad; sobre todo desde el plano social del pensamiento. Ilyá Kaminsky revela una ciudad desde una perspectiva personal, su ciudad natal que ha desaparecido en una forma aparentemente simbólica; pero con una carga poética que el sujeto lirico utiliza para convencer al lector de que efectivamente todo lo que fue Odesa, desapareció.
En la primer parte kaminsky nos muestra personajes íntimos: madre, padre, la tía Rosa, el maestro y la chica extranjera. Una danza de recuerdos en la que el propio autor, de hace algunos años, se presenta:
Puedo bailar mientras duermo y reírme
mientras bailamos para no caernos…
Ahí el texto se muestra más nostálgico por el ambiente doméstico; sin embargo se trata de una nostalgia que no termina por ser triste, ya que va mezclada con el sarcasmo peculiar que define a la poesía Kaminsky, que comienza siendo casi infantil, para tornarse de pronto en reflexiones cada vez más profundas:
…aún niño y con camisa blanca, meto mi dedo detrás de mis orejas. Y hablamos de todo lo que no se vuelve realidad
o cuando afirma que:
Bailando entre estantes con nueces azucaradas, claveles secos, cajas sobre cajas de mentas y cerezas cubiertas en miel, nos susurraremos el uno al otro nuestras más ciertas historias
En estos versos el yo lírico da la sensación de ser un niño y un adulto al mismo tiempo, así el lector acude a una obra fantástica y un testimonio histórico al mismo tiempo. Dicha sensación continúa a lo largo del libro, lo que le proporciona una lectura ágil y reflexiva.
A partir de la segunda parte hay una mayor profundidad en temas existenciales, que plantean como trasfondo la relación de personajes célebres con Odesa, así como una exposición sobre la condición y las posibilidades de la sordera que yo lírico percibe desde su propia perspectiva y que nos va mostrando poco a poco. Utilizando el verso libre con una estructura narrativa, como herramienta.
El libro funciona como un poema completo en cuanto al discurso generado. Odesa es la trama, escenario, personaje e incluso el propio autor que encuentra una relación directa con la desaparición de su país y su pérdida auditiva:
“En un tranvía lleno de gente, un hombre con un solo brazo me dijo que mi vida estaría misteriosamente conectada a la historia de mi país. Y sin embargo mi país ha desaparecido (…) la ciudad de nuestros oídos era nuestra”
Odesa había comenzado a desaparecer desde antes para el sujeto lirico. Como una profecía que vuelve a Odesa en Kaminsky, como una analogía muy bella en la que la ciudad influye determinantemente en los habitantes. En ese sentido todos hemos perdido, de alguna forma, aquella ciudad en la que fuimos niños.
Bailando en Odesa es ver la desaparición de un tiempo frente a nosotros. Como puñados de plumas en llamas que ascienden y ascienden con cada recuerdo.
Dato Vitales
Carlos Mendoza (Ciudad de México, 1991). Estudió Arquitectura en la UNAM. Escribe poesía, cuentos y ensayos que ha publicado en algunas revistas del país, también ha participado en programas de radio y talleres de poesía.
