Poesía de Paraguay: Riccardo Castellani

Presentamos la poesía del dramaturgo y poeta uruguayo Riccardo Castellani (Asunción, 1985). Fue miembro fundador de la academia literaria de la Facultad de Filosofía UNA “Kavurei” y publicó en sus antologías. Escribió con José Villamayor el libro Jazz en Paraguay, Fue régisseur de Ópera Mercosur y coordinador del Departamento de Artes Escénicas del Ateneo Paraguayo. Dirije el grupo Teatro bajo la arena.

 

 

 

 

Vienen corderos a beber sangre de la herida

 

Vienen

corderos

a beber

sangre

de la herida

 

¿Cómo llamar

a la muerte

si no tiene

nombre?

 

Un ángel

ofrece clavos

en la calle.

 

(Amanece,

llueve

se canta

todavía).

 

anudo las venas

 

anudo las venas,

cierro la sombra.

los pliegues crujen

y se quiebra un ala.

busco mis uñas

para morir.

 

 

Como espasmos de ahorcado

 

Como espasmos de ahorcado

que semejan la danza,

todo es tan triste que da risa.

Aguardo un barco

que zarpe al naufragio.

Granizan palabras sobre el teclado.

Grita un ángel

y hace silencio.

 

hunde tus uñas en la tierra

 

hunde tus uñas en la tierra.

busca los huesos de tus muertos.

arrópalos, tienen frío.

limpia la hierba de sus bocas,

deja que digan su silencio.

cómete las carnes que restan,

no dejes que se pudran sin sentido.

ellos han muerto para que vivas.

no los dejes morir.

 

 

quisiera estar tan triste que los ángeles

 

quisiera estar tan triste que los ángeles

lloren al consolarme

que las momias del altiplano y los cadáveres

carbonizados lloren al verme pasando

que el cielo y que

los perros abandonados lloren de escuchar mi nombre

y que todas las

lágrimas

sean

de sangre.

quisiera estar tan triste

que los violines agonicen como aullidos

reptando en el último rayo de luna

tanto que broten ortigas bajo mis pies

y que el vino se corrompa escanciado en mi copa

quisiera estar tan triste

que mi cama se marchite al acostarme

y sus pétalos negros se arruguen

sobre mí

y polvo

nada

 

 

 

El infierno es una fiesta que no termina

 

Interpreto lo que veo como augurios de que pronto, por casualidad, voy a verte.

Números en la hora o chapas de los autos. Hoy vi una chica de espaldas y pensé

por un rato que eras vos. Me emocioné tanto que vomité. (Ya no te digo palabras

bonitas porque luego las usas para seducir a otros).

Cuando llegué a la fiesta, todos mis amigos habían muerto y la que me gustaba se

fue con otro. Los que quedan están solos, desesperados, mirando sus teléfonos en

busca de un mensaje que los salve. Yo escribo en una agenda los que no me animo

a enviarte, pero igual me pongo ansioso esperando una respuesta.

Tengo los labios secos y sangran cuando me río. Veo íconos religiosos en las

lámparas.

 

 

 

 

 

 

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