Miguelángel Rengifo: Premio Nacional Paralelo Cero 2016

Presentamos una reseña de Xavier Oquendo Troncoso al libro Pánfilo del poeta ecuatoriano, Miguelángel Rengifo (Latacunga 1978). Premio Nacional Paralelo Cero 2016. Pánfilo es el primer libro de poesía de Miguelángel Rengifo. Escritor y Periodista. Estudió Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador; cursa estudios de Ingeniería en Diseño Gráfico por la Universidad Técnica de Cotopaxi. Al termino de la reseña, compartimos cuatro poemas del libro.

 

 

 

 

 

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Pánfilo

Miguelángel Rengifo

Pags. 80

Premio Nacional Paralelo Cero 2016

El Ángel Editor / CCE.

Quito, febrero 2016

 

 

 

PÁNFILO:

LA VOZ POÉTICA EN LUCHA CONTRA EL POETA QUE LA CREA

Xavier Oquendo Troncoso

 

No sé hablar como todos

Por eso escribo entrecortado,

Para que me leas a tajos

M.A.R.

 

Pánfilo, el libro ganador del Premio Nacional Paralelo Cero 2016, está constituido por una serie de textos (en verso y prosa) que dibujan una voz poética que siempre está luchando con el autor para protagonizar la primera persona de este libro. Los que conocemos algo a Miguelangel Rengifo sabemos que, por estas páginas, se pasea él y la voz poética se confunde.

Rengifo ha creado una suerte de libro-diario, de bitácora, en donde el poeta se presenta, se enamora, reconoce su ciudad natal, sus exilios de amor y de geografía, su dolor frente a ese enamoramiento idílico, al sexo desgarrador y a la escritura. Temas, todos de dolor y angustia, pero también de asombro.

El autor es un poeta –esto lo explicita en el texto- nuevo, que explora y saca conclusiones en el mismo texto. Es decir la voz poética piensa en medio del poema, se equivoca y contradice. Juega con “la verdad”, como si fuera parte del tratamiento del poema (lo dice con una alegoría perfecta: ¿Qué han de hacer si el autor, ese autor, ahora es los lectores? Y en otro poema vuelve a preocuparse del lector: Cada lector tiene su soledad compartida,/ cada escritor es al mismo tiempo todos y uno…): hay una ingenuidad legítima en el libro que se deja leer como si fuera un recurso literario. Y eso es lo que lo hace crecer. Esto, y la música que se posesiona desde el primer poema hasta el final del volumen. Sin embargo en el poema “soy un poeta lejano” se reconoce como tal y reflexiona en alto criterio sobre las consecuencias del oficio del poeta: Soy un poeta minúsculo,/ un poeta que no recibe becas,/ ni besos por cartas…/…/ Un poeta al fin/ de la raza de César Vallejo// Soy un poeta que no figurará en antologías,/en un catálogo,/ en la academia… Más adelante, en otro texto, reflexiona más directamente y con menos ironía sobre el oficio: Por oficio, convicción y supervivencia, para no matar y no matarme, por eso escribo… Y en otro vuelve al tema: Sí. Lo confieso, siempre fue esta (la de escribir) y no otra la única forma de decir las cosas…

Una voz sobria se expande por el libro, que combina su formalidad con la segunda persona (la amada) a la que le arrincona entre la pérdida y el olvido: Una vez que te vas aunque regreses, ya nunca vuelves;/ el azar siempre sabe del porqué de las demoras… O este otro de mayor desfachatez: A mí también me dan ganas de que un día cualquiera/ a ti te den ganas de largarnos a donde sea (…) al Gólgota, al cine Rex, al teatro, a una de Lorel, a un concierto… Las descripciones eróticas como parte del gran dibujo simple de un amor total que es igual de importante siempre, en medio de los grandes y desconcertantes momentos: Hacer el amor con ella resumía en sumergirse hasta el fondo del mar, tibia caída al abismo….; estuvimos en el amor hasta dolernos los cuerpos… Llegando a la reflexión casi académica (parecida a aquella de los curas de Salamanca que parafraseo: “toda intuición tiene lenguaje, menos el orgasmo”) dice el poeta: Hacer el amor no signa de este hecho, nunca ha existido razón gramatical ni fonética ni una sola onomatopeya que simplifique el color de un espasmo en mitad del coito… La amada que se pierde y desaparece: …Nunca más supe de ella, un día la vi aferrada a la mano de un desconocido… Y luego la extrañeza distinta, individual, dolorosa a su manera: La verdad de todo es que no es nada de ti lo que extraño,/ sino es todo aquello que te hace lo que necesito./…/ y me odio a mí mismo/ por envejecer cada vez más convencido de que llegas,/ Odiseo templando la red junto a su hijo.

Latacunga es la ciudad cantada, anhelada (Ciudad nativa./ Génesis y final del círculo./ Luna, amanecer, romería…) en la que comienza a escribir una suerte de poema iniciado en el amor (En la intersección del final,/ en el borde de la ciudad al norte/ conocí el amor), desde un pasado inmediato que aún duele, que no se ha asentado. De hecho, el libro presenta casi una fundación de la ciudad, como el Buenos Aires de Borges: Déjame decirte ciudad absoluta, mía, que/ debí firmar otro apellido,/ y es que uno no escoge donde nacer,/ al menos morir te está permitido;/ déjame entonces. Para ello utiliza los mitos griegos de Ariadna, Ulises, las historias judeo-cristianas y la crucifixión. El autor concibe, además, un texto vertido en la intertextualidad, un paralelismo de realidades: como que el poeta sospecha que la vida es una repetición de hechos e historias.

La voz poética se sostiene como una voz lectora que reconoce su forma en lo cotidiano y citadino de sus personajes cimeros de la literatura: Vallejo, Onetti, Borges, Cortázar, Alfonsina, Rilke.

Queda también en alta estima la descripción enumerativa de un paisaje cotidiano, citadino y libre que enriquece el ritmo del poema y lo acerca al lector común y cotidiano: Aún extraño los paseos por cualquier parte hurgando veredas,/ baratillos, piernas, brazos, besos,/ una cantina hacia atrás/ una hueca/ una estantería…

Un sujeto convertido en voz poética (un “pánfilo” lento, tranquilo, camina por este libro en donde vive y reflexiona al mismo tiempo).

 

 

 

Habitante

 

Escribo afiebrado, a un paso del delirio, pero escribo.

En un acabose fraterno y ruin, lo acepto:

rotundamente me haces falta para cruzar la calle.

Como entenderás he empezado a odiarte;

un odio abismal, frívolo, caníbal, impostergable.

 

Yo esperaba un rumor, una historia fingida.

Pero no creo ya en vos.

Por eso quiero evitar pensarte,

nombrarte, enumerarte;

a contracorriente,

evito este ejercicio íntimo de escribirte.

Pero es inevitable.

 

Para ser el poema debe haber sido otro el azar y el alfabeto,

otra el álgebra;

habito en el rencor y los celos,

en una ciudad en ruinas,

es Hiroshima, Solentiname,

Apocalipsis ahora, aquí vivo

calle arriba.

 

No hay tranvía.

 

 

Feísmo

 

te voy a compartir algo de lo que me pasa,

algo de lo que me permite vivir y creer en ti,

me voy a dar la oportunidad de respirar y de decirte de manera que la franqueza solo sea un atino:

desde que has sido parte de mi vida, desde ese tiempo pretérito,

a pesar de que la pregunta siga siendo la misma en mi cabeza, en mi rutina,

en ese instante donde estiro el alma, en la oficina, en la redacción del diario,

en la mesa, a la hora que sea:

te amo por tus ojos feos,

por tus labios y cejas y cabello feos

por todo eso que hermosamente digo y es feo;

por tus caderas, senos, cuello, ganas, piernas, muslos, sexo, cintura (…) feos,

horriblemente feos porque no te tengo amor,

porque aquí a mi lado sólo se es feo y único

incomprendido corazón.

 

 

Oficios

 

Hay quienes nacimos para el hecho de persuadir,

y otros más o menos efímeros

hemos nacido para decir sin pronunciar palabra:

sólo la hemos escrito

 

 

Mujeres

 

La verdad de todo es que no es nada de ti lo que extraño,

sino es todo aquello que te hace lo que necesito;

apestado a la rutina

a la cotidiana agonía de escribir

de inventarte

de esperarte

de haber acostumbrado a los ojos

el azul marino de tus caderas,

las espigas de tus pezones,

el viento de tus corajes,

el cataclismo de tu sexo

para maternidad de mis estrellas,

insospechablemente mía

como la patria

como el coraje y la ternura.

 

y me odio a mí mismo

por envejecer cada vez más convencido de que llegas,

Odiseo templando la red junto a su hijo.

 

 

 

 

 

Datos vitales

 

Miguelángel Rengifo Robayo (Latacunga 1978). Escritor y Periodista. Estudió Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador; cursa estudios de Ingeniería en Diseño Gráfico por la Universidad Técnica de Cotopaxi. Ha sido editor del Proyecto Bicentenario 1809-2009 de la Universidad Técnica de Cotopaxi con la publicación de la Enciclopedia de esta Provincia, estudios de historia, folclor y tradiciones populares de la región central; Editor de la obra Leña verde, Antología de la cocina andina ecuatoriana; Articulista y Director Editorial de Cotopaxi Magazine, revista cultural y turística del Ecuador. Textos suyos se han publicado en las revistas La Casa de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, columnista de Diario Regional La Hora, editorialista de varios medios de comunicación locales y colaborador del periódico cultural Molinos de Monserrat del Núcleo de la Casa de la Cultura en Cotopaxi. Actualmente es Secretario General de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo de Cotopaxi, Miembro del Centro de Estudios Históricos de la Provincia de Cotopaxi, organismo adjunto a la Academia Nacional de Historia del Ecuador.  Pánfilo es su primer libro de poesía, y otro de ensayo: El poeta al margen sobre las obras completas de su coterráneo Félix Valencia Vizuete, poeta modernista del siglo XX, son una ferviente muestra de las letras nacionales.

Xavier Oquendo Troncoso (Ambato-Ecuador, 1972). Periodista y Doctor en Letras y Literatura. Ha publicado los libros de poesía: Guionizando poematográficamente (1993); Detrás de la vereda de los autos (1994); Calendariamente poesía (1995); El (An)verso de las esquinas (1996); Después de la caza (1998); La Conquista del Agua (2001), Esto fuimos en la felicidad (2009), Solos (2011), Lo que aire es (Colombia, Buenos Aires,  Granada, 2014) y Manual para el que espera (2015) y los libros recopilatorios de su obra poética:  Salvados del naufragio (poesía 1990-2005), Alforja de caza (México, 2012), Piel de náufrago (Bogotá, 2012), Mar inconcluso (México, 2014), Últimos cuadernos (Guadalajara, 2015) y El fuego azul de los inviernos (Italia, 2016); un libro de cuentos: Desterrado de palabra (2000); una novela infantil: El mar se llama Julia (2002), así como las antologías: Ciudad en Verso (Antología de nuevos poetas ecuatorianos, Quito, 2002); Antología de la poesía ecuatoriana contemporánea –De César Dávila Andrade a nuestros días- (México, 2011)Poetas ecuatorianos -20 del XX- (México, 2012). Su libro Solos fue integramente traducido al italiano por Alessio Brandolini (Roma, 2015) y la antología Los poemas que me aman (Poems that love me), Valparaiso, 2016, ha sido traducido al inglés por Gordon Mc Neer. Fue seleccionado entre los 40 poetas más influyentes de la lengua castellana en “El canon abierto”, Antología publicada por Editorial Visor, en España (40 poetas en español -1965-1980-). Organizador del Encuentro internacional de poetas “Poesía en paralelo cero”. Es director y editor de la firma editorial ELANGEL Editor. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano, francés, inglés y portugués.

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