Carolyn Forché: poesía en video

Presentamos la lectura en video de tres poemas de Carolyn Forché, invitada al Encuentro Internacional de Poesía CDMX 2015 organizado por Círculo de Poesía el pasado noviembre. Aquí los poemas seguidos por la traducción de Andrea Rivas  en El país entre nosotros (Valparaíso/Círculo de Poesía, 2015).

 

foto: Rayo Reyes Osorio

 

 

 

 

 

EL CORONEL

Lo que han escuchado es cierto. Yo estaba en su casa. Su esposa llevaba una charola de café y azúcar. Su hija se arreglaba las uñas, su hijo salió esa noche. Había periódicos, perros, una pistola en la almohada a su lado. La luna se descubrió en su cable negro sobre la casa. En la televisión había un show poli¬ciaco. Estaba en inglés. Botellas rotas estaban incrustadas en las paredes alrededor de la casa para sacar las rótulas de la pierna de un hombre o cortar sus manos de tajo. En las ventanas había rejillas como aquellas de las licorerías. Teníamos cena, costillas de cordero, buen vino, había una campana dorada en la mesa para llamar a la sirvienta. La sirvienta trajo mangos verdes, sal, un tipo de pan. Me preguntaron si disfrutaba el país. Hubo un corto comercial en español. Su esposa se llevó todo. Había alguna charla sobre cuán difícil se ha vuelto gobernar. El loro dijo hola en la terraza. El coronel le dijo que se callara y se alejó de la mesa. Mi amiga me dijo con los ojos: no digas nada. El coronel volvió con la bolsa que se usa para llevar las provi-siones a casa. Regó muchas orejas de humano sobre la mesa. Eran como mitades secas de durazno. No hay otro modo de decir esto. Tomó una de ellas en sus manos, la agitó frente a nuestras caras, la soltó en un vaso con agua, donde volvió a la vida. Estoy harto de pendejadas. Y por los derechos de quien sea, dile a tu gente que puede irse al carajo. Barrió las orejas hacia el suelo con el brazo y sostuvo el último trago de vino en el aire. Algo para tu poesía, ¿no?, dijo. Algunas de las orejas en el suelo captaron los despojos de su voz. Algunas de las orejas en el suelo fueron pisoteadas contra la tierra.

 

 

 

 

PORQUE UNO SIEMPRE ES OLVIDADO

 

In Memoriam, José Rudolfo Viera
1939-1981: El Salvador

 

Cuando Viera fue enterrado supimos que estaba llegando el fin,
su ataúd se balanceaba hacia el suelo como un bote o una cuna.
Podría tomar mi corazón, dijo, y dárselo a un campesino
y él podría cortarlo en pedazos y darlo de vuelta:
no puedes comer corazón en estas cuatro oscuras
habitaciones donde un hombre puede ser retenido por años.
Un joven soldado al rayo del sol usa su cuchillo
para pelar el rostro de un hombre muerto
y lo cuelga de la rama de un árbol
que florece con semejantes rostros.
El corazón es la parte más dura del cuerpo.
La ternura está en las manos.

Mayo 1978

 

 

 

 

EL VISITANTE

En español él susurra que no queda tiempo.
Es el sonido de guadañas arqueando en el trigo
el dolor de alguna canción de campo en El Salvador.
El viento en la prisión, precavido como las manos
de Francisco en el interior, tocando
las paredes mientras camina, es el aliento de su mujer
deslizándose en su celda cada noche mientras él imagina
su mano como si fuera de ella. Es un país pequeño.
No hay nada que un hombre no le haría a otro.

1979

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