Poesía nicaragüense actual: Ulises Huete

Presentamos en Círculo de Poesía un dossier de poesía nicaragüense, que prepara el poeta Víctor Ruiz, en esta ocasión compartimos una muestra de la obra de Ulises Huete (Masaya, Nicaragua, 1978). Poeta, ensayista y periodista. Ha publicado en las revistas literarias El hilo azul (Nicaragua) e Hispamérica (Estados Unidos), y en las antologías Retrato de poeta con joven errante (2005), Poetas, pequeños Dioses (2006), Cruce de poesía (2006) y en La Nación Generosa: 111 rutas al lado del mar (2015), antología de poesía hispanoamericana, publicada por la revista española La Galla Ciencia. También ha publicado en Babelia, suplemento cultural de El País. Colabora para Carátula, revista cultural centroamericana.

 

 

 

La estrella vespertina

 

Desde este cielo despejado de nubes, regreso hacia mí mismo en busca de una tarde. Busco más acá de mis pensamientos, más al interior de mis sensaciones, busco en un nivel más profundo donde la mente fluya sin sobresaltos para encontrar las imágenes que necesito. Sobre la plaza extendida como la palma de la mano, la silueta de una pareja sentada a contra luz en el barandal del malecón, el tintineo que expande la presencia del carrito de helados, una mujer empujando a un niño que aprende a manejar su bicicleta y los puestos de ventas con sus brillantes chiverías.

Sobre la mano derecha, como una brasa encendida, reposa la cometa. Su cola multicolor se enrolla en el antebrazo mientras sus alas cuelgan agitadas por la brisa. Desde un extremo de la plaza comienza la carrera contra el viento, la mano izquierda sujeta al hilo, mientras la otra sube a la cometa encima de la cabeza. Zancada tras zancada, torbellino de luces dando vueltas en el pecho, cuando una ráfaga de viento, invisible trampolín, la empuja para arriba como un cohete, como un surtidor desaforado, que se eleva sin tropiezos, pleno y solemne.

Hacia el paisaje aéreo se encumbra el pájaro fantástico. Sentir con el hilo las estampidas del viento, beber con la mirada los grises, violetas y azules bajo los que navega la pequeña embarcación. En el lienzo del crepúsculo, la imaginación multiplica los hilos con sus flores voladoras y se forma una constelación en donde brotan ojos, pestañas, narices, lunas, soles y estrellas como en aquel cuadro de Miró. Los pintores nos enseñan a contemplar y recrear al mundo: la cometa suelta al viento las notas de una melodía inédita que resuena en mis adentros.

Estas palabras que ahora escribo son la traducción de esos signos que aparecen en mi mente. Entre la sensación y la expresión, el discernimiento, la imagen verbal que revela el sentido de la experiencia. El vendaval del pensamiento arrastra un tumulto de palabras. Me aparto de este griterío buscando la quietud. Entonces observo a mi corazón que me dicta los trazos que ahora dibujo sobre el papel en blanco, boceto de una pintura, apuntes para una canción, símbolo de lo que contemplo y siento.

Bajo un cielo gris teñido con el azafrán del poniente, en el infinito espacio de la imaginación, con serenidad y firmeza, permanece en equilibrio la cometa, retenida con el hilo de la concentración. Escritura en el vacío, amapola del aire, trozo de arcoíris que me lleva al tiempo de la infancia, al estado en que mi alma fraterniza con el mundo y todos los objetos son espejos. Desde la pura transparencia exhala sus latidos de colores. Como un solo de trompeta, allá en la altura, ondula con el viento.

Las luces de la tarde se consumen tras las difuminadas nubes que flotan en el horizonte. Una pareja se dirige hombro con hombro, asida de la mano, fundida en una sola sombra, con paso lento y tambaleante, fuera de la plaza. El niño camina con su bicicleta al lado, mientras su madre lo sigue detrás, satisfecha y exhausta. Los vendedores ambulantes guardan su mercadería, resignados, y van abandonando poco a poco la explanada.

Ante la disminución de la fuerza del viento, traigo a la cometa despacio como quien arría las velas de un barco. Mientras baja describiendo una curva, camino a su encuentro y le extiendo una mano para que regrese con seguridad. Se disuelven las apariencias soñadas. Aparecen las formas externas, cerradas en sí mismas, rodeadas de oscuridad, distantes en el transitorio presente.

 

 

 

Reminiscencia

 

Desde mis sábanas,

se desdobla tu aroma en esta noche

como el soñoliento vapor

de un incienso al arder.

 

Cierro los ojos

y  la espesa luz de la tarde

cae sobre tu pelo dormido.

 

Al tacto de mis dedos

se humedece tu piel.

 

Hace media hora,

la mujer ausente

desollaba mi alma,

desquiciaba mi rostro

en el umbral de la espera.

 

El ancho hueco

dejado por tu pelo,

rastro

de tu lejana presencia,

danza en mi boca,

corta mis pupilas.

 

La oscuridad deshace

tus hombros,

mi sed los vuelve

a inventar.

 

Eres el eco

de un cuerpo distante,

un momento disuelto

en fragmentos de ojos,

uñas y piel.

 

 

 

Víspera

 

Como ayer

yo te espero

a las 3 de la tarde

con la quietud

de una ciudad

antes del alba

 

Bajo un árbol

estoy sentado

mientras escucho

el rumor

de su follaje

melodía que evoca tu presencia

 

Sin mirarme

te aproximas

aunque tu rostro

tus manos

tus caderas

me presienten

y de alguna manera

también me hablan

 

Ahora te acercas

y me tocas

con tus ojos

y sobre una ciudad

despunta el alba.

 

 

 

Talismán

            

indistintas

púas

acústicas

de nácar

como detritus de cristal

 

gravitan

 

sobre el áspero cordón

de días

sin perfil…

 

…hasta tu mirar

acuoso  pincel  bruñido

que irrumpe

con un canto

-verdor todo

del que autora eres-

 

en la página

en el tiempo

 

estética hembra

 

por vos

la crepitación de la estrofa

recóndita

en el cráneo

 

el mecanismo súbito

de la aurora

en las pupilas

 

 

el riguroso

ceñido

anhelo

de tu carne

en la carne

 

 

 

Andanza

 

Caminar

bajo la dirección

del Deseo,

pronunciar un nombre,

el tuyo,

la palabra-guía

para arribar a tus manos.

 

 

Frágil

resonar

de la luz

al caer

en tu piel…

 

Escuchar,

leer aún más,

de tu vientre,

con la respiración minuciosa,

el rumor del Deseo:

 

latente acidez encendida

deshilachándose

en contorsiones

 sin rumbo.

 

 

 

Arte poética

 

Tu cuerpo desnudo

ardió y crepitó

delante de mí

 

Mas ya no es

ascua vital

o racimo de sensaciones

sino surtidor de imágenes

que las palabras consagran

en este instante.

 

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