Presentamos un poema amoros del escritor y artista visual Guillermo Arreola (Tijuana, 1969). Ha publicado cuento, poesía, traducción y crónica en diversos medios impresos de México y el extranjero. Es autor de los libros Tración a domicilio y Fierros bajo el agua, editados por Editorial Planeta. Ha realizado más de 20 exposiciones individuales, entre las que se encuentran Sursum Corda, 2015, en el Museo de la Ciudad de México. El olvido que me diste. Una retrospectiva, 2014, en el Centro Cultural Tijuana.
PRIMERAS TARDES CON JAMES
Guillermo Arreola
Que todos los meses sean septiembre con euforia eléctrica
y la ternura nazca desde uno de tus huesos
y que James Dean ría en llamas
y que me muestres tus cicatrices que ya no recuerdas
Yo también quiero regalarte un pantalón y que nades en él para que luego cuentes lo que esa prenda sabe de mí
hacerte una casa con fotografías y que adentro de ella me digas a qué sabe
una nueva estrella y las canciones que escuchas cuando estás triste
Toco tu brazo, una cuneta en la carretera de tu cuerpo
toco la cicatriz abierta de tu corazón de un año
Reías al cerrar los ojos y tu risa me decía que andabas desnudo
entre caballos
No me escuchaste entonces alabar tu sentido del vacío, ese rasguño
dulzón en la piel del día posterior y los siguientes
Quiero envolverme en tu chamarra James Dean
de rojo sangre, y lamer la capa de aceite, mugre, polvo,
que se le ha adherido con los años
mientras tú hurgas en fotografías, libros, recuerdos
películas, buscando un ala del fantasma de James
Algo me dices sin palabras cuando apoyo mi cabeza en tu cadera
o cuando te montas en mi vientre y nuestros testículos
rozan,
chocan,
se pliegan y yo pienso que surcamos
un camino de alambres, hilos,
hacia la ingravidez
un gemido que va desyerbando el ocio, la espera
de una vida donde fluorescente surja,
al fin, jubiloso, rotundo,
el juego de un instante en tu memoria
o la mía
Quiero meterme en tu camisa
y pisar la playa de tus pies mojados
y ayudarte a entrar en el pantalón
que alguien te regaló
como si te pidiera que tu cuerpo
contara lo que de otro cuerpo sabe
y en la risa con fuego de James Dean
que has calcado de películas, libros,
quemar toda la tarde
a mansalva de despedidas
como si vaciáramos un revólver
sobre el gran tedio que nos dijeron
es vivir
vivir
o la vibración de una mente
pendiendo de una dádiva de lo real
lo real
esa mano que apalea con insistencia
las paredes de una casa hecha con fotografías
y la sonrisa rota en la cara de James.