Poesía chilena actual: Felipe Poblete

Presentamos una muestra poética de Felipe Eugenio Poblete Rivera (Viña del Mar, 1986). Ha publicado negro (Ediciones Altazor, 3013; 2ª ed. 2015). Poemas suyos aparecen en las antologías Archipiélago (La Trastienda, 2013), Entrada en materia (Ediciones Altazor, 2014), Para ni roncar (Balmaceda ArteJoven, 2014), y Panal (La Trastienda, 2015). En 2013 obtuvo el primer lugar en el concurso municipal “Peñalolén ayer y hoy”, con el poema “Árbol de nombre jacarandá”, incluido al final de esta selección.

 

 

 

 

 

De negro :

 

III

yo no tengo certidumbre de dios

no quiero ir a la iglesia

pero el alma se sale: por la boca

                              y por las manos

quedan marcas del nombre que te dieron

en las olas del pecho

ni las olas se van

del mar, del pecho: no se van jamás

¡y tal es el dolor!

¡pues todo! todo se queda acá adentro:

el misterio con su sombra violácea

el hondo entusiasmo por la tristeza

                              el negro y mortal vértigo

yo no tengo no quiero

pero como las lágrimas

que me lloran a mí:

¡el alma se me sale!

 

 

XI

no, no se puede, no se puede hablar

no supe tejer lazos:

te esperaba con soles

tú turbabas mi voz

mientras remabas inútiles aguas

muy lejos: detrás de la lejanía

ibas en busca de tu propia sombra

                              por caminos violetas

que también he querido recorrer

 

 

XVI

puertas abiertas

                              hacia la realidad:

el dolo, sus infinitos follajes

como supiste tanto

querida poseedora de lenguas

poseedora de idiomas, de barro

ya no tienes idiomas

te has estrellado contra las palabras

tú: la más enamorada de lenguas

bajo tierra las palabras quebradas

junto a tu cuerpo blanco

el ripio, las raíces, los cipreses

cipreses negros

nutriéndose de ti

 

 

XIX

conocidos desconocidos fuimos

antes de que llegaras a tu estrella:

antes del antes: fuimos el verano

algún cruce de miradas, palabras:

peces negros en las aguas serenas

que atraviesan nuestra ciudad natal

fue avanzado el invierno:

deslizándose como el agua el fuego

                              bajo el signo de leo

las únicas dos cosas

que compartimos

toda una vida

 

 

 

Inéditos :

 

 

Otoño

 

Principios del otoño:

en el patio maduraron los caquis

para que les tomaras

una fotografía

Los días coincidieron

según favor de viento

vino el aire de otra provincia

al magnolio le crecieron botones

unos zorzales descifraban

el recado terrestre

todavía no eran grises las nubes

principios del otoño:

cuando murió tu padre

cuando la bandada se retiró

cuando nos estrellamos contra el suelo

como los caquis contra el barro.

 

 

Rodrigo Lira antes de morir

 

Los caminos que conducen a casa

el agua se los ha tragado.

¡Se han inundado tantas cosas!

De los árboles plátanos orientales

sólo se ven las copas

No hay nidos ni aleros para las loicas

Ahora

que la escritura fluvial del Mapocho

ahoga la ciudad

ahora

lo que existe

es el intenso rojo

de esta soledad que cruzo

con los brazos abiertos

desde las palmas hasta los hombros.

 

 

Destejer

 

Destejer y destejer

ir rompiendo, deshilachando lanas

con tijera y con rabia, destejerlas

con llanto y ceguera, cierta ternura

destejer y destejer.

Destejer lo escrito

desecribir la sangre de la casa

destejer punto a punto lo cosido

destejer las vivencias y ficciones

destejer día a día

al derecho o al revés, destejer

destejer y llegar: al punto de partida.

 

 

Árbol de nombre jacarandá

 

Los árboles no llevan apellidos

Este, frente a la ventana abierta

con violáceas flores que siempre ceden

a la manera de las despedidas

su mudo martilleo de pañuelos

cuando la familia sale de viaje

y hay quien se queda pensativo y quieto

y llora cuando recuerda a sus padres

las incógnitas vidas de sus padres

Suspira, piensa en una bienvenida:

las rojas alfombras sobran, es cierto

para quienes han sabido entender

el arte del jacarandá, que al año:

dos veces alfombra nuestras veredas

e imanta las miradas de quienes la transitan

Ciertos árboles no lo ignoran: crecen

jacarandás por los antejardines

del Peñalolén oriente, de cara

al inmóvil teatro que son Los Andes

a veces con las lentas variaciones

de avionetas en dirección al norte:

¿cómo saber cuándo regresarán

                                       quienes amamos?

No harán falta globos ni serpentinas:

junto a las muchas flores ya maduran

sus leñosos frutos: como piñatas

se abrirán en esporas con el viento

Y será el único homenaje, sí,

a quienes se decidan: volver a la morada

la detenida casa, custodiada por árboles.

 

 

 

 

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