Presentamos una muestra de Rafael Soler (Valencia, 1947). Durante más de treinta años ha sido profesor titular en la Universidad Politécnica de Madrid. Como poeta tiene publicados los libros “Los sitios interiores” (1980) accésit del Premio nacional Juan Ramón Jiménez otorgado por el Instituto Nacional del Libro; “Maneras de volver” (2009) traducido y publicado en inglés, japonés, húngaro y rumano; “Las cartas que debía” (2011), con tres ediciones, la antología “La vida en un puño” (2012) publicada en Paraguay, y la antología “Pie de página” (2013) traducida y publicada en italiano. Publicó además “Ácido almíbar” (2014), que fue reconocido con el Premio de la Crítica Literaria Valenciana 2015. Y “No eres nadie hasta que te disparan” (2016). Como poeta ha participado en encuentros y festivales celebrados en Europa, Hispanoamérica y Asia. Como novelista tiene publicadas las novelas “El grito” (1979), Premio Ámbito Literario, reeditada en Paraguay en 2014; “El corazón del lobo” (1981) Premio Cáceres, reeditada en 2013; “El sueño de Torba” (1983) Ediciones Cátedra; “Barranco” (1984) Ediciones Cátedra, y los libros de relatos “Cuentos de ahora mismo”, (1980) Premio Ateneo de La Laguna, y “El mirador”, accésit del Premio Emilio Hurtado (1981) Ediciones Bruguera.
CUADERNO DE MARTÍN
(En No eres nadie hasta que te disparan)
Con el abrigo puesto
Todo acabó un martes a las diez de la mañana
limpio el pantalón de rayas diplomáticas
y una bufanda señorial por entrecejo
algo intuí al divisar su caperuza
y corto de reflejos no quise preguntar
por ese atuendo de matón extravagante
pocos calzan guantes sepia para servir el postre
pocos llevan en su lista de la compra
un nombre como el mío
a tocante cañón sonó el disparo
y por verte llegar caí despacio
tomaron fotos
precintaron de seda la vivienda
un adjunto despachó el lance con tres notas
de tiza mi contorno en la moqueta
de luto los títulos de crédito
de estreno tú
mi muy querida ausente viuda negra.
Confesión de parte
Yo estaba tranquilo al verme así
con un disparo en la cabeza
alguna ventaja tiene
esa cortedad de sentimientos
que da ser un perdedor
puedes mirar en abstracto a los caídos
explicar a quien te escucha
que somos un cóctel mineral
con un porcentaje elevadísimo de agua
pero vayamos a los hechos
salí al rellano disparó sin aviso
elegante acepté mi lobotomía punitiva
cayendo al vacío como un buzo
y ahora dos preguntas
por qué fue tan parco tu sicario
por qué no viniste al funeral
para soplar las velas.
Síndrome del ojo seco
Atento al pasmo
dejé que mis humores corporales
buscaran acomodo en la moqueta
los escritores lentos
en presente indicativo contarán
el tierno desvarío del que salió de casa
para dejar la caza
la endeble condición del interfecto
que abajo en las alturas se pregunta
dónde la luz
más sabio
el barman que con hilos de ron
zurce los harapos
aquí estamos a salvo brindará
dejando a buen recaudo mi butaca.
Así de bruces escuchando
Cuando llegó el comisario Olvido
yo seguía en idéntica postura
silencio y labio compartiendo
dulces hilachas para empezar la noche
y cerca una farola de poco madrugar
recuerdo que calzaba tirantes ortopédicos
ojales por encima del pulmón
y un pulgar con tinta
atribulado por un caso a deshoras
fue perdiendo altura hasta encontrar la mía
y sin tocar el roto se entretuvo
como hace un colegial con su recreo
varón
mediana edad decúbito supino
diríase que plácido
cumplido su deber itinerante
alzó después los ojos
en busca del contrario y una pista
balcón
visillo parecido a una bandera
diríase que mudo
tú estabas dentro
lavándote las manos
enteramente tuya.
Se hacen portes a buen precio
Vestido en mi despojo
no alcé los brazos ni me limpié las babas
en atención al servicio funerario
un muerto cabal acepta su destino
apenas se permite ensoñaciones necrológicas
y algún gesto interior protocolario
al estrenar su funda
hasta nueve conté con el forense
y su empeño en comprobar el daño
de mi masa encefálica sin el precinto puesto
hasta cinco
cuando alguien subió la cremallera
dejando fuera mi cita con Luis el peluquero
hasta cincuenta repasando
el orden de aparición en las esquelas
primero tú
vestida con un shari en Samarkanda
y en letra diminuta cuantos llegaron luego
con la palabra FIN entre los labios
hasta quinientos después
al verme así burlado
sin dueña sin seguro y sin cartera.
Dijo el poeta
Un tanatorio que se precie
vive siempre en las afueras
y allí organiza sus asuntos
como hice yo
saludando primero a los vecinos
cada uno con su historia interrumpida
cada quien preguntando qué pasó
cada cual numerado y en su sitio
no es fácil fumar si no llevas tabaco
y has perdido con la razón el habla
con la paciencia el don de incorporarte
con las prisas tu futuro
así que fiel al canon
acepté del sudario la vajilla
a mi izquierda una cajera
que estrenaba su ortodoncia
y cerca un cantante en edad de merecer
pero busquemos el lado positivo
llegados a este punto
no moriré de un trastorno gástrico
nadie me dará un beso parecido a la madera
nunca probaré del dolor la medicina
y no me quejo
en esta sala se hacen turnos de diez horas
y tiene el celador problemas con su próstata.
Uno sabe cuándo llega su momento
Hay autopsias que empiezan bien muy bien
o regular
pero todas terminan con hilos de sutura
y lo mejor del candidato
flotando en un frasco de formol
por acortar la mía
de un tajo rebañaron esa víscera incompleta
que va del corazón a la corbata
antes del postre
no grité cuando el chirriante prosector
continuó su tarea cavernaria
y así las cosas me dejé llevar
bastante tienen ellos
trabajando a la hora del partido
bastante tú
novia de un día
volver a casa dormir vestida
y con gesto profiláctico
besar de nuestro amor la calavera.
Un mal rato lo pasa cualquiera
Vaciaron mi zurrón en otra mesa
y hastiado sobre el hule
siempre en ausente compasivo
vi desfilar fotograma a fotograma
mis últimos enseres
trescientos noventa y cinco gramos
de lluvioso corazón
el pormenor del frío
un encéfalo en su niebla
arriba
titilando
el impúdico neón
y si cerré los ojos
no fue por soslayar en la vitrina
mi obscena casquería
intacto conservo el hambre de mis alas
y en mi dieta extrema
con tanta pérdida de peso
solo le faltaba a tu seguro servidor
perdida tú
perder también la calma.
Ningún río al morir entrega el alma
Mortal hasta la médula
del sudario al hoyo esperan todavía
un turno de ruegos y preguntas
la seca convicción
de que todo nos llega siempre inevitable
vendimiador de raspas
mi sopa lingual encandiló
a quien por alto merecía
un destino mejor a su impostura
hice del charco la fiesta de mi asueto
del discreto burdel un palazzo vechio
de la lluvia el envase caducado
que nombrarán las sombras
tuve un cuaderno extravagante
muy parecido a las personas
sin prisa y sin testigos
visité Women’Secrets por conocer los precios
cayó Javier
mi maestro murió sin avisar
un raro antojo que nunca me explicó
y solitario en mi urna asistiré
a un deambular de batas blancas
mientras hablan del cobarde asesinato
parco de luces como ellos de salario.
El viaje es lo que importa
Vamos al Sena decidiste
sin apretar la boca
y yo acepté
pues siempre fuimos dos y somos uno
de camino
un antipático taxista
nos dio la noticia en pésimo francés
flotando indiferentes a la lluvia
dos jóvenes de edades parecidas a las nuestras
alcanzaban la rive gauche de madrugada
ella lucía el collar que te compré
en el duty free del aeropuerto
y pálido también en su abandono
él llevaba mis zapatos de tafilete oscuro
todo callaron cuando un bombero anónimo
encomendó sus cuerpos
con la urgencia eficaz del funcionario
ahogados de la mano
ajenos al desvarío azul de las sirenas
nuestros labios compartían un único deseo
que nadie supo descifrar
pero esa es otra historia
que segó mi descuido y tu pistola.
Una traición es la suma de cien fotografías
Todo empezó
con Carla de Cárpatos desnuda
Eva y su escote extravagante
Fuencisla la terrible manumisa
se cruza una mujer y te detienes
se cruzan dos y te detienen
se cruzan tres y tú no tienes
en mi jaula un proceso digestivo
en la tuya con paciencia un armisticio
pero nunca este final al portador
que hizo de un gatillo tu vigilia.
Esta vez sí, te lo prometo
Pero mujer qué vano disparate
por cerrar en voz alta nuestra historia
un golpe así de tu hacha bifaz
pólvora y estruendo para el malvado póstumo
no es lo mismo morir a que te mueran
entiéndelo
cuando estrenas con un frasco de colonia
tu propósito de enmienda
mesa para dos en el rincón de siempre
mi lengua salgari adelantada
terraza con soda y mudo cabecero
pero antes levántame cartier
limpia mi escombro jaramago
sonríe al lírico gourmet de tu cocina
niña swaroski
mi querida Elvira Barriocanal Bacigalupo
con be los apellidos
tan rico Chamberí con chocolate
tan tengo mucha plancha
risa carmín boca maleva.