Sobre Chinatown a toda hora y otros poemas de Andrea Cote

Fernando Salazar Torres reseña China a toda hora y otros poemas  (Círculo de Poesía / Valparaíso México, 2017) de Andrea Cote (Colombia, 1981). Es autora también de los libros de poemas: Puerto CalcinadoCosas Frágiles y Chinatown a toda hora (Libro Objeto). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia en el año 2003, Premio Internacional de Poesía Puentes de Struga (2005) y el Premio Cittá de Castrovillari Prize (2010). Actualmente enseña literatura en la University of Texas at El Paso.

 

 

 

 

 

La escritura como derrumbe

 

 

 

La vez primera que supe de Andrea Cote fue por una nota a cerca del Premio de Poesía Joven de la Unesco, que le fue otorgado en el año 2005, enseguida leí un poema suyo en la revista VozOtra. Revista Hispanoamericana de poesía y crítica. A partir de entonces buscaba su obra con regularidad y en el año 2015 fue invitada al Encuentro Internacional de Poesía de la Ciudad de México organizado por el grupo literario Círculo de Poesía. Dos años después leí su poemario Chinatown a toda hora y otros poemas (Valparaíso México, 2017). Es un poemario de la ausencia y la evocación, pero también de la desolación social y la necesidad de una nueva forma de vida, segmentado en tres partes aunque hay un vaso comunicante común en toda la voz poética: lo cotidiano como aspecto crítico.

            La escritura del libro alude a distintos escenarios de la memoria, del recuerdo, gravitando en tiempo y espacio presentes, sucesos lejanos en el ahora, además poseen la peculiaridad de ser reales; es decir, cierta historia oculta de la infancia, acaso del padre o alguna figura similar hablan en la elocución del yo lírico de Andrea Cote. El puerto, el escenario de la primera parte del poemario, “Puerto calcinado”, representa el lugar de la pérdida y, ciertamente, la cotidianidad la cual no es alcanzada por los escenarios de la vida diaria construidos en cada poema ni tampoco por la referencia a acciones en determinado lugar, que seguramente existen, sino que son recreados por el empleo del lenguaje, cargado de imágenes con sentido coloquial. Este aspecto ya es una característica de la voz de la poeta. Por otra parte, el carácter vistoso radica en el modo de la enunciación. Existe un problema planteado por los estudios literarios en torno a quién habla en el poema. Dicho fenómeno sobresaliente de la poesía escrita a lo largo del siglo XX se denomina polifonía, la multitud de voces enmarcadas por la estructura fragmentada y, como es notable en el libro presentado ahora, no es su característica, no obstante la voz de esta primera parte no pertenece a la autora: ¿quién habla? El padre, Dios, la voz de la poeta que se despersonaliza para apropiarse de una locución masculina, o bien, todas las voces al mismo tiempo. Esto contrasta con la expresión lírica. Tal quiebre de voces también sería reflejo del fragmentarismo del tipo de vida reinante.

            La segunda parte, “La ruina que nombro”, tiene por tema el tiempo como espacio dentro del cual se manifiestan penas, desasosiegos, ausencia, incluso la denuncia, sin caer en el panfleto, por  la tierra desheredada; en otros términos, la angustia al saber que hay un lugar arrebatado, que otorga sentido de pertenencia. El procedimiento para lograr tal propósito se encuentra en los elementos narrativos mediante los cuales la acción es el eje para lograr transitar el tiempo, el cruce entre el pasado, el puerto continúa siendo la identidad, la clave, y el presente donde es formulada la intriga, me parece, del poemario:

 

La ruina que nombro

 

Quiero saber que es la piedra

que tanto me conmueve.

Qué es en verdad

la ruina que nombro.

También escribir es derrumbarse.

 

El derrumbe referido es propio de nuestras sociedades contemporáneas, es la alegoría de la condición ética, moral y política en fuga de la civilización en la ¿postmodernidad? Señala la caída de cierto modo de vida, de la fragmentariedad del comportamiento citadino y común de sus habitantes. Al pertenecer a la época del consumo, no importa demasiado qué se adquiere sino cómo es posible supuesta posesión, en mayor medida, material. De otro modo, también es el desmorone del talante espiritual y metafísico del ser humano.

            La última parte, “Chinatown a toda hora”, expone en claro lo apenas señalado. Además, el epígrafe de Federico García Lorca, que acompaña esta sección, motiva el juego si la intertextualidad como alusión recuerda la obra El poeta en Nueva York. El papel intersubjetivo logrado formula el desarrollo y crecimiento del modo de vida incitado por las políticas estadounidenses, es una seria crítica al capitalismo y el consumo irracional tanto de mercancías y medios de comunicación como de individuos hasta el grado de desdibujar la individualidad.

            En suma, el poemario Chinatown a toda hora y otros poemas registra un tema actual con un tratamiento poético que sin ser expresamente social o político, denuncia con elementos narrativos la dinámica rapaz e insensata de la naturaleza humana de nuestro tiempo.

 

Consigue Chinatown a toda hora y otros poemas aquí

 

También puedes leer