Yves Bonnefoy según Una Pérez Ruiz

Presentamos, en versión de la poeta, editora, periodista y traductora Una Pérez Ruiz (México, 1970), de tres poemas de Yves Bonnefoy (Tours, Francia, 1923), sin duda, una de las voces fundamentales de la poesía francesa contemporánea.  Sus ensayos, traducciones, lecciones magistrales en el Collège de Francia, escritos de arte se han vuelto fundamentales para las nuevas generaciones de escritores y críticos de arte.

La salamandra

III

“¡Mírame, mírame correr hasta ti!”

Estoy cerca de ti, Douve, te alumbro. No hay nada entre nosotros más que esta lámpara de piedra, este poco de quieta oscuridad, nuestras manos que la sombra espera. Te quedas sorprendida, inmóvil salamandra.

Así te quedas, tras vivir el instante en que la carne más próxima transmuta en conocimiento.

La salamandre

III

“Regarde-moi, regarde-moi, j’ai couru!”

Je suis près de toi, Douve, je t’éclaire. Il n’y a plus entre nous que cette lampe rocailleuse, ce peu d’ombre apaisé, nos mains que l’ombre attend. Salamandre surprise, tu demeures immobile.

Ayant vécu l’instant où la chair la plus proche se mue en connaisance.

 

 

 

El único testigo

Luego de librar su cabeza a las llamas bajas
del mar, de perder sus manos
en su profundidad ansiosa, luego de arrojar
a las materias acuáticas su cabellera;
muerta ya, pues morir es ese camino
de verticalidad bajo la luz,
y ebria aún, incluso muerta: yo fui,
ménade consumada, gozo pétreo y pérfido,
el único testigo, la única presa cautiva
en las redes de tu muerte que fueron arenas
peñascos o calor, tu signo, me decías.

 

 

 

Le seul témoin

Ayant livré sa tête aux basses flammes
De la mer, ayant perdu ses mains
Dans son anxieuse profondeur, ayant jeté
Aux matières de l’eau sa chevelure ;
Étant morte, puisque mourir est ce chemin
De verticalité sous la lumière,
Et ivre encore étant morte : ô je fus,
Ménade consumée, dure joie mais perfide,
Le seul témoin, la seule bête prise
Dans ces rets de ta mort que furent sables
Ou rochers ou chaleur, ton signe disais-tu.

 

 

 

Nombre verdadero

Nombraré desierto el castillo que fuiste
noche esta voz, ausencia tu rostro,
y cuando te derrumbes en la tierra estéril
nombraré nada al relámpago que te arrebató.

Morir es un país que amabas. Llego
siempre por tus sombríos caminos,
destruyo tu deseo, tu forma, tu memoria,
soy tu enemigo y no tendré piedad.

Te nombraré guerra y me tomaré
contigo las libertades de la guerra y sostendré
en mis manos tu rostro oscuro y surcado,
y en mi corazón ese país que ilumina la tormenta.

 

 

 

Datos vitales

Yves Bonnefoy (Tours, Francia, 1923) es, sin duda, una de las voces más grandes de la poesía francesa contemporánea. Medio siglo de creación poética desde su primer libro Del movimiento y de la inmovilidad de Douve (1954) hasta nuestros días, en que el poeta ha dejado hitos fundamentales como Hier régnant desert (1958), Récits en réve (1987), L’Arrière-Pays (1972), Début et fin de la neige (1991), y Les planches courbes (2001). Sus libros de ensayos, traducciones (Shakespeare y Yeats, sobre todo), lecciones magistrales en el Collège de Francia, sus escritos extraordinarios de arte sobre Morandi, Mantegna, Cartier-Bresson, Georges Chirico o Giacometti, se han vuelto fundamentales para las nuevas generaciones de escritores y críticos de arte.

 

 

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