Poesía venezolana: Eleonora Requena

Presentamos, en el marco del dossier Patria de adentro. Antología de poesía venezolana, preparado por Luis Perozo Cervantes, el trabajo de Eleonora Requena (Caracas. 1968). Obtuvo el Premio de la V Bienal Latinoamericana de Poesía José Rafael Pocaterra y el Premio Italia 2007 para la Poesía en el certamen “Mediterráneo y Caribe”, auspiciado por el Instituto Italiano de Cultura de Venezuela y el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia.

 

 

 

 

Para contar es necesario llevar alguna prisa.

hay que deshacerse de palabras,

dejar atrás anécdotas fallidas o tragarse algún paisaje

desprovisto de afectos o interés malsano,

va ligero el automóvil deslizándose bajo tu mando,

por avenidas llenas y luces intermitentes,

vienes porque aún rotan en tus pensamientos

la cara risueña de un amigo,

la sorpresa por los imprevistos o mejor,
la certeza de que en realidad nada controlas,

eres un ejecutante más del libre asueto de los cuerpos

dejándose al gobierno de lo fortuito:

el saludo a destajo, el afectuoso o el inesperado,

la mirada que esquivaste en la reunión,

tu obsesiva revisión de los asuntos crasos,

el bocado muy salado que pasaste con un trago de agua,

de noche el rostro de las calles no es sereno,

vas entonces, aceleras para abrir un nuevo episodio,

porque haciéndote fragmentos del conjunto puedes

reposar afanes o prepararte para lo que venga,

así sepas que llegar no llega,

que cuando abras por fin la puerta de tu dormitorio,

la cama te invitará a seguirte recorriendo,

esta vez hacia adentro y entrarás en los caldos

de lo que quisieras olvidar y no puedes,

pero para que esto ocurra debes llegar antes

y por los momentos este atasco en la vía te lo impide,

no pienses que contar o hacer el plan de un cuento

evitará el fraude de saberte en marcha

creyendo que al fin has llegado.

 

 

 

 

el poema que me guardo
es una almendra masticada,
la santa inquisición de un beso,
una factura sin pagar, ese codazo,
yo me guardo en la mudez de esta mañana,
lo que sigue es cuerpo y vísceras tronando,
bruscos anatemas y jadeos,
la calina adentro que recala,
cuándo añoro el delineado firme,
no este parpadeo,
sondéame una voz serena, aguda,
escanciadora,
lábrame una luz que me traicione

 

 

 

 

 

la sujeción
es una gata
ciega que medrosa,
a cuatro patas,
tras el acicate leve
de la daga
pide al obediente
átame

 

 

 

 

dime dónde asirme,
abro un hueco en la pared
para decirte cávame,
con los merodeos la boca te replico
pliégame,
hundeme en tu voz de araña

 

 

 

 

Mandado

Se me dijo bébete la risa     drágate serena en tu butaca    sin levantar la voz arrúllate

mora como un vaso que recibe     deja abierta esa puerta ella es calladita no te palpes

mójate en el agua tibia      sin vacilación     no te demores     sal de ahí canta cúbrete

la piel mojada     y     siempre asiente

casi obedecí pues vivo

 

 

 

 

No puede inmiscuirse un verso saludable en esta tarde tironeada por el tedio

imposible convocar a pajarillos cobijarse en la cornisa     un hombre tambaleante

[escupió

toda su molicie en mi zapato deben ser las seis reverbera     aturde tanto atisbo

mejor será colarse en un café

y en paz sorberse

 

 

 

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