Poesía de Croacia: Lana Derkač

Presentamos como muestra de la poesía contemporánea croata, algunos poemas de la también narradora, dramaturga y ensayista Lana Derkač (1969). Autora de diversos poemarios, ha sido merecedora de los premios Zdravko Pucak  y Duhovno hrasce.  Ha participado en diferentes festivales poéticos y reuniones literarias en Croacia, Macedonia, Rumania, Malasia, Hungría, Polonia, India, México, Chipre, Bélgica, entre otros. Sus textos han sido traducidos a catorce idiomas.

 

 

 

 

 

 ¿Quién puso en fila los rascacielos?;

 

 

¿!EL ENFOQUE ?!

Canosos son el euro y la playera y el silencio y la fantasía.

El monte es canoso, el heno y las rastrillas.

Las hoces han desheredado el campo.

El silencio dijo: Eh, al diablo, una mosca más

ha fallado mi rancho. 

Eh, maldición, y la mesa es del aire más pequeña que

una monedita y no se puede decir si cayó

en cara o en cruz.

Trato de sentir si el silencio es en verdad

buen tirador. ¿Cómo maneja la habilidad

de atinar, nos fallará en el momento cuando tomamos

nuestro café matutino, tan insólitamente pequeños

alrededor de esa mesa?

¿Tiene la posibilidad de enfoque

mirándonos del horizonte que otra vez parece

como si hubiera mordido un pastel de miel?

 

 

 

 

 

 

DISTURBIOS

 

Constataste. El  revoloteo de la soledad es audible en la concha.

Y cuántos revoloteos habrá en un puñado de conchas?

¿Habita a veces en ellas el revoloteo de los ángeles

y su coro canta el jazz

así que te extraña cómo te observa la periferia de la lluvia

en medio de Summertime y entonces no usa

la lupa porque están muy cerca y ella no es Dios?

Está bien, constatamos que los silencios no callan.

Al menos no por largo tiempo.

De ellos se enfermaría la arena y estaría enferma sin

el reconocimiento oficial en las huellas de las alas de los ángeles

que permite la alta mar.

Está bien, digo. Y te amo, digo,

porque de vez en cuando sostienes la concha y ruegas por la arena

así como cuando niño pedías que el cielo

en ella te echara ducados.

Entonces, de repente ya no está bien y no recibo

la señal. Abriré un concurso público

para supervisor de las enfermedades de la arena, lo decidí;

porque hemos perdido el control sobre los trenes

de arena y el silencio con los fonemas triunfalmente

excavó túneles a través de los vagones.

 

 

 

LOS HINCHAS

 

 

I.

 

Mientras estamos parados en la pradera,

los gorriones están en la espesura.

Sus amplias masas se asoman a través del ramaje.

Te parece que apoyan fuertemente. Siguen el

fútbol. Luego piensas que son seguidores de

Marx y Engels. Que trinan:

¡Gorriones de todos los países,

 júntense  para que nosotros también comencemos a jugar fútbol!   

Luego estás convencido de que leenla Biblia

y empiezas a distinguir los salmos en su

mudo  idioma, y después oyes que mencionan

a Moisés y el equipo elegido.

Ya no prestas atención a los pájaros.

Alguien te corta la yema del dedo con el afilado tallo

de hierba para que enrojezca como una fresa

y en tu sangre que corre apoya su

dedo cortado. Estás feliz. Eso significa que de verdad

se te acercó. Tú te fraternizas con el Pan.

 

 

 

II.

 

Sin embargo,

quizá el Pan se fraternizó contigo

sólo por interés.

Tenías que esperar, antes de

ofrecérsela, si él te va a preguntar

si le prestas la pelota para practicar

para el campeonato europeo.

La fiebre del fútbol es un verdadero desastre.

Esa noche soñé al Pan, como a

cada uno con el que se fraternizó,

prestaba una pelota sin pagar intereses.

Y las lleva, sin creerlo ni el mismo, alrededor

de su cuello enhebradas en un enorme collar.

La pradera es de vez en cuando el juez de fútbol.

Garantiza por él y asegura

que en realidad, su estado juguetón

es  deformación profesional.

¡A la lucha! ¡A la lucha! grita la hierba

y  se levantan sus sables.

Pero es demasiado débil para chutar la pelota.

 

 

 

 

 

EL CUCHILLO Y LAS SARDINAS

 

El mar es un luchador indeciso en la lucha con las frías

masas aéreas. El cielo calienta en él sus dedos

y lo toca consiguiendo una sonrisa

muy sofisticada.

 

Entonces me parece que se apoya en la alta mar

con los pies, usándola como el termóforo. O,

utilizando un léxico más moderno, como calefacción

de suelo.

 

Escribo: El mar despacio, pero metódicamente,

acepta la derrota.

Se enfría; no es un mago

sino un imitador. 

 

Mientras toma el color invernal, en Selce* cerca

de Crikvenica* como sardinas con mis padres,

mi madre comenta: Te darán el cuchillo por

si no sabes comer con los dedos.

Y les quita las cabezas.

 

 

 

* Lugares en la costa adriática. (n. de t.)

 

 

 

 

 

 

TSUNAMI

 

 

Dejo la taza del té justo en el momento cuando

a la televisión la inundan las grabaciones del tsunami.

Comentas: La muerte de nuevo es un laureado.

Esta vez en Asia ha aplicado una de sus artes luchadoras. 

No estoy segura si las olas de la pantalla compiten

por su premio o si en su forma homicida

sólo bañan el Apocalipsis.

Agrego: Las envía la muerte. 

Cada ola escapada es su carta

y en verdad no sé qué dirán los grafólogos

cuando reconozcan los recortes de su manuscrito.

Hay mil combinaciones.

A través de ellas se comunican las orillas.

O orden y desorden.

O las lengüetas de intranquilidad y el centro dela Tierra.

Me preguntas: ¿Puedes imaginar una sirena

como en uniforme anuncia la guerra al fuerte vocerío de las olas

con su todavía más ensordecedor canto?

Y Ulises la evita.

¿Puedes reconocer la arena que lleva

la ropa de camuflaje y sabes que se le escapó

el recuerdo de Hitler y las guerras mundiales?

Te aseguro:

Dios desde el espacio sigue a todos los asesinos,

también a las olas de hoy,

ordenadas en la espuma.

Y sin el telescopio esa espuma se divisa

como maldito albor.       

          

 

 

 

LA EXTENSIÓN DELROSAL

 

Cada vez cuando la inquietud hechiza la casa,

sueño que las sillas de la cocina son

dos lápidas sostenidas sobre el amor

y parece que debajo de los azulejos están dos

pequeños túmulos.

 

La cocina está oscura y espero que un ángel

de nuevo me ponga la calma en los cabellos como un bálsamo.

Cuando apunta el sol a la ventana y miro mejor,

las rosas crecen del mantel,

se extienden por el encaje de la cortina y continúan

de repente verdes, y ahora, de flores apagadas,

a través de la baranda del balcón.

¡Como a fuerza borran las fronteras alcanzando y el jardín!

 

Las rosas caseras a veces escapan de la mesa

o les aburren los ejercicios cerca a la ventana

y hacen una corta excursión hasta la lavadora de ropa.

 

Aquellas de fuera en la manifestación del rosal

reclaman al patrón la falta de cascajo

en el sendero.

Y, sin duda, de vez en cuando son capturadas en la

ceremonia en la que reciben sacramentos

increíblemente secretos.

 

 

 

 

 

 

 

ANTES DEL LIBRO

 

Antes del libro la serpiente dejó su piel

y el árbol engruesó. La copa desabrochó

su sostén sin preguntar cómo reaccionaría

San Leonardo mientras se empina hacia el sol

del fresco en la capilla forestal.

Habría que traer el agua y poner fuentes

en la cascada, antes del libro.

El río educó el cañón y hasta su embocadura,

antes del libro, miles de veces enderezó su carácter.

Y el cañón, amainaba el movimiento al inquieto río.

Pero la creación del libro incluía y el Mediterráneo.

Se bajó de los Alpes al olivar.

Y ya antes del libro los pies de los árboles

tenían artrosis y se hicieron más inertes

de lo que son.

Antes del libro Dios en el Adriático prendió la radio

y el mar fue el altavoz.

Antes del libro, en Crikvenica la sopa preparada

por mi madre hierve tan gentil y silenciosamente

que ella ni siquiera la nota.

 

 

 

 

 

 

TRIBUS

 

Crikvenica* hoy tomó tres posas

para fotografiarse. Pero, Davor y yo queremos

pasear por el pequeño continente de Rab.*

Si ya hubiese atardecido y ya brillara del mar,

yo diría: un planeta diminuto en una galaxia

espumosa y oscura.

Pero, al mediodía Rab es un panal del que resaltan

cuatro campanarios.

Noto surcos celestiales, salvación de los agricultores

para que no se aburran cuando lleguen al cielo.

Para que holgazanear no sea lo único que hagan en su jubilación celestial.

 

Por la tarde la bahía de la isla es la almohada soleada

del diminutivo de Sahara. Solamente más tarde en la pantalla

de la máquina fotográfica se repetirá el verano

como si se tratase de fijar el querido trabajo.

Y unos meses más tarde parecerá que la máquina fotográfica

ha hospitalizado el verano. Le prolonga

la existencia para lo que hace pequeños pactos.

Como el pacto entre la playa y las esteras para tomar el sol,

El traje de baño y los granos de arena.

O el pacto entre la ola y la orilla; sólo el ojo inexperto

puede notar que los aliados se oponen

el uno al otro.

Como el verdadero Sahara ofrece escasa vida a sus

tribus, así y el diminutivo de Sahara

hace tribus de los recuerdos.

Estamos en el trayecto cuando ya oscurece.

Davor con mucha gana enviaría al gordito Lucero de la tarde

a  hacer ejercicios.

 

En Crikvenica comemos mermelada de manzana

y lavanda.

Para que las polillas no nos coman por dentro.

 

 

 

*Crikvenica  pequeña ciudad dela Costa Adriática(n. de t.)

*Rab – isla del Mar Adriático (n. de t.)

 

 

 

 

 

 

EL SAHARA AL QUE NO PREOCUPA EL COMPÁS

 

No sé delimitar dónde en la palma de la mano

empieza exactamente el Sahara,

se notan muy bien

los arrumes de arena que forman las dunas.

Pero, en este Sahara nunca hubo

cuarenta y nueve grados

cuantos los hubo cuando el guía

con el grupo anterior visitaba

las dunas al sur de Zafrane.

En el Sahara de mi piel no hay

ni vida, salvo que de vez en cuando

mis fatamorganas se mueven en él

como camellos.

En él, la lluvia a menudo duda

en caer o no caer; no tiene carácter

tan fuerte y tan austero como

en el desierto original. Simplemente

se olvida del compás.

En mi Sahara, sin embargo, es posible

acampar y levantar la carpa hasta de la sal de Pag*,

y no sólo de aquella de Chott El Jerida

del color rosa suave: porque en él

las distancias geográficas no significan nada.

Él devora saludos y contactos

como el Sahara original devoró

las rosas desérticas así que ya hace años

las consiguen los comerciantes; por una

en este momento regateo.

 

Pero no puedo encontrar la respuesta

¿cómo algo como es el Sahara se puede

de manera tan fácil trasplantar al tejido humano?

Ni ¿quién y por qué lo trasladaría justamente ahí?

 

 

* Isla croata. (n. de t.)

 

 

 

 

 

CUATRO GRADOS

 

Cuatro grados Celsius están reunidos

El uno junto al otro y tiemblan como

el yogur, huevo, mostaza y la leche en la dirección

www.nuestro.refrigeradordezagreb.hr*

Y no nos llevamos el frío con nosotros a

Bratislava ni cualquier otra cosa

del refrigerador.

Si a Dios le gustara el léxico moderno,

estaría segura que primero al verano,

y luego al otoño

los declaraba un exceso tecnológico.

Y que su Hijo diría:

Cuando compras el periódico al azar,

es como cuando las noticias te llegan

por  charter.

Cuando me confundo, trato

en la calle sacar de la lata la mañana

y espero la luz, como si ella

fuera su primogénita.

Que con miedo apenas se asoma allá

donde se encuentran los árboles desnudos,

en la dirección www.amanecer.com

Y cuando la oscuridad de nuevo los envuelve

en un lienzo demasiado grande, como ilusionista,

enmascarará estados completos,

y no sólo la autopista.

 

En Bratislava emborrizo

la pausa de nuestro guía por el Danubio

mientras observo el agua a través de la ventana.

Como si moviera la mano por el vidrio,

y no la muevo.

Como si quisiera enjuagar

La tierna tez de la niebla,

y ella se apega más

y al río y a la ventana.

Entonces el camarero trae la fuente con la sopa

y toma el cucharón.

Imagino como aquí en vez de él

está Jesús y Él nos reparte el calor de la escudilla

sin ni siquiera tomar la sopa.

 

 

* Hr – abreviatura de Hrvatska, Croacia en el croata. (n. de t.)

 

 

 

 

 

 

DEL RETOŇAR

 

La primavera no tiene el monopolio sobre el retoñar.

Así que en cualquier estación retoña,

por ejemplo, la lluvia.

Antes que ella, retoñó la ley sobre las nubes y el

tribunal celestial le dijo que cayera.

No por corrupción; fue legalmente válido

y decidido de que se le diera la posibilidad de la sorpresa.

De poseer su rumor.

De susurrar como fue arrancada de la conciencia

del mismo creador. Que cae sobre nosotros siguiendo

el mecanismo dado al paso del agua.

En cualquier momento puede brotar la inquietud

y florecer hasta que sus paredes no se desmoronan

en sí mismas. Hasta que tras ellas no se ven las paredes

de las que se puede, si es primavera,

quizá reconocer un lila en botón. O cualquier

otro retoño. Y toda ansiedad,

salvo las yemas, tiene su vejez desnuda.

Todo lo determinado por la medida de visibilidad

brota y se evapora en el recuerdo cósmico.

Sólo es dudoso el día del balance final.

Brota en cualquier momento de ansiedad.

Brotan las grietas. Y la inseguridad.

Y no está bien ni cuando crece el silencio.

Constantemente brotan las fronteras

y llevan alegrías a los campos de concentración.

Aquí las martirizan. Así que también brotan

los campos de concentración.

Brotan diletantes. Brotan esperas.

Brota el amor. Pero, esto es, además,

promesa.

 

De momento, el cielo de nuevo echa lluvia,

como el autómata bota las monedas

y tienes la sensación de que quieren pagar por su

prodigalidad. Ya demasiado en botón.

Tú sólo debes legalizar la lluvia.

 

 

 

 

 

 

LA CURACIÓN DELA LLUVIA

 

El verano en la rosa modela

sus orillas herméticas

a pesar de que la lluvia dejó de caer

y está en la clínica

levantada por la sequía.

En una clínica estable a la que desde hace semanas

barre el polvo.

Todo revuelto; porque el polvo

de repente se convierte en limpiador.

Se preocupa del orden de las camas del hospital

que desordena y revuelve el viento.

 

Pero, y al viento habría que curarlo

porque no está adaptado.

Habría que preguntar sobre sus derechos

en el sistema de salud celestial

e inscribirlo en la lista de espera.

 

La hierba frente al departamento siquiátrico

eligió la identidad de conquistador,

y sedienta pero erguida

se envalentona y parte a la batalla.

Se abate rápidamente y confirma que el imitador

no deja las huellas como el emperador.

No tiene fuerza porque hace ya mucho que la lluvia

altanera no ha poseído la pradera.

No tiene fuerza porque hace ya mucho que la lluvia

no ha pulido humildemente

sus verdes sables.

 

El verano como parturienta amamanta

y mima a sincopizado ritmo.

Omite la lluvia.

 

Cuando en el Adriático las gaviotas y las olas

bailan el tango argentino,

de manera inapercibida se mueva al menos

la pierna de un paciente

conectado a los prolongados cables

de la muerte.

Cuando él recibe la infusión de la música,

al menos por un momento se para

el reclutamiento de la muerte.

 

Pero la lluvia todavía tiene que superar la crisis,

no ve ni siquiera que el cielo y el mar

son reflejos del azul.

Los puntitos en la pantalla de la televisión del hospital

tratan de borrarle la memoria.

En la barata camisa de dormir dela Tienda China

creí que todas son vibraciones del universo

empezaron en la pequeña pantalla

en la pieza del hotel en Županja*.

 

* Cuidad en Croacia, en la ribera del río Sava. (n. de t.)

 

 

 

 

 

 

EL FUNERAL

 

Las conexiones aéreas son extrañas.

Primero,en la inmensa altura sobre el mar

las nubes esperan a sus vuelos postergados.

Sin miedo,

como si a ellos no acechara la muerte.

Tranquilas porque el cielo les ha profetizado

que el mar les hará homenaje con dignidad.

Cuando la nube cae,

la ramas súbitamente se elevan a las nubes

y abren un nuevo aeropuerto.

Todala Europadel sudeste está llena

de esos aeropuertos auxiliares.

Cuando todos los motores de las nubes se paran,

todo el horizonte se trasforma en

tentáculo con el que toca el oxígeno.

Y toma sin fin.

 

Pasado el chubasco, es el tiempo del entierro.

Ahora el mar se mostrará.

Mire, ya empezó a transformarse

y brilla como cera derretida, tan profunda

que ni mil millones de velas podrían crearla.

 

Ni el funeral pasó de la manera usual.

Mi marido quiso comerse entonces la ostra

la que quiso volar por primera vez

y demostrar que todo el universo

es un océano de interrogaciones y que logramos

percibir como tiembla

y nos convence que su vida le es posible

y en ese océano, pegado a una estrella.

 

 

 

 

 

 

ME HE CONTAGIADO CON UNA BACTERIA RARA

 

 

Se descascara el mortero en las ciudades frondosas,

y de él sale una bacteria desconocida.

Igual que Teseo encontró el camino del laberinto.

Con ella me alimento cada vez que compro

un paquete pequeño de dátiles esparcidos en el Sahara.

Y cuando mi garganta, en el momento de tragar,

está rellena de arroz asiático.

La consumo mientras el viento ayuda a la sombra

del lado izquierdo del bosquecillo para que ofrezca

a aquella del lado derecho

el baile celestial.

Esta bacteria me saluda como picazón

así que junto con la arena me ducho

en el inmenso baño del Universo.

Con una cuchara y un tenedor enorme mezcla

los léxicos y los paisajes en  mixtura diversa.

Si me observo, siento que es más peligrosa

que la venganza de Moctezuma.

Se extiende más lejos que la maldición de

Tutankamón.

 

Cuando surjo, gotas de agua brillan

en las orejas; son aretes del Atlántico.

Trataré de cambiarlos por los del Pacífico

y otra vez no tendré paz.

Reconozco, me contagié con una rara

bacteria que de mí hace viajero

constante.

Me dispersa por todos lados del mundo,

como si fuera una mina.

Hasta  acepto llevarla, así que soy

una especie de  mujer-bomba.

 

Me contagié con una rara bacteria

cuando me corté en la intranquilidad

y la cogí en vez del tétano.

 

Con las manos sucias me la embadurné por mi cuerpo

en vez de la hepatitis.

Por cuenta de ella espero si el muerto Miguel Ángel

gritará al mercante sobre la mala circulación

y el ciclón,

quisiera saber cuál fue el nombre de trabajo

de la creación del mundo,

vivo sutilmente los momentos cuando la oscuridad

borra los documentos de luz, toma el disco.

 

La bacteria con la cual me contagié

está lista a escenificar el fin del mundo

en mi cuarto en el que nadie

ya hace días contesta al teléfono.

Soy su rehén aunque me alegro

cuando me lleva y traslada a lugares maravillosos

de los cuales veo más clara el aura dela Tierra.

 

Sólo a veces me trae al mismo lugar

como si devolviera las vueltas.

 

 

 

 

 

LA PAZ SIN  PASAPORTE

 

La paz es trotamundo.

Pero, a menudo empaca sus bolsas de viaje

y abandona las personas y las tierras.

A veces, deja la maleta más grande.

Como que volverá. Pueden pasar años antes de que

cumpla la promesa que dio al irse.

Frecuentemente nos abandona en silencio. O quizá, habla;

sólo que entonces todos hablamos

un idioma diferente.

La paz es  nómada.

Recorre las distancias del Universo.

En algunos lugares constantemente la estimulan al cambio

de sitio, en otros la acostumbran a la comodidad, así que

difícilmente se levanta de la armonía de la arena o de la silla poltrona.

La guerra y la paz desatornillan y atornillan los tornillos de nuestra

duración, así que la paz también es un mecánico.

Y el poeta.

Con el movimiento armonioso de la lengua

da ritmo a las olas.

Acomoda la ladera como almohada para los animales,

con el viento hace el masaje a la columna de las plantas.

En medio del monzón la paz sólo puede escribir

leyes solares. Adoptar alegres reglamentos.

Ella pasa las fronteras sin pasaporte,

engaña a la policía de la frontera que no la puede detener.

Cuando cambia de casa,

como que truena la cantera celestial.

Y en realidad, alguien ha minado la paz.

 

 

 

 

 

 

VUELOS

 

En algún lugar cayó un avión más.

 

En poco tiempo las hojas caerán de las ramas.

 

En el suelo del corredor cayó la lámpara de techo

y el maestro trata de fijarla de nuevo.

¿Porqué lo hace? le pregunté.

¿Acaso no es otoño también para ella?            

 

Un mosquito aterrizó sobre la pared del baño

y ya levanté la mano y quise

pegarle con un pedazo de papel.

Pero pensé que ya pronto volaré

a ciudad de México y a Guadalajara y ¿qué

ocurriría si los gigantes dedos de la tormenta

aplastaran el avión?

Bajé la mano, sin embargo, esta mañana

ahogué una mosca en el borde de lavabo,

y quisiera con happy end sobrevolar

el Atlántico.

El viento casero me trae una hoja de abedul

a través de la ventana.

El verano en Croacia no triunfará por mucho tiempo

en las elecciones, y a causa de los cambios climáticos

las coaliciones son cada vez más populares.

¡El frío llegará a ser presidente!

 

 

 

 

 

 

PARÍS – CIUDAD DE MÉXICO

 

Volamos sobre el Atlántico.

Y para Željka y para Diana es difícil estar sentadas tanto tiempo,

aunque están cerca de la ventana.

Sólo vemos las nubes y sentimos

que estamos en los cielos sobre los que

antes del viaje hablaba con D-or:

Y ustedes,  mujeres  llegando a Dios,

 criticarían el polvo.

Lo fastidiaran porque no lo han limpiado bien.              

 

Desde las alturas brillaba el sol

y los viajeros bajaron las persianas sobre las ventanas.

Y apenas ayer se extendía

sólo desde nuestra sala

e iluminaba el balcón y

las lámparas apagadas de la calle de Radić.*

¿Dejo  el sol en el cuarto?

me preguntó mi marido.

Dudaba sí apagar la bombilla

antes de llevarme en coche al trabajo.

 

Cuando el mexicano del lado derecho

levantó  la cortina,

me pareció ver el océano.

Miré a D-or.

Y, pedantemente, de manera femenina,

noté las partes sin planchar

en su suéter.

Pensé: cuántas partes sin planchar encontraría

en los pliegues de las nubes

y en el Atlántico, en las crestas de las olas.

Cuando abrimos las bolsas de viaje,

me sorprenderé; cuántos

pliegues del suéter de D-or se han multiplicado

sin sexo en las camisas arrugadas.

 

 

*Stjepan Radić (1871-1928) – político croata, líder del Partido Campesino Croata, asesinado en el Parlamento  en Belgrado  (n. de t.)

 

 

 

 

 

 

BANDADAS

 

Y los vientos pueden volar en bandadas sobre Europa.

Cada vez que enloquecen, la ciencia sobre ellos empieza

a ser más importante.

A Europa ha sido contrabandeado un huracán,

justo de la misma manera como antes de él fue transportado el

gusano de seda.

 

Soy infiel a Europa al pensar como D.

inclina la botella con te verde, la apoya en

la boca y rocía el Sahara ya familiarizado

en el estomago.

 

Debe ser que el huracán se aburría terriblemente

si sopla tan salvajemente sobre Francia y España.

Sin duda, por el cielo lleva y espanta

las mansas bandadas de ángeles y lluvias.

 

Y yo soy infiel a Europa cuando reconozco que en

mi ojo con la luz de la luna caen las sombras de Teotihuacán

y algunas de ellas me magullan como a una mosca.

Y luego durante el día se evaporan en el sol.

 

Y soy infiel a Europa y mientras D. lee las secas

noticias de Zagreb y en su voz

reconozco El Castillo, Chichén Itzá.

Dos veces al año a través de la pirámide cae

la sombra de la serpiente sinuosa.

Pero no tengo que ser experta en astronomía

y en matemáticas como los mayas

para calcular dónde y en qué posición

debemos sentarnos para que por nuestras caras

serpentee  la sobra de la nostalgia.

Sobrevolaban sus bandadas.

Hasta todala América Latina.

 

 

 

 

 

 

YUCATÁN HA RENOVADO LAS PLAYAS POR LOS CUERPOS

 

Y los silencios se reconocen entre sí por su rango.

La piedra es un ciego de cuerpo liso.

Sólo la luz transforma las lengüetas de las olas

en  procesión visible que pasa el Atlántico

y trae el sonido.

Yucatán ha remodelado la playa según nuestros cuerpos.

Tantas bahías que las olas difícilmente encuentran

las escaleras secretas y por ellas hasta más fácilmente suban

con voces o el crepúsculo que por la piel.

 

Y aunque reconoce y en la oscuridad,

Dios en el alba de nuevo aumenta la luz.

Y es el único que no necesita espías

o a quien nadie le pregunta por qué

ha elegido justo esta parte del día

para tal cosa.

Creo que podría conservar una única

expresión, como si el rostro fuera un fósil,

a pesar de los cambios enla Tierra,

en el Universo.

Pero no quiere.

Es suficiente que se incline sobre alguno de los mares

y en cada isla reconoce al pájaro

que así como así decidió quedarse ahí.

Y se entrega a la placidez.

 

 

 

 

 

 

CANCELACIÓN

 

Pasó ya el tercer día y el maestro no llega,

y nuestro tanque de inodoro chirrea como encuentros entre mafiosos,

la crisis económica o la guerra en Gaza.

Probablemente lo oyen los vecinos en el momento

cuando el año se aleja del presente

y se casa con la historia.

Los vecinos probablemente oyen su voz como

escuchan las voces de los adúlteros de las telenovelas

o las voces de los locutores que hablan de los adulterios

de la democracia.

Justo el tanque del inodoro le da de baja al año

y anuncia un adulterio más.

Imagino que el invierno ha escondido en él

una reserva de la niebla, parte de su tesoro,

así que el chirrido es protesta contra el clima tropical

y el falso mar caribeño en la tina del baño.

 

Corté el pan de maíz.

Me pareció que junto al seco cuchillo brilló

una gota de agua, lago minúsculo.

Lo anima para que no se seque,

que por un día o dos sobreviva el  abatido año.

Pero, ¿quién en vez de él revocará a los reclutas

que todavía le creen?, ¿quién romperá con los refugios

y acabará con asilos a los que les había obligado?

Paso por él como por cocina mexicana.

Todas sus frases insubordinadas son tacos

inflexibles.

Las frases subordinadas son tortillas más blandas,

que, adaptándose, se envuelven alrededor de los acontecimientos

como alrededor del relleno.

 

La falta del plomero motivó

al tanque de inodoro para que con su chirriar

introduzca la intranquilidad

y en vez de los sociólogos, jueces

o trabajadores sociales separe las palabras inadecuadas

de las adecuadas.

Para que haga inventario como los mercantes.

Que dé el golpe de gracia a este año arrugado.

Porque, todos los relojes, como Judas,

ya  lo delataron al nuevo patrón.

 

 

 

 

 

 

INQUILINO DEL INVIERNO

 

 

La ciudad dejó crecer su cabello carnavalesco,

estalactitas heladas.

Los presentó como tumores benignos.

Casi es perfeccionista cuando quiere

adaptarse a las reglas de conducta del invierno,

es inquilino que respeta las reglas.

Pero, todo con aspecto de tumor,

suena mal.

Zagreb podría disfrazarse de manera más ingenua.

¡Qué lindos son los troncos,

envueltos de musgo y nieve,

a la luz del mediodía!

Y mientras pienso en cirugías,

D. cambia el programa de televisión y como

un cirujano quita un anuncio antipático.

Me hace un guiño: ¿Lo arreglé, qué dices?

Respondo:

Ahora espera que por lo menos cinco años

no aparezca en ningún programa.

En este caso quizás te crea que no hizo

metástasis.  

 

 

 

 

 

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