España en su poesía: Benjamín Prado

Presentamos, en el marco del dossier de poesía española contemporánea, un acercamiento al trabajo del poeta, narrador, ensayista Benjamín Prado (Madrid, 1961). Ha merecido distinciones como el Premio Hiperión,  el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla, el Premio Generación del 27. Ha escrito también aforismos y biografía sobre Carmen Laforet y también sobre Rafael Alberti.

 

 

 

 

 

DEFENSA DE LA POESÍA

 

Del desorden del mar

surgen los bosques

del sonido de un bosque de octubre

el escarlata

caudaloso del sol

Corre el viento y la hierba fue una vez una ola

y el rosal fue una vez un gallo herido

 

Todo eso es la verdad

es la verdad como cuando alguien dice

hoy es lunes

la noche ha sido oscura

y los perros ladraron al llegar la tormenta.

 

Es la verdad

como cuando alguien dice

la lluvia es un dios de oro

y el invierno un león blanco en la piel

 

Habla sin silenciar el nombre de las cosas

dice Antonio Machado

y hay versos como ese que corren por nosotros

día y noche

como los ríos por un país

 

Miro la tarde helada

toldos verdes

y terrazas vacías

la miro de esa forma en que el poeta escribe

no es fácil alejar los sueños de los lobos

o el niño herido lame la sangre de su mano

o el cocinero inventa blancas flores de harina

 

Miro la tarde

escribo unas palabras

sobre el mar

sobre un bosque

y esas palabras son como la huella

que primero fue parte de la nieve

después

parte de un río

 

Palabras que querían ser gaviotas

pájaros solitarios

que propagan el sol

 

 

 

 

 

ESO NO VIDA MÍA

 

Eso no, vida mía,
eso no voy a dártelo
yo que te lo doy todo.

Los abismos sin vértigo,
La luz sin quemaduras.
La pasión que es un tigre que salta un aro en llamas
Las mentiras hermosas como camaleones
que fingen el color de la verdad.

Eso no, vida mía.

Las sábanas que llevan a calabozos blancos.
Los triunfos que consisten en sumar dos derrotas.
La lealtad con heridas.
La paz entre cuchillos.
El corazón que exige una balanza.

Eso no voy a dártelo.

Yo que soy por ti el agua que regresa del hielo;
la roca que una noche despertó siendo estatua;
yo que te doy mi vida;
yo que quisiera darte hasta mi muerte;
eso nunca,
amor mío.

Eso,
no voy a dártelo.

 

 

 

 

 

 

LO MISMO Y LO CONTRARIO

(Rafael Alberti 1902-1999)

 

Lo contrario de un hombre limpio es el agua sucia.

Lo contrario del mar es una mujer ciega.

El que derriba un puente, construye un precipicio.

Las cicatrices son golpes que no se olvidan.

 

Hay verdades sin límite y hay cosas que se acaban:

Los ríos son Machado.

Yo te amé a tumba abierta.

Los alacranes brillan a la luz de la luna

y después son, de nuevo, venenosos y oscuros.

 

Es así, tan sencillo.

 

Luchar por las cenizas es renunciar al fuego.

Una palabra dicha es un pájaro que se vuela.

Tu muerte está debajo de mi piel,

lo mismo que un insecto en un vaso volcado.

 

¿Qué más puedo decirte?

Que yo te amé de Norte a Sur, sin fondo,

con uñas y con dientes,

sin secretos,

sin trampas.

Que no he querido oír una vez más tu voz,

ni mirar nuestras fotos,

ni verte acariciando con tus dedos azules

a los perros que comen las sobras de tu vida.

 

Yo sólo quiero oscuridad y humo.

Yo he venido a decir

que te he olvidado;

que volveré a olvidarte cada día,

cada uno de los días de mi vida.

 

 

 

 

 

 

MARÍA Y EL FANTASMA

 

Existen ciertas noches en las que Ángel González

olvida que está muerto

y entra en casa,

enciende un cigarrillo,

jugamos a poner las cartas boca arriba.

 

Si me ve melancólico,

se enfada;

dice que la tristeza es de cobardes;

que el equilibrio sólo lo merece

quien sabe negociar con la caída;

que me ponga de pie

y vuelva a la pelea.

 

Si hablamos de política,

sostiene

que en España

eso es el arte

de hacer de la otra orilla lo contrario del río.

 

Si me pongo a escribir,

me exige que mis versos

nunca dejen atrás a sus  poemas;

que no salga a cazarlos y espere a las palabras

que vengan

a leer

en ellos

su destino.

 

Y si le hablo de mí,

dice que no me fíe:

-Pregúntale a los otros, para saber quién eres.

 

Él ya no es tan callado como cuando aún vivía

y yo sé que no estar en este mundo

no es razón suficiente para que no te escuchen,

para que no te crean.

 

Si le hablo de nosotros

me dice que recuerde

que el amor es un ciego con un arma en la mano

y me ordena que corra hacia las balas.

-No lo dudes: María es tu respuesta.

 

Te aseguro que hay noches en las que Ángel González

no recuerda que ha muerto

y se sienta a mi lado

para hablarme de ti.

 

 

 

 

 

ESCRITO EN LISBOA

 

Decía que se escribe porque existir no basta

y que él pasó de incógnito a través de su vida;

que ser poeta era su forma de estar solo

y que se sintió siempre

vencido igual que alguien que sabe la verdad.

 

Al lado de su estatua

le he contado a María que Pessoa soñaba

estar lejos, aparte de quien era;

que construía ruinas

y que algunos le llaman

el arquitecto de lo inacabado.

 

Creía que esconderse era ser libre

y que cerrar los ojos lo apartaba del miedo:

-Cambia por vino el dulce amor que no tendrás.

 

Ayer vine a Lisboa

porque era la ciudad de ese hombre triste

que sólo peleaba para huir del combate;

que pensó que quien calla es dueño del silencio;

que no necesitaba más que siete palabras

para contar su historia:

-Envidio a todos porque no son yo;

 

y hoy me marcho seguro de que no cambiaría

sus versos negros por la marca blanca

de tu anillo en mi piel.

 

Prefiero estar contigo y que me olviden

a escribir una obra maestra en la que cuente

que aún no te he encontrado

o que ya te perdí.

 

 

 

 

Datos vitales

Benjamín Prado (Madrid, 1961) escribe novela, ensayo, biografía y poesía. Ha recibido diversos premios, entre los que se encuentran el    Ha escrito los poemarios  Un caso sencillo (1986); El corazón azul del alumbrado (1990); Asuntos personales (1991); Cobijo contra la tormenta (1995) Todos nosotros (1998), Iceberg Marea humana. Ha escrito con Joaquín Sabina las letras del disco Vinagre y rosas.

 

 

 

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