Foja de poesía No. 064: Thelma Nava

 Thelma Nava II

A continuación un viaje por la poesía siempre reveladora de Thelma Nava, una voz importante en la tradición lírica de Iberoamérica. De notable trayectoria ha recibido premios como el Ramón López Velarde y la presea Rosario Castellanos.
 

Las señales

 

¿Acaso era necesario decir que las señales del amor

eran tan evidentes como el sello que llevaba en la frente el acusado

como la ola invisible lamiendo el ala de nuestro corazón?

¿Acaso necesitábamos preguntarnos qué era lo que nos acercaba y nos hacía

     rechazarnos,

serpientes agonizando en nuestro propio laberinto?

 

Todo nacía de madrugada, con la avidez del que espera uno y otro día

en silencio la partida, la ruptura del círculo,

el imposible beso de la figura de barro que nos llama.

 

Todo nacía en verano, donde la realidad y el sueño se confunden

cogidos de la mano del absurdo, de lo que no es jamás regreso

de la siempre partida hacia otra parte.

 

Día que aguardas el silencio de la luz construyéndote

y  llegas atónito ante las puertas que te fueron negadas.

 

 

 

 

Para quien pretenda conocer a un poeta

 

Es difícil conocer el corazón de un poeta.

A primera vista resulta fácil doblegarlo por la vanidad,

ensalzarle y hasta aprenderse de memoria unas cuantas líneas suyas.

Caminar a su lado y sostener el mar con la mirada

hablar de ciudades irreales,

adivinar su amor y sus costumbres,

su vida cotidiana, sus odios y rencores.

Penetrar el secreto de su técnica

llegar a sus orígenes.

 

Pero ¿quién, bajo la lluvia, es capaz, sabe realmente

cómo es por dentro ese cuerpo tembloroso, amoroso,

maldito, blasfemo o perseguido de un poeta?

 

 

 
Ven

 

Ven

ayúdame a insertar mi corazón en la tapa de este libro

enciclopedia donde en cualquier momento puedo leerte

manual de fórmulas para ahuyentar la tristeza.

 

Ven

ayúdame a olvidarte

a no seguir buscando

la mirada que pusiste en mi rostro

cada minuto diferente,

ayúdame a olvidar nuestra hermosa soledad

de animales en celo.

Si tú me ayudas

te prometo no salir a buscarte en los espejos

o en el fondo de la taza de té.

 

 

 

 

Para nombrar a España con amor

 

País que venías a mi encuentro sin sospecharlo

(¿o era yo la que caminaba hacia ti?)

que estuvo siempre detrás del mar, con su aliento de sal y el deseo de la primera

     golondrina.

Es posible que un día me reconozca en ti, en tu olor de semillas, en tus flores recién

     cortadas,

en tu morada donde la libertad me reciba como a un huésped deseado.

 

Es posible.

 

¿Golpearía yo a tus puertas si no te amara?

 

 

 

 

Petrópolis bajo la niebla

 

Porque no era válido salir a buscar el fuego del mar

detuvimos los pasos frente a la tarde campana llamando

golpeando a las puertas de la ciudad abierta que aguardaba nuestra llegada en su

     vaivén de niebla.

 

El sol deshecho del día atravesaba las palabras del descubrimiento

de las primeras hortensias en la ciudad sin prisa

donde todos los relojes parecían dejar su marca inmóvil.

 

Bajo el cielo amor bandera abierta buscábamos

una señal desnuda como el rostro del amor

como el amor que se desnuda en las mañanas del amor.

 

Lejos de la bahía regresaban los pájaros

sorpresivamente

como vuelve la forma del poema a los labios del poeta.

 

 

 

 

Presencia de las islas

 

Como un cortejo cabalgando a solas surgen de la niebla

¿Quién alimenta su esplendor que ninguna tempestad oculta?

De las islas sube algo parecido al deseo.

Casa viviente en el mar

las islas

animales fantásticos

esperan su ración de ostras.

 

Para mi corazón una isla iluminada con el brillo del mar

una isla

como espada

atravesando la llanura marina

una isla

multiplicándose en su pequeña geografía

una isla

grito a solas

jardín para romper la monótona presencia del mar

la insoportable presencia

de una soledad frente a sí misma.

Allí

abajo

fruto

corteza en movimiento

la forma de las islas:

última tentación de los navíos.

 

 

 
 

Otra vez España

 

Tu nombre suena en mis oídos extraño y cercano

como el murmullo del mar, ebrio de vida.

¿Cuál es la canción que todos cantan, cuál es la verdadera,

la que viene de las minas y es tan grata a nuestro corazón

como la tierra fértil, como los viejos libros de caballería o esas voces

que no podemos recordar del todo y permanecen aún en nosotros?

 

No pregunto por las luces de tus ciudades

(siempre he mirado el rumbo secreto de las luces en los altos balcones)

 

No tengo ningún antepasado allí nacido

(mis remotísimos antepasados llegaron de Italia).

Cantaré contigo el amor de todas las cosas simples

en un cielo que adivino purísimo en otoño y azul

como el sitio donde edificaron los antiguos nuestros templos.

 

 

 

 

Canciones

 

                                   I

                                  

Todos los días sucede:

la luz se muere

en el olvido.

La soledad no basta

para llenarnos.

 

                                   II

 

Todos los días se quiere

lo que está lejos.

Lo que la mano toca

ya no nos duele.

 

                                   III

 

Una palabra basta

y ya es distinto.

Ven y dímela quedo

junto al oído.

 

 

 
 

Mi corazón

 

Mi corazón a diario se pregunta

¿dónde va? ¿qué lo limita?

Si lo limita el aire, estalla.

Si lo limitas tú, arde sin tregua.

Mi corazón es, pues, ilimitado.

 

 

 
 

Del vuelo

 

Cada ángel tiene su propio vuelo.

Cada noche tiene su propio amor.

 

Si el vuelo es el principio de la danza

allí en la danza se recoge el ángel

se recrea y se libera.

 

El ángel es la danza y el vuelo de la noche.

Es el ángel callado lo que más se parece

a lo que tú no dices.

Tienes miedo del vuelo, de la danza y la noche

del demonio de vidrio

que te acecha y domina.

 

Corazón solitario, desesperado y mudo:

¡intentaste ser ángel!

 

 

 

 

Resonancia de Amalfi

 

Empieza a deshielar en el trayecto a Amalfi.

Alabado sea el día en la costa que el Vesubio resguarda.

Somos seres anónimos que se traga la tarde.

Nos trastornan las altas cúpulas de la catedral.

Los pasos en la nieve son circulares siempre

al igual que nuestros deseos, más allá de la utopía.

El mar es verde-azul bajo los acantilados.

Nos alimentamos de una sopa de aromados peces.

Bebemos vino en silencio.

Al anochecer regresamos a Nápoles

sin haber visto nunca Capri.

Las olas continúan su cortejo a la costa

como ubicuas serpientes marinas.

 

Nada es permanente.

 

 

 

 

Ellos llegan de noche

 

¿La poesía? Un caracol nocturno

en un rectángulo de agua.

José  Lezama Lima

 

Los saqueadores atisban detrás de los espejos.

Oleajes transparentes asoman en la noche

sus conchas irisadas, caracoles ocultos, corales fantasmas.

 

Los pasos voluptuosos recogen las arena nocturnas,

la intimidad de la palabra secuestrada.

Vienen y van, navegantes de las altas mareas,

origen de la vida, gozo imperfecto.

 

No son ellos los oficiantes, los creadores de imágenes.

No volverán, pero su huella en los tapices

te dará la certeza de su extraña presencia.

 

 

 

Daguerrotipos

 

I

 

Una niña de pie, sobre un taburete de paja

apoyada en un falso tronco

mira tristemente a la distancia.

¿Qué es lo que sus ojos contemplan sin asombro?

Con la mano izquierda sostiene

un cesto de flores de seda.

Su larga cabellera, su tímido fleco que cubre la amplia frente

que todavía no conoce su destino

despierta en mí de pronto umbrosas sensaciones

detrás de la memoria.

Su pequeña figura de dos años

lleva unas medias oscuras y un amplio vestido de organza que imagino blanco.

 

No es en verdad una niña:

es mi padre vestido al gusto de la abuela

a principios del siglo pasado.

 

 

II

 

                                                                                              A mi madre. 

 

Sonríes en el daguerrotipo que congeló tu imagen.

No has sucumbido al paso del tiempo

mientras eres testigo de cuánto hemos cambiado.

El arco de tus cejas parece indicarnos

las intenciones que tu mirada no revela

lo que tú no sugieres en ese rostro de anguloso trazo.

Tu pasión contenida en ese instante captado para la eternidad

es tu victoria, aunque nunca lo supiste.

 

 

           
 
 Mi mano se transforma en la diestra de Mahler

 

¿Por qué mi escritura se mimetiza al punto de que mi mano se mueve

de acuerdo a las circunstancias, al ser que tengo más cercano?

 

Alguien parece sugerir los rasgos

de una diminuta letra que no es mía y que dicta la sombra.

Soy ahora la mano de Mahler

y empiezo a describir el oído del árbol

la anticipación de la belleza eternizada en la piedra

en pequeños y lentos movimientos.

 

El crepúsculo adormece las notas de la pasión.

Mi mano celebra el esplendor lúdico de la inocencia.

 

El allegro ha dicho la última palabra.

 

 

 
 

Ramón López Velarde

 

Una mañana irrepetible me sorprende en tu casa de Jerez.

Me asomo al viejo pozo en que mirabas crecer

con devoción tu infancia.

La foto del niño Ramón que fuiste

me reta a cortar una naranja

en el patio interior de tu morada.

Lo hago a hurtadillas. Huelo su aroma y la guardo en silencio.

Ahora se ha empequeñecido.

En ella caben tus recuerdos más íntimos

las contradicciones de tu vida

y los demonios que nunca te vencieron

y arrojaron tus 33 años

a rodar por esas calles empedradas a las que siempre vuelves.

 

Tu rostro adulto en los salones de la casa

desde los baúles que ya no están

nos mira siempre llegar como en un ritual sagrado.

Este pequeño fruto de tu huerto acompaña ahora mi vigilia

y resguarda tu nombre

mientras afuera el mundo cae.

 

 

 

 

Tus ojos

 

Déjalos caer

resbálalos

por la pendiente del alma

para que sólo

de lo necesario

se den cuenta.

 

 

 

 

Breves cantos a la rosa

 

I

 

Es la rosa-pasión iluminada.

No la detiene nadie. Ni la noche

logra apagar el oro de su fuego

ni su reflejo fiel en los espejos.

 

II

 

Es la alquímica rosa, la perfecta

la de pétalos siempre suspendidos.

Que en pasiones secretas se consume

junto al fuego invisible que la estrecha.

 

III

 

La rosa del espacio que no cesa

de contemplar el paso de los astros.

Rosa de amor de un cielo inalcanzable

envuelta en el cristal de su misterio.

                         

 

 

 

El Faro de Oriente*

 

¿Qué parte del cielo o de la tierra contemplas

mientras nosotros somos tu oído y tu tacto?

Como barcas extraviadas te encontramos

en tu lecho terrestre y amoroso.

Ambares líquidos apenas entrevistos

envuelven ahora nuestros sueños.

Recobramos el oro de la vida

y te ofrecemos en silencio

los afanes de nuestro corazón.

 

                        *Fábrica de Artes y Oficios en Ixtapalapa, D.F., en el Oriente

                         de la Ciudad de México.

 

 

 

 

 El innombrable

 

La sombra fue

siempre la sombra

el halo que tu imagen me dejaba.

Desterrado de mi paraíso

libre por fin de ti

de tus congéneres

emerge finalmente

tu verdadero rostro.

 

¡Cuánto afecto, mi Dios, desperdiciado!

 

 

 

 

Lope de Vega 510

Primera evocación

 

para Efraín Huerta

 

Repentinamente

el desierto edificio

barca mecida bajo el ámbar de la tarde

sin paredes frontales que resguarden los sueños

ni ventanas que celebren el nacimiento de los días

es apenas una luz, un parpadeo

un invisible reflejo en los espejos ausentes.

 

A pesar de todos los relojes

sagradamente habitan en ese paraíso conquistado

-detrás del ojo que no puede mirarte-

todos los fuegos de tu espíritu

encendidos en tus días terrenales

y el esplendor del agua viva de tus manos.

 

Estás en esos recintos interiores

que algún día fueron nuestros

en las voces y silencios evocados

junto a los breves espacios de la dicha

donde renacen ahora tus poemas

como soles antiguos en la estación del viento.

 

 

 

 

En el límite

 

a Luis Ignacio Helguera, in memoriam

 

Justo al borde

no hay regreso

se rompieron las reglas

            no establecidas

cambio de juego

¿qué escucharon los silentes espejos?

¿acaso el grito

            el último

o sólo simplemente el resbalarse

contra un muro de tezontle?

Esa sombra invadiendo paulatina

los espacios del cuerpo.

No existieron invocaciones o blasfemias

sólo un desasosiego invasor

que rompió la mañana

o la tarde de la desesperanza.

 

 

Datos vitales

Nació en la ciudad de México, D.F. en 1932. Fue cofundadora, con otras escritoras de la revista El Rehilete y con el crítico e investigador Luis Mario Schneider fundó la revista Pájaro Cascabel y la editorial del mismo nombre. Participó también en la dirección colectiva de las revistas Manatí, Xilote y La Brújula en el Bolsillo. Ha publicado a lo largo de su vida poemas en suplementos culturales y revistas literarias de México y el resto de América Latina, así como España, la India y Canadá. Ha sido incluida en cerca de treinta  antologías, nacionales e internacionales,  entre ellas Poesía en Movimiento del poeta Octavio Paz. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués y búlgaro. Obtuvo en 1962 el Premio de Poesía Ramón López Velarde y la presea Rosario Castellanos de Chiapas. Entre sus libros publicados se encuentran La orfandad del sueño  (1964), Colibrí 50 (1966), El primer animal (1986),  El libro de los territorios (1992). Antología en la Serie Material de Lectura de la UNAM (1992), El verano y las islas (1998), Paisajes interiores. Col. ¿Ya LEÍSTE?. Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (2000),  El primer animal. Poesía Reunida, 1964-1995, Conaculta , Cuarta Serie de Lecturas Mexicanas  (2000), Los pasos circulares. Antología personal.  El Cocodrilo Poeta, Col. Monte Gargano (2003) y Para volver al mar, Cuadernos de Caridemo, Almería, España, 2004.

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