Foja de poesía No. 185: Tadeus Argüello

Tadeus Argüello

A continación, una muestra de la poesìa de Tadeus Argüello (Querétaro, 1983) quieh ha sido becario del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Querétaro y becario del Centro de Estudios Cervantinos “Eulalio Ferrer”(2008-2009)  Ha publicado: Versus (2002) y La Patria más Profunda (2006).

 

Voltaire camina por el puerto de Dover

 

Dentro de pocos días

habré partido hacia Londres,

sin preguntarme

por qué las aves

se desprenden del cielo en el aire.

 

Pienso en mis palabras.

Cómo arden los ojos

de los demás hombres

desde los gastados signos

que su miedo dispone a olvidar.

 

El terror que mis enemigos

les depara esos textos

que, si bien nacidos

en el ocio, vuelan

en ese arranque de página

frente a la búsqueda de la libertad ignorada.

 

Por eso justifico

el camino que rompo

en medio del rencor y desprecio,

la herida del agua

en la escritura de la noche,

como Tales de Mileto al estudiar

su nombre en el fondo del agua.

 

En el puerto de Dover

el aire es el exilio que ya nadie respira.

 

 

 

Cuando estoy en mi cuarto

Cuando estoy en mi cuarto
y esa niebla se contrae y se extiende sobre mis brazos,
pienso en cómo sería increíble depositar mi cadáver sobre una plancha de hierro,
así la lluvia podría arañar débilmente cristales rotos, el agua verdinegra,

la flor que sube hasta mi boca.
Así los recuerdos podrían flotar en este desorden de botellas de plástico, colillas, servilletas con semen.
Así mi nombre podría respirar como una rata alejándose de un bote con vísceras.

Detrás de estas letras que desoyen la melodía que carcome en pedazos mi nariz
yace un impostor,
un cretino que apaga la luz para entrometerse en un camastro,
mientras la noche se descompone en su cuerpo trazando un cuchillo de niebla que acaricia sus párpados,
mientras el tiempo despelleja sus sueños, imágenes perdidas que punzan en su cabeza
con un sordo tam-tam que se enreda en los músculos,
¿Penetra el aceite en cada herida donde me identifica el polvo entre las costras?
¿Es la memoria la que se repliega frente a la opaca luminosidad de la sangre?

En esta meditación borrascosa, en esta idea que sumerge instantes colgados contra mis uñas,
quiero pedir a mi silueta una paradoja menos libre a la que pueda sostenerme,
ese mapa acerca de los puntos clínicos por donde debo ayunar hasta el hueso,
aunque siga enredado a esta humedad, a estas paredes, a este ritmo donde mi cuarto sigue a oscuras, contra aquella luna espesa que brota desde las sábanas.

¿Estoy realmente en este cuarto viendo como palpitan mis plagas por el aire?
Agarro mis sucias mantas para atravesar esa comarca del insomnio,
este delirio que atraviesa las verdes estatuas de mi poema,
pero el día sumerge sus navajas siempre y cuando detenga mi nombre en su rostro,
en mi cuarto a donde nadie me llama, a donde la niebla repite este cansado monólogo,
En mi cuarto donde el día y la noche por fin desgarran sus sílabas en una plancha de hierro.

En mi cuarto el lápiz sólo escribe sombras.

 

 

 

Sonámbulo 

 

En esta búsqueda a la que el cuerpo nos arroja,

hunde sus pisadas esta humedad que lame los vértices de mi espalda,

mientras el smog determina los peces que caen del suelo hasta los tenues      

[laberintos de la azotea.

 

En esta búsqueda a la que tu nombre me arroja,

obran las calles para nadar de espaldas entre los negocios cerrados,

en donde tu rostro es una suave competencia entre rasacacielos,

un trayecto insípido que va desde mi cráneo hasta la tosca circunferencia de tu garganta.

 

No, no hay más llamadas telefónicas de túneles sin memoria, de gatos podridos en la  

[banqueta, de hombres fumando afuera de la fábrica.

No, no hay más que mi sombrero recuperándose en una vieja revista pornográfica.

No, no hay más que tu recuerdo en los recibos del telecable.

 

Solo, desde la punta de mis monedas hasta la lujuria del abrelatas,

camino arrancándome los números de tu nacimiento,

el escarnio de tu sombra masturbándose en mis cigarrillos,

esa lentitud de tu verbo entre las falanges de la lluvia.

 

¿Hay más vísceras como agujetas en los bolsillos del ahogado?

 

En esta búsqueda a la que la desesperación nos llama,

deja, deja que me atropelle el aroma de este boleto de avión,

con un toque sutil hasta los dedos, hacia tu garganta,

donde el aire podrido -el poema- no tiene ya que decirme.

 

 

 

 

Preludio de la vista

 

 

La tarde es sólo espuma en el ojo,

arrecife de la aparición,

                                   secreto

desde la imagen misma:

                                    transparencia;

no ver, ser la mirada misma,

                                           opacidad

cerrándose en la cripta del párpado.

 

 

 

(el acto mecánico de mirar)

 

 

el acto mecánico de mirar

la cuadratura que cercena los puntos rojos del láser

es el reflejo que te predispone

sobre el camino del entendimiento

ese charco de aceite enterrado en la córnea

o es la opacidad el mutismo

clave de sombra en mancha corpórea

que al detener la vista

argumenta en morosa dialéctica

la estafeta de humo en los ojos del creyente

 

si supieras cómo es el rojo

la nave que al encallar esconde su desastre

simetría de la luz entre la sombra

forma concéntrica el malestar la barbarie

azul verdinegro enredándose en las membranas

espera a que venga el estallido la indiferencia

esa otra carne del pensamiento

a restituir el acto pecaminoso de compararte

 

el acto mecánico de mirar

consiste en desviar los puntos que ves

en la parte superior de los cuerpos

mientras el vértice fija chasquidos de sangre

coágulo porque lleva su nombre de piedra

lugar seco fértil

agua de rocas

manantial de la ventisca

en todas partes / omnipresente / hacia ninguna parte

observa la desesperación ese gran puño de niebla

cómo hierven los tuyos a la intemperie

esa negra comitiva de ceguera en ojos abiertos

 

 

 

II

 

una vez dijo goethe

(en franca charla con albert caraco)

el azul es la nada

espina abisal en la boca del ahogado

bocanada territorio transparencia

el tránsito de la luz

hacia los negros árboles de la página

presenta el sonoro cuerpo del detalle

obligada relación de padres e hijos

genealogía porque llevas entre los dientes

el eco podrido de tus antepasados

 

del eco a la mirada hay un solo trazo

la premeditación del cuchillo –si quieres albert-

por debajo de la tráquea

o por encima de la obligada respiración

en los cortes sintácticos del objeto

experimenta el doble filo de la mirada

el eco de la imagen ha muerto tú lo sabes

no fue el estallido ni la rota marea de los cuerpos

disección elástica en la comisura del sexo

fluidos que son esa roja cuadratura

lugar muerto para no decirnos nunca

en el acto impune de mirar lentamente

 

 

Datos vitales

Tadeus Argüello (Querétaro, 1983) Poeta. Becario de la Escuela de Escritores SOGEM-QRO.(2002-2004) Exbecario del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (2002-2003) Becario del Centro de Estudios Cervantinos “Eulalio Ferrer”(2008-2009)  Libros de poesía: Versus (2002), La Patria más Profunda (2006).

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