A continuación presentamos poemas de Pablo Alfonso Graniel (Tabasco, 1983). En 2004 ganó los Primeros juegos florales de Villahermosa; en 2005, el premio nacional de poesía Benemérito de América, en la categoría estudiantil; en 2008, el premio estatal de poesía José Carlos Becerra.
Que no florezca todo
Algo delinea también aquella rama
donde no ha de cantar el pájaro
Palabra de doble filo
desgaja símbolos maduros en mi lengua
taja mis manos cansadas
descubre sus raíces luminosas
Para que no sean necesarias las sombras
Que no florezca todo
Hay un lugar vacío en la palabra
un silencio aparente
una tormenta invisible
No habita el poema
sino en la ferocidad del grito
Andar oculta es tu secreto
madre humilde de lo mínimo
Inquieta luz desterrada de los ojos de Dios
Para ser trazable
la llama desprendida de tu ojo
Esparce una hebra de luz
Hasta el claro de luna
donde lloro mi ceguera
Escribe con la mano ensangrentada
No dejes que los muertos entierren a sus muertos
Aleja de estas palabras el amor
cúbrelas de hielo
concreta con ellas tu verdad desfigurada
Entonces oirás una música salvaje
Guarda silencio
sígueme hasta el desvelo
Pon el fruto entre tus piernas
para sembrarlo al alba
Lo que callamos
hace crecer muy adentro
nuestras tímidas cosechas
Uno dice
La palabra lo desdice fácilmente
en su delirio
Las paredes oyen:
–La fiebre es un laberinto sin eco–
–La fiebre es un laberinto sin eco–
–La fiebre es un laberinto sin eco–
de Huida
Ábrete casi púrpura en la sien
Lame la herida
Y repite:
Esta vida
que gotea
es cada vez más negra
Deja que se encharque
La muerte no fluye como el plomo
Ni tu sangre
Ni tu sangre
Quita el sargazo de tus ojos
aunque ya no veas
En tu tumba está tu cuerpo
En tu tumba está tu cráneo
y en tu cráneo hay una bala
Y esa bala es la piedad de dios
hecha pedazos
En el mismo vaso
la vida bebe lenta
y el tiempo escupe su amenaza
Ahí dentro
la serpiente morderá otra vez su cola
Alguien nos dará de nuevo el fruto
De ayer es la noche
donde se oye aún el grito
De ayer son los pasos
que no pudieron
ser pasos
ni huellas
hacia ningún sitio
De ayer son los puentes quebrados
en la estúpida esperanza de la huida
En uno u otro extremo de tu pérdida
bajo nubes salvajes que iluminan la razón
hay una pequeña isla
de donde sólo es posible partir
En tu vientre, aún herido
las canción de cuna se vuelve aleteo de sombras
combate enfermizo contra aquello que tampoco soy
Cierra mis ojos para siempre
ahógame en tu paz
Mira lo negra que se ha vuelto la ternura
Somos la eterna fiebre de Dios
su estampida inagotable de memoria
Dios es un grito incisivo calando el cráneo del mundo
Dios es el eco que callan estas paredes derrumbadas
No te vi partir
pero aún escucho cada uno de tus pasos:
la muerte es un camino empedrado
Datos vitales
Pablo Alfonso Graniel (Tabasco, 1983). Ha publicado los poemarios Oscura confidencia, Una herida blanca y Las puertas imposibles. Fue becario del FECAT en dos ocasiones. En 2004 ganó los Primeros juegos florales de Villahermosa; en 2005, el premio nacional de poesía Benemérito de América, en la categoría estudiantil; en 2008, el premio estatal de poesía José Carlos Becerra.