Una noche, una noche llena de murmullos y de música de alas, cuento de Jesús Francisco Conde

Jesús Francisco Conde

En el marco de la Antología de Narrativa Mexicana Contemporánea, presentamos un relato de Jesús Francisco Conde de Arriaga (Guadalajara, 1983). Seleccionado en varias antologías del género, actualmente es becario de narrativa en la f,l,m. 

 

 

Una noche, una noche llena de murmullos y de música de alas

 

            —Mira, ese es el lugar de mi cuate. Al rato venimos a cenar acá, ¿les late?

            —Pero no se ve muy bueno. ¿Qué tiene de especial?

            —Nada, pero la chela está barata y la mesera está guapa. Llegan puros lugareños, pero son bien tranquilos. Ustedes nomás déjense llevar.

            ¡Ah qué la rechingada! ¿Quién le dijo a este güey que los gallegos hacen tacos? Y mira, también hay empanadas. Me cae que la globalización sí nos trae bien fregados. Eso de que en plena carretera a Yautepec el Manolo tenga un lugar de… bueno, diez varos la cerveza lo paso. De todos modos me faltan dos horas para empezar a trabajar. Que no se me olvide pedirle a Alison que me pague mis cien varos del taxi, ni modo, no es mi bronca que no haya tenido clientes, eso le pasa por apretada. Ese güey se veía varudo; un poco ruco, bizco, con una cabeza de este pelo. ¿Qué pensaba?, ¿que meterse de teibolera era fácil? Pinche tamborcito, si nomás en la jeta se le ve que le gusta que la miren. Se hace pero si bien pendeja.

            Bueno, tons’ quedamos que los cien varos de Alison, eso si regresa. Se metió hasta los dedos mientras esperaba, nomás que la cache el pinche Gordo y se le acaba el veinte a esta morra. Ya hasta escucho la mareadora de siempre: “No m’ija, si te di el chance pero nomás no me rindes. Aquí hay que sacarles hasta lo que no traen. Dale un poco de viada y ya, tú sabes, que toquen un poco, les bailas… acuérdate que tú ya no estás tan chava. Aquí me están llegando unas niñas bien hermosas, a ti te tengo porque me caes bien…” y esas jaladas de siempre. Nomás les dice eso, se aplican una noche y siempre se las dejan caer con el más jodido de los clientes. Ya no regresan. Aquí adelante hay lugares más leves. Lo malo que ahí sí está gacho. Cada una se rasca con sus uñas. Ahí las ves en las mañanas, a veces sin nada… ¿cómo se llama ese lugar? Ese donde matan a nalgadas.

            ¡Manolo, Manolo! ¿Cómo se llama el putero que está subiendo al ejido? Sí, el que tiene nombre de…

            —¡Ándale cabrón, ya te perdiste!, ¿sabes para dónde es?

            —Pues sí pero mejor despierta a ese güey, él sí sabe llegar. Nomás sé que es para abajo.

            —Ya dejen de gritar los dos. Ahí en el burdel hasta topar con pared; ahí a la derecha y sales a la carretera; agarras para Cuautla y ya estuvo. Como a un kilómetro está del lado izquierdo.

            —Nomás no y nos regresamos.

            —No estés chingando.. 

            Ah pinche Manolo, nomás tiene el acento porque lo maje ya se le pegó de los morelenses. Se llama… ¡ay sí, qué güey!, el Tetos. No está más pinche porque no es más grande. Una vez me metí ahí que nos cerraron la chamba y nomás no aplica. Era cinco de enero, me acuerdo bien, era el cumpleaños de la Lore. Se encabronó porque me vine a la fajina. ¿Pues qué quería?  Les das un poco de rienda y abusan. ¿Quién me dijo que siempre tenía uno que querer menos? Ni me acuerdo. Creo que fue un cliente. Chale, ya se me calentó la chela y mis pinches tacos nomás no llegan. Estarán feos pero tengo hambre, nomás me queda una hora. ¡Manolo!

            Y luego estos cabrones. Mira a ese, como que se lo van a madrear. ¡No, por favor no! Ya valió madres, ya conectaron el carioqui. Nomás tres presidentes y ya se creen Valentín Elizalde. Luego porque los matan. A la Lore le gustaba, cómo jodía con que la llevara a ver a ese cabrón. Estuve así de llevarla, nomás para que se le quitara lo encabritada. Pero nel, me lancé al Tetos otra vez. ¿Cómo estuvo? Creo que después de que se dejó caer el operativo que agarro la nave y que me lanzo. Me habían dicho de una que todavía aguantaba. Nomás quería probarle, todas las noches viendo putas y ni una a quien acercármele. El pinche Gordo es bien celoso, nomás su gorda tiene chicharrón. Y sí, la neta que la vieja estaba más que pasable. Todavía tenía sus cosas en su lugar. Me dijo que se llamaba Rosita, pero creo que todas ahí se llamaban igual.

            —¿Se acuerdan de este Lienzo? Es donde vimos al Gallito de Oro. Estuvo bien suave, hasta ligué.

            —¡Ay sí, hasta ligué!  Le invitaste dos chelas. Te dio un número falso y ni la manita le agarraste.

            —Sí es cierto. Y las chelas estaban bien caras. Yo por eso iba con mi marca personal, para no caer en tentaciones.

            —¡Otro pinche hablador! Fue la veintiúnica vez que salió contigo. De seguro se dio cuenta de que la tienes chiquita.

            —Por lo menos metió mano.

            —Nel, fue por la voz.

            —Cabrones.

            Lo malo fue que al final me dijo que nos fuéramos a un hotel, que con eso sacaba para sus Reyes de su niño. Así a quién le quedan ganas, le tuve que dar cien varos y me corté. Llegué con la Lore como a las seis, despierta, medio ebria… y que me la avienta derecho, que olía a perfume barato y a jabón chiquito. Que le digo que no había Rosa Venus y que me avienta el vaso. Yo siempre de hocicón. No paró de hablar hasta que se durmió. Ese día estaba el Elizalde en un lienzo de por acá. Le dije que no iba a ir a chambear, que el Gordo me dijo que él me hablaba, que no sé qué. Se contentó y a la mera hora me le fui. Nomás le alcancé a hablar de la caseta. Que me habían llamado de urgencia, que me daban el doble. No se la creyó, cuando regresé ya no estaba. Ya ni la busqué. Mejor me fui a buscar a Rosa.

            ¿Qué horas son?  Puta, ya se me hizo tarde. Esto de quedarse pendejeando no es tan bueno. Ahí me la apuntas Manolo. Igual y al rato regreso, hoy está bien tranquilo. Apenas es miércoles.

 

Pero qué mal me cae el Gordo, le apesta a alcohol el sope y tiene a todas las de aquí abrazándolo y restregándosele. Lo que sea de cada quien, aquí las viejas están bien chidas. Nomás tienes que ver todas las camionetotas y los guaruras que hay aquí afuera en fin de semana. Puro cabrón de medio pelo. Se sienten como si de veras, nomás yo sé lo que dicen de ellos cuando se van. Eso de pagar nunca se me ha dado, será porque no tengo varo.

            —Ahí está güey: Mamamía, la pura felicidad.

            —Y dice VIP, se ve caro.

            —Imagina la calidad de pollos que deben estar ahí.

            —De rancho, m’ijo, de rancho.

            —A ver, pregunta hijo. No se ve mucho movimiento.

            —Te estoy diciendo, tú que andas de alebrestado. Necio que eres.

            —Bueno ya, deja pregunto.

            Ya llegaron los primeros y falta una hora para el show.

            ¡No, hasta las nueve y media! ¡Si quieren les damos servicio de bar pero las chavas hasta al rato! Órale. Sí.

            Pendejos, se les nota que andan jariosos. Son los que más gastan. Siempre regresan.

            —De verdad. Siempre he pensado que la vida es un poco cabrona. Mírame. Tengo dos posgrados y nada más no me sale. Tengo que andar de aquí para allá. ¿Te dije que también escribo? Sí, ya sabes, de músico, poeta y loco… tú también debes de tener algo, con esos ojos… entonces, cuéntame algo… ¿en serio? Yo también hice algo parecido. Fue hace como dos años…

            Ah que la rechingada. Ya llevan tres horas y nomás no consumen. Se la están chiquiteando. Míralo, ese güey ni la rodilla le toca a Mayrín. Y eso que es de las mejorcitas. Ya está bostezando. Debe tener hambre, llegó bien tarde y que la dejan sin cenar. ¿Qué tanto le dirá este cabrón? No creo que sea tan tierno como para pensar que se la va a ligar ¿o sí? Tiene facha de vivido, igual nomás es eso. Por fin, quieren otra.

            —Pero cámbiame el vaso, luego queda frío. Eso, ¿a qué hora sale la otra? No, gracias, ahorita no. Tal vez en un ratito.

            ¿Coca? En un putero… ¿coca? Además sin hielos, no se me vaya a enfermar la señorita. Si supiera lo que hay aquí ni se acerca. Y no, le sigo llevando chicas y ni una le gusta. ¿Será…? No, se ve medio jotón pero está aplaudiendo mucho. ¿Querrá quedar bien con sus amigos?

            —Que sí chingao. Pero me das el cambio. No, son tres nada más, bueno, sí, ahorita salgo y me lo das. Ya cierra la cortina.

            ¿Y el otro? Nomás no se me haya ido ese hijo de la chingada. Una vez se me fue un cabrón y que me cobran su cuenta. No me llevé nada en tres días. Por eso me cae mal el pinche Gordo. ¿Dónde está? Ah, ya lo vi. Nomás vi su manita y las chichis de Corina. Se agarró a la más cachonda. Ella sí sabe cómo apendejarlos. Creo que ya va por el quinto privado. Por lo menos esa vieja ya sacó la noche.

            ¡Ahí voy, deja de gritar cabrón! Toma tu pinche voucher. Todo por mil quinientos varos. Como si de veras. Bueno, por lo menos cayó algo.

            —Ni voltear quiero cabrón. Apúrate, prende la nave. No nos vayan a seguir.

            —Pero me cae que no vuelvo a salir con ustedes.

            ¿Qué? Ni propina. Puta madre, pinches jodidos. ¡Chinguen a su madre! A ver cuándo regresan.

 

***

            —Entonces mi buen. ¿Le gustó su primera vez con nosotros?

            —Pues la verdad sí, no tengo punto de referencia pero está bueno.

             —La neta la mía era la más mejorcita, tenía una cara bien chula. Hasta el nombre de a de veras le saqué. Vive por mi casa, la voy a ir a buscar.

            —Oigan, me quedé clavado, ¿qué onda? ¿Mañana regresamos?

 

No Manolo, ya me voy. Apúntame la última. Empieza el fin de semana y se pone chido. Mientras no me lleguen esos tres cabrones. Los que te dije, ¿cómo cuáles?: el aburrido, el puto y el caliente.

 

 

Datos vitales

Jesús Francisco Conde de Arriaga (Guadalajara, 1983) Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y Percusiones en el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Escuela Nacional de Música. Ha publicado cuento y ensayo en distintos suplementos y revistas culturales como Confabulario, Laberinto, Tinta Seca, Molino de Letras y Siembra. Está incluido en las antologías Cofradía de coyotes, Ardiente coyotera, Fantasiofrenia II y Bragas de la noche. Es colaborador del Festival Vive Latino y actualmente es becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de Narrativa 2009-2010 y 2010-2011.

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