Presentamos a continuación una muestra de la poesía de Juan José Macías (Fresnillo, 1960). Es poeta, narrador y ensayista; director de Ediciones de Medianoche. Mereció el Premio Nacional de Poesía «Ramón López Velarde», el Premio Nacional de Poesía «Efraín Huerta», y el Premio Nacional de Ensayo «Abigael Bohórquez».
De Deo volente (1996-2000)
1
llueve como en sueños de san juan
como en la primera noche del diluvio
y no somos nosotros sino el cielo que interroga
dios que alza una plegaria al hombre
2
a veces el silencio de dios
construye mundos
cuando no hay mundos que callar
para desvanecerlos
así también dios habla
para descrear las cosas
y dios mismo sólo existe
cuando sabe nombrarse
9
esta lluvia no es real
llamarla real es omitir que existe
de otro modo:
como un arroyo que brota sin remanso
ahí donde el razonamiento deshidrata
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no basta con andar
con moverse un poco del centro de la esfera
o, sin orientación, prever las migraciones
cabe ir más allá
a predios donde llueve y nada existe
ni la posibilidad siquiera de llegar
ir más allá
es hacer de la vagancia el propio claustro
el abordaje último, el sitio hospitalario
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nada hay que deba hallarse
lo que hemos de encontrar
habremos de inferirlo del anhelo
lo que se busca crece
en los predios absolutos del quizá
ahí donde lo hallado pierde altura
sólo en lo que se busca
el deseo no encuentra agotamiento
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hay un vocerío al interior de cada libro
que al leerlo se calla
y eso –oh, dios– es fantástico
hay unos ojos que al mirarlos
se obnubilan
y eso –oh, dios– es hermoso
hay el alma que al nombrarla
se cristaliza y rompe
y eso –oh, dios– es terrible
y hay siempre el torpe que la nombra
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por momentos quisieras esconderte
embaularte en algún lugar innominable
como un fantasma doblado en el ropero
un rótulo de identidad en tu escritorio
los escritorios suelen guardar
incluso en sus gavetas
las llaves que los abren
habitar esas gavetas
con el alma inubicua de las llaves:
las llaves nunca están donde se buscan
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lo que permanece
duda ante el ser de la nube
pero nada permanece
ni siquiera el sol antiguo
se está en el mundo
para abandonar el mundo
se olvida la llovizna que recuerda
el próximo diluvio
y en un instante
se pierde de vista un río:
oh, dios, esas aguas
perpetuamente corren contra
la eternidad
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en días de vehemencia
nada se avista
excepto una mujer:
todo se aleja para que ella se distinga
el cielo se hunde
la tierra pierde anchura
cada cosa recobra su aptitud de nube
y es un temblor eterno
acariciar lo efímero
porque llega el día
en que también ella se aleja
así de nuevo el dolor
vuelve avistable el mundo
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ah semejante
ah dulce mía e incorruptible lúnula
ya reclama el reflujo
ya demanda distancia la cansada visión
ya se olvida esto que es
para mejor recordar lo que es ser
oh no te derroches más en crecer en mí
porque así disminuyes
dios bajará a tu egipto y enmendará los daños
la sombra de lo que juntos somos
y que ahora mismo
no sabríamos a cuál de los dos corresponde
ya sólo demora la luz de la lucerna
piensa lo no mirado y al pensarlo
míralo: fuéramos tú y yo no obstante
transparentes cristales
dos cristales sumados se restan claridad
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desiertos que se anticiparon a la sed de los dioses
dioses que precedieron la voz de los desiertos
y, sobre cuantiosos mares,
nubes cargadas de agua como camellos
buscador de distancias
derechohabiente del rabión de arena
¿qué dicen los poetas
para que jehová dios pierda el juicio?
en realidad, nada que decir.
la enseñanza de la poesía:
desestimarlo todo y comenzar de nuevo.
buscador de silencios, ante la nada
aprovechar la nada: la oquedad del caracol
habla maravillas del mar
De Viene Hölderlin (2003-2004)
Si viniera,
si viniera un hombre,
si viniera un hombre al mundo, hoy, con
la barba de luz
de los patriarcas…
Paul Celan
Hölderlin, cuya palabra hacía emerger a los dioses de la transparencia,
y que parecía habitar desde siempre una región extraña,
si viene, vendrá con Heidegger, el filósofo que velaba por advertir su voz;
esa voz que supo perfeccionar la insuperable lejanía.
Si viene Hölderlin, volverán los guardianes de las añejas leyendas de los
bosques.
Si viene Hölderlin, todos reconocerán a su regreso el antiguo saber.
Si viene Hölderlin, si viene, la poesía recobrará su corazón urgente.
Primera parte: Emilia
El corazón en el pecho no puede olvidar
lo inmortal; ¡mira!, a menudo un genio
benigno logra reunir a los que se aman…
Friederich Hölderlin: Emilia en vísperas de su boda
I
He estado con Emilia en el bosque esta tarde,
paseando por el sendero que narra en sus epístolas a Clara.
Ahí se abrían sus palabras para que todo acaeciera; ahí su voz
como un caudal de agua fugitiva,
ahí sus labios separados como para el amor
hacían del tiempo y del deseo un presente insostenible.
II
Oh, pero Emilia, yo estaba ahí donde usted era el bosque,
el sendero que juzgaba no conocer cercanía alguna
(en arreglo quizá con sus más lejanos pensamientos).
Usted era los altos árboles de boscaje amueblados
y el atardecer que subsistía
un poco más que el fragante presentimiento de la dicha.
Un paraje en la campiña, Emilia,
en donde consumaban sus nupcias los viajantes.
III
Y Emilia (es decir, “la que emula”) ¿vendrá a su boda Hölderlin?
Si viene –como refiere Horacio [Épodo xvi]–,
acudirán las cabras sin dominio a la ordeña,
y habrá frutos de las más variadas cosechas de la tierra sin arar
y la viña no podada donará las uvas para el más dulce de los vinos
y aun se extraerá la miel de las secas colmenas.
Si viene Hölderlin, si viene, podré entonces mostrar a usted mi corazón,
acostumbrado como el suyo al cielo libre, Emilia.
Horacio
Esta mañana el frescor insistía en la amistad de la lumbre,
y en el adobo de las calientes habas consanguíneas de Pitágoras.
Pero ya retiro los secos sarmientos del tronco de los viejos álamos,
ya contemplo pacer el rebaño en el angosto valle;
ora esquilo las gruesas ovejas,
ora ordeño las reacias antílopes.
Así, únicamente, con estas faenas olvido
el gasto del amor que excede a mis vendimias.
Canta, oh, poeta, los loores de la piedad y acoge mis quejumbres,
reducidas, Horacio, a que mi ingenio engorde,
o que mi alma reavive en las albúminas. Y sólo eso, Horacio, amigo.
IV
He ido de caza y he traído exquisitas pieles para usted,
con el único afán de sobre ellas poder amarla un día.
Júzgueme impertinente si usted quiere.
(¿Me permite referirle cómo se comportaban las ancestras damas, Emilia?
¿Qué espíritu libertino recién desvanecidas se insinuaba en su cuerpo?
¿Qué privanzas concedían, bañadas por los efluvios del deseoso verano?)
No me doblegó el enorme oso que arrienda en los apriscos,
como no me ha atemperado ningún rey iracundo de los dioses del cielo
ni envenenado el cólquico que más hace a la esperanza inexorable.
He endurecido el espíritu contra el bronce y el hierro
y sólo usted, tan delicada y frágil, lo quebranta. Ya ve usted, Emilia,
cómo el más tenue perfume de las rosas provoca a las abejas irascibles.
Nupcias
El vino aclara la mirada y agudiza el oído.
Charles Baudelaire
Porque no querrías imaginarte la primera accesión genital
de la recién casada,
te establecerás esta noche en tu regio oratorio,
y escucharás romanzas del siglo xix,
y soñarás con las ancestras damas que abrigaban
con escapularios los pechos nutritivos.
Providente, busca y conserva. Tendrá su boda
la de piel de azucena, la del himen seguro,
y concederá al padre el primer vals. –Él,
que tiene por liturgia deslizar en la oreja de los hijos
un profundo proverbio,
entregará a la novia envuelta en muselina.
Esta noche, y no otra,
se dará carne de cerdo a los maltrechos caminantes,
y se pondrán a remojar en vino
los más obscenos pensamientos. Habrá música. Y el novio,
buen jumento por lo que atañe al sexo,
pondrá a prueba sus virtudes ingénitas
de ambidiestro deshollinador de oráculos.
Alguien caminará entretanto por la arena de plata
de los sueños lunares. Alguien temerá por un momento
los diablos consejos de las viudas. Alguien, también,
callará la antigua costumbre del derecho de pernada,
y tal vez espere a que el esposo ausente.
Providente, recoge y atesora: hallarás algo acaso,
un guarismo digamos, un designio,
confundido con la primera micción cargada
de esputos conyugales de la novia, y la delgada orina de la virgen.
V
Largo es el tiempo, más deviene el verdadero.
Y Emilia, viene Hölderlin,
y se mantienen sobre las godas catedrales las altas luces instantáneas,
y algo tiene de canto el nuevo reino,
y algo de gratitud con el tono fundamental de la promesa.
Y Emilia, no renuncie a escribir,
asegure un destino por el nombre a lo que evoca
y que ninguna cosa sea donde falta la palabra.
Sólo la poesía pervive en tiempos de penuria.
Sólo los poetas en un tiempo sin dioses arriesgan un decir.
Largo es el tiempo, más usted no debería apartarse de su empeño.
Continúe escribiendo a su buena y fiel amiga Clara
(tan en otra época visitada por el dios del lenguaje),
y háblele de Hölderlin que viene, ya podrá comprobarlo,
del brazo de los héroes que hicieron de este siglo
un tiempo sin monarcas.
De Expansión de las cosas infinitas (2005)
1
no hay más, pero sí hay menos. […] hay un menos de mundo, una falta de mundo que no es una falta a llenar, que no es una necesidad a satisfacer.
sergio espinosa proa
me impulso creo emerger
abrirme camino entre los signos
poco me he movido cierro
los ojos contra el mundo
la única manera
de dar por hecho que camino
las distancias nos piensan
o nos sueñan
de no contenernos
los espacios respiran
pero contra lo dicho
siempre hay un más un más de mundo
un mundo excesivo que aterra
un más de cosas imposible de restar
un exceso de mundo–
todo está en sí y fuera de sí
lo blanco y los claros son leyenda
lo innumerable se articula
con la proximidad y lo indiviso
aquel que todo ve
no está vigente en el que sueña
aquel que siente y ha sentido
es la esencia misma del presente
un más de apariencia
un menos de mundo
necesito
2
no aspiro más que a la decepción–
escribo para lo único ilegible: la pureza
no miro más si mirar no es irrumpir
en el silencio puro de las cosas puras
escribo para que el mundo se sostenga–
para descargar a las palabras
del agobiante peso del sentido
escribo para la decepción–
para que los conciertos de la vida se ofrezcan
con la música como disolvente
3
guardián del reposo
tú que no distingues
el alma durmiente del alma inspirada
háblame
tú que ves en el sueño
y en la poesía
la doble inconsciencia del hombre
oriéntame
guíame hacia lo oscuro
ingrésame al círculo del siguiente paso
donde
no me verán más
4
uno creería que hay más oxígeno en la luna
que el corazón trastornado está expulsando al alma
que de todas las puertas se traban los cerrojos
uno intercambia ruidos por estremecimientos
hay un criminal un lunático que ríe
de la monstruosa disparatada
por cuanto estúpida
importancia que nos damos:
el miedo
que cada noche pone a caminar
a “alguien”
a la zaga
de nosotros
5
¡nada de preocupaciones!
¡al diablo con las preocupaciones!
¡si temo romper algo lo abato lo muelo
de una buena vez!
oh vida
madre de las demoliciones
señora de las devastaciones
yo soy tu hombre yo soy tu hecatombe
nada conservo de lo que recibo
me quedo con lo que no he tenido:
la vacua arcilla de lo que no he sido
el cúmulo en trozos de lo que no me das
6
a la lobreguez –a la oscuridad– ámala suéñala
desde ya tómala como tuya
largas y hermosas horas
largas y hermosas noches
acomódate en ella como en una mujer
la pequeña vida babeará
la pequeña vida jadeará
tendrá su espasmo tendrá su fanfarria
oh llama llama tan ínfima como inmensa
cuánto destellas ahora
oh cuánto momentos antes de tu extinción
7
solía escuchar su voz desde su más insondable vacuidad
donde solo y más vivo que yo
se sabe el corazón
nadie mejor para avivar desastres
sin duda él una revelación por estremecimientos
sus arrebatos nunca aportarían coartada alguna
sus vuelcos los fue educando en el vacío
ahora frente al quebranto o la posible salvación a él prefiero
la saliva o el yodo
es cierto: nada le es insostenible a excepción de la vida
8
el mundo necesita una crisis de tedio
el tedio es la verdadera fisonomía de la conciencia
es la conciencia –su despertar
hacia la monstruosa vacuidad del mundo
ser prescindibles nos vuelve incomparables
no hay razón para el dolor el dolor para la razón
sólo conviene a lo divino
el tedio nos reivindica en la renuncia
hoy la eternidad nos quisiera de levita
cualquier noche puede ser la gran cena en la casa de los mártires
oh los notables
tienen ese aire de satisfacción
casi asqueroso de los sobrevivientes
para nosotros los hechizados por el tedio
el horror continúa siendo un milagro:
entre las nubes lentas y el museo de las frutas
la belleza es un comienzo sin fin de realidad
y todo es único
y sin importancia–
9
la mañana al despertar
llegó al término
la mañana de no sé qué noche
precedente
sin adhesión
sin concilio
la mañana cada día
oh mujer por siempre exacerbada
0
el camino que se opone a sí mismo
no es contrario al que conduce
hacia las noches y los días
no te diré dónde comienza
no te diré que al fin aquí
has podido alcanzar sin límites de medios
el punto de partida
nunca nada quedó lejos por distantes
que las cosas parecían
se mantuvieron cercanas de tu espíritu
puedo decirte todavía:
jamás terminarás de abrir la puerta
por la que hace ya bastante tiempo
has surgido a comprobar
las distancias que dan vueltas
Datos vitales
Juan José Macías, nació en Fresnillo, Zacatecas, en 1960. Poeta, narrador y ensayista; coordinador de talleres literarios, editor y promotor cultural; director de Ediciones de Medianoche. Ha publicado ensayo, cuento y poesía en diversas revistas del país y del extranjero. Parte de su obra poética ha sido traducida al francés y al portugués. Es autor de los libros de poesía: Sensualineal (Premiá editora, México, 1989); Ánima ascua (Universidad Autónoma de Zacatecas, colección Premio, 1994); La Volenté de Dieu/ Deo volente (Écrits des Forges y Mantis Editores, Quebec, Canadá 2001); Dos máscaras para Dioniso (Ediciones sin Nombre-Ediciones Nod, México, 2005); La venue d’Hölderlin/ Viene Hölderlin (Écrits des Forges-Mantis Editores-Instituto Zacatecano de Cultura, Quebec, Canadá, 2005), Expansión de las cosas infinitas, Ediciones la rana, 2006; Novela para Mozart y otros poemas, Azafrán y cinabrio, México, 2010; Expansión de las cosas infinitas/ Expansão das coisas infinitas, Mantis Editores/ Selo Sebastião Grifo, 2010; de la novela: El nuevo liguero de Maruja (y otros fetiches), Ediciones de Medianoche/uaz/izc, México, 2008; y del libro de ensayos: La experiencia del pensar: filosofía y poesía en Antonio Porchia y Roberto Juarroz, conaculta-Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste, México, 2009. Además integra 16 antologías y libros colectivos de distribución nacional, entre otros: Anuario de poesía 2005, Fondo de Cultura económica, 2006; Eco de voces (Generación poética de los sesenta), ediciones Arlequín-Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2004; Ramón López Velarde: el inteligente ejercicio de la pasión, Fondo editorial Tierra adentro/ conaculta, México, 2001; Anuario de poesía 1990, cnca-inba, México, 1991; y Ahora mismo hablaba, Editorial Punto de Partida, unam, México, 1981. En 1993 fue merecedor del Premio Nacional de Poesía «Ramón López Velarde», en 2005 del Premio Nacional de Poesía «Efraín Huerta», y en 2008 del Premio Nacional de Ensayo «Abigaél Bohórquez». En la actualidad es responsable de ediciones del Programa Editorial inscrito a Extensión Universitaria de la Universidad Autónoma de Zacatecas, y coordina el Taller de Crítica y Creación Literaria de la misma casa de estudios.