Foja de poesía No. 267: Juan José Macías

Juan-José-Macías[1]

Presentamos a continuación una muestra de la poesía de Juan José Macías (Fresnillo, 1960). Es poeta, narrador y ensayista; director de Ediciones de Medianoche. Mereció el Premio Nacional de Poesía «Ramón López Velarde», el Premio Nacional de Poesía «Efraín Huerta», y el Premio Nacional de Ensayo «Abigael Bohórquez».

 

De Deo volente (1996-2000) 

 

1

llueve como en sueños de san juan

como en la primera noche del diluvio

 

y no somos nosotros sino el cielo que interroga

dios que alza una plegaria al hombre

 

 

 

2

a veces el silencio de dios

construye mundos

cuando no hay mundos que callar

para desvanecerlos

 

así también dios habla

para descrear las cosas

 

y dios mismo sólo existe

cuando sabe nombrarse

 

 

 

9

esta lluvia no es real

 

llamarla real es omitir que existe

de otro modo:

 

como un arroyo que brota sin remanso

ahí donde el razonamiento deshidrata 

 

 

14

no basta con andar

con moverse un poco del centro de la esfera

o, sin orientación, prever las migraciones

 

cabe ir más allá

a predios donde llueve y nada existe

ni la posibilidad siquiera de llegar

 

ir más allá

es hacer de la vagancia el propio claustro

el abordaje último, el sitio hospitalario

 

 

15

nada hay que deba hallarse

 

lo que hemos de encontrar

habremos de inferirlo del anhelo

 

lo que se busca crece

en los predios absolutos del quizá

ahí donde lo hallado pierde altura

 

sólo en lo que se busca

el deseo no encuentra agotamiento

 

 

 

19

hay un vocerío al interior de cada libro

que al leerlo se calla

y eso –oh, dios– es fantástico

 

hay unos ojos que al mirarlos

se obnubilan

y eso –oh, dios– es hermoso

 

hay el alma que al nombrarla

se cristaliza y rompe

y eso –oh, dios– es terrible

 

y hay siempre el torpe que la nombra

 

 

 

22

por momentos quisieras esconderte

embaularte en algún lugar innominable

como un fantasma doblado en el ropero

un rótulo de identidad en tu escritorio

 

los escritorios suelen guardar

incluso en sus gavetas

las llaves que los abren

 

habitar esas gavetas

con el alma inubicua de las llaves:

 

las llaves nunca están donde se buscan

 

 

 

 

23

 

lo que permanece

duda ante el ser de la nube

 

pero nada permanece

ni siquiera el sol antiguo

 

se está en el mundo

para abandonar el mundo

 

se olvida la llovizna que recuerda

el próximo diluvio

 

y en un instante

se pierde de vista un río:

 

oh, dios, esas aguas

perpetuamente corren contra

 

la eternidad

 

 

 

 

30

en días de vehemencia

nada se avista

excepto una mujer:

 

todo se aleja para que ella se distinga

 

el cielo se hunde

la tierra pierde anchura

 

cada cosa recobra su aptitud de nube

y es un temblor eterno

acariciar lo efímero

 

porque llega el día

en que también ella se aleja

 

así de nuevo el dolor

vuelve avistable el mundo

 

 

 

33

ah semejante 

ah dulce mía e incorruptible lúnula

ya reclama el reflujo

ya demanda distancia la cansada visión

ya se olvida esto que es

para mejor recordar lo que es ser

 

oh no te derroches más en crecer en mí

porque así disminuyes

dios bajará a tu egipto y enmendará los daños

 

la sombra de lo que juntos somos

y que ahora mismo

no sabríamos a cuál de los dos corresponde

ya sólo demora la luz de la lucerna

 

piensa lo no mirado y al pensarlo

míralo: fuéramos tú y yo no obstante

transparentes cristales

 

dos cristales sumados se restan claridad

 

 

 

41

desiertos que se anticiparon a la sed de los dioses

dioses que precedieron la voz de los desiertos

y, sobre cuantiosos mares,

nubes cargadas de agua como camellos

 

buscador de distancias

derechohabiente del rabión de arena

¿qué dicen los poetas

para que jehová dios pierda el juicio?

 

en realidad, nada que decir.

la enseñanza de la poesía:

desestimarlo todo y comenzar de nuevo.

 

buscador de silencios, ante la nada

aprovechar la nada: la oquedad del caracol

habla maravillas del mar

 

 

 

 

De Viene Hölderlin (2003-2004)

 

 

Si viniera,

si viniera un hombre,

si viniera un hombre al mundo, hoy, con

la barba de luz

de los patriarcas…

 

Paul Celan 

 

Hölderlin, cuya palabra hacía emerger a los dioses de la transparencia,

y que parecía habitar desde siempre una región extraña,

si viene, vendrá con Heidegger, el filósofo que velaba por advertir su voz;

esa voz que supo perfeccionar la insuperable lejanía.

 

Si viene Hölderlin, volverán los guardianes de las añejas leyendas de los

            bosques.

Si viene Hölderlin, todos reconocerán a su regreso el antiguo saber.

Si viene Hölderlin, si viene, la poesía recobrará su corazón urgente.

 

 

 

Primera parte:  Emilia 

  

El corazón en el pecho no puede olvidar

lo inmortal; ¡mira!, a menudo un genio

benigno logra reunir a los que se aman…

Friederich Hölderlin: Emilia en vísperas de su boda

 

 

 

I

He estado con Emilia en el bosque esta tarde,

paseando por el sendero que narra en sus epístolas a Clara.

                     

Ahí se abrían sus palabras para que todo acaeciera; ahí su voz

como un caudal de agua fugitiva,

 

ahí sus labios separados como para el amor

hacían del tiempo y del deseo un presente insostenible.

 

 

 

II

Oh, pero Emilia, yo estaba ahí donde usted era el bosque,

el sendero que juzgaba no conocer cercanía alguna

(en arreglo quizá con sus más lejanos pensamientos).

 

Usted era los altos árboles de boscaje amueblados

y el atardecer que subsistía

un poco más que el fragante presentimiento de la dicha.

 

Un paraje en la campiña, Emilia,

en donde consumaban sus nupcias los viajantes.

 

 

 

III

Y Emilia (es decir, “la que emula”) ¿vendrá a su boda Hölderlin?

Si viene –como refiere Horacio [Épodo xvi]–,

acudirán las cabras sin dominio a la ordeña,

y habrá frutos de las más variadas cosechas de la tierra sin arar

y la viña no podada donará las uvas para el más dulce de los vinos

y aun se extraerá la miel de las secas colmenas.           

 

Si viene Hölderlin, si viene, podré entonces mostrar a usted mi corazón,

acostumbrado como el suyo al cielo libre, Emilia.

 

 

 

 

Horacio

Esta mañana el frescor insistía en la amistad de la lumbre,

y en el adobo de las calientes habas consanguíneas de Pitágoras.

 

Pero ya retiro los secos sarmientos del tronco de los viejos álamos,

ya contemplo pacer el rebaño en el angosto valle;

ora esquilo las gruesas ovejas,

ora ordeño las reacias antílopes.

Así, únicamente, con estas faenas olvido

el gasto del amor que excede a mis vendimias.

 

Canta, oh, poeta, los loores de la piedad y acoge mis quejumbres,

reducidas, Horacio, a que mi ingenio engorde,

o que mi alma reavive en las albúminas. Y sólo eso, Horacio, amigo.

 

 

 

 

IV

He ido de caza y he traído exquisitas pieles para usted,

con el único afán de sobre ellas poder amarla un día.

Júzgueme impertinente si usted quiere.

 

(¿Me permite referirle cómo se comportaban las ancestras damas, Emilia?

¿Qué espíritu libertino recién desvanecidas se insinuaba en su cuerpo?

¿Qué privanzas concedían, bañadas por los efluvios del deseoso verano?)

                                            

No me doblegó el enorme oso que arrienda en los apriscos,

como no me ha atemperado ningún rey iracundo de los dioses del cielo

ni envenenado el cólquico que más hace a la esperanza inexorable.

 

He endurecido el espíritu contra el bronce y el hierro

y sólo usted, tan delicada y frágil, lo quebranta. Ya ve usted, Emilia,

cómo el más tenue perfume de las rosas provoca a las abejas irascibles.

 

  

 

Nupcias

 

El vino aclara la mirada y agudiza el oído.

Charles Baudelaire

 

Porque no querrías imaginarte la primera accesión genital

de la recién casada,

te establecerás esta noche en tu regio oratorio,

y escucharás romanzas del siglo xix,

y soñarás con las ancestras damas que abrigaban

con escapularios los pechos nutritivos.

 

Providente, busca y conserva. Tendrá su boda

la de piel de azucena, la del himen seguro,

y concederá al padre el primer vals. –Él,

que tiene por liturgia deslizar en la oreja de los hijos

un profundo proverbio,

entregará a la novia envuelta en muselina.

 

Esta noche, y no otra,

se dará carne de cerdo a los maltrechos caminantes,

y se pondrán a remojar en vino

los más obscenos pensamientos. Habrá música. Y el novio,

buen jumento por lo que atañe al sexo,

pondrá a prueba sus virtudes ingénitas

de ambidiestro deshollinador de oráculos.

 

Alguien caminará entretanto por la arena de plata

de los sueños lunares. Alguien temerá por un momento

los diablos consejos de las viudas. Alguien, también,

callará la antigua costumbre del derecho de pernada,

y tal vez espere a que el esposo ausente.

 

Providente, recoge y atesora: hallarás algo acaso,

un guarismo digamos, un designio,

confundido con la primera micción cargada

de esputos conyugales de la novia, y la delgada orina de la virgen.

 

 

 

V

Largo es el tiempo, más deviene el verdadero. 

Y Emilia, viene Hölderlin,

y se mantienen sobre las godas catedrales las altas luces instantáneas,

y algo tiene de canto el nuevo reino,

y algo de gratitud con el tono fundamental de la promesa.

 

Y Emilia, no renuncie a escribir,

asegure un destino por el nombre a lo que evoca

y que ninguna cosa sea donde falta la palabra.

Sólo la poesía pervive en tiempos de penuria.

Sólo los poetas en un tiempo sin dioses arriesgan un decir.

Largo es el tiempo, más usted no debería apartarse de su empeño.

Continúe escribiendo a su buena y fiel amiga Clara

(tan en otra época visitada por el dios del lenguaje),

y háblele de Hölderlin que viene, ya podrá comprobarlo,

del brazo de los héroes que hicieron de este siglo

un tiempo sin monarcas.

 

 

 

 

De Expansión de las cosas infinitas (2005)

 

1

no hay más, pero sí hay menos. […] hay un menos de mundo, una falta de mundo que no es una falta a llenar, que no es una necesidad a satisfacer.

sergio espinosa proa

 

 

me impulso     creo emerger

abrirme camino entre los signos

 

poco me he movido    cierro

los ojos contra el mundo

 

la única manera

de dar por hecho que camino

 

las distancias nos piensan

o nos sueñan     

 

de no contenernos

los espacios respiran

 

pero     contra lo dicho

siempre hay un más    un más de mundo

 

un mundo excesivo que aterra

un más de cosas imposible de restar

 

un exceso de mundo–

 

todo está en sí y fuera de sí

lo blanco y los claros son leyenda

 

lo innumerable se articula

con la proximidad y lo indiviso

 

aquel que todo ve

no está vigente en el que sueña

 

aquel que siente y ha sentido

es la esencia misma del presente

 

un más de apariencia    

un menos de mundo

 

necesito

 

 

 

2

no aspiro más que a la decepción–

escribo para lo único ilegible: la pureza

 

no miro más si mirar no es irrumpir

en el silencio puro de las cosas puras

 

escribo para que el mundo se sostenga–

para descargar a las palabras

del agobiante peso del sentido

 

escribo para la decepción–

para que los conciertos de la vida se ofrezcan

con la música como disolvente

 

 

 

3

guardián del reposo

tú que no distingues

el alma durmiente del alma inspirada

háblame

 

tú que ves en el sueño

y en la poesía

la doble inconsciencia del hombre

oriéntame

 

guíame hacia lo oscuro

ingrésame al círculo del siguiente paso

donde 

no me verán más

 

 

 

4

uno creería que hay más oxígeno en la luna

que el corazón trastornado está expulsando al alma

que de todas las puertas se traban los cerrojos

 

uno intercambia ruidos por estremecimientos

 

hay un criminal      un lunático que ríe

de la monstruosa   disparatada

por cuanto estúpida

importancia que nos damos:

 

el miedo

que cada noche pone a caminar

a “alguien”

a la zaga

de nosotros

 

 

 

5

¡nada de preocupaciones!

¡al diablo con las preocupaciones!

¡si temo romper algo lo abato lo muelo

de una buena vez!

 

oh vida           

madre de las demoliciones

señora de las devastaciones

yo soy tu hombre       yo soy tu hecatombe

 

nada conservo de lo que recibo

me quedo con lo que no he tenido:

la vacua arcilla de lo que no he sido

el cúmulo en trozos de lo que no me das

 

 

 

6

a la lobreguez –a la oscuridad– ámala suéñala

desde ya    tómala como tuya

 

largas y hermosas horas

largas y hermosas noches

acomódate en ella como en una mujer

 

la pequeña vida babeará

la pequeña vida jadeará    

tendrá su espasmo     tendrá su fanfarria

 

oh llama         llama tan ínfima como inmensa

cuánto destellas ahora

oh cuánto      momentos antes de tu extinción

 

 

7

solía escuchar su voz desde su más insondable vacuidad

donde    solo y más vivo que yo

se sabe el corazón

 

nadie mejor para avivar desastres

 

sin duda él     una revelación por estremecimientos

sus arrebatos nunca aportarían coartada alguna

sus vuelcos los fue educando en el vacío

 

ahora frente al quebranto o la posible salvación     a él prefiero

la saliva o el yodo

 

es cierto: nada le es insostenible      a excepción de la vida

 

 

 

8

el mundo necesita una crisis de tedio

 

el tedio es la verdadera fisonomía de la conciencia

es la conciencia –su despertar

hacia la monstruosa vacuidad del mundo

 

ser prescindibles nos vuelve incomparables

no hay razón para el dolor    el dolor para la razón

sólo conviene a lo divino

el tedio nos reivindica en la renuncia

 

hoy la eternidad nos quisiera de levita

 

cualquier noche puede ser la gran cena en la casa de los mártires

 

oh los notables

tienen ese aire de satisfacción

casi asqueroso de los sobrevivientes

 

para nosotros los hechizados por el tedio

el horror continúa siendo un milagro:

 

entre las nubes lentas y el museo de las frutas

la belleza es un comienzo sin fin de realidad

 

y todo es único

y sin importancia–

 

 

 

9

la mañana       al despertar

llegó al término

 

la mañana de no sé qué noche

precedente

 

sin adhesión

sin concilio

 

la mañana    cada día

oh mujer por siempre exacerbada

 

 

 

 

0

el camino que se opone a sí mismo

no es contrario al que conduce

hacia las noches y los días

 

no te diré dónde comienza

no te diré que al fin aquí

has podido alcanzar      sin límites de medios

el punto de partida

 

nunca nada quedó lejos     por distantes

que las cosas parecían

se mantuvieron cercanas de tu espíritu

 

puedo decirte todavía:

jamás terminarás de abrir la puerta

por la que hace ya bastante tiempo   

 

has surgido a comprobar

las distancias que dan vueltas

 

 

 

Datos vitales

Juan José Macías, nació en Fresnillo, Zacatecas, en 1960. Poeta, narrador y ensayista; coordinador de talleres literarios, editor y promotor cultural; director de Ediciones de Medianoche.  Ha publicado ensayo, cuento y poesía en diversas revistas del país y del extranjero. Parte de su obra poética ha sido traducida al francés y al portugués. Es autor de los libros de poesía: Sensualineal (Premiá editora, México, 1989); Ánima ascua (Universidad Autónoma de Zacatecas, colección Premio, 1994); La Volenté de Dieu/ Deo volente (Écrits des Forges y Mantis Editores, Quebec, Canadá 2001); Dos máscaras para Dioniso (Ediciones sin Nombre-Ediciones Nod, México, 2005); La venue d’Hölderlin/ Viene Hölderlin (Écrits des Forges-Mantis Editores-Instituto Zacatecano de Cultura, Quebec, Canadá, 2005), Expansión de las cosas infinitas, Ediciones la rana, 2006; Novela para Mozart y otros poemas, Azafrán y cinabrio, México, 2010; Expansión de las cosas infinitas/ Expansão das coisas infinitas, Mantis Editores/ Selo Sebastião Grifo, 2010; de la novela: El nuevo liguero de Maruja (y otros fetiches), Ediciones de Medianoche/uaz/izc, México, 2008; y del libro de ensayos: La experiencia del pensar: filosofía y poesía en Antonio Porchia y Roberto Juarroz, conaculta-Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste, México, 2009. Además integra 16 antologías y libros colectivos de distribución nacional, entre otros: Anuario de poesía 2005, Fondo de Cultura económica, 2006; Eco de voces (Generación poética de los sesenta), ediciones Arlequín-Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2004; Ramón López Velarde: el inteligente ejercicio de la pasión, Fondo editorial Tierra adentro/ conaculta, México, 2001; Anuario de poesía 1990, cnca-inba, México, 1991; y Ahora mismo hablaba, Editorial Punto de Partida, unam, México, 1981.  En 1993 fue merecedor del Premio Nacional de Poesía «Ramón López Velarde», en 2005 del Premio Nacional de Poesía «Efraín Huerta», y en 2008 del Premio Nacional de Ensayo «Abigaél Bohórquez». En la actualidad es responsable de ediciones del Programa Editorial inscrito a Extensión Universitaria de la Universidad Autónoma de Zacatecas, y coordina el Taller de Crítica y Creación Literaria de la misma casa de estudios.

 

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