Prólogo de Postal de oleaje, la antología de Poesía joven de México y Colombia

Presentamos el prólogo de la antología Postal de oleajes, preparada por la poeta Jenny Bernal, que reúne el trabajo de 24 poetas nacidos en México y Colombia en la década de los 80. En palabras de su antologadora, este libro es “una aproximación a la geografía de la poesía hecha por autores nacidos en los 80´s, desde donde nace un sentir poético que hermana a Colombia y México”.

 

 

 

GEOGRAFÍA DE OLAS

(Prólogo de Postal del Oleaje)

Abordar la poesía y abstraer de ella parte de su universo, requiere conexión con el poema y sugiere un sentimiento de vértigo ante el hecho de dar cuenta del encuentro, porque se puede caer con facilidad en enunciaciones vagas. Para vencer la ambigüedad y adentrarse en la esencia de la poesía es preciso entenderla como un misterio, “el misterio que tienen todas las cosas” como afirma García Lorca y cada nueva lectura una puerta al descubrimiento. Postal del oleaje, se presenta como parte de dicho universo; una selección que da cuenta del panorama poético de una década, con el interés de invitar al lector a un descubrimiento en ese inabarcable misterio.

Quiero resaltar no sólo el trabajo polifónico y poético de la selección, sino el valioso rol del lector en este diálogo. El poeta argentino Juan Gelman afirma en su poema “Sobre la poesía”: “habría un par de cosas que decir/ que nadie la lee mucho/ que esos nadie son pocos”; con preocupación y orgullo por sentirnos partícipes de la excepción, aceptamos los versos de Gelman casi como una máxima. Estos versos dan cuenta del lugar al que se ha relegado la lectura de poesía. Con dificultad un grupo de esos “pocos” a los que refiere Gelman, habrá leído algún poeta clásico, un grupo más pequeño quizá se interese por la poesía nacional y un grupo minúsculo se preocuparía por la lectura de los contemporáneos.

Descubrimos entonces la importancia del lector, esa persona que acepta la compañía de un libro y por azar o no, ha encontrado un libro de poemas, y en éste ha escudriñado su misterio. La presente selección considera 12 voces colombianas y 12 voces mexicanas de poetas nacidos en la década del 80, un reducido número considerando la amplia producción poética en esta generación, pero que constituyen una apuesta, para quien ha indagado a profundidad la poesía contemporánea o para quien esté desprevenido y acepta el saludo de las 24 olas que golpean fuerte a una orilla y de la que es preciso indagar su geografía.

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Sobre la selección vale la pena indicar que tiene el interés de dar cuenta de un panorama general; una mirada a la poesía escrita por poetas que nacieron en los 80 en Colombia y México. Siempre desde un ejercicio de lectura cuidadosa. Se corrió con el riesgo de abordar algunos escritores inéditos con la intención de resaltar la calidad de sus propuestas poéticas por encima de sus reconocimientos literarios, su posible popularidad o la cantidad de publicaciones.

Es sustancial considerar que los poetas entre 22 y 30 años en su mayoría no han publicado más de dos o tres libros. En el caso particular de Colombia, dados los escasos estímulos y posibilidades para publicar, los autores en este rango de edad no superan el libro publicado (en promedio) y, aunque la mayoría tienen por lo menos dos libros escritos, aún no han encontrado la posibilidad de publicarlos, además del tiempo y cuidado que sugiere escribir poesía. El hecho de tener más de cinco libros publicados a un autor nacido en los 80 le sugiere o una proeza de talento y suerte editorial o un trabajo de más años, propio de autores con mayor trayectoria.

Los poetas mexicanos cuentan con mayores estímulos estatales y gubernamentales para la publicación de sus libros y su ejercicio creativo, hecho que facilita el conocimiento de nuevas apuestas creativas y libera a los autores del miedo a la hora de proponer una nueva poética o de trasgredir lo tradicional. Sobre ello vale la pena decir que este hecho tiene como ventaja la promoción y enriquecimiento de las letras mexicanas, pero por otra parte, en ocasiones lo cualitativo se ve afectado por lo cuantitativo, es necesario a partir de este hecho reflexionar y como en este tipo de disertaciones, acudir a la lectura y la crítica. Este último aspecto valdría la pena considerarlo también para las letras colombianas, la necesidad de acercarse a los textos y de consolidar una comunidad crítica que enriquezca su calidad.

De antemano, y considerando que la selección sólo tiene en cuenta 12 voces por país, presento excusas por las omisiones; autores que pese a pertenecer a dicha generación no aparecen en la muestra. En los dos países existen trabajos que pudieron estar incluidos por su calidad, no obstante, la idea primordial es presentar un panorama general que no se excediera en nombres, con la intención de que el lector se lleve una idea de las principales apuestas poéticas en cuanto a tono, ritmo, forma, manejo de la imagen, etc. y la respectiva polifonía que se está tejiendo en cada país.

Una muestra o antología de poetas contemporáneos que aborde una década (sobretodo de poesía reciente) e incluya demasiados nombres por país, ya de por sí genera desconfianza respecto a su calidad e intención, que bien puede ser la de dar a conocer poesía desde una mirada selectiva o la de vincular muchas voces con intereses de notoriedad mediática o alguna treta de mercado editorial. Sobre la generación que se elige para la muestra, diré que se abordó una década para poder dar cuenta de un momento en particular. Dentro de los poetas nacidos en estas tres últimas décadas que hacen parte de la poesía contemporánea, la de los 80´s presenta una pluralidad de voces y una estética más interesante a la búsqueda de la presente muestra.

En relación a los poetas nacidos en esta época, es interesante observar el ejercicio de promoción de sus propios libros y el acercamiento a la lectura de sus contemporáneos. De este aspecto quiero resaltar lo dicho en un apartado anterior y es el hecho de que un número importante de escritores de esta generación se leen a sí mismos y en su mayoría promocionan su trabajo gracias a los avances tecnológicos y comunicativos, en donde se puede indagar, con algo de suerte, sobre las propuestas poéticas de contemporáneos del mismo u otro territorio, con ingresar algunos datos en el computador, o se puede crear un blog o página web para la divulgación del propio trabajo. Aunque esto último no es un lugar común entre los poetas de dicha generación, sí es un fenómeno relevante, porque cambia el concepto del escritor de años atrás, el cual quizá se dedicaba a escribir sin la correspondencia permanente de sus contemporáneos y le significaba un mayor esfuerzo dar a conocer su producción poética, así fuera a un grupo reducido de lectores.

Debido a la escasa lectura de poesía y al auge del e-book, los escritores contemporáneos han adaptado estas herramientas, sumando sus diferentes posibilidades desde las redes sociales hasta la página web, para dinamizar la poesía y llegar a un número mayor de público en menos tiempo. Ya no se depende tanto de una casa editorial o de un premio para dar a conocer el trabajo literario, esto como adición a la adquisición de capital simbólico el cual finalmente confirma al escritor en un campo literario. Al escritor de nuestra época le preocupa que se conozca su escritura, pero no sólo desde la mirada individual sino colectiva. Por lo mismo, es usual ver a un número de escritores que se dedican a la gestión cultural, organizan eventos, recitales, coordinan publicaciones, entre otros, con el propósito de dar a conocer su trabajo y el de otros poetas.

Un aspecto importante de la generación de poetas nacidos en los 80´s es la conformación de colectivos literarios, que inician con tertulias y afinidades respecto a la poesía y en ocasiones llegan a proponer un estilo particular en la forma de escribir, de percibir la poesía o de “ser poetas” , se habla incluso de propuestas colectivas de “performance poético” que modifican la concepción del texto escrito para sugerir otro tipo de manifestación artística que en algunos casos permite la posibilidad de acercar la poesía a otros públicos y significarla desde otras artes y en otros perjudica la esencia de la poesía, la cuestiona y la suprime como texto.

Los colectivos han existido a lo largo de la historia de la literatura y en ese sentido, no son ninguna novedad, no obstante, es importante ver el incremento de estas colectividades en la actualidad en relación a décadas anteriores. Sin embargo, en lo anterior es sustancial aclarar que independientemente del impacto que estas colectividades generen para el crecimiento poético de los países, el trabajo que se considera en la presente muestra no tiene en cuenta el ejercicio colectivo del poeta. Lo que habla por el poeta es su obra personal, su creación solitaria, lo otro quizá sean formas de entender un contexto o de enriquecer sus procesos creativos.

Finalmente vale la pena recalcar el valor de cada una de las 24 voces seleccionadas, las cuales se ratifican como firmas personales; atienden al llamado de la poesía desde su propia estética, la cual se confirma a lo largo de su obra. Octavio Paz afirma en “Tránsito y permanencia” publicado por la Revista Vuelta de Año XVII, N° 201 de agosto de 1993, que “el decir poético no es un querer decir sino un decir irrevocable” dicha cita atiende a la búsqueda de la presente muestra, los 24 poetas tienen un decir innegable y está tangible en el poema.

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Postal del oleaje se divide en dos partes, la primera inicia con la muestra poética de los autores colombianos y la segunda con la de los autores mexicanos. En estos dos grupos se puede entrever una tendencia en la escritura de poesía por país, rasgos que han heredado de sus antecesores y, a su vez, en cada uno de los autores se evidencia una voz particular que enriquece el panorama poético.

En el caso de los poetas colombianos nacidos en los 80´s se ve una comunicación cercana con la tradición, la cual los autores aceptan y reconocen. Existe un cuidado en el lenguaje y se explora la imagen desde sus diversas posibilidades. El ritmo del poema es un aspecto importante para los poetas colombianos y difícilmente se propone un salto o ruptura. Otra característica es la mesura en el estilo y la forma del poema, aunque no es un hecho de todos los autores, sí se observa esta tendencia en su mayoría.

El apartado de Colombia inicia con la poeta Lucía Estrada quien da cuenta en sus poemas de la fuerza de la imagen y las posibilidades de jugar con lo oculto para develar un universo particular. Por su parte, Andrea Cote conversa con el lector y habla del mundo desde una mirada lejana de artificios. De otro lado, Carolina Dávila descubre su exterior y lo interioriza para revelar su verdad, se separa del tono confesional usual en la poesía escrita por mujeres. Henry Gómez habla desde una poética cifrada, hay un cuidado del lenguaje y una inclinación a lo clásico, no le interesa el lector usual. La poética de Julio Balcazár es una ruptura, un desborde de palabras que sugiere un nuevo ritmo de lectura, su hablar es coloquial, juega con la voz poética y le da atribuciones a un personaje ficcional. Sus poemas develan el espíritu del hombre contemporáneo que reside en una ciudad del tamaño de sus desidias.

Jorge Valbuena es un poeta de imágenes que anuncian abismos, encuentros, amores, desde un estilo armónico que afirma la fuerza estremecedora del poema. Leonardo Gil habla desde su interior para entender y afirmar lo exterior. Kamilo Muñoz juega con la forma del poema, incluye lo narrativo y crea un mundo poético desde el cual devela su preocupación por el mundo. Revisa el pasado y lo confronta, le canta a la memoria. Santiago Espinosa acude al recuerdo, vuelve a situaciones, personajes, de las que es preciso revelar su claridad pero también su opacidad; abre las puertas al diálogo con lo real. A Luis Mallarino le inquieta la poesía, la cuestiona, la afirma, su lenguaje es ligero y mordaz. La poesía de Tania Ganitsky da cuenta de inquietudes filosóficas, la pregunta y la retórica tienen un papel fundamental en su decir. Finalmente cierra la parte de Colombia la poeta Yenny León quien experimenta con la forma visual del poema y sugiere el tríptico, de esta manera explora diversos rostros de la palabra poética. Sus poemas son desgarramiento y también revelación.

México descubre su poesía en el segundo apartado. La poesía de esta generación se preocupa por recrear situaciones desde una mirada más vivencial, transciende la idea de la imagen etérea. Algunos se apropian de personajes ficcionales para escudriñar su yo, una suerte de heterónimos. María Zambrano afirma en La razón en la sombra; antología crítica de Ediciones Ciruela publicado en España en el 2004, en un apartado sobre la avidez de lo otro el hecho de “mirar y ver a otro no afuera, no allí donde el otro realmente está, sino en un abismal adentro”, a ello está dirigida la poesía de este grupo de poetas, quienes buscan en sí al otro y le dan libertad de hablar en el poema. Por la cercanía territorial con Norte América hay una inclusión frecuente de anglicismos en algunos autores. Otra característica es la alusión al pasado para develar la complejidad del presente. En los poetas mexicanos hay una apuesta por lo novedoso en cuanto a la forma y las maneras de percibir el poema, se puede anunciar una especie de interés por la ruptura, como lo menciona Octavio Paz cuando se refiere en Los hijos del Limo: Del romanticismo a la vanguardia, editado por Seix Barral en 1974, a la tradición de la ruptura, la cual “implica no sólo la negación de la tradición sino también de la ruptura”.

La poeta Daniela Camacho inicia el apartado de México con una poesía que recrea situaciones, acude a elementos de la naturaleza y, desde un tono conversacional, explora diferentes posibilidades de la prosa poética. Carlos Ramírez Vuelvas presenta desde la figura de “Calíope” una poética narrativa que se alimenta de la realidad y revela el presente, se percibe en su poesía equilibrio de la imagen poética. Iván Cruz Osorio viaja en el tiempo y muestra en su poema Corifeo personajes de antaño y de nuestra era, los sienta en una mesa para hablar de amor, desamor y conversar con el hombre del presente que vuelve al pasado para gritar su ahogo. Lorena Ventura devela una poesía, que desde la sencillez, entraña el sentimiento, descubre un grito transparente que acoge como cómplice al lector. Alí Calderón representa en sus poemas la voz del hombre actual, preso de sus palabras y posibilidades, su búsqueda y la figura del viaje como un encuentro con el mundo y con sí mismo. Manuel Iris presenta un trabajo poético armónico, alude a recuerdos, escudriña en sus fotografías la revelación y el asombro.

La poesía de Dalí Corona retoma la noche y su melancólico canto, la nostalgia se abre como una página en blanco que él habita desde el lenguaje. Fernando Trejo es del grupo de poetas que recurre a un personaje, explora las formas del verso y de la prosa para asentar su decir poético. Sus letras no temen recorrer las calles de remembranzas familiares. Samuel Espinosa Mómox habla desde una poética conversacional del amor y su melancolía. Karen Villeda vislumbra una geografía con sus palabras y la nombra, allí desnuda el alma de los seres y las formas que habitan ese lugar. Su poética es experimental, juega con el lenguaje y adopta la prosa poética. Manuel de J. Jiménez hace del discurso judicial una materia poética, propone una Iuspoética; la define como “rama del derecho que estudia la poesía como ley cosmogónica”. Su trabajo es una ruptura de las formas tradicionales de la poesía y acoge su propio lenguaje para abordar lo humano. Para finalizar Eduardo de Gotari propone una vinculación creativa entre música y poesía. Su voz es la del hombre actual refleja los saltos en el vacío de la época en versos que no extrañan estilos pasados.

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En cuanto a la poesía de estas últimas décadas se han hecho diversas aproximaciones. En el caso de Colombia, aunque han sido escasas las antologías que dan cuenta de la poesía de las últimas generaciones, se destaca la antología de poesía Posdata de Poesía colombiana: Antología de los 70 y 80, ediciones Pluma de Mompox en el 2011, con selección y prólogo del escritor y traductor mexicano Iván Trejo, la cual reúne una muestra considerable de 10 poetas colombianos nacidos en la décadas del 70 y 80. Otro trabajo que se destaca es la Antología de poesía contemporánea: Colombia – México, selección y prólogo de Federico Díaz Granados editado por Cangrejo Editores en el 2011, la cual permite un acercamiento a la poesía de 50 escritores contemporáneos de los dos países; 25 colombianos y 25 mexicanos nacidos entre 1958 y 1983. Finalmente está la Antología de poesía colombiana editada por “Los conjurados” en el 2011 a cargo de Fabio Jurado Valencia quien hace un recuento de la poesía colombiana desde 1931 hasta el año 2011, dicha antología considera sólo un poeta de los 80´s y uno de los 70´s. Aunque estas tres publicaciones son las referencias más significativas, es relevante citar aproximaciones como la de Poca tinta: Antología de ciberpoesía editada por la Universidad de Caldas en 2012, a cargo de Leandro Loaiza quien reúne 45 escritores nacidos entre 1977 y 1993, y hace una nutrida muestra de voces, en donde se presenta un poema por autor a partir de los trabajos publicados por los escritores en la web.

En México con un espectro mucho más amplio de publicaciones que han abordado las últimas décadas de la poesía mexicana, quiero destacar la antología Un orbe más ancho: 40 poetas (1971 – 1983), editado por Punto de partida de la UNAM en el 2005, selección y edición de Carmina Estrada. Otra antología es La luz que va dando nombre: 20 años de la poesía última en México 1965- 1985, a cargo de Alí Calderón, Antonio Escobar, Jorge Mendoza y Álvaro Solís editado por la Secretaría de Cultura; Gobierno del Estado de Puebla en 2007. Este último libro tiene la particularidad de proponer ocho tipos de lenguajes que intentan caracterizar la poesía mexicana contemporánea de este grupo de poetas y hacer una apuesta taxonómica de la misma. Otra antología es Vientos de Siglo que cuenta con la selección de Margarito Cuéllar, Marío Meléndez, Luis Jorge Boone y Mijail Lamas, editado por la UNAM en el 2011 la cual presenta los principales exponentes de la poesía mexicana contemporánea y considera poetas nacidos entre 1950 y 1982. Un último trabajo que quisiera referenciar para concluir (teniendo presente que son numerosas las antologías de poesía reciente mexicana) es Divino tesoro: muestra de nueva poesía mexicana a cargo de Luis Felipe Fabre y editada por la Fundación del Centro Histórico de la Ciudad de México en 2008, la cual reúne el trabajo de poetas nacidos entre 1976 y 1990.

El recorrido no ha sido más que una aproximación a la geografía de la poesía hecha por autores nacidos en los 80´s, desde donde nace un sentir poético que hermana a Colombia y México. El lector, la vuelta a la lectura de poesía, la importancia de las nuevas voces, los poetas, las publicaciones, son apenas algunas líneas que bordean su territorio. La invitación no puede ser otra que a la lectura; permitir el diálogo con los 24 poetas que presento desde un ejercicio cuidadoso de lectura como una apuesta poética; olas que surgen de distintos lugares pero que desembocan en un mismo mar, un coro que desconoce fronteras y firma una misma postal.

Jenny Bernal

Bogotá, 2012.

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