Poesía portuguesa: Al Berto

AL BERTOPresentamos, en la versión de Cidália Alves Dos Santos y Javier García Rodríguez, un poema de Al Berto (Coimbra, 1948), quizá el mayor poeta portugués del pasado reciente. Recibió la Ordem de Santiago da Espada, máxima condecoración de su país.  Fue figura central del movimiento poético llamado “nuevo realismo” centrado en el sujeto poético y la búsqueda de “otra” belleza.

 

 

 

Truco de mi amigo de la calle

 

por casualidad te encontré apoyado en una esquina

mirada vacía barriendo la muchedumbre, paré

sonreí y tú viniste, fuimos andando

los hombros se tocaban, en dirección a casa

me pediste si podías ducharte, me acosté

oí el ruido del agua resbalando por tu cuerpo sucio de ciudad y de ligues

sucio por los días y noches y más días que no te tuve

te esperé tumbado, otro cigarro

y aún espero

me gustan los cuerpos que ríen, frescos

se abren a la ternura de los dedos, y al deseo

húmedo de la boca, que siempre recorre y descubre

te palpo de arriba abajo

reconociéndote en un gemido que también me pertenece, en la oscuridad

me contaste una improbable aventura de tarzán, te oía

y en el silencio de la habirtación fulgían aves que sólo yo veía

sonreí al enumerar los restos que la mañana encontraría por el suelo

manchas de esperma, deportivas agujereadas, pantalones

sucísimos, cazadora llena de parches, calcetines acorchados por el sudor

los calzoncillos rotos, sucios de mierda

y tus manos, me acuerdo

sobre todo de tus manos inmensas sobre el pecho

tu cuerpo desnudo,en la orilla de la cama, en sosegado sueño

 

 

 

 

Truque do meu amigo de rua

ao acaso encontrei-te encostado a uma esquina
olhar vazio varrendo a multidão, parei
sorri e tu vieste, fomos andando
os ombros tocavam-se, em direcção a casa
pediste-me para tomar um duche, eu deitei-me
ouvi o barulho da água resvalando pelo teu corpo sujo da
cidade e de engates
sujo pelos dias e noites e mais dias que não tive
esperei-te deitado, outro cigarro
e ainda espero
gosto dos corpos que riem, frescos
rasgam-se à ternura nocturna dos dedos, e ao desejo
húmido da boca, que sempre percorre e descobre

tacteio-te de alto a baixo
reconhecendo-te num gemido que também me pertence,
no escuro
contaste-me uma improvável aventura de tarzan, ouvia-te
e no silêncio do quarto fulguravam aves que só eu via
sorri ao enumerar os restos que a manhã encontraria pelo
chão
manchas de esperma, ténis esburacados, calças
sujíssimas, blusão cheio de autocolantes, peúgas
encortiçadas pelo suor
as cuecas rotas, sujas de merda
e tuas mãos, recordo-me
sobretudo de tuas mãos imensas sobre o peito
teu corpo nu, à beira da cama, no sossegado sono

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

También puedes leer