La rosa de la nieve. Muestra de poesía rusa

El poeta Víctor Toledo (Córdoba, 1957), nuestro mejor traductor del ruso en México, nos presenta una extraordinaria muestra de la poesía rusa con textos de Pushkin, Pasternak, Tsvietáieva, Mandelshtam y Brodsky. Se trata de una revisión de esa poesía para poder acercarnos a lo más nuevo de esa tradición.

 

 

 

 

 

La rosa de la nieve

 

 

Estos poemas forman parte de una “antología personal” que abarca tres grandes períodos de la poesía rusa: el clásico (o de oro -S. XIX-), la moderna y la vanguardia (o Generación de Plata), y la contemporánea. Del primer grupo -en la presente selección- faltarían poetas como Evgueni Baratinsky, Mijail Lermontov, Vasili Zhukovsky, Fiodor Tiuchev, Nikolai Nekrasov, Afanasi Fet y Alexei Koltsov. No obstante,  está Alexandr Pushkin -padre de la lengua rusa actual- el más representativo de la primera parte, con los más trascendentales de la segunda en importancia por cantidad y calidad (la de Plata), a excepción de Ana Axmátova, Vladimir Mayakovsky y Velimir Xlébnikov.

La generaciones puentes entre la de oro y la de plata deben representarse con los simbolistas o decadentistas sobre todo Konstantin Balmont y Valery Briusov y, enseñoreando como único pilar el final de este puente, Alexandr Blok y su sensual ventisca de nieve estremeciendo las calles rusas: La bella dama, o su ruiseñor cimbrando las curvas y los círculos del tiempo:

 

 

La noche, la calle, la farmacia, el farol.

Pálida luz sin sentido.

Aunque vivas un cuarto más de siglo

Todo será igual. No hay salida.

Morirás y empezarás otra vez desde el principio

Y todo como antes se repetirá:

La noche, las ondas heladas del canal

La farmacia, la calle y el farol.[1]

 

Un cuarto capítulo se formaría con “los poetas del estancamiento[2]”: generación de los sesenta a los ochenta (Alexander Kushner, Olga Siedakova, Víctor Kribulín, etc.). Falta

toda esta labor. La poesía rusa es infinita, si “el arte es largo y la vida corta” esto se multiplica con su traducción[3].

Este comienzo, por lo tanto, está signado con mis preferencias personales, con la manera en que yo vi a Rusia por primera vez: el país y la poesía más trágica, la belleza más pura y una luminosa sombra mística -misterioso ángel- deteniendo siempre, al borde del abismo, la total caída. Las películas de Andrei Tarkosvky, Andrei Rubliov y Nostalgia servirían de ejemplo. Del versátil Pushkin (su nombre puede traducirse como “trueno de cañón”) escogí los versos que concitan pasiones románticas: el amor, la patria y la poesía.

De Marina Tsvietáieva (se podría traducir como, flor, color: flor de luz, de color) un poema clave en la resistencia “silenciosa” de la cultura rusa en la época de la represión: la parte más bella del poema “Magdalena”, esta saga lírica tiene una anécdota significativa: Cuando llegué a Moscú, en 1987, era uno de esos cantos que se elevaban siempre en los puntos culminantes de las reuniones, la autoría, se le acreditaba  a Borís Pasternak y la intensión profunda a la musa de éste, a Olga Ivínskaya, su trágico amor, la Lara del Doctor Zhivago confinada  a un campo de concentración por su relación con el poeta. Esta versión se publicaba en los más grandes tirajes en la editorial  Samisdátiel, que se puede traducir como Publícalo tú mismo, y que funcionaba de la siguiente manera: cuando alguien recibía un ejemplar mecanografiado, estaba obligado a  hacer una copia y pasársela a otro voraz lector, así corrieron -secretamente- los mayores tirajes de  Las enseñanzas de Don Juan (el libro más leído de ese momento), por ejemplo. Dije esta versión porque además del falso crédito -el error se debía a que las obras completas de Tsvietáieva, como la de todos los grandes poetas, fuera del período clásico, estaban marginadas por cierta prohibición enmascarada y, a que el tema (y hasta el tono) era muy de Pasternak y el sujeto amoroso a quien se dirige es una mujer:  en los poemas del Doctor Zhivago (álter ego del poeta moscovita) se trasformó en la Magdalena de un bíblico símbolo del drama espiritual de Rusia. Por eso incluyo de este poeta sus propios versos sobre Magdalena -como una temática muy rusa-. El pueblo cambió, mejorando, como en las leyendas de la gran poesía china,  algunas palabras: en este caso la palabra miro en español: esencia, aceite (perfumado, también podría entenderse como mirra) fue cambiada por mir,  mundo, paz. El poema gana en simbolismo, se vuelve más intenso y dejo esta variante.

De Osip Mandelshtam, entre otros, el más abundante aquí, tomo un poema que termina con un verso premonitorio “y sólo otro igual ha de matarme”, cierto, sus constantes ataques públicos en verso a Stalin “bigotes de cucaracha” -que ya lo había perdonado una vez- terminaron por asesinarlo, aún joven, en el dantesco campo de concentración de Kolimá.

Por último el poema “La Mariposa” de Yosif (Joseph) Brodsky, del que añado otros poemas -junto con Pushkin, Pasternak, Mandelshtam y Tsvietáieva, es mi poeta ruso preferido-, me parece uno de los poemas más intensos, concisos y profundos de nuestro siglo. Cada una de sus estrofas dibuja un caligrama de un coleóptero volando en el vacío o el abismo (de la página en blanco). Muestra la escuela de sus maestros: Mandelshtam y Axmátova.

El paraje central, uno de los más nutridos, de esta antología basada sobre todo en el deseo de saciar mi sed de grandes “descargas de pasión” que es el universo, y en la aguda pluma destinada del azar, además varios de los poemas escogidos son muy famosos y reflejan intensamente la historia rusa, lo ocupan los sitios de Borís Pasternak, Yosip Brodsky y Osip Mandelshtam)[4], el primero fue poeta que elegí para justificar mis estudios en Moscú, por el ardiente placer y asombro iluminado que me causó su lectura en ruso, por identificación inconsciente al principio: por ser un signo de agua que se trasmuta en fuego: como dicen actúa la esfera astral que me tocó.

Traduzco, para cerrar esta presentación, uno de los poemas de Rilke, de su temprana juventud, escritos en ruso, cuando la Rusia de extensiones abiertas e infinitas, le causó tanta impresión que quiso volverse eslavo (para él era el único país europeo donde aún existía dios y una verdadera mística):

 

 

Canción

Yo camino y camino, y todo alrededor

Tu patria es aún: la lejanía del viento,

Camino y camino y se me olvida que

Antes conocí otros territorios.

 

Y qué lejanos ya de mí

Los grandes días del mar del sur

Las dulces noches de los ocasos de mayo

Allá todo es alegre y vacío pero aquí:

Dios oscurece…

el pueblo sufriente

Llegó hasta él y lo tomó como hermano.

 

 

 

 

 

 

 

Alexander Pushkin[5]

 

 

A  K…

Recuerdo aquel mágico instante:

Apareciste frente a mí

Como visión fugaz

Cual genio de la belleza pura.

En la angustia opresora de la desesperanza

En la zozobra del trajín escandaloso

Largo tiempo resonó tu dulce voz

Y soñé tus líneas armoniosas.

Pasaban los años. Tormenta de rebeldes

Temporales los sueños ahuyentó

Y olvidé tu cariñosa voz

Tus líneas celestiales.

En la espesura lóbrega de la prisión

Mis días silenciosos se estiraban

Sin la divinidad o inspiración

Sin lágrimas, sin vida, sin amor.

El alma un día se despertó:

Y otra vez apareciste tú

Como visión fugaz

Cual genio más puro de belleza.

Pulsa encantado el corazón

Para él nacieron otra vez

Divinidad e inspiración

Y vida y lágrimas y amor.

 

 

 

EL PROFETA

 

Ciego vagaba en tétrico desierto

Mi espíritu sediento padeció,

Alado serafín, de pronto,

En una encrucijada apareció.

Con leves dedos como sueño

Mis párpados tocó.

Se abrieron proféticos mis ojos

Ojos de un águila en peligro.

Rozó mis oídos,

De clamores se llenaron, de sonidos:

Oí las vibraciones del éter

Y el vuelo de los ángeles

El discurrir de los peces bajo el mar

Y el crecer silencioso de la vid.

Me apartó los labios, me arrancó la lengua

Maliciosa,  locuaz y pecadora.

Con mano ensangrentada

Puso entre mis labios yertos

Bífida lengua llena de sabiduría.

Abrió mi pecho con su espada,

Arrancó mi palpitante corazón

Y un ascua ardiente en la herida me incrustó.

Exánime yacía sobre el desierto

Cuando la voz de Dios me despertó:

“Levántate, Profeta, abre tus ojos, tus oídos,

Y a través del mar y de la Tierra, de los pueblos

Tu verbo abrase el corazón”.

 

 

 

ROSA

 

¿En dónde está nuestra rosa

Amigos míos?

Se marchitó la rosa

El bebé de la Aurora.

No digas:

¡Así se seca la juventud!

Ni digas:

¡Ésta es la alegría de la vida!

Dile a la flor:

¡Perdona, lo lamento!

Y condúcenos

Hacia el lirio blanco[6].

 

 

 

EL PESCADOR Y EL PECECITO

 

Vivía el viejo con su esposa

Junto al mismo mar azul

Vivían en choza de barro

Hacía ya treinta y tres.

Con su red pescaba el viejecillo

Y tejía la vieja con su hilado.

Echó el viejo al mar azul la red

Que con lama recogió,

Por segunda vez ya la lanzó

Mas con marina hierba regresó,

La lanza por tercera vez

Y la red llegó ahora con un pez,

No cualquiera, no pez simple, era dorado.

¡Cómo imploraba el pez de oro

Con suplicante voz de humano!:

¡Libérame en el mar, anciano

Valiosa recompensa te daré:

Todo lo que me pidas cumpliré!

Asombrado el viejo y espantado

(Pescaba ya hace treinta y tres

Y jamás oyó que un pez hablara)

Liberó al pez dorado

Y  dijo con palabras cariñosas:

Ve con dios dorado pez

No necesito tu rescate

Márchate al azul del mar

Paséate en la inmensidad.

Regresó el anciano con la vieja

Le contó la increíble maravilla:

Hoy atrapé un pez

Que hablaba nuestro idioma,

Pez de oro, no cualquiera

Me pidió a casa regresarlo

Al mar azul, ofreciendo valiosa recompensa

Cualquier cosa que quisiera

No me atreví a aceptar su ofrecimiento

Y lo liberé en el mar azul.

La vieja al anciano insultó:

¡Estúpido, tarado

No supiste tomar su recompensa

Al menos le aceptaras una tina

La nuestra por completo se rompió.

Así salió al mar azul

Vio al mar que alegremente retozaba

Y se puso a llamar al pez dorado

El pez nadó hacia él y preguntó

¿Qué se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

-Apiádese de mí, mi Señor pez,

Me regaña a mí la vieja

No me deja estar en paz

Quiere para ella nueva tina

La nuestra por completo se rompió.

Y contesta el pez dorado:

No estés triste, ve con  dios

Que tendrán su nueva tina.

Regresó el anciano con su vieja

Que tenía ya la nueva tina

Pero peor rugió la vieja:

¡Estúpido, tarado,

Pediste una tina solamente!

¿Sacaste gran provecho de la tina?

Regresa tonto, con el pez

Inclínate y pídele una casa.

Y regresa el viejo al mar azul

(Se enturbió el mar azul)

Empezó a llamar al pez dorado

El pez nadó hacía él y preguntó

-¿Qué se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

Apiádese de mí, mi Señor pez

Me insultó peor mi viejecilla

No me deja estar en paz

La gruñona quiere una cabaña.

Le responde el pez dorado:

No estés triste, ve con dios

Así será: casa tendrán.

Regresó el viejo a su casucha

Ya no estaba su covacha, ni su huella

Frente a él una dacha[7]con buhardilla

De ladrillos, blanco tiro de la chimenea

Y entablado de roble, el portón.

La vieja estaba sentada bajo la ventana,

En todo lo que el mundo se sostuvo[8]

Lo regaña: -¡estúpido, tarado,

Pediste, imbécil la cabaña!

Regresa e inclínate al pez:

No quiero ser una sucia campesina

Quiero ser aristócrata noble.

Se fue el viejito al mar azul

(El inquieto mar azul)

Se puso a llamar al pez dorado.

El pez nadó hacía él y preguntó:

¿Qué se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

Apiádese de mí, mi Señor pez

Peor que antes la vieja se empecina

No me deja estar en paz

Ahora no quiere ser ya una campesina

Quiere ser una aristócrata.

Le contesta el pez dorado:

No estés triste, ve con dios.

Regresó el viejo con la vieja

¿Y qué vio? Una alta torre

Y está su vieja en el zaguán

En corpiño de cara marta cebellina

En tocado: coronilla embrocada,

Su cuello de perlas retacado

En las manos sortijas de oro

En los pies rojos botines

Frente a ella diligentes mozos

Ella los golpea, los jala del copete

Le dice el viejo a su vieja:

¡Buenos días noble señora, alteza-emperatriz

¿Ahora está su almita ya contenta?!

Le gritó la vieja

(Y lo mandó a servir a las caballerizas).

Así pasa otra semana y otra

Y peor la vieja se emperró

Y lo manda al pez de nuevo:

Regresa e inclínate ante el pez

No quiero ser señora de palacio

Quiero ser una zarina todopoderosa.

Espantado el viejecillo implora:

¡Qué te pasa vieja, te atascaste de beleño?

Ni caminar, ni hablar tu sabes

Vas a hacer reír a todo el reino.

Se enojó aún peor la vieja

Y le da un bofetón.

¿Cómo te atreves campesino a discutir conmigo

Una noble aristócrata?

¡Ve al mar, te lo ordeno en buena forma,

Si no vas te mando a  fuerza!

El viejo se dirige al mar,

El mar azul estaba negro,

Empezó a llamar al pez dorado

El pez nadó hacia él y preguntó:

¿Qué se te ofrece anciano?

Con una reverencia el viejo le contesta

Otra vez mi vieja se revela

Ya no quiere ser aristócrata

Quiere ser una poderosa zarina.

Le responde el pez dorado:

No estés triste ve con dios

¡Bueno, será tu vieja una zarina!

El viejecillo regresó con esa vieja

¿Y que pasó? Frente a él: aposento de zar.

En el trono vio a su vieja

A la mesa se sienta cual zarina

La atienden nobles y boyardos[9]

Le sirven vino ultramarino

Los aflige con melindres

Severa guardia alrededor de ella

En sus hombros las hachas se sostienen.

En cuanto la vio, ¡el viejo se asustó!

A sus pies se inclina y dice:

¡Buenos días terrible zarina!

¿Ahora su almita está contenta?

La vieja ni lo vio

Sólo ordenó sacarlo de su vista,

Corrieron boyardos y nobles

Tomando y empujándolo del cuello,

A la puerta llegaron vigilantes

Por poco y lo descuartizan con las hachas

Y el pueblo ríe de él:

¡Ten tu merecido viejo malcriado

Ten para ti, ignorante, esta lección:

No te sientes donde no está tu lugar!

Pasa otra semana

Y peor la  vieja se empecina

A los cortesanos manda por su esposo.

Buscaron al viejo y lo trajeron

Dice la vieja al anciano:

Regresa y te inclinas con el pez

No quiero ser una gran zarina

Quiero ser la soberana del mar

Para vivir en la mar océano

Para que me sirva el pez dorado

Y esté bajo mis pies.

El viejo no se atrevió a contradecirla

No pronunció palabra alguna

Y se dirige al mar azul.

Ve en el mar negra tormenta

Así se hinchan las olas enojadas

Así andan y aúllan en coro y en manada.

Se puso a llamar al pez dorado

El pez nado hacia él y preguntó:

¿Que se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

Apiádese de mí mi Señor pez

No sé que hacer con mi maldita bruja

Ya no quiere ser zarina

Quiere ser del mar la soberana

Para vivir en el océano

Para que tú mismo le sirvas

Y estés bajo sus pies.

No dijo nada el pez

Sólo con su cola chapoteó

Y se fue hacia el profundo mar

Largamente esperó el viejo la respuesta

No pudo más y con la vieja regresó.

Y ve: otra vez frente a él la choza,

En la entrada su vieja está sentada

Y a sus pies… la tina rota.

 

 

 

 

Borís Pasternak[10]

 

 

TRISTEZA

 

Para este libro como epígrafe

Enronquecían los desiertos

Bramaban los leones y hasta las auroras de tigres

Se extendía Kipling.

Secándose el terrible pozo de la tristeza abierta

Se mecían acariciando y castañeando

Lana helada.

Ahora, arrullándose continuamente

En versos fuera de rango

Aparece soñando el Ganges

Y arrastra a la niebla con el rocío de pradejones.

Amanece con frío escarnecedor

En el foso y en las junglas repta

La humedad del réquiem y el incienso.

Mi hermana la vida y ahora desbordada

Se hirió -lluvia de primavera contra todos-

Pero la gente enjoyada, altiva gruñe

Y amable muerde como las víboras en la avena.

Los mayores para esto tienen su razón

Sin duda, es cómica la tuya:

Que en la tormenta los ojos y el prado sean lilas

Y el horizonte odore con húmeda reseda.

Que en mayo, el horario de los trenes

Que lees en el camino, en la bifurcación de Kamishinkaya,

Sea más grandioso que la Sagrada Lectura

Aunque desde el principio lo releas.

Que apenas el crepúsculo alumbra a las aldeanas

Eleva un enjambre fogoso en el andén,

Oigo, estación equivocada,

Y el sol, sentándose, de mí se compadece.

En el tercer chapoteo flota la campanilla

Con sus eternas disculpas: lo siento, no es aquí.

Quemándose en la noche arranca el tren bajo la cortinilla

Y se derrumba la estepa, desde el peldaño a la estrella.

Parpadeando, cintilando, pero duermen todos dulcemente

En un lugar. Y sueña mi amada Fata Morgana

La hora en que el corazón, ardiendo en las plataformas,

Las puertas de los vagones derrama por la estepa.

 

 

 

 

DEFINICIÓN DE LA POESÍA

Es el silbo súbitamente madurado

El chasquido de hielitos apretados

Es la noche que congeló a la hoja

Y el duelo entre dos ruiseñores.

Es el guisante dulce ahogado

Son las lágrimas del universo en vainas

Es fígaro de atriles y de flautas

Y se derrumba con el granizo sobre el huerto.

Todo, lo que es tan importante de hallar para la noche

En las profundidades de las certenejas

Y llevar a la estrella hasta el parterre

En las húmedas palmas temblorosas.

El calor sofocante más plano que tablas en el agua

El firmamento que cayó con el alisio

A las estrellas les sienta hacer reír a carcajadas

Es un lugar abandonado el universo.

 

 

 

 

DEFINICIÓN DEL ALMA

Con la pera madura volar en la tormenta

Con su hoja indivisible.

Es tan fiel, dejó su rama

E iconoclasta se ahogará en sequía.

Con la pera madura, con el torcido viento.

Es tan fiel: “¡A mí no me revuelca!”

Le digo que voltee pues dejó de tronar en la belleza,

Dejó de arder, se regó por la ceniza.

Fulminó la  tormenta a nuestra patria

Polluelo, ¿reconoces tu nido?

Hoja mía, más medrosa que el jilguero,

Mi tímida seda, ya no tiembles.

No temas, canción inseparable,

¿Hacia dónde podríamos partir?

“Aquí”, adverbio mortal, ni te imagina

Nuestro indiviso palpitar.

 

 

 

 

DEFINICIÓN DEL ARTE

Desordena las solapas de las camisas,

Velludo como el torso de Beethoven,

Cubre sus fichas con la mano

Y es el sueño, la conciencia, la noche y el amor.

Y  con qué pieza tan negra coronada

Con qué frenética tristeza

Prepara las presentaciones de la luz

Con el caballero sobre los terrestres peones.

Y en el jardín, al pie del sótano, desde el témpano

Las estrellas derraman su perfume

Y exclaman con el  Ruiseñor: sobre la tumba de Isolda

La helada de Tristán se atragantó.

Y es los jardines y estanques y verjas,

Y hierve con blancos clamores,

El universo: sólo descargas de pasión

Acumuladas en el  corazón.

TEMAS Y VARIACIONES

(1916-1922)

Por aquí cruzó la uña misteriosa del enigma

Es tarde, mejor me iré a dormir

y con las luces del alba

Lo comprenderé. Mientras no me despierten

Tocaré a mi amada, como nadie sabe.

¡Cómo te tocaba!

Incluso con el cobre de mis labios te tocaba

Como una tragedia conmociona a su auditorio.

Te tocaba. El beso era un verano

Se venía en agostado día estival que tardaba y tardaba

Y de pronto derramaba la tormenta.

Bebía como las aves, dilatándose hasta perder el conocimiento.

Lentas corrían por la garganta las estrellas

Y los ruiseñores temblando, con los ojos en blanco

Apuraban gota a gota el firmamento.

 

 

POEMAS DE YURI ZHIVAGO

(1946-1953)

VERANILLO DE SAN MARTÍN

Los groselleros cuecen sus lenguas de aspereza.

Las risas tintinean en los cristales

en la cocina se trincha y se sazona

con clavo con pimienta se adoba se marina.

Y el bosque como enano se divierte

lanzando estos rumores contra los espinazos:

tatemados al sol los avellanos

dejaron la piel viva en el brasero.

En una torrentera terminó el sendero

la tristeza bañó las viejas cepas

tan resecas- y al otoño -en harapos-

que todo en el torrente ha ido amontonando.

Da pena sea tan simple el universo

más de lo que supone el que es muy listo

que el bosque parezca sumergido en agua

que el fin anegue ya las cosas.

Y que de nada sirva los ojos restregarse

cuando todo se quemó junto a tus labios

ya la neblina blanca que el otoño trajo

lanzó su telaraña a la ventana.

La cerca derruida del jardín abrió un espacio

se pierde por la senda de  abedules.

A las risas, riachuelos y ruidos del trabajo casero

lejos, el cosmos, responde con eco cristalino.

 

 

 

 

MAGDALENA

Apenas llega la noche y aparece mi demonio,

Pagaré por mi pasado.

Llegan sorbiendo mi cuerpo y el alma

Recuerdos de mi depravación

Cuando era la bruta poseída

La esclava del capricho de los hombres

Y mi refugio era la calle.

Quedan unos instantes

Y vendrá un silencio sepulcral.

Pero antes que terminen con mi vida,

Vaso de  alabastro que sació su borde,

A tus pies lo haré pedazos.

¡Dónde estaría yo

Maestro mío, mi Salvador,

Si en las noches, a la mesa,

La eternidad sensual no me esperara

Como en las redes de mi profesión

Un nuevo visitante atraído por mi sed.

Pero explícame qué es el pecado,

La muerte, el infierno, la azufrada llama,

Si ante los ojos de todos

Como el retoño del  tallo

Uní a tu talle mi tristeza inmensa.

Cuando aprietan mis rodillas

Tus firmes pies, Jesús,

Tal vez aprendo a abrazar

La recta viga de la  cruz

Y perdiendo los sentidos me arrojo a tu cuerpo:

Te preparo para la inhumación.

 

 

 

 

 

Marina Tsvietáieva[11]

 

Seré feliz si Usted no siente mi dolor[12],

Y que yo tampoco sienta nada,

Que nunca el pesado globo de la tierra

Se escurra bajo nuestros pies.

Me gusta, que pueda ser ridícula, perversa

Buscar palabras adecuadas,

Y no ponerme roja con ola sofocante

Si apenas nuestras mangas se rozaran.

Me gusta, que delante de mí Usted pueda abrazar

Tranquilamente a otra mujer,

No me condena arder en el infierno

Por no besarlo a Usted.

Y que mi cariñoso nombre, mi Cariño

No recuerde ni en la noche ni en el día…

Que nunca sobre nosotros, en el silencio de la catedral,

Cantarán el Aleluya.

Gracias a Usted -con mi mano sobre el corazón-

Que no sabe lo mucho que me ama:

Por mis noches tranquilas,

Por los raros encuentros de las crepusculares horas,

Por nuestros no paseos bajo la luna,

Por el sol que no existe encima de nosotros,

Por el dolor que no siente, lamentablemente, Usted por mí,

Por el dolor que no siento, lamentablemente, por Usted.

 

3 de mayo, 1915

 

 

MAGDALENA (3)[13]

Sobre tus caminos no voy a interrogar

Querida, todo se realizó

Yo iba descalzo y tú me arropaste

Con aguaceros de tus lágrimas y de tu cabellera.

No pregunto a qué precio

Se compraron tus esencias

Yo estaba desnudo y tú una ola

Con cuerpo y pared me ceñiste.

Tocaré con mis dedos tu desnudez

Más silencioso que el agua

Y más bajo que la hierba.

Yo era recto

Y tú me inclinaste apretado a tu cariño

Cávame un foso en tus cabellos

Cúbreme sin lino, apaciguadora,

Para qué quiero el mundo[14]

Si tú como una ola me lavaste.

 

31 agosto 1923

 

 

 

 

 

Osip Mandelshtam[15]

No escuché los cuentos de Ossián[16],

Ni probé el antiguo vino:

¿Por qué se me aparece el claro del bosque

Y la sangrante luna de Escocia?

Y el contrapunto del arpa y el cuervo

Me suena en el silencio maldito.

Con el viento agitando las bufandas

¡Pendones de guerreros fulguran con la luna!

He recibido una bendita herencia:

Los sueños errantes de extraños cantores.

El parentesco y la aburrida vecindad

Nosotros despreciamos libremente.

Y puede suceder: más de un tesoro

Saltando a los nietos, pase a los bisnietos

Y de nuevo el escaldo componga esa canción extraña

Y la interprete como si fuera propia.

 

1914
Insomnio, Homero, tensas velas.

Leí a mitad la lista de las naves:

Tal, larga cría, el tren de grullas

Que un día se alzaron sobre la Hélade.

Cual parcela de grulla en extrañas fronteras,

Divina espuma sobre la cabeza de los zares.

¿A dónde navegan si no fuera por Helena,

Para qué quieren una sola Troya, esposos aqueos?

El mar y Homero: todo lo mueve el amor.

¿A quién escucharé? Homero está callado,

Elocuente el mar negro rumorea

Y con pesado estruendo avanza hacia mi cabecera.

 

1915
En la polifonía de un coro de doncellas[17]

Todas las iglesias cariñosas cantan con su voz

En los arcos de piedra de la Catedral del Arrullo[18]

Se me aparecen arqueadas y altas cejas.

Desde la valla fortificada por arcángeles

Veía a la ciudad con deslumbrante altura.

Me consumía la tristeza en los muros de la Acrópolis

Por ese nombre ruso, por la belleza rusa.

Ni el milagro de milagros que soñamos: el Edén.

Donde canturrean las palomas en el ardiente azul,

Canta las notas ortodoxas una monja:

El dulce Arrullo, Florencia en Moscú.

Y las pentacéfalas[19] catedrales moscovitas,

Con su alma rusa e italiana,

Recuerdan la aparición de la Aurora

Mas con el nombre ruso y el abrigo de piel.

Irremediable es esta noche[20]

Y aún ustedes tienen luz.

A las puertas de Jerusalén

Salió un sol negro.

El sol amarillo es más terrible

-Duerme mi niño, duerme-

En el templo iluminado los judíos

Sepultaban a mi madre.

Sin tener la bienaventuranza

Y del sacerdocio marginados,

En el templo iluminado los judíos

Oficiaron los restos de la esposa.

Sobre mi madre resonaban

Las voces israelitas.

Yo me desperté en la cuna

Con el sol negro iluminado.

 

1916

 

 

MEGANOM[21]

Todavía están lejos los asfódelos[22]

De la  primavera transparente y gris.

Aún por el momento, en realidad

Murmura la arena y hierve la ola.

Pero aquí penetra mi alma

Como Perséfone en ligero círculo,

Y no existen en el reino de los muertos

Bellos y bronceados brazos.

¿Por qué confiamos a la barca

El peso de la fúnebre urna

Y la fiesta de las rosas negras celebramos

Sobre aguas amatistas?

Mi alma ahí se precipita

Tras el túmulo de niebla de Meganom

Y regresará la negra vela[23]

De allá, después del funeral.

Qué raudos cabalgan nubarrones

Sobre arriates en penumbra

Y los copos de las rosas negras vuelan

Bajo borrascosa luna.

Y el ave de la muerte y el lamento

Con su orla fúnebre arrastra,

Tras la popa de cipreses,

El inmenso estandarte del recuerdo.

Y con el susurro se abre

El triste abanico de pasados años

Hacía donde con sombrío estremecimiento

Se entierra en la arena el amuleto,

Mi alma ahí se precipita,

Tras el túmulo de niebla de Meganom,

Y la negra vela vuelve

De allá, después del funeral.

 

1917

 

 

 

A CASANDRA[24]

En instantes floridos no busqué

Casandra ni tus labios ni tus ojos

Pero ahora, cómo nos atormenta la memoria

De las solemnes veladas de diciembre.

Y en diciembre del año diecisiete

Perdimos todo amando

A uno lo despojó la voluntad del pueblo

Y el otro a sí mismo despojó…

Algún día, en la loca ciudad

En la fiesta de escitas, del Neva a las orillas

Al son de un baile abominable

De tu bella testa la toca alzarán.

Si esta vida es un delirio necesario

Y los leños de los barcos altas casas

Alza el vuelo, victoria sin brazos,

Peste hiperborreica.

En la plaza de  vehículos blindados

Veo a un hombre: asusta

A los lobos, con las brazas encendidas

De la libertad, la ley y la igualdad.

 

1917

 

 

TRISTIA[25]

Yo aprendí la ciencia de la despedida

En las quejas nocturnas de los cabellos sueltos.

Rumian los bueyes, y se demora la espera

La última hora de las vigilias de la ciudad.

Y honro el rito de aquella noche de gallo,

Cuando alzando el peso del pesar del camino,

Veían a lo lejos los ojos llorando,

Y el llanto femenino se mezclaba al canto de la musas.

¿Quién puede saber con la palabra despedida

La separación que nos espera?

¿Qué nos presagia la exclamación del gallo?

Cuando el fuego arde en la Acrópolis,

Y en la alborada de una nueva vida

Cuando en el pajar con flojera el buey mastica

¿Por qué el gallo, pregonero de la nueva vida,

Golpea con sus alas los muros citadinos?

Yo amo la simpleza del tejido:

La lanzadera corre, el huso zumba.

Mira: a tu encuentro, como plumón de cisne

¡Descalza Delia vuela!

¡Oh, el escaso fundamento de nuestra vida

La pobre de alegría, la lengua!

Todo fue antaño, todo se repetirá otra vez

Y apenas nos endulza el conocimiento del instante.

Pues, así sea: la transparente figurilla

En el limpio platillo está de barro

-Como piel desprendida de una ardilla-:

Inclinada encima de la cera, la muchacha ve.

No se dio a nosotros adivinar sobre el Erebo[26] griego,

A las mujeres la cera, para los hombres el cobre.

Sólo en la lucha a nosotros la suerte nos designa

Y a ellas ya les fue otorgado morir adivinando.

 

1918
Toma, para el goce, de mis manos,

Un poco de sol y algo de miel

Como nos ordenaron las abejas de Perséfone.

No se puede soltar una barca a la deriva

Ni sentir en la piel la sombra de una bota

Ni vencer al temor en la dormida vida.

Sólo nos quedan los besos

Felpudos como pequeñas abejas

Que mueren al salir de la colmena.

Ellos murmuran en la transparente espesura de la noche,

Su patria: el profundo bosque de Taiget[27]

Su alimento: el tiempo, la menta y pulmonaria.

Toma, pues, para tu goce, mi regalo salvaje

Este seco y burdo collar

De abejas muertas: la miel que se convierte en sol.

 

1920
Iguales son las señas de la hermana: ternura y gravedad.

Avispas y pulmonarias liban de la rosa.

El hombre muere. Se enfría la arena caliente

Y en negras camillas se llevan al sol de ayer.

Ah, pesados panales, tiernas redes

¡Más fácil levantar la piedra, que tu nombre repetir!

En el mundo me queda sólo una inquietud:

Un dorado cuidado: cómo el fardo del tiempo descargar.

El aire turbio bebo: agua oscura.

Arado el tiempo donde la rosa era la tierra.

Tiernas y pesadas rosas se mezclan lentamente en el arado

Que anudó en doble corona, el peso y el cariño de la rosa.

 

1920
Porque tu mano no supe sostener[28]

Por traicionar tus labios dulces y salados

He de esperar la madrugada en la frondosa acrópolis.

¡Cómo odio las antiguas y olorosas cortes!

En la oscuridad, los varones aqueos aparejan el caballo

Con las sierras dentadas muerden vigorosos la estacada.

No aplaca aún el ruido seco de la sangre

Y no hay para ti ni molde, ni nombre, ni sonido.

¿Cómo me atreví a pensar que volverías?

¿Por qué me desprendí de ti antes de tiempo?

Aún las sombras no se desvanecen, aún no canta el gallo,

El hacha ardiente no clava los maderos.

La resina resuma en las paredes como una lágrima pura.

Y siente la ciudad sus costillas de madera.

Pero la sangre ya brotó en las escaleras, y se lanzó al asalto

Y tres veces soñaron los varones la seductora imagen.

¿Dónde la querida Troya? ¿Dónde la casa del rey, dónde las de las doncellas?

Ella será destruida, pajarera alta de Príamo.

Y lluvia seca de madera caen las flechas

Y otras crecen en la tierra como el avellano.

De la última estrella, sin dolor, se apaga una punzada.

Y con la gris golondrina el alba toca a la ventana.

Y lento el día, como buey que despierta entre la paja,

Avanza, en los almiares hirsutos del largo sueño.

 

1920
Cuando Psique la Vida a las sombras desciende

Y hacia el traslúcido bosque a Perséfone sigue,

Una ciega golondrina se echa a sus pies

Con la ternura Estigia[29] y con la rama verde.

Hacia la fugitiva corre miríada de sombras

A recibir la nueva compañera con lamentos.

Y sus débiles brazos rompen ante ella

Con desconcierto y tímida esperanza.

Quien un espejo ofrece, y quien un perfume:

Como el alma es mujer, gusta de naderías

Y el bosque sin hojas de diáfanas voces

Secas quejas rocía como pequeña llovizna.

Y en el vaivén cariñoso sin saber qué hacer,

No reconoce el alma el transparente robledal.

Su aliento empaña al espejo y se demora en dar

La moneda de cobre[30] al nebuloso cruce.[31]

1920

 

 

 

 

GOLONDRINA

Olvidé la palabra que quería decir.

Regresará en el aposento, al esplendor de la sombra, la golondrina ciega

En alas recortadas para jugar con transparencias.

En el olvido se canta la canción nocturna.

No se oyen las aves. La siempreviva no florece.

Traslucen las crines de la caballada nocturna.

Por el río seco flota una barca vacía.

Entre los grillos la palabra desvaría.

Y crece lentamente, cual pabellón o templo.

O de pronto finge ser Antífona[32] demente,

O golondrina muerta, a los pies se lanza

Con la ternura Estigia y con la rama verde.

Oh, si se pudiera volver al pudor de los dedos videntes

Y al júbilo sinuoso del reconocimiento.

¡Yo que tanto temo el llanto de las Aónides[33],

De la niebla, del hiato, la abertura y el sonido!

A los mortales fue otorgado el  poder de amar y de reconocer,

Para ellos el sonido fluye de los dedos,

Pero ya olvidé lo que quería decir,

Y la idea incorpórea al aposento de las sombras volverá.

La palabra transparente siempre desatina

Siempre golondrina, Antífona, amiguita…

Y en los labios arde como hielo negro

El estigio recuerdo del sonido.

 

1920

 

 

 

 

AL HABLA ALEMANA

Cual polilla en la nocturna vela

En la contradicción estoy perdido

Salir me gustaría de nuestra lengua

Y tanto eternamente ya le debo.

Tenemos alabanza sin lisonja

Tenemos amistad recta y sincera

Tomemos algo de la honra y seriedad

Del Occidente en la familia ajena.

Recuerdo un militar tudesco

(¡Te adornan las tormentas, Poesía!)

En cuya espada se enredaban rosas

Y Ceres en su boca florecía.

Aún los padres en Francfort dormitaban.

De Goethe nada entonces se sabía.

Al son de himnos danzaban los corceles

Y como letras en papel corrían.

¿En qué Walhalla[34], amigos míos

Del mismo plato nos alimentamos?

¿Qué libertad ustedes poseían

Qué rutas señalado ya me habían?

Y de la hoja del fresco almanaque

De la blancura del primer escrito

Bajaron escalones de la muerte

Como al hostal por un vaso de vino.

Un habla ajena será mi envoltura

Pero mucho antes de nacido

Fui una letra, una línea de vid

El libro fui que en sueños has leído.

Dormido sin imagen ni concierto

La amistad me despertó con un disparo.

De Pílades[35] concédeme la suerte

Dios Nachtigall[36] o prívame del habla.

¡Dios Nachtigall! Me arrastran a otras pestes

De siete años nuevas guerras,

Silban rebeldes las palabras, el sonido se encoge

Pero tú vives, y me salvas.

 

1932

 

 

 

 

 

 

Joseph Brodsky[37]

 

 

 

LA MARIPOSA

 

I

¿Decir que tú estás muerta?

Tan sólo viviste una jornada.

Cuánta tristeza hay en la broma del Creador

Apenas puedo articular “vivió”:

Unidad de la fecha del nacimiento

Y de cuando en mi mano te deshiciste.

A mí me desconcierta restar

Una de las dos cantidades

A los confines del día.

II

Después que los días para nosotros

No son nada -sólo nada-

No los atrapas

Y de pitanza para los ojos no los tendrás:

Ellos

En el fondo blanco

No tienen cuerpo, son invisibles

Los días son como tú

Exactamente ¿qué puede pesar

Disminuido diez veces

Uno de estos días?

III

¿Afirmar de lleno que no existes?

¿Pero qué es en mi mano

Algo tan similar a ti?

¿Y el color?

Que no es fruto del no ser

¿De quién es este soplo

Que así se unta en la pintura?

Dudo que yo

Balbuceando un nudo de palabras

Ajenas al color

Pudiera delinear esta palestra.

IV

En tus alitas hay

Pupilas, pestañas, ninfas o aves.

¿Fragmentos de qué rostros es este retrato volador?

Dime de qué partes y pizcas tu casualidad

Aparece una naturaleza muerta:

De cosas, quizá frutos,

Incluso el trofeo

Extendido de la pesca.

V

Es probable que seas un paisaje,

Si tomo la lupa

Encuentro al grupo de ninfas,

al embrujo, la playa

¿Es tan claro allá como en el día

o tan abatido como la noche?

¿Qué estrella se encendió en la bóveda celeste?

¿De quiénes son estas figuras?

¿Dime

De qué naturaleza

Todo el paraje se hizo?

VI

Pienso: tú eres

Esto y lo otro

Tienes rasgos de astro, rostro, objeto

¿Quién fue el orfebre

Que sin arrugar el ceño

Engarzó en miniatura

Los rasgos de este mundo?

Que enloquece.

¿Quién nos tomó entre sus pinzas:

Donde tú eres el pensamiento sobre la cosa

Y nosotros la cosa misma?

VII

Dime

Para qué este arabesco

Te fue dado sólo un día.

En el confín de los lagos

¿ A quién esta amalgama

Reservará espacio de antemano?

Quitándote la posibilidad

El corto tiempo

De caer en la red

Estremecerte en la palma de la mano

Y en el instante de la persecución

Deslumbrar a la pupila.

VIII

Tú no me respondes

Y no es por timidez

Y no por algún mal

Y no por estar muerta.

Pues a cada criatura

Viva o muerta-

En señal de parentesco

Se donó una voz:

Para el entendimiento, el canto,

La prolongación de un instante

De un día.

IX

Estás privada del empeño

Pero hablando con rigor: mejor así.

Para qué tener deudas con el cielo.

En el recuento no te aflige

Si tu siglo y tu peso son dignos del silencio

El sonido también pesa

Pero tu eres más incorpórea

Y más insonora

Que el tiempo.

X

No alcanzaste a vivir

Hasta sentir el miedo.

Más fácil que el polvo te ensortijas

Sobre el tiesto

Estás fuera de lo transcurrido

Del pasado del porvenir con sus ahogos

Parecidos a la cárcel.

Por eso cuando vuelas hacia el prado

Soñando libar

El mismo aire -de pronto-

Toma forma.

XI

Así la pluma se desliza

En la suave blancura el abismo del cuaderno

Sin conocer el destino de su línea

(Donde el saber y  la herejía se enredaron).

Más confiándose a los empeños de la mano

En sus dedos

Se bate el habla

Muda por completo:

No quita el polvo acumulado de la flor

Mas sí el peso de los hombros.

XII

Esta belleza

Y su fecha tan pequeña

Uniéndose a esta conjetura

Tuerce la boca

Sin decir  -claro-

Que en realidad

El mundo fue fundado sin objeto

Y si lo tiene

No somos nosotros.

Amigo entomólogo:

Para la luz no hay agujas

Y no las hay para las sombras.

XIII

¿El “Adiós”

Es la forma de los días?

Hay quien con sus razones

Quiere cortar el limo del olvido

Pero mira

La culpa de esto es que a su espalda

No carga días de mutuas sábanas

Ni espesos sueños

Ni pasado.

¡Pero mira el nubarrón de tus hermanas!

XIV

Tú eres mejor que la Nada

Más verdadera, más cercana

Más visible.

En el fondo eres su familia:

En tu vuelo alcanzó la encarnación

Y por ello

En el tumulto cotidiano

Eres digna de la mirada

Como ligera barrera

Entre Ella y yo.

 

 

 

EL GRITO DEL AZOR EN EL OTOÑO

El viento del noroeste lo levanta

Sobre la parda, lila, bermeja y escarlata

Colina de Connecticut.

Ya no ve el trayecto apetitoso

Del pollo en el patio de la vetusta granja

O el de la tuza sobre el linde.

Oprimido en la corriente del aire, solitario

Distingue apenas cadenas de colinas

Descendentes y la plata del río

Serpenteando como espada viva

El acero mellado en los meandros

Parecidos a abalorios de los pueblos

De Nueva Inglaterra. Caídos hasta el cero

Los termómetros son lares en el nicho,

Las frías agujas de los templos

Doman al incendio del follaje

Pero para el azor no son iglesias. Más alto

Que los mejores pensamientos parroquianos

Planea en el océano azul. Aprieta el pico

El estómago oprime al metatarso

Las garras en el puño son los dedos

De las manos, cada pluma olfatea

El soplo desde abajo: brilla en respuesta

La baya del ojo, se dirige al sur

Al Río Grande al delta

A la muchedumbre sofocante de las hayas

Que esconde en la espuma poderosa

De la hierba, en sus tejas más filosas

Un nido, las cáscaras rotas con pintas coloradas

El olor, la sombra, del hermano o de la hermana.

El corazón envuelto en carne, ala

Plumón, pelusa, palpita en la frecuencia

De su estremecimiento

Impulsado por su propio calor

La tijera corta el cielo azul de otoño

Intensificando el color por causa

De una mancha parda, apenas al ojo perceptible,

Del punto que flota por encima del abeto

Por causa del vacío en la cara

De un niño que ve por la ventana,

La pareja bajando del automóvil,

Una mujer en el pórtico.

Pero el flujo ascendente lo impulsa hacia arriba

Más y más alto. Entre las plumas

El frío le muerde el vientre.

Mira hacia abajo:

se apaga el horizonte

Apenas ve los primeros trece estados. Ve:

Se alzan de las chimeneas columnas de humo.

Pero justo su número le dice

Al ave solitaria, qué tan alto voló.

¡Hasta dónde he llegado!

Siente entre orgulloso y alarmado.

Ladeándose en un ala

Cae. Pero la elástica

Capa de aire lo regresa al cielo

A la estepa helada e incolora.

De su pupila amarilla

Brota un brillo hostil

Mezcla de terror e ira. Vuelve

A descender. Pero como pelota en la pared

Como la recaída en la fe del renegado

El azor es rechazado otra vez.

¡El, aún lleno de ímpetu!

Es impulsado aún más alto. A la ionosfera.

Al astronómico y objetivo infierno

De las aves, donde el oxígeno no existe

Donde en lugar del mijo están los granos

De las lejanas estrellas. Lo que a los bípedos

La altura, a los plumíferos es al revés.

No con el cerebelo sino con los pulmones

Adivina: no hay salvación.

Entonces grita. Brota de su encorvado pico

Un graznido de Erinias parecido

Rasgando al exterior un sonido mecánico

Insoportable: el ruido del acero

Hincando el aluminio.

Mecánico porque no está

A los oídos de nadie destinado. Ni al hombre

Ni a la ardilla que saltó del abedul

Ni a la zorra que late

Ni a los ratoncillos del campo.

A nadie le podrían cobrar así

Las lágrimas derramadas por su causa. Sólo los perros

Levantan el hocico. Un agudo y penetrante grito

Más terrible que la pesadilla del re sostenido

Del diamante, que corta el cristal,

Atraviesa el cielo. Y por un instante

El mundo se estremece por la herida.

Pues allá arriba la tibieza

Quema al espacio, como aquí abajo

La negra verja quema con el frío

A la mano sin guante. Exclamando: “¡mira,

Allá”, vemos en la altura al azor hecho una lágrima

En la fina telaraña de las ondas

Producidas por la resonancia

Concéntricas se expanden por la bóveda celeste

Donde no existe el eco

Donde huele a apoteosis del sonido

Sobre todo si es octubre.

Y en este encaje, como estrella de hielo

Brillando toda escarchada y argéntea

Con las plumas hinchadas, el ave flota hacia el cenit

Al ultramarino. Con los prismáticos

Divisamos desde aquí una perla, un detalle:

Resplandece. Oímos: arriba algo suena

Como la vajilla que se quiebra

Como el cristal de la familia

Cuyos fragmentos, no obstante, no hieren:

Se derriten en la mano. Y por un instante

Volvemos a distinguir pequeños círculos, ojillos,

Abanicos, una mancha irisada

Puntos suspensivos, paréntesis, eslabones

Bozos, espigas

Lo que antes era la greca de la pluma.

El mapa transformado en un puñado

De hojuelas etéreas volando en la ladera.

Y al correr por la calle, los niños en abrigos de colores

Atrapándolas con los dedos

Gritan en inglés: “Invierno, Invierno”

1975

 

 

 

 

LA ESTRELLA DE NAVIDAD

En una fría temporada

En el cósmico lugar

Inclinado más al calor que al frío

Y más que a la montaña hacia el llano

El niño dios sonrió en la cueva para salvar al mundo.

El blanco aullaba, barría:

Así la tiza del invierno

borra y atiza en el desierto.

A El todo le parecía enorme: los pechos de la madre

El vapor amarillo de las ventanillas nasales de los toros

Los magos Melchor, Gaspar y Baltazar

Sus regalos traídos de tan lejos.

El era sólo un punto.

Y un punto era la Estrella.

Que atenta, sin parpadear, entre una misteriosa nube,

Sobre el pesebre del bebé,

Desde lejos, en el otro final,

Al fondo del  Infinito,

Miraba hacia la cueva.

Y era Ella

La mirada del Padre.

 

 

 


[1]Fragmento de “El jardín de los ruiseñores”, traducción de V.T.

[2] Abarco aquí –muy provisionalmente- varias generaciones y necesitaría precisarse este nombre, sus fechas, si así fuera, sus generaciones. Evtushenko tiene su propia clasificación: por ejemplo: “Los hijos de la guerra”,  “Los hijos de los años aburridos de Rusia: poetas nacidos después de la muerte de Stalin”, etc.

[3] Para las celebraciones del año 2000 y el fin del milenio se publicaron tres monstruosas antologías: Estrofas del siglo de Evgenii Evtushenko, 1999, de casi 30 por 22 cm., y 1056 páginas (5000 ejemplares). Por el mismo tamaño: Poesía rusa, siglo XX, antología, 1999, 928 páginas. Liberación de Ulises (poesía rusa moderna tras las fronteras), 2004, 996 páginas, poesía de los rusos exiliados o emigrados. En todas no hay espacio entre los poemas.

[4] Las traducciones de Mandelshtam contaron con el apoyo de una beca de traducción del  CONACULTA.

[5] Pushkin: Trueno de cañón. Pushka: cañón. Pushkin podría traducirse como trueno de cañón. Así irrumpió en la poesía rusa, inaugurando, prácticamente, la lengua moderna rusa.

[6] O la azucena.

[7] Cabaña de campo rusa.

[8] Dicho ruso: en todo lo que abarca el mundo, en su esencia.

[9] Nobles feudales rusos.

[10] Pasternak: La raíz cósmica de una humilde verdura. El poeta sería como esa raíz terrestre (recalco) que cobra fuerza universal. El apellido se traduce Pastinaca: chirivía (planta umbelífera), zanahoria, pez selacio rayiforme de cuerpo plano y redondo (Dasyatis pastinaca), comestible, común en mares de España (María Moliner).

[11] La hija de la flor y del color. Su apellido se puede traducir literariamente como la hija de la flor, la hija del color, también se acerca a la palabra luz.


[12] Traducción de Nadia Boríslova y mía.

[13] Poema dividido en tres partes, esta es la última.

[14] Este verso es de la versión popular oral (que me gusta más) en la original es: Para qué quiero mirra.

[15] Mandelshtam, es el único que no tiene un apellido ruso, el origen del poeta era judío-polaco. Pero La piedra en la historia sería un subtítulo para su antología.

[16] Ossian, hijo de Fingal (Fionn mac Cumhail), fue un poeta guerrero del ciclo de Fenian en la mitología irlandesa. Narrador de gran parte del ciclo. La escritura Ossian está particularmente asociada al ciclo de poemas de James Macpherson que afirma haber traducido de fuentes antiguas en gaélico escocés. En 1760 Macpherson, un poeta que escribía en escocés, publicó Fragments of Ancient Poetry collected in the Highlands of Scotland (Fragmentos de antigua poesía recogida en las Tierras Altas de Escocia)  traducido del gaélico. Ese año obtuvo más manuscritos. En 1761 afirmó haber encontrado un poema épico sobre Fingal escrito por Ossian. Publicó traducciones durante los siguientes años, culminándolas con la edición completa; The Works of Ossian en 1765. El poema más famoso de entre ellos fue Fingal escrito en 1762. Los poemas alcanzaron gran éxito internacional y se los proclamó el equivalente celta de Homero. La obra influenció a muchos autores, incluyendo a un joven Walter Scott y a J.W. von Goethe, cuya traducción de una parte de las obras de Macpherson aparece en una escena de Las penas del joven Werther.

Después de la publicación hubo acusaciones sobre que las afirmaciones de Macpherson eran mentiras y de que los poemas eran falsos. Los escritos de Macpherson -interpretados bajo una luz política- fueron contestados vehementemente por historiadores irlandeses, que sentían que se estaban apropiando de su herencia cultural, a pesar de que las culturas de Escocia e Irlanda estuvieran tan relacionadas en la época en la que se sitúan los textos. La polémica continuó hasta el siglo XIX, con discusiones sobre si los poemas se basaban en fuentes irlandesas o del inglés o en fragmentos gaélicos fundidos en el texto de Macpherson o en tradiciones orales en gaélico escocés como afirmó Macpherson.  A pesar de que la verdad se desconoce, los estudiosos coetáneos tienden a creer que Macpherson había recogido realmente baladas gaélicas de Ossian, pero que las adaptó a la sensibilidad contemporánea, alterando el carácter y las ideas originales e introduciendo bastante material propio. Muchos opinan que la pregunta sobre la autenticidad no debe afectar el mérito artístico y el significado cultural de los poemas.

[17] Dedicado a Tsvietáieva, evoca el descubrimiento de Moscú y de la “vieja Rusia” por parte de Mandelshtam  en compañía de ella. La catedral de la Dormición de la Virgen, dentro del Kremlin, construida por Iván el Terrible, 1475 y 1479, con el arquitecto florentino Aristotele Fioravanti. Así Mandelshtam identifica Florencia y Moscú. El “baluarte fortificado por los arcángeles” refiere otra catedral del Kremlin, la de San Miguel Arcángel, construida entre 1505-1508 por otro italiano, Alevisio Novi.  

[18] La Catedral de Uspensky, otra interpretación  posible  de lo que significa su nombre,  sería la Catedral de la “Dormición”.

[19] Abstracción secreta de cinco cúpulas (puntas), de las catedrales  rusas para disfrazar la forma mágica de la pirámide, prohibida por la iglesia ortodoxa.

[20] A la muerte de su madre, Flora, de un derrame cerebral el 26 de julio de 1916, a los 48 años. Aun cuando fue avisado por su padre mediante un telegrama, Mandelhstam, que se encontraba en Koktebel, no pudo llegar a tiempo para verla en vida. Según Nadiezhda Mandelshtam, siempre se sintió culpable de ello. La imagen del sol negro, recurrente en toda la obra de Mandelstam, procede de la poesía clásica y le permite asociar la idea de la muerte con la de la inmortalidad. El color amarillo le sirve para identificar a la cultura judía. www.poeticas.com.ar/biblioteca/Tristia/Poemario/Notas.html

[21] Meganom es el nombre helenizado del monte de Crimea, donde lo escribió. Alude al reino de los muertos, representado por Homero en La Odisea como un campo de asfódelos. La imagen de la vela negra evoca el mito de Teseo, quien, al olvidarse de alzar la vela blanca para anunciar que regresaba victorioso, provocó involuntariamente el suicidio de su padre Egeo. www.poeticas.com.ar/biblioteca/Tristia/Poemario/Notas.html

[22] Los Campos de Asfódelos son una parte del Hades (anuncian la entrada hacia éste) como los Campos Eliseos. En los primeros vivían las almas de los seres grises que no habían destacado en la vida, casi todos los mortales. A los Campos Eliseos solo llegaban los que habían descollado de forma especial. Aquiles en los Campos Eliseos se unió con Helena, con Ifigenia, con Políxena e incluso con Medea.

Es asfódelo es una flor sagrada, estrella blanca de cera y seda, la vara mágica de Perséfone.

[23] De velero.

[24] Dedicado a Anna Ajmátova, quien en marzo de 1918 pidió a Mandelshtam que dejara de visitarla para evitar “una falsa interpretación de nuestra relación”. (Posiblemente temía la represión  por la cercanía con el poeta). Ajmátova es identificada con Casandra y Mandelshtam predice para ella una desgracia similar a la de Madame de Lamballe, amiga de María Antonieta, que fue paseada por las calles en tiempos de la Revolución Francesa, lo cual le permite asociar a ésta con la Revolución Rusa. La alusión a los escitas, pueblo que entre los siglos VIII y VII a. J. Ocuparon el sur de Rusia, Armenia y gran parte de Asia menor, es una réplica al poema de Blok “Los escitas”, en el que interpreta el triunfo de la revolución como una victoria del panmongolismo, justificando a su vez los horrores de la guerra y cantando a la “lira bárbara”. La quinta estrofa está inspirada en un episodio de la revolución que fue reproducido a su vez por Boris Pasternak en [El] Doctor Zhivago: la muerte del joven comisario Lindt, delegado del ejército del gobierno provisional, a manos de sus propios soldados, cuando intentaba convencerles de que no apoyaran a la revolución. www.poeticas.com.ar/biblioteca/Tristia/Poemario/ /Notas.html

En la mitología, Casandra (Κασσάνδρα) era hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya. Sacerdotisa de Apolo, que le otorga el don profético. Por eso, al rechazar el amor del dios, éste lanzó sobre ella la maldición de que nunca sería creída en sus pronósticos. Casandra anuncia reiteradamente la caída de Troya pero nadie le presta atención. Después de la caída de la ciudad, es secuestrada y posteriormente violada por Áyax, hijo de Oileo, sin la protección de la diosa Atenea, hecho que determina el fallecimiento del guerrero por intervención de Poseidón durante una tormenta en las rocas Giras. Entregada como concubina a Agamenón, murió, junto con él, a manos de su esposa Clitemnestra y de Egisto, amante de ésta.

 

[25] Aun cuando reproduce el título de Ovidio, el poema se inspira en la tercera elegía de Tibulo, en la que el poeta, enfermo, se dirige a su protector Mesala, a quien ha acompañado en el viaje y a quien ha debido abandonar; él se acuerda con tristeza de su separación de Delia y de los augurios del destino y de los sacrificios que su esposa hizo a Isis para conjurar su mala suerte. Concluye el poema con el regreso de madrugada del poeta. En realidad, Mandelhstam reescribe la elegía de Tibulo a través de una traducción al ruso de Constantín Batiushkov, poeta romántico ruso, con quien comparte el gusto por la Antigüedad. www.poeticas.com.ar/biblioteca/Tristia/Poemario/Notas.html

[26] Del griego antiguo Eρεϐος, Érebos, ‘oscuridad’, ‘negrura’ o ‘sombra’ (en latín Erebus), dios primordial, personificación de la oscuridad y la sombra, llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. Descendiente de Caos, hermano de Nix y padre con ésta de Éter. La tradición órfica afirmaba que Érebo era hijo de Chronos y Ananké. Autores latinos atribuyeron una gran descendencia a Érebo y Nix: Moros, Caronte, Eros, Eleos, Ptono, Geras y las Keres. Érebo era parte del Hades, el inframundo, e incluso a veces se usaba como sinónimo. Era el lugar por donde los muertos tenían que pasar inmediatamente después de fallecer. Después Caronte los transportaba hasta cruzar el río Aqueronte, y entraban al Tártaro, el verdadero inframundo.

[27] O Taigeto: Monte y cordillera montañosa del sur del Peloponeso, limita al oeste con Esparta. Los espartanos abandonaban o despeñaban en uno de sus barrancos (el Monte de Taigeto) a los niños que  nacían con cualquier deformación, a los que no nacían sanos y hermosos.

[28] “Me duele que ahora sea invierno”, “Toma para el goce, de mis manos”, “Porque tu mano no supe sostener” y “Al igual que otros quiero servirte”: dedicados a Olga Arbénina.

[29] Estigia o Éstige (en griego antiguo Στύξ Stýx, del verbo στυγέω stugéô, ‘odiar’, ‘detestar’) era una oceánide, hija de Océano y Tetis o, según Higinio, una diosa primordial, hija de Érebo y Nix. Personificación de un río del Hades, el inframundo griego. Estigia presidía sobre una fuente de Arcadia cuyo curso terminaba en el infierno. La mayor y más respetada de las oceánides, según Hesiodo. Tuvo cuatro hijos con Palas: Niké, Cratos, Bía y Zelo. Higinio añade al monstruo Escila. Apolodoro considera a Perséfone hija de Estigia con Zeus, en lugar de hija de Deméter, afirmando que siempre fue la diosa del inframundo.  Durante la Titanomaquia (guerra de los olímpicos con los titanes) Estigia siguió el consejo de su padre y fue la primera entre los inmortales en ofrecer ayuda a Zeus. Éste la colmó de honores, recibió a sus hijos en su séquito e hizo que su nombre fuera sagrado, prestando los dioses sus más solemnes juramentos. Cuando un dios prestaba juramento en su nombre, Iris llenaba una copa de oro con su agua. Quien abjurase bebía esta agua, perdiendo la voz y la respiración durante un Gran Año, es decir, nueve años, y era excluido otros nueve de las reuniones y banquetes divinos. El Estigia volvía invulnerable cualquier parte del cuerpo que se sumergía en él. Así, Tetis bañó a su hijo Aquiles en el río y éste logró la invulnerabilidad, a excepción del talón por el que su madre lo sujetó al sumergirlo y que se convirtió así en su  punto vulnerable.

El río Estigia constituía el límite entre la tierra y el mundo de los muertos, el Hades, al que circundaba nueve veces. El Estigia, el Flegetonte, el Aqueronte y el Cocito convergían en su centro formando una gran ciénaga. Popularmente se cree que el Estigia podía cruzarse en una barca guiada a veces por Caronte y a veces por Flegias, pero la mayoría de las fuentes afirman que el primero porteaba el Aqueronte y el segundo el Flegetonte. Antiguamente se decía que el Estigia era el río que marcaba la frontera entre Ucrania y Rusia, cerca de la ciudad ucraniana de Kerche. Ucrania estaría en el lado de los vivos y Rusia del lado de los muertos. En La divina comedia. Dante atribuyó a Flegias la guardia del Estigia e hizo de éste el quinto círculo del Infierno: aquí coléricos y hoscos reciben el castigo de ser perpetuamente ahogados en sus fangosas aguas.

En ruso stij (Στύξ) es verso y se relaciona también con  viento y tormenta.

[30] Las monedas que se les pone en los ojos a los muertos, para pagar el cruce del Leteo a Caronte, el barquero.

El Leteo es el río del Olvido. Ya hemos señalado que la verdadera poesía – la de los iniciados- atraviesa este río pero regresa con Mnemósine, La Memoria, el río de la Memoria. De aquí que vence a la muerte (con las armas del ritmo, del canto, del acento, de la pausa, la duración, la cesura, de la abertura (forma femenina), de la mnemotécnica rima, y de la estructura circular del mito y de la estrofa), la poesía es la Vida, el Recuerdo Vivo, la Memoria (memorias de memorias), el mayor de los misterios de la antigüedad se relaciona esencialmente con ella (y ella lo contiene): el de la Vidamuerte, el de la Resurrección, el de la reencarnación y la transustanciación de las almas. En Eleusis, después de cruzar sus pantanos, sólo unos cuantos elegidos –bajo estricto juramento de guardar herméticamente el secreto- podrían presenciar la reencarnación de Deméter, la Diosa Madre. Por eso se prohíbe a Orfeo ver a su amada muerta, descarnada, mientras la recobra del Hades, de ahí su castigo. No se puede interrumpir un viaje sagrado, sólo a expensas de quedarse loco o muerto, la expresión (esto también lo ocasiona el mal escanciamiento del vino, y de los versos, un vino de la hidra -la serpiente- mal preparado podría causar locura, enfermedad o muerte) “se quedó en el viaje” viene de esta experiencia enteogénica. Este mito tiene una correlación con el mito bíblico de la expulsión del Paraíso, puesto que lo que revela Eva a Adán, a través de la serpiente (Deméter, el Dragón, La Diosa Madre, La Memoria) y de la manzana, el hongo rojiblanco la amanita muscaria probablemente, es este misterio: el de la Vidamuerte, al reconocer que hay una vida y una muerte, y están las puertas de esto en el Edén, se ha perdido la inocencia por medio de la consciencia. Esta inocencia primigenia también es esencia de la poesía y del entusiasmo poético de los poetas. En los dos casos: Euridice insistiéndole a Orfeo en voltear a verla, y Eva insistiendo a Adán en probar la manzana, la culpable de las desgracias es la figura femenina, parecería una visión misógina, más es todo lo contrario, a través de lo femenino, la Poesía, se nos ha abierto la Revelación.

[31] Lete o Leteo (Λήθη Lếthê, “olvido, ocultación”) es uno de los ríos del Hades. Beber sus aguas provoca olvido completo. Griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas. Lete era también una náyade, hija de Eris (“Discordia” en la Teogonía de Hesíodo), si bien probablemente sea personificación separada del olvido más que referencia al río que lleva su nombre.

Ciertas religiones mistéricas privadas enseñaban la existencia de otro río, el Mnemósine, cuyas aguas al ser bebidas hacían recordar todo y alcanzar la omnisciencia. A los iniciados se les daría a elegir qué río beber tras la muerte y que debían beber del Mnemósine en lugar del Lete. Estos dos ríos aparecen en varios versos inscritos en placas de oro del siglo IV a. C en adelante, halladas en Turios al sur de Italia y por todo el mundo griego. El mito de Er al final de la República de Platón cuenta que los muertos llegan a la llanura de Lete, que es cruzada por el río Ameles (descuidado).

Había dos ríos llamados Lete y Mnemósine en el altar de Trofonio en Beocia, de los que los adoradores bebían antes de consultar el oráculo con el dios. Esto también es una metáfora, símbolo y arquetipo, de los entéogenos. En La divina comedia, la corriente del Lete fluye al centro de la Tierra desde su superficie, mas su nacimiento está situado en el Paraíso Terrenal localizado en la cima de la montaña del Purgatorio.

[32] Forma musical propia de todas las tradiciones litúrgicas cristianas, que consiste en un verso u oración corta y con melodía propia que se canta antes y después de un versículo de un cántico, himno o salmo. Estructura básica: A –  B  –  A. Originalmente el verso antifonal se repetía probablemente tras cada versículo de un salmo, himno o cántico. Pero sus usos litúrgicos modificaron, cantándose en el estribillo antifonal solo antes y al terminar el canto. Actualmente solo la entonación o frase inicial de la antífona se oye antes del salmo, quedando el resto de este estribillo para el final. La mayor parte de las antífonas conservadas en las liturgias cristianas, sobre todo las del Rito romano e hispánico, guardan un estilo melismático bastante sencillo, reflejo de su origen en los cantos responsoriales. Ciertas piezas más elaboradas, originariamente antífonas, se desarrollaron para convertirse en cantos independientes de un salmo o cántico -las antífonas del Introito, el Ofertorio, la Comunión…- que conservan un solo verso o nada.

Melismático viene de melisma que es la modulación de la voz. Al contrario del canto gregoriano (griego) que es una nota por sílaba, el melismático es la modulación (de cada sílaba por cada nota) de duración indeterminada por sílaba. Esto también tiene relación con la entonación y acentuación de los pies del griego y el latín-español.

[33] Había prestado a relatos tales la Tritonia oídos,
y las canciones de las Aónides y su justa ira había aprobado.
Entonces, entre sí: “Alabar poco es: seamos alabadas [también nosotras mismas] y los númenes nuestros que sean despreciados sin castigo no permitamos.”
(Metamorfosis, libro VI, Ovidio)

[34] El Walhalla, de la mitología nórdica, es un imponente templo neoclásico cuyo propósito es servir de monumento-salón de la fama para los alemanes más distinguidos (germánicos en general) se alza a orillas del Danubio, 6 kilómetros al sur de Ratisbona (Regensburg) en Baviera. Debe su nombre al Hall de los dioses de la mitología germánica (y nórdica) equivalente al Olimpo griego, copia perfecta del Partenón, sostenido por 52 columnas dóricas. En su interior alberga bustos de 130 ilustres alemanes con 2000 años de historia. El más antiguo es Arminius, victorioso en la Batalla de la selva de Teutoburgo del año 9 d.C.

[35] Pílades fue conocido, sobre todo,  por su gran amistad con Orestes. Orestes fue enviado a Fócide durante el romance de su madre Clitemnestra con Egisto. Allí fue criado con Pílades, a quien  consideraba su hermano. Mientras Orestes estaba fuera, Clitemnestra mató a su marido y padre de Orestes, Agamenón. Orestes regresó a Micenas y, con la ayuda de Pílades, mató a su madre y a Egisto. Cuando Orestes sintió pena por su madre y a al dudar, Pílades le dio ánimos en La Orestiada de Esquilo.

[36] El Ruiseñor, dios de la poesía en Alemania y en Rusia.

[37] (Sigo con el juego serio al que se presta el nombre ruso): El que se fermenta cuando vaga. El apellido tiene la raíz brod, que significa vado, esguazo, picada, pero también es la raíz de brodit (vagar, errar, deambular, fermentar), brodiaga (vagabundo, andariego, nómada, parásito). Brodsky fue un gran poeta exiliado, expulsado, naturalizado norteamericano, su segunda lengua fue el inglés. Juzgado por “parasitismo social” (sólo escribía poesía), cuando le dieron el Nobel la prensa rusa anunció alegremente: “Al parásito le dan su merecido”.

Datos vitales

Víctor Toledo (Córdoba, Veracruz, México, 1957). Mereció el Premio Nacional de Poesía Joven. INBA, 1983. Fue Becario en poesía del CENTRO MEXICANO DE ESCRITORES, de BELLAS ARTES y del CONCULTA. Fue declarado Veracruzano Distinguido. Gob. De Veracruz 2001. Mereció la MEDALLA DE HONOR PRESIDENCIAL PABLO NERUDA, Gobierno de Chile, 2004. Es Miembro del SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGADORES. Es  Doctor de Filosofía en Filología Rusa U. LOMONOSOV DE MOSCU (1987-91). Investigador de la Maestría y el Doctorado en Lit. Mexicana e Iberoamericana, BUAP. Ha publicado: Poemas del  Didxazá (ilustraciones de Francisco Toledo, epílogo de Andrés Henestrosa) UNIV. VERACRUZANA, 1985. Gusilayú: La Casa, Letras Nuevas, SEP, 1989. Las ideas estéticas de Barís Pasternak y su época (en ruso), U. LOMONOSOV, Moscú, 1992. El águila en las venas (Neruda en México, México en Neruda) SECRETARIA DE CULTURA, Puebla, 1994 y BUAP, 2005. La casa de la nube, Margen de poesía # 51, UAM, 1996. La zorra azul,  El ala del tigre, UNAM, 1996. Del mínimo infinito (poemas 1977-1998), Col. Atarazanas, IVEC, 1998. A la memoria del demonio, Itinerario de poesía rusa,  FYL, BUAP, 1999. Borís Pasternak, Poemas. Pavesas. Hojas de poesía XIII, Segovia, Esp. (1999). Retrato de familia con algunas hojas (Antología Mítica), Los Cincuenta, CONACULTA, 1999. Poética mexicana contemporánea, FYL, BUAP, 2000. Tres poetas rusos (Pushkin, Pasternak, Brodsky), IPN, 2000. La mariposa en la estrella, Pushkin, Mandelshtam, Pasternak, Brodsky, Leviatán, Argentina, 2001. Abla o nadA, colecc. Asteriscos, BUAP, 2002. (D)elfos, Lunarena-BUAP, 2005. Piedra, Tristia y otros poemas, Osip Mandelshtam. Presentacion y traducción. Hotel Ambosmundos, BUAP, Lunarena, 2005. Autor de: Poética de la Sincronicidad. La lengua de Adán y Eva. BUAP, 2006. Ronda de hadas en la noche de San Juan, Pen Press, Nueva York, 2007. EL Retorno órfico. Aportaciones al análisis métrico-musical, BUAP, 2008. La Mariposa En La Estrella.Recuento de poesía rusa. Ensayos y traducciones, Educación y Cultura, 2008. Des-varios. Ensayos de un diario Cultural. Colecc. La Abeja de Perséfone. BUAP, 2009. Prólogo y antología de José Lezama Lima, Refutación de los espejos, BUAP, 2010.

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