Poesía panameña actual: Porfirio Salazar

Presentamos, en el marco del dossier Muestrario de Panamá o poesía en las esclusas. 13 poetas Caribe Istmo-Pacífico 1949-1987, preparado por Javier Alvarado, la poesía de Porfirio Salazar (Penonomé, 1970). Es doble ganador del  Es Premio Nacional de Poesía Ricardo Miró. En 2008 mereció el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán.

 

 

 

 

 

1.      CRONICA PARA NO MORIR SIN FE

 

 

Es difícil ajustar cuentas,

olvidar los pasaportes al abismo,

esos que compramos cuando la congoja

entraba a nuestra casa.

 

No es fácil mantener

la vigencia de la última foto,

porque el tiempo no perdona ni retrasa

la partida de sus trenes,

pero más difícil es mentirle a Dios

que siempre brilla en nuestros ojos,

como lámpara de aceite

en medio de la tregua

de unos ojos despiertos.

 

Durante siglos,

rotos harapos,

el amor ha marchado,

encendido con sombra,

rompiendo ventanas,

posando para ser fotografiado

en las crónicas del egoísmo.

 

Quien dispuso horrores,

supo extraviar el pan y la dulzura.

Son tantos los caídos

que los dedos de las víctimas

ya no alcanzan

para contar las agonías.

 

No hay Dios ni cielo

en medio de la calle,

sólo el hombre y sus horrores impunes.

 

Ojalá que cuando el hombre

proponga la paz,

Dios no haya muerto.

 

 

(Del libro: Ritos por la paz y otros rencores, 1999)

 

 

 

 

 

 

 

2.      CONFESIONARIO

 

 

Duele la piedra de la vida / sombra/

duele el deseo que se aleja de nosotros /cuerpo/,

duele el rito de la lágrima,

flor de barro

amasada por  el miedo.

 

Gime el cigarrillo,

¡qué buenos fuimos a la hora del valor!

Porque viviendo en el intento,

siendo plan de luz en el camino,

triunfo de batalla

antes de contar los muertos,

estuvimos cerca de la muerte,

en plenitud de estar muriendo

en el impulso del viento,

con el dolor o su filo

en el umbral de los ojos.

 

 

Porque perdidos o callados,

amando lo imposible,

no hicimos lo posible

para ser lo más humano

entre la sombra.

 

Duele la vida y todo el viento

porque no pintamos un ojo en el amor

para mirar  al mundo desde adentro.

Porque fuimos sin ser de veras.

Porque fuimos y no creímos.

Porque estamos muertos.

 

(Del libro: Animal, sombra mía, 2008)

 

 

 

 

 

 

       

POEMA DE LA HUIDA

 

          “A veces caigo en mí, como viniendo de ti”.

                   -Vicente Gerbasi-

 

Otra vez buscándote…

Otra vez tu mirada fresca,

el perfume de tu risa

en un recóndito hemisferio.

 

Hundo esta cadena de aventuras

en un oleaje que te busca, cuerpo,

y te espera en rito de temblores.

 

Otra vez esperándote.

Creyendo que eres cielo

o mar que tiembla.

 

Heme aquí, relámpago,

levantando mi cuerpo y tu deseo

como ardiente leña,

desahuciado de amor

cuando el silencio tiene canas

y los poemas mueren de fiebre.

 

Amor, congela este sepulcro de deseo

que es mi cuerpo,

llévatelo, arráncalo de mí,

de modo que al despertar tu alma y la mía,

como una sola ante la muerte,

huyan sigilosas del recuerdo,

de este asombro de ser sólo ceniza.

 

(De: Selva, 2007)

 

 

 

 

 

 

 

PALABRAS PARA UN MÁRTIR

 

I

 

Tu voz es un muro de niebla

donde revuelan pájaros

tras la prisa de la bruma más doliente.

Poderoso el acento

que se deshoja del árbol de tu boca,

marcha,

colérico trueno,

por los parajes de la gloria y el pánico,

porque eres pan de nuevas luchas,

búsqueda del ser,

ansia del fusil

en el centro de la aurora.

 

 

 

II

 

Siembras rosas de poesía

en los cárdenos caminos de la piedra,

y avanzas como silbo de agua

a la fuente de las palabras misteriosas

donde no se quiebra la arcilla

de tu cántaro.

 

 

Sales por las ventanas de los siglos

y rompes la casa del pasado

con el dominio de tu puño,

con la fragancia olorosa a flor

de tus palabras,

con la mano invencible

que no mendiga

pedazos de mérito

ni hurga la llaga del exterminio.

Avanza tu espíritu,

astro tras el paisaje del viento,

y amanece en la hora presente

como un día que retorna

de un viaje terrible

al reloj de la historia.

 

 

 

III

 

En la bóveda tus huesos

ya no existen

ni el milagro de los panes

ni la sombra.

Si digo lucha y veo tu nombre

el mar se cae

y en su itinerario de olas,

eres una fuerza más, un ahínco

en la colmena de la espuma;

rebelión y luz, mártir en el eco de las naves.

 

Duermes, viñedo y mar,

miel en la hojarasca,

y destruyes con tu espada rabiosa de felinos

al solitario de siempre

cansado de cortar

los vuelos

de una pobre compasión.

 

 

 

IV

 

Despierta, despierta,

hombre de pueblo, mártir nunca muerto,

siembra la semilla,

abona los pétalos del jardín

del barrio devastado,

ahora que nos hemos quedado sin héroes,

sin sombra, sin clamores.

Barniza con tu aceite

los sedientos labios de la tierra

y en sus surcos

pon nueva semilla,

haz florecer el lirio de verdad

con todas sus hojas

de resurrección.

 

Despierta, despierta,

devora el pan hambriento a los espantos,

desanda tus caminos de muerte

y vuelve a la vida, marea sin fin,

con tu oratoria de lloviznas,

para que inundes de proclamas

los verdinegros ríos del silencio

y calmes la sed que nos ahoga…

 

 

 

 

 

 

 

LUNA DE INVIERNO

“La luna, vieja amiga, ha vuelto”.

-Dimas Lidio Pitty-.

Abro mi ser y en sueños se congela

 la huesa de mi cuerpo y de mi mente.

 Sin palabras, confuso entre la gente,

 vivo sin mí, vestigio de candela.

 

La luna fue testigo y centinela

de pájaros durmiéndose en mi frente.

 Lejos del mar, el alma entera siente

 la soledad con ojos siempre en vela.

 

La muerte a toda prisa corre trunca,

 regresa sin llegar y casi nunca

afila  los demonios de su lanza.

 

La luna es el aviso de la muerte,

 la luna cruel, la luna de mi suerte

 dormida en una tímida esperanza.

 

LECCIÓN DE INSOMNIO

 

Amanezco entre lápidas oscuras,

 inextinguible llama del quebranto.

Quiero talar el árbol de mi llanto

y todo su ramaje de locuras.

 

El tiempo siembra lágrimas maduras

 si no perdura el ave de mi canto.

 Será lamento el filo del espanto

si el tiempo bebe pálidas ternuras.

 

Pervivo en un instante de agonía

y cierro las ventanas de mi día

si la noche se atreve a conquistarme.

 

Novio del agua me pregunto a solas:

¿podré cerrar los ecos a las olas

de este sueño que añora esclavizarme?

 

 

 

 

 

 

 

ORACION POR LA MUERTE DE UN NIÑO

 

“En el agua que bebo está tu llanto.”

 -Jean Aristeguieta ­-

Tu muerte tiene olor a marejada,

a ira de amor y a paz de firmamento.

 La fe del mundo rómpese en el viento,

en exilio de luz atormentada.

 

Tu voz era la paz de la cascada,

esencia de la rosa y del sarmiento.

Como laúd del alba en el portento,

 tu voz era la lluvia torturada.

 

Si avisar, te fuiste con la brisa,

 los cañones talaron tu sonrisa

rescatada de un cántico del río.

 

Eterno niño, ruiseñor de altura:

¡en los atardeceres tu figura

 música será, nunca más vacío!

 

 

 

 

Datos vitales

Porfirio Salazar nació en la ciudad de Penonomé, provincia de Coclé, el día 5 de marzo de 1970.   Es Premio Nacional de Poesía Ricardo Miró (el más importante reconocimiento de las letras panameñas) en 1998 con la obra: No reinarán las ruinas para siempre, y en 1999, con la obra: Ritos por la paz y otros rencores.  En el 2008 obtiene el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán con el libro Animal, sombra mía.    Con el libro La Piel en la llama: identidad y literatura en perspectiva histórica obtiene el Premio Ricardo Miró de Ensayo 2009.   El fuego despierto es su último libro de ensayos, con prólogo de Pedro Rivera.

 

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