Estado actual de la poesía en México

Un ensayo agudo de Jorge Arturo Sánchez y Sigifredo Marín, en torno a la poesía escrita en México.

Y ahora, ¿cómo explicar estos poemas? Dejé de enseñar en las universidades porque me pareció criminal tratar de explicar una obra de arte.
Kurt Vonnegut

Saturación
Saturada, mejor dicho. Creo que es el estado actual de la poesía. Saturados de un puñado de nombres y saturados de aquellos que esperan ser leídos, los grandes desconocidos a lo largo y ancho del país. ¿Qué se ha hecho al respecto? No gran cosa. Tal parece que la falta de difusión es el eterno gran lastre de nuestra poesía. Si sólo hay en el imaginario colectivo unos cuantos nombres (Sabines, Paz, Pacheco, por mencionar algunos de los más representativos), siguen sin ser conocidos otros (muchos) más; poetas de las décadas 50, 60, 70 e incluso de los 80 que empiezan a despuntar, no han llegado al verdadero juez (como bien ha señalado el poeta Jorge Fernández Granados) que valora al poeta y la poesía: la comunidad.

Por supuesto que por comunidad debemos entender NO a las sectas, tribus, logias, grupúsculos, etc., que viven enfrascados en la fútil disputa por el púlpito sagrado para predicar e imponer poesía y poetas. Creo que gran parte de nuestra historia poética, sobre todo la reciente, se ha desperdiciado en un vulgar circo romano de aquellos que creen tener la palabra divina o la sabiduría para dictaminar qué es poesía y quién es poeta; el fondo, como siempre, es el posicionamiento político-cultural (la guerra de posiciones, diría Gramsci) y el control de calidad. ¿Para qué? Es posible que la intención sea establecer ciertos cánones y pasar a la posteridad de ese modo, es decir, garantizar la inclusión en las páginas de oro de la literatura mexicana; si no es con la propia obra, que sea con la “crítica”. La anterior, otra triste historia salpicada -gran parte- de lodo y materia fecal; por fortuna unos cuantos críticos realizan de manera seria y rigurosa su trabajo (Evodio Escalante me parece un magnífico ejemplo).

¿Ideal-es?
Ahora bien, creo necesario e indispensable ser concientes cuando nos referimos e intentamos hacer un diagnóstico de nuestra poesía en la actualidad. En primer lugar, hay que hacer a un lado la visión un tanto autoritaria y coercitiva de varias de nuestras prominentes figuras, quienes apuestan por la existencia de una sola poesía (¿cerebral? ¿intelectual? ¿difícil? ¿profunda? ¿paciana?) en la que la forma termina por estar encima de todo, descalificando así otras poesías. No hay una poesía, hay varias poesías y cuando logran convivir armoniosamente, creo que entonces se logra y conforma la poesía (es claro que en México a duras penas ocurre esto). En segundo lugar, ampliar nuestros horizontes críticos, procurar que nuestra visión-enfoque sea de un espíritu multidisciplinario, un eclecticismo formal y estricto que enriquezca la creación y la crítica. Si la poesía es de algún modo (otro modo) la vida misma, tal parece que nos olvidamos de la política, la sociología, la economía, las matemáticas, el cine, etc., etc., todo aquello que rodea al sujeto y su contexto. ¿Resultado? Un mundo plagado de irrealidades.

Tolerancia
Es válida y legítima la actitud de muchos poetas: escribir de manera kilométrica, ilegible, infumable, incurable, puesto que sólo buscan ser leídos por sus pares y -en el caso de los más jóvenes- aprobados por sus mayores; no les interesa llegar al peladaje, vulgo o chusma inculta (otro lastre de gran magnitud: el deficiente y pobre sistema educativo). Pero, así como es válida esa apuesta ultraterrenal o intergaláctica, debemos defender -hasta la ignominia si es necesario- la expresión de otras intenciones: las breves, las coloquiales, las lúdicas, las violentas, las gore, y las que se acumulen. (Repito, creo que en este momento el esfuerzo debe concentrarse en la difusión y promoción de todas las poesías que componen el espectro de la poesía en nuestro país, y no en la mera contemplación del Big Brother de los poetas “consagrados”).

Epílogo (provisional, siempre provisional)
¿Nombres? ¿Protagonistas? ¿Promesas? ¿Futuras estrellas? Me declaro incompetente y como una plena y absoluta nulidad para decir quién es quién; si me parece aberrante escuchar a los magistrados dirimir y resolver las controversias desde las revistas y periódicos de prestigio, ¿quién soy yo para venir a decirles qué y a quién deben de leer? Confío plenamente en el modesto esfuerzo de este suplemento (al que fui generosamente fui invitado por el poeta Alí Calderón) que hará -espero- lo posible por ventilar y dar a conocer tanto a nuestros poetas renombrados, como aquellos que vienen detrás. Lo otro, creo que le compete más a la crítica coyoacanense-conacultense-académicaenclaustrada-letralibresca y demás. La poesía no se discute, se expresa; no se puede discutir aquello que es perpetuamente otra cosa (Victor Vasarely dixit). Apelo a la magistral lección de Emmanuel Wallerstein cuando sugiere sustituir (¿de manera provisional o definitiva? No lo sé) a la utopía por la utopística, compuesta básicamente por tres preguntas: ¿Qué se tiene? ¿Con qué se cuenta? ¿Qué se puede hacer? Creo que mucho, ya es hora de que toda la comunidad participe en eso que intentamos que sea poesía.

Publicado originalmente en Fronda 28, sábado 16 de julio de 2005.

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