Foja de Poesía No. 014: Javier Acosta

Javier Acosta

Javier Acosta (Estancia de Ánimas, 1967) ha publicado los libros Reglas de Tres, por el que mereció el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde en el 2006, Cuadernillo del Viento, editado por la Universidad Autónoma de Zacatecas y el Gobierno del Estado de Zacatecas, Largo viaje al Presente, editado por Mantis, así como Allen, tómate una tableta de eucalipto (Dos Filos/UAZ, 1994). Melodía de la i (Instituto de Cultura/Ayuntamiento de Zacatecas, 2001) y El almirante busca una casa de renta (Sindicato de Personal Académico/ Facultad de Letras UAZ, 2003).

Los dejamos, con la poesía de Javier Acosta.

De Melodía de la i (2001)

Hay un dios para Dios

Existe un dios creador de cada cosa
uno del medio día
uno de los relojes suizos
un dios para encender los hornos del verano
uno para contar las vueltas de la Luna
uno para la lentitud y sus insectos
Debe existir alguno que viva en esta línea
un dios que haga girar el punto de la i
otro para mi ombligo
uno mejor que cuide el tuyo
otro que incline campanarios
Hay un dios de las cosas que no existen
de momento
es uno de mis dioses preferidos
Hay un dios para Dios
seguramente
otro para ese par. Y así hasta que te canses
Será tal vez por eso que un gracioso desorden
silba de vez en cuando su propio vals vienés
su no te vayas a morir
su no despiertes
O puede ser que exista sólo un dios
pero eso tiene poca gracia.

Elogio de la vida en el condado de McAllen (Texas)

Para Leandro

Conozco a una muchacha que escribía
puntos y líneas de amor a los insectos
que en mi niñez descuarticé
con ética impecable de naturalista

Corta es la vida. Lo sabe todo el mundo
pero más corto el lapso que se traza
sobre la superficie de la muerte
que lleva sin remedio hasta la vida de otra cosa

Pues los insectos tienen
-según los entomólogos-
la eternidad garantizada

No así mis compañeros hombres
por ejemplo mi abuela
que oyó la voz de la muchacha
y sólo consiguió dejar para después su infarto cerebral
hasta llevar a los ochenta y cuatro
su ruidosa versión del mes de agosto

Mi otro bisabuelo
ese tal Marcos
a quien la ninfa del telégrafo aconsejó tan mal
que se fugó con una cincuentona de McAllen
a bordo de un ford falcon de dos puertas
que aún pagan a plazos los sobrinos
Conozco a esa muchacha
si supiera su nombre lo pondría a una de mis hijas
-si tuviera hijas. Hablaríamos en morse entre nosotros
Quizá nos mudaríamos todos a McAllen

Conozco a esa muchacha que escribía
telegramas de amor a los insectos

No sé cómo es. Cómo se llama
Nadie de mi familia
ese tal Marcos
mi tía abuela Dominga
mis hijas -si tuviera-
Nadie sabe por qué precisamente a los insectos
Qué nos quiere decir con tanto punto y raya.

Muchacha japonesa observa unas postales en el metro

La boca igual a otras
las manos pequeñas
grandes anillos en los índices
vaqueros
Camiseta del campus
como para decir que algo pudo estudiar
en la Sorbonne à Paris
Todo normal hasta este punto
Pero unos párpados digamos
venerables
maquillados con agua lustral
una de esas mañanas fotogénicas
al pie del monte Fuji
Digamos que unos párpados
sazonados para la seducción
de minuciosos inventores de brazos automáticos
como esos que interpretan a Bach al clavecín
o de beatos agricultores de un arroz
que luego será puesto en rollos de algas marinas
en restaurantes exóticos y lentos.

De Cuadernillo del viento (2007)

Ilinx #1

Quería escribir este poema
y me puse a deletrear un torbellino

Quedó algo de viento
que pronto se llevaron las palabras.

Ilinx # 2

Iba pasando por un lugar en el que hacía mucho viento. Me detuve, había un pequeño remolino de cabellos. Me puse en el centro. Ahí me quedé, con las manos en los bolsillos, hasta quedar completamente calvo. Luego me fui a escribir estos renglones y no paré hasta terminar, muchos años después.

La viudedad del viento

En la Luna hay banderas
viudas inmóviles del viento
No las mueve el escándalo
lento de las astronaves
su cargamento de hormigas y espermatozoides
Ni la rosa enlatada de los vientos
abierta ahí
con ternura tal vez
cuando incluye muchachas la tripulación
Nada las mueve. Lo intento yo
con poderes mentales. Leo
prontuarios de telekinesia
desde aquí soplo con mi aliento pineal
Y rezo el novenario de los vientos
Les advierto que hay
tantos lugares tristes
donde sorber café y conversar de a dos
en el planeta. Hay tantas sábanas que ondean
los divorciados
tantos zapatos por los que matarían los huérfanos
Tantas cosas que el aire no levanta:
mi corazón
mi alma
mi cadáver. Encorvadas palabras
que no se lleva el viento.

De Regla de tres (2007)

Simetría del vacío

Tengo el cuerpo metido
en el espacio hueco de mi alma,

el alma acomodada
en un rincón vacío del mundo,

y el mundo se traslada
en la arruga inmortal
del señor arrojado

de una discreta procesión de dioses.

En cada dios hay pliegues
donde caben mil mundos,

en cada mundo
hay huecos para el alma,

en cada una sitio
para mil como yo

Y sin embargo cada hombre
podría tener un par de almas,

cada una mil hombres,
un hueco para un dios.

Y si lo multiplicas todo
con casi nada de paciencia

se acomoda en la tilde
de la una roes

cuando no sabes cuántas eres.

Q. b. s. p.

Aparecen en sueños
son manzanas de azúcar o zapatos fríos
y dejan que las niñas se duerman por cien años.

Sólo ellas acicalan
al caballero de la mano en los pechos. Las brujas

saben que viaja por las noches
en aeroplanos de papel de china,
pero le guardan el secreto.

Dentro de su cabeza el mundo
gira al derecho y al revés,

la Vía Láctea se arrulla con las antiguas
tablas de multiplicar que las brujas entonan.

Ponen sus huellas dactilares en la luna
y nutren a sus hijos con puré de peyote.

Las brujas saben el nombre de pila
de los ángeles,

les curan constipados con saliva
y el insomnio con besos en la boca.

Por las noches dibujan con el lápiz labial
las líneas de la mano en los recién nacidos.

Las brujas aparecen en sueños del casado
como boticarias o primeras novias,

los enferman de insomnio durante la cuaresma,
los ponen a dormir en oficinas.

Te desconcentran en el dominó,
te regalan verrugas si les simpatizas.

Las brujas quieren que te vuelvas loco.
A veces te perdonan y te vuelven loco,
a veces te castigan y te vuelven loco.

Si te visitan di que besa
sus pies el caballero de la mano en los pechos,
que me disculpen si se puede,
pues una vez las alejé con oraciones.

Tom Waits ha estado bebiendo

The piano has been drinking, not me.
T.W.

A poca gente agradan sus canciones,
ni siquiera al mesero, ni a las minifaldas,
si acaso a mí,
cuando Tom Waits se embriaga como un piano

y me caigo al escote de mujeres que fuman.
Cuando mi amor huye a Los Ángeles,
cuando degüella el pavo de año nuevo

y las estrellas se depilan los muslos con neblina.
Los perros y las perras
aúllan
para que el frío no muera de catarro.

Pero
mis pantalones se orinaron, el vómito se ahoga en el retrete.
En el congelador está mi oído izquierdo, el derecho confiesa

que tampoco le gustan las canciones.
El piano de Tom Waits sigue borracho.

Yo envío por correo mi cuello a California
y alguien escribe el remitente con saliva.

Mi boca está en el suelo.
A la navaja de afeitar le crece óxido en la ingle.
El agua tibia se fugó a Malpaso.
El refrigerador fuma de nuevo,

el frío tiene enfisema, el pubis rubio las estrellas.
Tararea la neblina
que alguien tiene axilas de tomillo
que Horacio ha estado bebiendo.

No he sido yo. Tom Waits. No yo.
Not me. Not me.

De Largo viaje al presente (2008)

[A quien leyere]

Si pudiera saber dónde te encuentras
te llevaría estas palabras.

[Aun el todo es incompleto]

Un día clamó por el lejano Fujiyama
otro por sus 36 panorámicas
en estampas de Hokusai
otro por un lunar
entre tantos lunares que te adornan
otro por el quejido del cerdo
Hoy ha dejado de esperar
a que aparezca este poema.*

_

_
*«Inútil, como cualquier otro», dice Bernard Lynch.

[Escrito en este papel]

Cuando ha llegado la poesía
pero no aún el poema

Cuando ha llegado la belleza
pero no aún la palabra

Cuando llega la voz
pero no aún mi aliento
Cuando aún escribo.

[Otra canción de samurai]

Cuando no tuve silencio
le ofrecí canciones

Cuando no tuve canciones
le ofrecí palabras

Cuando no tuve palabras
le entregué mi voz

Cuando no tuve voz
le entregué pensamientos

Cuando no tuve pensamientos
le entregué mis sueños

Cuando no tuve sueños
le ofrecí el desvarío

Cuando no estuve loco
no tuve nada ya para ofrecerle.

[El yo es un poeta mudo]

Existen tantos
poetas en mí
que escribirían
poemas memorables
Yo los mantengo a raya.

También puedes leer