Variaciones en la poesía de Rogelio Guedea

Jorge Mendoza Romero (Puebla, 1983) hilvana la teoría literaria con la crítica para analizar tres diferentes libros del poeta mexicano Rogelio Guedea desde la teoría de la recepción (Colima, 1974).

Introducción

Dentro de las múltiples maneras de articular el discurso poético, cada autor elige trabajar de distinto modo en el lenguaje. De 20 poemas de amor y una canción desesperada a Residencia en la tierra hay una distancia inabarcable. Incluso, si no supiéramos que ambos libros fueron escritos por Pablo Neruda, se diría que pertenecen a dos poetas y que el autor de cada poemario es un neorromántico exquisito y el otro, un vanguardista genial. Pero no es así, la capacidad de Neruda por interiorizar autores-modelo diferentes en cada libro, con su registro, visión de mundo y sintaxis particulares, como después sucedería con Canto general ilustran, de manera clara, un procedimiento que el escritor sigue en la composición de cada obra.

Quise comenzar con un ejemplo célebre de lo que a continuación voy referirles: las variaciones en la poesía de Rogelio Guedea.

Rogelio Guedea pertenece a las últimas promociones de lo que convenimos en llamar poesía mexicana. Guedea nació en la ciudad de Colima en 1974. Como viene a ser costumbre en los escritores de final de siglo, nuestro autor está ligado a la academia, es doctor en letras por la Universidad de Córdoba, España. Dedicado de tiempo completo a la literatura, además de poemas escribe cuento, ensayo y es catedrático de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda.

Su primer poemario apareció en 1997, Los dolores de la carne. Un año más tarde publicó Testimonios de la ausencia, ambos títulos en editorial Praxis. En 2001 Senos, sones y otros huapanguitos, su tercer libro. En ese mismo año ganó el Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro por Mientras olvido. Posteriormente ha publicado Ni siquiera el tiempo, Colmenar, Razón de mundo (Premio Nacional de Poesía Amado Nervo) y Fragmento (Premio Nacional de Poesía Sonora). Este año aparecerá Tracto. Los libros Al vuelo, Del aire al aire y Caída libre se ubican, aparentemente, en el límite entre el discurso narrativo y el poético, ya veremos por qué.

Veamos esta mañana las características de la poesía de Rogelio Guedea a través de tres libros: Senos sones y otros huapanguitos , Colmenar y Caída libre.

I

Para iniciar nuestra exposición es conveniente aclarar el metalenguaje del que haremos uso. Palabras clave de este ensayo serán: autor-modelo y lenguaje literario. Iremos aclarándolas pertinentemente. Por ahora diremos que el autor-modelo es un vector que, junto con el sistema estético y el lector-modelo, permite la producción del discurso estético-literario.

Por autor-modelo no debemos entender autor-persona. Confundirlos puede conducir a lo humorístico o a lo trágico, pero no a la lectura estética que requieren las obras de intención artísitica. Algunos españoles, tal vez sería mejor decir gallegos, por ejemplo, siguen buscando aquel lugar de la Mancha del que el autor-modelo del Quijote no quiso acordarse, como si esto garantizará una mejor recepción de la obra. Si no se nombra aquel lugar es porque, sencillamente, no tiene importancia. En el otro extremo, tenemos la muerte de la poeta uruguaya de principios del siglo XX, Delmira Agustini, asesinada por su amante quien supuso infidelidad a partir de los poemas eróticos que escribiera la poeta. En ambos casos, nos enfrentamos a una lectura pobre, reduccionista del discurso estético-literario. Renato Prada Oropeza nos aclara:

El autor-persona es, en resumen un “yo”/”tú” factible en la vida cotidiana; a quien podemos replicar, interpelar, etc., dentro del uso de la palabra (…) con quien podemos entrar en discusión sobre “su” obra y demostrarle que la interpretación que nos ofrece está muy por debajo de su valor estético, si es el caso. Todo esto es posible porque con el autor-persona nos entramos en el mismo nivel semiótico (…) y en la misma macrosemiótica, la del mundo cotidiano. (1999: 204).

Lo contrario sucede con el autor-modelo. Éste es un factor interno del discurso, no es de naturaleza antropomorfa. No lo puedo interpelar, porque no se ubica en el mismo nivel que el lector-persona. El autor-modelo posee el ‘conocimiento’ de todos los elementos que constituyen al poema: imágenes, ritmo, diseño retórico, tipo de lenguaje, instauración del sujeto-poético y de la organización de los modos de comportamiento de éste, entre otros elementos. Este conocimiento o competencia “se halla objetivada en el discurso y de ese modo se halla a merced de su vector correlato, el lector-modelo, de la competencia de lectura que éste tenga, sin este “reconocimiento” no se puede hablar de la competencia del autor-modelo” (208) sólo la actualización que haga del discurso el lector-modelo produce el discurso literario.

El ejemplo más acabado y evidente de lo que venimos hablando son los heterónimos de Fernando Pessoa. Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro de Campos son autores-modelo.

El propósito de este ensayo será describir las características de los distintos lenguajes literarios que instauran los autores-modelo en tres libros de Rogelio Guedea y que, consideramos, dan muestra de su amplio registro poético.

II

En 2001 se publicó Senos sones y otros huapanguitos. El título denota una actitud lúdica, festiva que, sin embargo, no gobierna la totalidad de los poemas. Coincido con Víctor Manuel Cárdenas quien afirma que se establece una tensión entre dos polos: vitalidad y derrumbe. Valdría decir que el desencanto es la dominante del libro. Esta visión pesimista se consigue gracias a la imagen, fundamentalmente.

El autor-modelo, que interioriza en el discurso Rogelio Guedea, construye la imagen poética a partir de la “realidad” del sentido común, de los objetos y actores de la vida cotidiana en la ciudad:

Inventario
Aquí la casa
aquí el silencio que el tiempo acabará
el perro la camisa sucia tu retrato

aquí el amanecer en sábanas rosadas
los aromas de un corpiño
el buró traído a menos

allá la corbata
los lloriqueos de la silla coja
la promesa de un calcetín

y acá más adentro de lo que soy
tu cuerpo bordado a carne
y lluvia.

Para que la imagen produzca el efecto deseado, el primer procedimiento descansa en la adjetivación. A los sustantivos se les dan calidades que implican una carencia. El título mismo de la primera sección posee esta característica, Con las manos vacías: Veamos un ejemplo:

oscuro de polvo y de ceniza de polvo
pájaro ciego cáscara del aire
corazón sin hojas
voy.

En el uso del verbo y los adverbios radica el segundo procedimiento. El sujeto- poético se encuentra o imagina que se encuentra en situaciones angustiantes:

decir que fuimos al cine y bebimos amargo
que es de ciegos caminar a tientas
contar los besos el salario
y sentarnos a esperar que un perro nos muerda
o un niño nos mire en la hoguera sentados

Además de la imaginación, otro modo de comportamiento que hace emerger al desencanto es el pensamiento. Según la psicoterapia cognitivo-conductual, la conducta humana puede descomponerse en cuatro áreas de comportamiento, las cuales revelan la manera en que interacciona el hombre con su ambiente: acción, sensopercepción, actividades cognoscitivas (imaginación y pensamiento) y emoción. Propongo que se puede analizar un poema de este modo. Ver cómo se representan, cómo realiza el sujeto-poético estas áreas de comportamiento que el autor-implícito distribuye en el poema para conseguir, junto con los elementos tradicionalmente observados (ritmo, metáfora, etc.) cierto efecto estético. Algunos poemas sólo explotan un área en detrimento de otras. Piénsese, por ejemplo, en la poesía de Coral Bracho donde la sensopercepción es determinante. En su poesía el sujeto-poético habla, no desde la imaginación ni desde el pensamiento, sino desde el cuerpo, desde la sensopercepción. Las áreas de comportamiento pueden corresponderse, con algunos deslizamientos, a los términos poundianos: fanopea, imaginación; logopea, pensamiento; melopea, sensopercepción.

En Senos, sones y otros huapanguitos -decía- el pensamiento manifiesta la visión desencantada. Las actividades cognoscitivas, según este modelo, son modos de conducta donde “el organismo no interactúa con el mundo real, sino con representaciones del mismo” (Bartolomé, 2006: 28). (Desde luego que en la literatura todos los modos de comportamiento están representados.). Las actividades cognoscitivas se dividen en dos niveles: imaginación y pensamiento. La imaginación representa internamente aspectos del mundo mediante figuras o imágenes. El pensamiento, por su parte, es una actividad cognoscitiva eminentemente verbal. Efraín Bartolomé nos dice: “Cuando imaginamos es como si viéramos una película en la mente: miramos cine interior, fluye interiormente un torrente de imágenes. Cuando pensamos, lo que fluye interiormente es un río de palabras, un torrente de lenguaje” (:28). Revisemos este aspecto en los siguientes versos:

es sólo que no me gusta caminar por estas calles
del quién sabe cuántas veces
maldecido dios
solo desarrapado malhumorado destartalado dios
cantando una pena de tamaño grande
callando un montoncito de alegrías

Para cerrar esta breve revisión de Senos, sones y otros huapanguitos describiremos su lenguaje literario.* La principal característica de este libro -no la única, desde luego-, la que más se destaca, consiste en simbolizar un sentimiento. El lenguaje literario que se desprende de lo anterior opera en la connotación:

La connotación se caracteriza porque, si un poema consta estructuralmente de forma de la expresión y forma del contenido, ambas, unidas y constituyendo un signo lingüístico o una macropalabra, se torna, a su vez, significante (o forma de la expresión) de otro significado (o forma del contenido).Ese otro significado normalmente hará referencia a algún sentimiento: amor, odio, fascinación, tristeza, etc. (Farfán: 2006: 4)

En el siguiente fragmento del poema “Tristear”, precisamente, se simboliza la Tristeza. A este lenguaje lo llamaremos, siguiendo a Rosa María Farfán, lenguaje de la matización afectiva:

y esa soledad de la que hablo hoy
de esa soledad hinchada
embravecida como una mar grandota
que se nos echa encima
hasta callarnos.

Colmenar es una plaqueta publicada en el 2004. En definitiva, es otro el autor-modelo. La competencia de éste es más amplía, se refleja en el preciosismo lingüístico, en la economía de recursos y en las imágenes frescas, realizadas con maestría, pues alcanzan una plasticidad admirable:

¿Has visto cómo
lo hacen los faisanes?

Su amor es pintura
derramándose

Por eso al terminar
quedan manchones verdes
en el aire

A diferencia de Senos, sones y otros huapanguitos el modo de comportamiento dominante es la imaginación. En torno a la naturaleza gravita la imagen poética. La primera sección abre con un epígrafe del Génesis en el que Dios ordena poblar la tierra, habitar con peces el mar y con aves el cielo. “Paisaje”, por ejemplo, une al eje marítimo con el eje aéreo en el cuerpo de la mujer:

Dos largas noches
durmió mi Hembra en bajamar

en su arrecife
hicieron refugio caracolas
algas y pequeños peces

Al salir
pude ver entre sus piernas
un atardecer lleno de gaviotas

El lenguaje literario de Colmenar explora las posibilidades simbólicas de la naturaleza. Este tipo de lenguaje ha sido ampliamente cultivado por los poetas de las últimas generaciones en México. Tanto Mario Calderón como los “antologadores” del Manantial latente advierten sus características. Según Calderón, el poeta nombra la naturaleza y al nombrarla crea un nuevo lenguaje poético (Calderón, 2005: 50). Por su parte, Lumbreras y Bravo Varela, quienes denominan “estrato adánico” a este tipo de lenguaje, refieren que: “esta poesía se propone nombrar y celebrar lo dado (natura)” (2002: 40).** Efraín Bartolomé, José Luis Rivas, María Baranda, Baudelio Camarillo, el mismo Mario Calderón o el Rogelio Guedea de Colmenar cifran su poesía en la siguiente premisa de Martín Heidegger: “el arte está verdaderamente metido en la naturaleza quien pueda arrancarlo, lo tiene” (2005: 62).

En Caída libre se articula el tercer lenguaje literario del que hoy nos ocuparemos en la obra de nuestro autor. Caída libre, aparentemente, es un libro de ficción ultracorta. Aparentemente porque, salvo raras excepciones, el modo de discurso de los textos es el expositivo, es decir, el modo de discurso de la poesía. El elemento estructural que define a la narrativa es la diégesis, si no hay diégesis, sencillamente, no hay narración. Por lo tanto, al estar ausente dicho elemento, los textos por sus características intrínsecas, son poemas. El engaño del autor-modelo se asienta en el modo de comportamiento del que derivan los poemas: el pensamiento, se tiende a la logopea, se privilegia el sentido. El poema se realiza en torno a una idea, lo que caracteriza al lenguaje literario de Caída libre.

Según la ley de isomorfía, un cambio en el nivel de la forma de la expresión implica un cambio en el nivel de la forma del contenido. En Caída libre, las modificaciones en el plano de la forma de la expresión corresponden al abandono de la línea versal, lo que produce una fuerte tendencia a la economía verbal, al aforismo*** para expresar un concepto o una idea:

CAÍDA LIBRE
Dejarse en las manos de Dios o del azar es la forma más irresponsable de dejarse en las manos de uno mismo.

EQUÍVOCOS DE LA RAZÓN
A fuerza de buscar agua en el desierto, el hombre se ha vuelto un espejismo.

EL LÍMITE DE LA NOCHE
Bendito aquel que tiene la memoria llena de olvido porque de él serán los reinos del recuerdo.

Para Jorge Fernández Granados, el lenguaje literario de este libro, correspondería a lo que él llama Minimalismo o poesía del intelecto:

Se compone de poéticas que fundan el gesto de la escritura en una unidad de racionalidad. El fenómeno poético sucede en el plano de una abstracción… (…) Breves por definición, son poemas cuyo centro es una idea. Obras fascinadas por el intelecto y sus travesías, por los conceptos que entrañan los vocablos. Esta poesía conceptual es difícil de hallar en un estado puro. Lo más frecuente son sutiles aleaciones de conceptualidad e imagen o de conceptualidad y lenguaje. (2000: 237).

El Minimalismo o poesía del intelecto es el extremo del lenguaje instaurado por el autor-modelo de Senos, sones y otros huapanguitos, el lenguaje de la connotación o matización afectiva del que nos habla Rosa María Farfán. Recordemos que ese lenguaje opera en la connotación de un sentimiento. El lenguaje del minimalismo despega del mismo punto, pero lo que connota es un concepto o idea, es decir, hay una matización conceptual.

El recorrido por tres poemarios de Rogelio Guedea nos ha revelado a un poeta verdadero. ¿Por qué? Porque leímos poemas de una gran carga emotiva. Porque domina varios lenguajes literarios, es decir, posee un registro poético amplio. Porque se advierte la conciencia de una escritura madura, sincera. Porque sabe que el poeta cuando se conforma con lo que hace, y ya no busca más caminos, más lenguajes, deja de ser poeta para convertirse en cualquier otra cosa. En los poemas de Rogelio Guedea, todos los lenguajes, llevan a la poesía.

* En la poesía mexicana actual son cuatro los focos que han intentado establecer los diferentes senderos por los que se transita para llegar a lo poético: “Poesía Mexicana de fin de siglo: para una calibración de puntos cardinales” de Jorge Fernández Granados (2000: 221-239), los “estratos de discurso” que se proponen en el “Prólogo” de la tristemente célebre muestra de Ernesto Lumbres y Hernán Bravo Varela, El manantial latente (2002: 32-52), el ensayo “Poesía y algunos lenguajes literarios en la generación de los cincuenta” de Mario Calderón (:2003) y el ensayo “20 Años de Poesía Mexicana 1965-1985” de Rosa María Farfán.

** El sesgo ideológico que empobrece el análisis de Lumbreras y Bravo Varela nos permite hacer una aclaración importantísima. Estos autores, retomando una idea de su crítico favorito, Eduardo Milán, afirman que: “la poesía que busca celebrar el mundo con plena conciencia de su devastación ecológica, no sigue más la máxima “El mundo está bien hecho” de Jorge Guillén, sino la corregida y aumentada”. Detrás de esta “cesuda” conclusión que intenta descalificar a estos poetas, se esconde una concepción errada de lo que es la literatura.

*** Tomado de la Filosofía, el aforismo ha sido incorporado a la poesía. En México, además de Rogelio Guedea, Francisco Hernández, Luigi Amara y Amaranta Caballero, entre otros, escriben aforismos.

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