Foja de Poesía No. 042: Argentina Casanova.

Argentina Casanova

Argentina Casanova nació en Campeche, Campeche, en 1975. Estudio Ciencias de la Comunicación en el Benemérito Instituto Campechano, y la maestría en Cultura y Literatura Hispanoamericana Contemporánea en la Universidad Modelo, en Mérida, Yucatán. Es poeta, narradora y periodista. Ha publicado el poemario Non Santa (1999), Anatomías (2007), Navegaciones (2008) y ha recibido reconocimientos como los Juegos Florales Nacionales de la Universidad Autónoma de Campeche 2007; el Premio de Poesía en los Juegos Florales Nacionales “Anita Pompa de Trujillo”, Hermosillo, Sonora, 2007; fue Premio Estatal de Poesía “De Mujeres para Mujeres”, 1999; Premio de Poesía Estatal “Por Nosotros”1993, otorgado por el Gobierno del Estado de Campeche; Premio Estatal de Periodismo al mejor reportaje 1995 y 1998. Su primer cuento se publicó en la colección infantil “Don Colorín y Don Colorado”, en 1986.
Ha sido Becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes para “Creadores con trayectoria”, 2005 y 2008.

Su poesía después del salto.

Navegación I

La voz corre en las ramas y murmura:
Tendrías que ser los ojos frente a la tempestad
la tarde presurosa que se va tras las colinas
una noche avanzando sobre la costa
para abrazar las horas de una ciudad oscura
y se respira a la distancia aguas y a la distancia,
más aguas
Tiene los pies rojos de polvos lejanos a la costa
palmas de escamas en sus manos sujetas a la costa
viene a trote brioso sobre el mar,
frente a la ciudad el cielo rompe sobre los parabrisas

Estoy frente a la playa, y su voz llega entre las rendijas del muelle
a contracorriente en el graznido de gaviotas, ojos del puerto
vulnerable a la humedad
su mirada sigue con los pasos de los pescadores, recogen las redes
vuelven a casa por la sal del sudor, piel de las olas en sus cuerpos
De su vientre contraído bajo las lanchas
asoma el mar, con su inmensidad a cuestas
sin miedo a mirarnos
con su aliento a cascada de otras aguas
Desde sus entrañas todo es más pequeño
el amor con sus desvaríos, la vida con su limitada cuenta de los años
los odios que acaban con quienes los cultivan
ni tocan a quienes los siembran.

II
A estas horas
hay islas frente al mar que no alcanzan a ser suyas
almas de caliza y barro, bajo el tormento de la soledad
las que sueñan con el lecho de un antiguo océano en sus entrañas
apenas apaciguan el ansia del cuerpo que explota en la piedra
cubierta de limo dorado del sol atardece
el azul y las aguas estallan en los ojos,
apacible violencia de la llovizna,
la marina devora todo frente a sí,
y como el mar
tengo necesidad de irme con las aguas
abandono el miedo que lo mina todo

Y como él:
soy la furia y la calma sobre los arrecifes.
Afuera, donde termina la playa
Empieza otro universo
Con sus ciudades sobre islas viajeras
con sus avenidas de corrientes abismales
y el tráfico de barcos fantasmas en los muelles
Más adentro, después de la playa
El mar perro mojado, sacude su pelambre a nuestros pies
camina sobre la pausa de las aguas

En lo alto:
el día se asoma al filo del agua de los techos
corta el aliento, muere en los ojos de la tarde
el tiempo es uno, corre a la eternidad
sobre las ruedas del infinito.

De lejos se ve el mar

La tempestad se fue pero quedó la furia,
llevó las aguas más adentro
lejos de la costa el mar se revolvía en su fracaso
dejó medusas y caracolas a la deriva
Todos miramos la desnudez absurda de la playa sin el mar
las aves migraron apenas antes del abismo de la oscuridad
Ahí a lo lejos se ven las aguas,
sus olas escondidas dejan el desamparo
cascos de barcos, corazas de cayucos, huesos de otros naufragios
huellas de trilobites de antes del primer diluvio y la lluvia universal
trasluce en las piedras abandonadas
el polvo de cardúmenes arriados con el huracán,
Queda la soledad de la vaciante
aprieta los ojos del pescador
están las huellas, pasos de los que arrastran el alijo
y manos arrancan al pulpo
de las entrañas del hueso del caracol
Navega Orestes y Ulises,
Quetzalcóatl en canoa de piel de serpiente
todos vuelven hacia el mar en el regreso a casa
Desde cuándo el mar no escucha voces que lo nombren para amarlo
y sólo siente el odio de los náufragos, la soledad de las islas

En las avenidas puede mirarse el desierto lejos de la playa
¿a dónde se va el mar cuando repliega las aguas?
Puedes quemar las naves sobre las cenizas del mar,
haz de tu canto el camino de la tierra
Rema el navío sobre las arenas
varado en la playa enfila su vela hacia la tormenta
¿Hasta dónde recorre las sinaguas un barco en busca del océano?
Navega el hombre hacia dentro
para encontrar el paraíso,
atraviesa los ríos de Caronte
Se va el mar
en un ensayo del instante primero,
de cuando volcó sus aguas por primera vez
epílogo para el último minuto de la eternidad.

Trópico

Vivo en la zona más caliente de la tierra, cinturón del trópico
amarre de las aguas a la selva, árboles dedos que sostienen
racimos verdes preñados de nidos, ruta de navíos y de tormentas
el día apunta a las entrañas orada horas y dobla el horizonte
Yo soy del trópico de las faldas de fuego, horizonte que hierve
cuerpo húmedo bajo la tempestad, serpiente de agua corre entre la
(selva
boca del infierno pintada del paraíso, Treno de la garganta del agua
Y sí:
yo soy del trópico donde se cocinan las médulas

Las palabras tienen el tufo de los mangles y la selva virgen
Ves ríos profundos, maraña de imágenes en lo profundo
Persiguen tábanos detrás las orejas, alfileres en los ojos
canto herido en la insolación de abril.

Octavo
Agosto se inunda de la melancolía
Las hojas del calendario desbordan la tristeza de sus nacidos
ninguno tuvo paz ni conoció la gloria
nadie sabe porqué es la cuna de los desesperados
Llego a ser el octavo por la tormenta de julio
estuvo en el nombre de los inmortales
agosto
fiel a los miserables
el de las tardes lluviosas que enlodan los zapatos
las aguas y la canícula

Se prolonga en las madrugadas hasta las horas del insomnio
agosto tiene la voz del sordo
filo de un cuchillo lleno de herrumbre
corta las horas y las enferma.

Invocación

La palabra se vomita, astilla y moja
es peregrina de una ciudad a otra,
de un pueblo a otro del que heredamos solo murmullos
en las frases que palpitan en nuestros días
se resisten a morir al filo del silencio
de las voces que las invocaron
La palabra canta en los oídos
duerme bajo las sábanas, dispuesta al que la busca
Complaciente y furiosa persigue una vez que la pronuncias

Dispara el fuego cuando dices rojo y quema en el desierto
si la pronuncias agua inunda tu boca, corre por el tiempo
fuerza de río a tropel por los vados:
ahoga el maíz en los campos y las conciencias
Todas las palabras caben en la boca que las dicta
En la voz que las lee en la madrugada y en la hoja cortante de las
(civilizaciones
En el trozo de historia arrancado de las manos sangradas en la guerra
En el verso que retumba en los oídos con la fuerza del tiempo,
tambor de guerra a la civilización
Suelta amarras, abre las velas, tira los lastres por la borda

Oye la voz de la palabra que se anida en el pensamiento
despojada en el silencio calla, nos mira
Todo lo nombra y lo pronuncia
el cuerpo es el campo de batalla.

La palabra I

En la tranquilidad de las aguas de la tormenta
La noche, ese agujero negro que se expande y devora la tarde
El sol, guijarro de oro en el río celeste donde anidan las estrellas
bañadas del zargazo universal
Un enjambre de naves espaciales zambullidas en el ojo del día,
Urbes crecen en el musgo de las piedras pobladas de gigantes
El zet-zeo de las moscas interrumpe las catedrales verdes
erigidas bajo la oscuridad
El día reposa detrás del vendaval, baña las horas previas,
brizna de lluvia en la nariz de las lagartijas,
el colmillo de la tarde muerde las aguas,
la distancia la devoran las horas
El agua es la cama, es el nicho, exhalación de peces,
es el espacio donde fluyen los sonidos
el río es uno y todas, es el afluente universal de las palabras a cuyo
(vado
se erigen las ciudades, los discursos y las sentencias
su canto es el poema que nace del flujo eterno de aguas
El río es uno solo, sus aguas llenan las ciudades,
años, siglos de histórica revolución
en las calles bifurcadas en el musgo
A vera de sus aguas abrevan los poetas
Llegan las atarrayas de otros pescadores
Tiran las redes y surgen de la corriente palabras nuevas

II
Todas las aguas son la palabra,
las palabras son el agua de la vida,
ésta que corre en los cuerpos y en la ausencia de todo
Algunas veces voy al río y su cauce está anegado de palabras
El río brota del verbo donde florecen los sonidos
Sus aguas bañan los pueblos, las civilizaciones
Arrastra a su paso las palabras viejas cadáveres insepultos
promesas de amantes, mentiras o confesiones
sus aguas se llevan las frases usadas y nos muestran cada día
otro significado.

Hombre


Trajiste el mar a mi habitación en una madrugada
bajo las sábanas veíamos zargazos y anémonas
Una gaviota abraza a otra sobre el espejo
al pie de nuestra cama un cardume de peces de colores
la pared atardece en el verano de los cuerpos
punta del sol en la pupila de la noche,
inerte pende sobre la cabecera, ahí la luna, las estrellas
abajo los océanos se mueven al ritmo de la respiración
un pez aguja nos mira abrazarnos, copulan las aguas en esta bahía

Piensas el mar y ahí está, con su infinita sed ante tus ojos
piensas arena y sientes el desierto en tus entrañas
Pronuncias hombre y ahí están tus hermanos,
pero no estoy entre ellos, solo voy a tu lado.

Mujer árbol

Para Manú


Mujer árbol
brazos que atrapan las telarañas,
palabras para la enredadera a la luz de la razón,
isla desierta buscando su océano de certezas
El día se lo come la noche antes del atardecer
caen las estrellas a la ciénega de agua, fluye el tiempo,
esqueletos de lunas y planetas reposan en el fondo
avanza el bosque, árboles a cuyas ramas florece la oscuridad
En medio de la eternidad, en un bote sin remos,
a la voluntad de las aguas inertes

¿qué voces profundas hablan en la negritud de la tormenta?
y de la boca le nacen soles, pequeños universos
piel descarnada, caen los pensamientos,
las palabras de poemas que supuran
herida profunda en el tallo, pubis roído por el cardume de alimañas,
hiedra para la hiedra, tronco apagado en el incendio de sus entrañas,
el espíritu se deshoja, se desangra, ave sin alas,
árbol desnudo incapaz de hacerse al vuelo
punta del hilo para el laberinto de la historia humana,
y al final solo se quedan los despojados

Confesiones

En un paseo por la ciudad
de las palabras
la tibieza del aire
nos habla en el rostro
para revelarnos
en cualquier tarde
de cielo enmarañado
entre nubes negras y llovizna
En una gota puede contenerse
toda la furia del mar.

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