Foja de Poesía No 188: Livio Ramírez

Livio Ramírez

Gracias a los buenos oficios de Murvin Andino, presentamos un acercamiento a la poesía hondureña actual. Iniciamos con poemas de Livio Ramírez (1943). Fue miembro del taller Universitario de Juan Bañuelos en 1968. Es Premio Internacional de Poesía Platero, 1980, Ginebra Suiza. Premio Nacional de Literatura 2000. Premio Nacional de Letras José Trinidad Reyes 2002.

 

 

De: Arde como fiera

 

 

Algunos tendrán miedo

 

De romperse los ojos

e inventarán ángeles falsos

que digan el poema

pero otros seguirán escribiéndolo

con los últimos huesos

frente al horror

inmensos

sin poder detenerse

ante el infierno creado

o los posibles hijos de la muerte.

 

 

 

 

 

Por ejemplo esta tarde

 

podría meterme en mi gabardina

como dentro de una muerte

perfectamente diseñada

y andar y andar por las calles

resolviendo con oficio de fantasma

algunos crucigramas

que la soledad impone

o podría imitar la bellísima libertad

de los perros sin dueño

pero uno

hay que aceptarlo

va teniendo reservas con el viento

lo importante sería

echar parejas con los relojes

tener un hambre de ciudades en las plantas

que los pies amaran toda la tierra

habría

que enterrar la parte conservadora del pellejo

y desarrollar como locos auténticos

esta piel capaz de crear su propia luz

y de verdad

que este creer del hombre es este viejo y nunca resuelto

problema de las dos pieles,

yo pienso largarme en estas cosas

hablo con los demás

para saber si se trata

de una locura pública o privada

y me da algunas veces

un oceánico gusto

reconocer

ciertas familiaridades fantásticas

cierta identidad de insomnio

alguna sed increíblemente igual

les digo que podría echarme llave

y gabardina adentro

dejar que el corazón hiciera cuentas

y seguiría vagando

soñando abiertamente

y haciendo castillos y castillos

y castillos

hasta demostrar que el asesino no es el viento.

 

 

 

 

 

 

Qué importa

 

esta cara de mártir barato

la inútil personal

cabrona muerte

huyo de mi posible santidad

quemo el templo

que mi propio dolor construye

corro sobre mis huesos

hasta llegar aquí

donde el dolor de todos

arde como fiera

como mar brutalmente humano

 

 

 

 

 

Muerdo mi propia sangre

 

diariamente

cada instante

pregunto a mis verdades

me escucho

con profunda desconfianza

toco a muerte

el íntimo tambor

a ver si no se rompe

con mi nombre

llamo traidor al ojo

si no llega al subsuelo de la imagen

practico la acrobacia del yo mismo

en el fondo la vida es cuestión de saltos mortales

 

 

 

 

 

Bajo la noche funeral

 

los jóvenes masacrados seguían temblando

todos tenían en los ojos

más o menos el mismo recado

no nos olviden

véngame

te amo

 

 

 

 

 

 

Un hombre dice amor

de mil maneras

y le dan el horror a cucarachas

míralo ahora

roto bajo el aire

algo quiere decirte

escucha

fíjate

pudiera ser que el hombre seas tú mismo

y es otro el que va dentro de tu traje

 

 

 

 

 

Del cuerpo asesinado

 

salieron al final

fieras

y fieras

flechas de puro amor

la luz con garras

buscaban

hombres nuevos y coléricos

pero el mundo fue igual

y murieron rugiendo

 

 

 

 

 

Hay hombres de callado Apocalipsis

 

su tiempo es una lenta navaja de semanas

aman un aire muerto

y unas veces

se puede ver sobre sus ojos rotos

una enorme niñez asesinada

 

 

 

De: Descendientes del fuego

 

 

Los amantes

Descendientes del fuego

los amantes son niños salvajes

ferocísimos seres

que no atacan a nadie

descendientes del fuego

no miran

no tienen  sentido de la distancia

se precipitan an sí mismos

de ceguera y fulgor están armados

 

 

 

II

Estás desnuda;

La tierra olvida su ballet

nada se mueve

nada existe:

solamente tu cuerpo

ante mi ojo de cíclope hechizado:

eres

una sed extendida de los pies a la frente

desde ti

una primavera furiosa nos reclama:

 

 

 

III

Iluminas la noche con tus senos

cuerpo como la vida.

A fuego lento

ardes

para que yo te encuentre.

Tendida

extendida

eres la tierra abierta:

 

 

 

IV

 

Es el verano que ama el cuerpo de la noche

sonríes

con dulcísimos relámpagos

el solo sueña extendido

sobre tus hombros de cristal

estás viva

es humana la luz

el tiempo te obedece

en tu rostro resplandece mi vida

bajo  mis manos creces

tu esplendor te desborda

la estación cabe en tus pechos

fiera de insomnio

el mar vigila

el curso de tu sueño

todo fulgor del día mana de tus cabellos

el árbol del deseo

extiende tus oleajes

isla blanca tu espalda

vía láctea tu cuerpo

háblame con tus labios maduros

háblame

destruye dulcemente

el espacio que odiamos

pronuncia esa palabra que me saca el tiempo.

 

 

 

De: Escritos sobre el amanecer

 

 

Quiero escribir la vida de golpe.

Quiero que griten mis amigos muertos,

quiero que salgan de la tierra,

puros, como relámpagos.

“Quiero escribir pero me sale espuma”.

Así es, César Vallejo,

pero me salen los asesinados

y más espuma

y más asesinados

y más país de muerte atravesado.

 

 

 

 

Digo que eres

 

mi atigrada columna que fluye.

Árbol de guerra. Árbol que embiste y aletea.

Sol absoluto, nuestro, que devoras los ojos

para poder seguirte.

Largo río de fuegos

Donde al verme contemplo y soy la multitud.

Lava donde sí corre mi verdadera imagen.

Lectura y escritura de uno mismo.

Eres el resplandor que emana

de esta hondonada.

Efulgencia invencible de las entrañas.

Domicilio de toda nuestra rabia.

 

 

 

 

 

Digo que la poesía

 

es el único documento personal que poseo.

Carezco de otro medio de identidad.

Digo que eres mi centro enllamarado.

Mi código de fuego.

Mi texto de aullidos.

Explosión queridísima donde escucho la vida.

Arma para vivir.

 

 

 

 

 

Mirando el curso de mis días,

 

hoy me he detenido a estallar,

a crecer duramente

entre reglas de juego.

A mis espaldas ruge Madrid.

Veo su cielo aún invicto entre la polución

y el veneno de los anuncios luminosos.

Está a punto de hundirse sobre el amanecer.

Tengo un poco de fiebre.

(Casi es nada, me digo,

con la amabilidad de un fantasma).

 

 

 

 

 

Escrito sobre el amanecer

 

“Amado mundo podrido”

“País asesinadísimo”

 

Cavando en las palabras.

Metido en ellas como si fueran minas,

pozos peligrosísimos,

arenas movedizas

donde espero encontrarme,

hincándoles el diente

con voluntad animal,

arrancándomelas de la boca

como algas abominables,

abriéndolas en dos,

enterrándolas,

reviviéndolas a golpes de poesía,

a puntapiés que doy con el corazón;

metido en las palabras

miro mis armas fatigadas:

 

 

 

 

Datos vitales

Livio Ramírez, nació en Olanchito, Depto. de Yoro, Honduras, 1943. Poeta, ensayista, catedrático e investigador universitario. Autor de los libros de poesía: Sangre y Estrella, Arde como fiera, Descendientes del fuego, Personajes y otros poemas y Columna que fluye. Fue miembro del taller Universitario de la UNAM, 1968, dirigido por Juan Bañuelos. Integró también el movimiento punto de partida, junto a destacados escritores mexicanos. En 1971 fundó el Primer Taller Universitario de poesía en Honduras. Es Premio Internacional de Poesía Platero, 1980, Ginebra Suiza. Premio Nacional de Literatura 2000. Premio Nacional de Letras José Trinidad Reyes 2002, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH. Es académico de la lengua. Realizó estudios en Europa, estudios doctorales en derecho y postgrado en Sociología Política y Altos Estudios Internacionales. Ex Director General de Cultura. Autor de una obra ensayística temáticamente diversa.

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