Foja de Poesía No. 253: Julieta Gamboa

 Julieta Gamboa Presentamos a continuación una muestra de la poesía de Julieta Gamboa (D.F., 1981). Asistió al taller de poesía de Hernán Lavín Cerda. Ha publicado en revistas como Palabras diversas y Los poetas del 5. Ha sido becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas.

 

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Dos mujeres que duermen juntas defienden más que su propio sueño

Adrienne Rich

 

El camino del deseo fue tallado

como una ley sobre la piedra.

El tiempo deslavó los signos,

pero un eco quedó en el aire,

suspendido,

inmóvil en el espacio sonoro.

Otros me hablaron de mí,

nombraron el desorden de mi cuerpo.

Mi deseo fue una roca,

forjada entre los límites del pecho

que frenaba la pulsión hacia otro cuerpo como el mío,

sostenida en contra de su propia gravedad.

 

Hay uniones vedadas.

Algo falla.

Has olvidado los movimientos suaves,

la mirada tenue,

el oficio de la seducción.

 

Conocí la lengua del encubrimiento.

Adentro se extendía una niebla espesa,

en las grietas del temor adolescente.

 

Después, tu presencia fue ensanchando las fronteras,

angostó el cauce para que el río desbordara.

 

Silenciado,

el deseo anónimo crecía,

sofocaba mi aliento debajo de las ropas.

 

No es real.

Es un juego que cabe entre nosotras;

un momento único,

que no va a repetirse,

marcado por el frío que nos habita.

 

Le temí al movimiento,

pero tu cuerpo se agitaba como el mío;

la amistad tuvo otro nombre,

que dejamos enquistarse en la garganta.

 

Mi realidad volvió al curso

de los espacios cerrados.

Los labios no se tocaban;

tejían el camino sutil a la mentira.

Cada palabra era un mensaje cifrado,

un fósil cerrado en sí mismo,

que esperaba el momento para abrirse.

 

Concebimos una realidad detrás de las puertas.

En los interiores,

fabricamos puentes hacia una desnudez real.

 

Otros marcaron el límite

entre el mar y la costa.

La marea nos llevo lejos del puerto,

Nos sumergimos y contuvimos la respiración bajo el agua.

 

El sudor frío,

la rigidez de nuestros músculos,

unidos,

cimentaron una arquitectura inestable.

El disfraz era el mismo cada noche.

 

Cuando envejezcas

tu cara tendrá las marcas

de cada una de tus mentiras.

 

Un viaje me hizo regresar al espacio de mi cuerpo.

Recuerdo la carretera,

las curvas incesantes que trazaban el camino.

Sostuviste mi cabeza para frenar las arcadas;

tu gesto cercano marcó el fin del artificio,

el retorno a la orilla verdadera.

 

Volví a mi tacto.

Seguí la ruta de los árboles caídos

para limpiar sus ruinas.

 

Madre,

esto es mi cuerpo;

éste, su nuevo nombre.

 

La lluvia removió el barro que me tapaba los poros.

Confié mi rumbo a la proximidad de nuestras manos

para fijar mis ojos

en la igualdad de nuestros cuerpos.

 

 

 

Cadencia

 

Existe un patrón fijo en el ciclo de mis células;

crecen y se duplican en un trazado exacto

que se reitera sin dejar asimetrías.

 

No se permite un movimiento impredecible.

Si una célula rompe la línea,

su trazo violento es germen de un tumor,

aferrado a los tejidos.

 

Afuera,

obediente al diseño,

buscando preservarme,

reproduzco la corriente interna,

neutra,

impuesta por mis células.

Lejos del caos,

del vértigo,

abrazo el estatismo,

la falsa energía cinética de las repeticiones.

En un fluir lento de la sangre,

percibo la mudanza:

me aproximo a un estado vegetal,

espero el crecimiento de raíces.

 

A fuerza de reiterarme mi interior empequeñece;

parece que sólo me caben cosas mínimas:

a mi oído, el timbre uniforme que me regresa

al encierro del ciclo;

a mi boca, las mismas palabras para otros,

su sabor punzante que desgasta las papilas gustativas;

a mi memoria, el peso de lo reconocible, 

detrás de la esquina de siempre.

 

Miro a las moscas que vuelan en círculos.

El zumbido continuo, que sólo cesa

cuando el tedio las hace desplomarse,

es la música de la permanencia.

 

Los días que vienen traerán clima templado,

un cambio en las estaciones apenas perceptible.

La voluntad, cercada en el tiempo biológico,

es una gota que confirma su sonido,

quizá esperando lograr la asimetría

en la mancha de humedad que imprime sobre el piso.

 

 

 

Datos vitales

Julieta Gamboa (Ciudad de México, 1981) es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha participado en los talleres de poesía de Hernán Lavín Cerda y Máximo Cerdio. Trabajó en el equipo editorial de la revista Discurso Visual del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del INBA. Sus poemas fueron incluidos en la antología del concurso universitario Décima muerte, en 2000. Ha publicado en revistas como Palabras diversas y Los poetas del 5. Ha sido becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas.

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