Dossier sobre Teología de la liberación

Teología de la liberaciónLuis Martinez Andrade, junto a la  la Revista Sociedad Latinoamericana, nos ofrece  el dossier “La filosofía y la teología de la liberación: nuevos desafíos”. Presentamos el siguiente artículo sobre la historia del EZLN, de Gualberto Díaz González. Y en seguida una liga al contenido del dossier.

 

 (http://sociedadlatinoamericana.bligoo.com)

 

Retorno a la comunidad, el “mandar obedeciendo” del neozapatismo

 Gualberto Díaz González

 

Liberación en la selva

La Teología de la Liberación nace bajo el influjo de las ciencias sociales en  busca de un análisis crítico de la realidad dentro la reflexión católica. Su premisa: la salvación de Cristo no es en el más allá, sino aquí en la historia humana en lucha por una sociedad justa, que transforme la realidad, una “teología política” y misional en el mundo indígena que apela al realismo de la reencarnación sociocultural, como la de Cristo.

     De acuerdo a lo establecido en el Concilio Vaticano II, el cristianismo debía “adaptarse” a los moldes de la cultura indígena creando una iglesia autóctona. La maduración de esta visión socio-religiosa se da en la Conferencia de Medellín (1973), cuyos temas, cristianismo y justicia en América Latina, enfocaron su análisis sobre la situación de los indios y de las minorías que vivían en el continente americano. Se consideró necesaria la emancipación del indígena respecto de sus derechos culturales y sociales, buscando la desaparición del indio en cuanto ser vencido y colonizado. Fue así como se cuestiona la teología llegada de Europa con la colonización española, buscando sustituirla por una teología “concreta” que se inspirara en la iluminación de la fe para la problemática real del hombre latinoamericano.

     El Obispado de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, guiado por Samuel Ruiz, en los años 70s del siglo pasado fue el eje alrededor del cual se desarrollaron los movimientos de resistencia indígena. Samuel Ruiz participó en la Conferencia de Medellín y comprendió que el indio es producto de una injusticia social y que padece un colonialismo interno, por lo que se hace necesario encontrar en las entrañas de la cultura mesoamericana los mecanismos que les sirvan para relacionarse con una sociedad de consumo capitalista; percibió que la educación era necesaria para hacer conciencia de su identidad cultural y de sus problemas históricos.

     En 1974 se organizó en San Cristóbal de Las Casas el Primer Congreso Indígena de Chiapas, bajo los auspicios de la diócesis de San Cristóbal, con Samuel Ruiz al frente. En el congreso participaron dos mil delegados representantes de mil comunidades. Durante las conferencias, todas en lengua indígena, se trataron temas eferentes a la tierra, salud, educación y comercio. Para la cuestión de la tierra se estableció un objetivo a corto plazo: “despertar la conciencia proletaria de nosotros” para poner las bases de otro objetivo: “el cambio del actual sistema hacia una sociedad en que no haya propiedad privada de los medios de producción” (Tello, 1998: 59). El congreso potenció la creación de un movimiento indígena al poner en contacto a las organizaciones ya existentes alrededor de la Diócesis, impulsando a los indígenas en su lucha por la libertad.

Surge el EZLN

En 1972 el Presidente Luis Echeverría promulgó el Decreto de la Comunidad Lacandona, por medio del cual se asignaron 614.321 hectáreas a sesenta y seis familias lacandonas, lo que provocó el despojo de derechos territoriales de cuatro mil familias Choles y Tzetzales que vivían en la misma zona. En virtud de este decreto, treinta y siete comunidades fueron amenazadas de desalojo, a pesar de tener la posesión real y legal de las tierras. La nueva presión del gobierno federal sobre las comunidades funcionó como catalizador para que éstas se movilizaran en la defensa de sus tierras.

     En 1978 la situación de las comunidades empeoró por el decreto del Presidente José López Portillo que instituyó la Reserva Integral de la Biosfera de Montes Azules, lo que provocó la reubicación de varias comunidades y la represión de las que se resistieron al desplazamiento en 1979.

     Por ese entonces en Chiapas empiezan a ser activas las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), un grupo de inspiración marxista que nace a fines de los años 60 del siglo pasado. Las FLN habían operado sobre todo en un ambiente urbano, pero cambian de estrategia como resultado de la represión de los años 70, la llamada “guerra sucia”, y sus células se dispersan por el país, llegando a Chiapas donde fundan el Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata, con la consigna de una revolución antiburguesa y la creación de un estado socialista.

     En los 80s las FLN comenzaron su labor de concientización de los grupos indígenas, concentrándose en la comunidad de San Andrés Larráinzar, en los Altos. Y en 1983 se abrió uno de los períodos más duros de la historia de Chiapas, a causa de la política de represión llevada a cabo por el Gobierno del Estado, guiado por el General Absalón Castellanos, quien procedió a la militarización de la región para contener la acción colectiva de los grupos indígenas. Pero en este año, las FLN penetraron en las Cañadas para emprender su labor política y militar. Y en octubre de ese año nace el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

     Con el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, la situación social se exacerbó pues en 1992 se reforma el Artículo 27 de la Constitución Mexicana que da por terminado el reparto agrario,al tiempo que se negocia el Tratado de Libre Comercio con América del Norte. La reforma al 27 elimina la posesión comunal de la tierra y el TLC abre las puertas al capital trasnacional. Esto provoca una pérdida de tierras cultivables de las comunidades indígenas de Chiapas, obligando a muchos campesinos a emigrar hacia las grandes ciudades; pero muchos de los que decidieron quedarse pasaron a engrosar las filas de la resistencia indígena, clandestina todavía. 1992 también es un añoparticular al cumplirse 500 años de la llegada de españoles a tierras americanas, lo que suscitanumerosas manifestaciones populares de protesta indígena campesina contra la represión política, el TLC y la reforma al 27.

     En 1993 los rumores de una inminente guerrilla se difunden por todo el Estado y el Ejército Mexicano aumenta sus actividades de control en la zona de la Selva y de las Cañadas. Fue en ese momento cuando se produce “accidentalmente” el primer enfrentamiento entre núcleos guerrilleros y batallones del Ejército Mexicano, provocando un cambio de estrategia en los neozapatistas acelerando sus planes de insurrección que explotará con el levantamiento del 1 de enero de 1994.

     La Teología de la Liberación, la presencia de grupos marxistas que  consideran los territorios chiapanecos de los Altos y de las Cañadas como base territorial para una revolución nacional y la formación de grupos de resistencia indígena de larga duración, confluyen  dando vida en 1983 al EZLN, un movimiento inspirado en el zapatismo histórico, pero diferente por la utilización de novedosas y modernas estrategias de lucha como el Internet, un movimiento social de nuevo tipo que asume consciente el vínculo de su lucha con la lógica global del sistema-mundo capitalista: de resistencia con implicaciones y con significados globales,“cuya luchaque está en Chiapas, lo mismo que en México, en América Latina y en todo el mundo” (Aguirre, 2001: 30).

Desde el inicio el EZLN movió a la sociedad civil y ésta movió al EZLN:        

1994: la Convención Nacional Democrática convocó a 10 mil personas en la Selva Lacandona para fundar el Aguascalientes de Guadalupe Tepeyac.

1995: la Consulta Nacional por la Democracia pide reconocimiento al zapatismo como fuerza política y participan más de un millón de personas.

1996: en los Diálogos de San Andrés Larráinzar, entre el EZLN y el gobierno federal, se congregaron intelectuales, políticos, artistas y sociedad civil de todo el país y acuerdan el reconocimiento como “sujetos de derecho público” a los pueblos indios; ese mismo año los zapatistas organizan en realidad el Primer Encuentro Intergaláctico por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, donde dialogan y conviven artistas, intelectuales, la izquierda altermundista del mundo.

1997: la llegada de 1111 bases de apoyo zapatistas a la ciudad de México “le concede la oportunidad a un sector muy significativo de la sociedad de participar en la primera gran manifestación antirracista en la historia de la Ciudad de México” (Monsiváis, 1998: 7).

1999: en la Consulta por el Reconocimiento de los Derechos de los Pueblos Indios y por el Fin de la Guerra de Exterminio participan un millón y medio de personas.

2001: la Marcha del Color de la Tierra, encabezada por comandantes y comandantas zapatistas, viaja por varios estados de la república para llegar a la capital y exigir a los tres poderes del Estado mexicano el reconocimiento en ley de los Acuerdos de San Andrés. En la travesía  participan miles y la apoteosis se da cuando la marcha arriba a un  zócalo capitalino abarrotado gritando al unísono: “¡no están solos!”.

     En medio de una guerra de baja intensidad contra las comunidades en resistencia, el 22 de diciembre de 1997 un grupo paramilitar de más 100 individuos irrumpió en un templo religioso de la comunidad de Acteal, municipio de Chenalhó, Chiapas, asesinando  a 45 indígenas tzotziles: 15 niños, 21 mujeres (4 embarazadas) y 9 hombres. Y desde Ernesto Zedillo a Felipe Calderón, el Estado mexicano ha querido mostrar la masacre como un conflicto  intercomunitario entre indios bárbaros; los medios de comunicación e intelectuales afines al PRI y al PAN, encabezados por Héctor Aguilar Camín, insisten que la masacre fue resultado del enfrentamiento entre zapatistas católicos con antizapatistas evangélicos; pero no explican por qué después de 7 horas de tiroteo, todas las víctimas pertenecían a un mismo bando, Las Abejas.

     Los Acuerdos de San Andrés fueron firmados entre el EZLN y el gobierno federal el 16 de febrero de 1996 y establecen la libre autodeterminación de los pueblos indígenas; ampliando su representación política (local y nacional); y garantizando el acceso pleno a la justicia; promoviendo sus manifestaciones culturales; asegurando la educación y la capacitación; la satisfacción de las necesidades básicas; impulsando la producción y el empleo. Pero el gobierno mexicano se negó a cumplir su firma plasmada en los acuerdos y en 2001,pese a la presión social que suscita la Marcha del Color de la Tierra, el congreso promulga una contrareforma que, en esencia, niega la demanda principal del movimiento: la autodeterminación de los pueblos indios como sujetos de derecho.

Características neozapatistas

La insurrección neozapatista es una guerra posterior a la caída del muro de Berlín, donde los símbolos importan más que las armas y la comunicación juega un papel estratégico, así como la correlación de fuerzas. El impacto mediático neozapatista contribuye a“re-encantar el mundo” al anclar su lucha en una sociedad indígena, cuya destrucción y esclavización son contemporáneas a la invención de la modernidad, hace más de cinco siglos.

     El neozapatismo se inscribe en la serie de movimientos de liberación indígena surgidos en América Latina en las últimas tres décadas del siglo pasado: 1990, levantamiento indígena en la sierra de Ecuador; el Katarismo boliviano, en 1992 se funda el Consejo Regional Indígena en Colombia y Rigoberto Menchú obtiene el premio Nóbel de la paz.

     Los pueblos indios mayas se organizan con demandas universales vinculadas a la lógica del sistema-mundo capitalista y “muestran cuáles son las características actuales del inacabamiento de la Conquista” (Echeverría, 2001: 78). Para Manuel Castells el neozapatismo es“un movimiento campesino indio de los excluidos en lucha por la democracia, en nombre de los derechos constitucionales, vía internet y los medios de comunicación de masas que    muestra la profundidad de la transformación de las sendas de liberación en América Latina”(2003: 106).El neozapatista se rehúsa a ser tratado como un problema local o regional, pues cuestiona los preceptos políticos e intelectuales que hoy son fundamentales en las sociedades modernas, la autodeterminación del individuo y la emancipación del yo.

     El grito de dignidad que viene desde las montañas del sureste de mexicano no contempla la toma de poder político como objetivo de lucha, y así se distancia de los movimientos marxistas-leninistas de los 70s u 80s. Su objetivo es la invención de una democracia abierta a la participación de todos los actores sociales, tomando en cuenta exigencias éticas y afirmaciones de identidad, poniendo en el centro del debate al indígena como imagen universal de la modernidad. El sentido del neozapatismo proviene de su reacción étnica, y se proyecta en la escena política para construir un movimiento político y civil que alcance una democracia nacional y una sociedad de sujetos, individuales y colectivos, que se reconozcan y se respeten en su diversidad de sujetos, “un mundo donde quepan muchos mundos”, con “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz con dignidad”.

     Es la primera “guerrilla informacional” con una habilidad para comunicarse con el mundo: textos bien construidos y puestas en escena provocan “un auténtico fenómeno de la posmodernidad”, el EZLN dispara “la diversidad, la multiplicidad, la imaginación, la creatividad” (Galindo, 2006: 39).

     El indígena se quiere mexicano sin dejar de ser indígena, reconocido y escuchado. Abandera una palabra que viene caminando desde lo profundo de la historia y que tiene su fuente en la memoria colectiva de los pueblos indios: “no morirá la flor de la palabra” (EZLN, 1998: 87). Su lucha es universal a causa de su identidad, y se expresan y actúan como personas y pueblos que si “no salen de indios es porque no les da la gana. Exigen ser respetados en su identidad de indios” (González, 2006: 31-40). Y desde 1994 los zapatistas se constituyen en el movimiento social más importante del mundo (Wallerstein, 2008: 220).

Comunidad, Juntas de Buen Gobierno

La “razón instrumental” que ve a la naturaleza como una fuente inagotable de recursos, conduce al ser humano a someterla a la técnica y la ciencia, explotándola indiscriminadamente y reduciéndola a mero instrumento, símbolo del progreso. Además, el individualismo de las sociedades racionales hace que la persona “participe cada vez menos en las decisiones públicas y su vida se reduzca cada vez más al papel de despreocupado consumidor” y, aunque el individualismo occidental reconoce a la persona y el liberalismo dio lugar a la promulgación de los derechos humanos, también diseña y fomenta a la persona privada que defiende su derechos y sus propiedades frente a lo comunitario, la sociedad deja de ser un espacio de concierto comunal para convertirse en un  mercado donde compiten solo intereses particulares. La crisis del sistema capitalista abre la posibilidad de inventar otro mundo cuyo éxito depende de la puesta en práctica de una racionalidad más elevada que logre colocar al ser humano como parte integral y armónica con el todo: no a la dominación y exclusión de los otros; no a la dominación de la naturaleza. Se trata de utilizar la razón y la técnica para reparar el desastre ocasionado por la razón y la técnica (Villoro, 1992: 98-107).

     Para John Holloway existen dos formas de entender el zapatismo, una es  términos mediáticos, de los comunicados y la figura de Marco, y “la otra forma de entender el movimiento es en términos del proceso mucho menos visible de transformación de las relaciones sociales a través del trabajo cotidiano, a través de las Juntas de Buen Gobierno, a través de las luchas de todos los días de miles y miles de campesinos” (2008: 4).

     En agosto de 2003 los zapatistas avanzan en el ejercicio de su autonomía con la creación de Los Caracoles: el traspaso del poder de EZLN a las comunidades bases de apoyo con el objetivo de concretar un autogobierno. Reivindicando el significado del calpulle que (institución que vigila, defiende y reparte  las tierras comunitarias y guía políticamente a la comunidad), en palabras del comandante Javier, los caracoles “abren nuevas posibilidades de resistencia y de autonomía de los pueblos indígenas de México y del mundo, una resistencia que incluye a todos los sectores sociales que luchan por la democracia, la libertad y la justicia para todos”(Casanova, 2006: 40).

     Madre de los Caracoles del Mar de Nuestros Sueños, conocido como Caracol de La Realidad, abarca los municipios San Pedro de Michoacán, Libertad de los Pueblos Mayas, General Emiliano Zapata y Tierra y Libertad. Y otros cuatro Caracoles que tienen su sede en las comunidades de La Garrucha (zona selva Tzeltal), Roberto Barrios (zona Norte), Oventic (zona de Los Altos) y Morelia (zona Tzots Choj).

      La cultura es la organización del sentido interiorizado en esquemas y representaciones sociales compartidas y objetivadas en formas simbólicas, telaraña de significados que se produce en contextos históricos específicos (Giménez, 1998: 34). Pero si la cultura es la adaptación a lo social, también representa un desafío a la realidad al exigir significación, justicia y libertad, individual y colectiva, y cuestionar, irrumpir y trascender el presente inmediato, la cultura “es un modo de la praxis humana en el cual el conocimiento y el interés son uno” (Bauman, 2003: 260). Si la cultura es praxis, un atributo de la comunidad al “trascender el orden natural o naturalizado” y “crear órdenes nuevos y diferentes” (Bauman, 1999: 33), entonces en las comunidades indígenas zapatistas se gesta un orden diferente donde se ejerce una autonomía cultural bajoun gobierno democrático entendido como “el mandar obedeciendo”, donde los puestos públicos son servicios desinteresados que todo individuo está obligado a participar,y los funcionarios ocupan una tarea por tiempo limitado sin goce de sueldo y las decisiones son tomadas en asambleas. En las Juntas de Buen Gobierno cada miembro de la comunidad es un actor social que supedita “el beneficio individual a un fin común: para todos todo, para nosotros nada”,y practica una racionalidad que no pretende volver al pasado en donde la suerte dependía de una voluntad divina, tampoco a la democracia representativa en la que se vive sujeto a la acción de quienes ejercen el poder del Estado, sino a un mandar obedeciendo que signifique reciprocidad de servicios y obligaciones entre quienes mandan y quienes obedecen.En estas comunidades, la tierra no es una mercancía sino un bien común, el trabajo es colectivo y las decisiones son tomadas en colectivo: “todos toman la palabra y discuten: al final de la discusión un anciano interpreta y resume la decisión a que se ha llegado. Anuncia: nosotros pensamos y decidimos… Se ha logrado un consenso expresado por la palabra nosotros” (Villoro, 2003: 30).

     El planteamiento autonómico de los caracoles zapatistas es antisistémico en la medida que la creación de “municipios rebeldes” rompe con la lógica capitalista y fortalece la resistencia y la capacidad de reproducir un sistema alternativo: “los caracoles construyen y expresan una cultura del poder que surge de quinientos años de resistencia de los pueblos indios de América, y que se inserta en la cultura universal para la construcción de un mundo tan variado como el que implica cualquier alternativa multinacional, multicultural” (Casanova, 2006: 41).

Cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede

Las mujeres al interior de las comunidades indígenas libran una doble lucha: al exterior, junto a los hombres, combinan las demandas de redistribución económica con las de reconocimiento y no exclusión; y al interior, como mujeres indígenas zapatistas, “luchan por poder heredar la tierra, cobrar iguales salarios y por no ser discriminadas como seres simbólicamente inferiores a los hombres” (Rovira, 2009: 59). 

     La Mayor Insurgente Ana María estuvo a cargo de la tropa que tomó San Cristóbal de las Casas el 1 de enero de 1994; la Comandanta Ramona participó en las mesas de negociación con el gobierno a partir de febrero de ese mismo año y representa un símbolo de lucha dentro del movimiento; la Comandanta Esther tomó la palabra ante el Congreso de la Unión en 2001. La participación de las mujeres indígenas en cargos de responsabilidad armada del EZLN y en la organización civil de las comunidades, además de la Ley Revolucionaria de las Mujeres dada a conocer desde 1994, ha generado expectativa, pero sobre todo un replanteamiento indígena y feminista de las mujeres que cuestiona la dominación masculina. 

     Para Giomar Rovira las ONGs encabezadas por mujeres mexicanas y extranjeras han llevado a Chiapas proyectos dirigidos a las mujeres indígenas y han cuestionado su propio papel (Rovira, 2009: 60). Colectivos de mujeres migrantes en España, de mujeres maltratadas, prostitutas y amas de casa de Londres y Estados Unidos, de pedagogas y psicólogas dominicanas, peruanas y argentinas; revistas dirigidas por mujeres como Marie Claire de Francia o Debate Feminista, dirigido por Marta Lamas en México, han publicado manifiestos y reportajes sobre las mujeres indígenas zapatistas, pero también han reivindicado la participación de las mujeres de todo el mundo en lucha contra la dominación androcéntrica del capitalismo. 

A contrapelo

Las identidades colectivas son actores que interactúan, discuten, negocian, toman decisiones, se organizan yse representan en líderes, utilizan medios de comunicación y tejen una red de relaciones. Pero lo medular en toda acción colectiva es la transformación de una figura de sujeto en actor social que plantee una afirmación más que una impugnación, construyendo una identidad colectiva para “diferenciarse del entorno, definir sus propios límites, situarse en el interior de un campo para mantener en el tiempo el sentido de tal diferencia y delimitación” (Turaine, 2003: 231). Los movimientos societales de los años 60s del siglo pasado, por ejemplo, se caracterizaron por una apuesta cultural y democrática donde la lucha por el poder era esencial, someterse a la autoridad de una ideología y a una estrategia política.

            Para Immanuel Wallerstein, con la Revolución Francesa nace el “movimiento social”, la base ideológica del mundo moderno occidental: libertad, fraternidad, igualdad; laicidad, legitimidad social, soberanía, nacionalidad; lo político organizado con base proletaria en pos de la conquista del Estado. Pero es en la Comuna de París (1871), en el debate entre Proudhonianos (luchar fuera de las relaciones capitalistas), Anarquistas (destruir al Estado) y Marxistas (conquistar el Estado), donde se pone en cuestión cómo transformar el mundo. Los marxistas imponen su visión: la burguesía no permitiría la supresión del capitalismo por la vía electoral, por lo que el reto consiste en cómo lograr una evolución gradual al socialismo a través de un partido clandestino de cuadros o por medio de una masa organizada legalmente: confrontación radical o vía institucional.

         Bajo ese tenor se desarrollan los movimientos sociales en los “tres mundos”: en el occidente industrializado surge en el siglo XIX la Socialdemocracia; en los países socialistas la Tercera Internacional y su lucha anticapitalista; y en la periferia, tercer mundo, los movimientos nacionales libran luchas antiimperialistas en nombre de una autodeterminación cultural. Y en los tres casos se conquistó de alguna manera el poder del estado: se movilizaron a las masas, obreros o campesinos, y se consiguió un Estado de Bienestar (liberales y conservadores); el modelo marxista leninista se propuso la socialización de los medios de producción y en la época de la descolonización se buscó nacionalizar el aparato estatal.

     Pero lo que no se consiguió en ninguno de los casos, insiste Wallerstein, es dar el siguiente paso, el más importante, transformar el mundo. Hasta ahora los movimientos “antisistémicos”no han logrado una verdadera transformación social porque el progreso no ha eliminado la desigualdad, continúan las diferencias abismales entre los de “arriba” y los de “abajo”, y las libertades son reducidas y su disfrute es abismalmente desigual. Ha faltado cuajar la apuesta antisistémica: como ni la libertad ni la igualdad puedenser realidad dentro del sistema existente, es necesario transformar completamente el mundo para que exista esa libertad y esa igualdad (Wallerstein, 2008: 105).

     1968 fue un año axial para el rumbo que tomarían los nuevos movimientos sociales, porque se reclama a los antiguos movimientos que habían logrado llegar al poder pero que no habían cambiado el mundo, que sólo se habían conseguido conquistas parciales, por lo que era necesario  evaluar la toma del poder como método para transformar el mundo. Y desde el 68 se perfilaron por lo menos tres líneas de lo que serían los nuevos movimientos antisistémicos: 1) de impugnación y contestatarios, una “contracultura” contra la sociedad de consumo; 2) en contra de los nuevos privilegiados: la burocracia o los cuadros del partido; 3) crítica al proceso civilizador de Occidente, la teología de la Liberación en América Latina.

     Los nuevos movimientos antisistémicos dicen: “Ya basta”, no hay que sacrificar el presente en aras de un futuro incierto, es indispensable nuevas estrategias y redefinir los objetivos a mediano y largo plazo, porque la conquista del Estado no es el único camino, existen otros espacios como las instituciones, la escuela, la casa, la calle, los mass media… dijera Foucault, el poder se ejerce. Y entre los objetivos y tareas de los nuevos movimientos antisistémicos son la repolitización de las bases, repensar el tipo de organización interna, construir espacios libres para la discusión colectiva bajo un nuevo sistema de conceptos, el regreso a la asamblea, terminar con la idea de homogeneización del mundo y prepararse para un proceso de lucha de larga duración; desghetizarlos movimientos, tejer alianzas y, sobre todo, que la transformación antisistémica pasa por el retorno a la comunidad.

     En la historia del movimiento anticapitalista existen dos tendencias, la Estado-céntrica (tomar el poder) y la comuna (organización en asambleas), pero en los años que corren observamos la expansión de la tendencia asambleísta, rechazo al partidismo, sobre todo después de la caída de la Unión Soviética: altermundismo, diversidad cultural… zapatismo mexicano (Holloway, 2009: 45).

     En medio de la crisis socio cultural por la que atraviesa el México de hoy, con una clase política alejada cada vez más de los problemas de la gente y la delincuencia organizada desbordada, surge la iniciativa del EZLN llamada la Otra Campaña, cuyo recorrido por el país inicia el 1 de enero de 2006 a contrapelo de las campañas presidenciales. Esta nueva iniciativa intenta evitar el estallido social dándole “otro cause, pacífico, organizado, y dirigido racional y sensatamente hacia la construcción de otro país y otro sistema” (Aguirre, 2006: 22).

     La Otra Campaña se presenta como una alternativa antisistémica, dirigida a la transformación radical, eliminando las relaciones de explotación, despotismo y discriminación; ser la voz de las clases y grupos subalternos que conciban y ejerciten la política bajo el principio del que manda, mande obedeciendo; tejer y articular el abanico de resistencias y rebeldías, uniendo demandas de la lucha indígena con la lucha por el derecho a la diferencia y la diversidad sexual, de género, estudiantiles; antiimperialistas, altermundistas; apelar a liderazgos colectivos y una democracia directa, concebida como el autogobierno del pueblo, donde todos se manifiesten sobre todo.“Los zapatistas buscamos unir nuestra lucha con todas las luchas justas que realizan las sociedades civiles en México y el mundo, unir las fuerzas de todos, para detener el avance del sistema económico neoliberal que está destruyendo a la humanidad” (voz de mujer zapatista en Radio Insurgente el 1 de enero de 2006).Los “indios –dice Pablo González Casanova- se compenetran de su cultura y de la cultura universal. Como indios participan en una lucha mundial al lado de otros oprimidos y explotados de México y la Tierra, y de quienes se sumen a ellos respetando su dignidad, su identidad y su autonomía” (2006: 42).

“Nosotros apostamos que allá abajo vamos encontrar a los pocos… y si cada quien siente que su lucha es muy pequeña y no alcanza a oponerse a los que es muy grande… pero si logramos unir esas fuerza ya no vamos a estar solos, escuchar al de abajo y tomarlo en cuenta, porque se trata de otra política…” (Subcomandante Marcos, enero, 2006).

     Hoy América Latina se encuentra en la vanguardia de las luchas antisistémicas a nivel mundial, por las formas más avanzadas en organización, demandas, discursos y estrategias políticas. En 1920 la vanguardia estaba en la Unión Soviética y en 1970 en la China de Mao. Y desde  los últimos veinte años el frente de lucha antisistémica se desplaza a América Latina: los Sin Tierra de Brasil, las comunidades indígenas de Ecuador y de Bolivia, los piqueteros argentinos y el neozapatismo mexicano.  La izquierda en América Latina se ha convertido en una fuerza geopolítica relativamente autónoma en la escena mundial, donde las poblaciones indígenas se han afirmado políticamente en casi todos los países y han exigido su derecho a organizar su vida política y social de manera autónoma, el levantamiento neozapatista en 1994 potenció la aparición de movimientos similares en toda América Latinoamérica, creando una red interamericana de estructuras organizativas locales, cuyo “objetivo no es el crecimiento económico, sino llegar a un acuerdo con la Pachamama o madre tierra. Aseguran que no buscan una mayor utilización de los recursos, sino un uso mucho más sensato que respete el equilibrio ecológico: persiguen el denominado buen vivir” (Wallerstein, 2010).

La tierra y el ser diferente (o el bote de basura en que han convertido al México de abajo) 

¿Cuáles son las voces o testimonios de grupos y ciudadanos organizados que a su paso fue encontrando la Otra Campaña en su recorrido de enero a abril de 2006? El documental “Viva México” (2009), de Nicolás Défossé, es uno de los trabajos audiovisuales más impactantes de México en los últimos años, al retratar con poesía y crudeza una realidad mexicana que se cae a pedazos pero que se levanta desde abajo, digna y rebelde, desde las entrañas de su historia.

Cancún: Campesinos organizados en el colectivo “Isla M”, cansados de mirar cómo las autoridades se dedican a vender las mejores tierras a los grandes inversionistas americanos y españoles, deciden recuperar la tierra que “nuestros antepasados nos dejaron”;“nos tuvimos que volver rebeldes porque ellos (el gobierno) nos hicieron así… aprendimos de los zapatistas”.

Yucatán: “Por ser gente pobre, no se nos reconoce el derecho a un trabajo digno… y ha llegado la hora de que seamos tomados en cuenta… no es con dinero como se deben de respetar los derechos”, dice una mujer indígena, vendedora de artesanías en la zona arqueológica de Chichen Itzá,“el gobierno quiere quitar lo que ensucia, lo que hace feo el lugar, y por eso quiere quitar a los indígenas mayas artesanos de Chichen Itzá, que muestran valor, dignidad y rebeldía al organizarse para defender sus derechos”.

Oaxaca: Campesinos del valle de Oaxaca se organizan para defender su tierra ante la embestida empresarial que pretende tapizar al Istmo de Tehuantepec de ventiladores de empresas trasnacionales, y exigen respeto a la voluntad del pueblo: “Los ventiladores aquí ya no los queremos, la base que sostiene a cada ventilador lleva 60 toneladas de cemento y ya no va crecer nada alrededor de esas bases, el cemento absorbe la humedad…”

Nayarit: El puerto de Nayarit no está catalogado como turístico sino como puerto pesquero, sin embargo los manglares están siendo arrasados por las grandes compañías inmobiliarias. El gobierno despoja de sus tierras a los campesinos para vendérselas a extranjeros: “No le pedimos al gobierno que nos de la mano, nomás le pedimos que nos quite la pinche pata del pescuezo, pues ya nos tiene hasta la madre…”

Colima: En el Rancho el Jabalí, el hotel San Antonio se ha ido apropiando cada vez de más terrenos que el mismo gobierno les ha ido facilitando; son 25000 hectárea de una compañía trasnacional de Hong Kong, donde el hospedaje de cada noche tiene un costo entre 2,550 y 3,100 dólares… Ante esta privatización, la gente de La Yerbabuena resiste y lucha para que no les sigan arrebatando sus tierras, exigen que nadie invada ningún lugar sin que la gente que lo habita esté de acuerdo.

Michoacán: “Les pedimos que se organicen, no que se hagan zapatistas, no les vamos a pedir que se vayan para otro lado, peleen aquí por sus tierras, no dejen que se privatice las playas, los montes, el agua, los bosques…”

Guerrero: El Río Papagayo es la vida de los pueblos y la comunidad de Agua Caliente reivindica la dignidad de la tierra y dice: “No a la presa La Parota, la presa de la muerte”; son los intereses trasnacionales los que están detrás de la presa, que pretende arrasar las tierra ejidales: “la tierra nunca ha tenido signo de pesos, y si permitimos que se instale aquí La Parota serían afectados 25 mil habitantes por la inundación que provocaría, más de 36 pueblos afectados bajo el agua, 16 mil hectáreas que se verían perdidas…”

Estado de México: el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco detuvo el proyecto más ambicioso del sexenio de Vicente Fox: la construcción de un aeropuerto. “El maíz, trigo, cebada, frijol es para la fiesta o algo que celebrar, y si nos quitan el territorio nos quitan todo, nos quitan nuestras costumbres, pues qué festejaríamos en tiempo de la cosecha… no festejaríamos nada… desaparecería nuestra identidad… ya no como pueblo existiríamos… seríamos un cinturón de miseria más de la ciudad de México… lo que nos quitarían no sería la tierra sino la dignidad,  y la dignidad no se da a ningún precio… no estamos dispuestos a que el gobierno haga lo que quiera, porque el gobierno somos nosotros cuando estamos juntos, organizados…”

Ciudad de México: La disidencia sexoservidora, “ahora resulta que el solo existir, el ser como uno es, sea indígena, lesbiana, homosexual, transgénero, significa allá arriba una agresión. No se trata de que a estos compañeros y compañeras, la sociedad (incluso en las organizaciones que se dicen de izquierda) les digan pinches indios, pinches indias, pinches putos, pinches putas. Se trata de que este clima de racismo y homofobia empieza a cobrar vidas, se trata que las matan y los torturan simplemente porque son diferentes”

Coordinadora Democrática de Mercados Públicos: “Las empresas trasnacionales han ido ganando mayor terreno en nuestro país, imponiendo modelos de una vida ajena a nuestra cultura con sus tiendas de autoservicio, situación que está provocando el cierre de pequeños comercios locales, por esto los comerciantes de los mercados públicos nos hemos adherido a la Otra Campaña”.

Orizaba: Hace aproximadamente 15 años un grupo de sociólogos y militantes de izquierda decidieron conformar el Colectivo Feminista Cihuatláhtolli, que en náhualt significa Palabra de Mujer; el objetivo es difundir, promover  y  defender los derechos de las mujeres de la región Orizaba, llevando a cabo actividades en las fechas clave del movimiento feminista, el 8 de marzo y el 25 de noviembre.Nadie tiene que dejar de ser lo que es para ser aceptado socialmente:“En la defensa de los derechos de las mujeres buscamos no hacerlo meramente como una actividad asistencial, sino que promovemos la organización para que sean ellas, las mujeres, quienes se organicen y vayan luchando por sus derechos”.

Rebeldías

Lección neozapatista: para construir otro mundo, hay que romper con la lógica capitalista haciendo grietas en el recio muro de la estructura social: la grieta que se necesita para enfrentar la dominación capitalista es rebelarse contra las leyes del mercado. El movimiento de la APPO, en Oaxaca, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Sal Salvador Atenco, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales son grietas antisistémicas, y están ahí. Los estudiantes y los profesores pueden crear grietas desde su realidad social. El cambio podría ser a través de la creación, expansión y multiplicación de grietas sociales, vinculando la ciencia con la lucha por la supervivencia humana, aquí y ahora, con un pensamiento crítico y por un vivir sustentable.

Epílogo

“Hace muchos años, cuando llegué a la Selva Lacandona, un día un hombre muy sabio que le decíamos el viejo Antonio, alguna vez platicando con él le decía yo que: ¿cómo era posible que después de tantos años, tantas guerras, tanto caudal de conquista y destrucción, los indígenas mayas se mantuvieron resistiendo? Él me dijo que el secreto estaba en la tierra, que podían destruirnos a unos o a otros, pero que mientras la tierra estuviera, los árboles, las aguas, lo que se conoce pues como la naturaleza, eso podía hacer crecer y nacer una y otra vez a los hombres y mujeres de maíz. Esta sobrevivencia como cultura, como pueblos indios, depende también de la sobrevivencia de la naturaleza” (Subcomandante Insurgente Marcos, documental ¡Viva México!, 2009).

 

 

 

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Datos vitales

Gualberto Díaz González es Sociólogo, profesor en la Facultad de Sociología en la Universidad Veracruzana.

e-mail: radiosotavento@hotmail.com

 

 

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