No mamá, yo no soy Rambo, cuento de Guillermo Garay Torillo

Guillermo-GarayPresentamos a continuación un cuento de Guillermo Garay Torillo (Puebla, 1981). Es maestro en Literatura Mexicana, fundador de la revista El almuerzo desnudo y editor de la revista Broca. Ha sido becario del FOESCAP en Puebla. Ha publicado en varias revistas nacionales e internacionales.

 

 

NO MAMÁ, YO NO SOY RAMBO

 

                                                                                              A Douglas Coupland

 

Superman está muerto, ella le insertó una bala verde en medio de los ojos. Ahora Dios se encuentra al mando, pero ni los rinocerontes blancos ni los demonios de tazmania cuentan con él. Todavía se ven manchas de sangre afuera del edificio de Rada. Rambo atropelló a una pareja de pingüinos y los ojos se le llenaron de lágrimas, se siente morir. Observo la mirada atenta de los escritores, los cuales esperan un titubeo. Llevo puesta una chamarra de diez kilos y comienzo a creer que aun el futuro cuenta con nosotros…

 

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Mamá no soporta a los escritores que asesinan en todos sus cuentos. Dice que si quieres matar a alguien, sólo tienes que apretar el gatillo y volarle los sesos. Creo que tiene razón, aunque no por eso los Carpenters son la banda favorita de Dios. Lo digo porque asegura que el Apocalipsis comenzará con un cover de Superstar. “No te das cuenta. Al igual que su padre, Jesús fue carpintero. ¡Carpintero! Richard y Karen Carpenter. No los Dylan ni los Cohen.”     

En la Tele anunciaron que no se ha visto a Rambo desde que el escritor norteamericano, nuestro vecino, lo arrojara al mar. Se hundió y nadie estuvo ahí para salvarlo. Mamá dice que Dios quiso ayudarlo, pero que siempre tarda en ponerse su traje de baño.

 

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Nunca me ha agradado la idea de que un jodido día todo se vaya a la mierda. Ni siquiera puedes elegir de qué manera largarte de aquí. Podrías estar con una chica linda o viendo un buen programa de televisión y, de pronto, estarías observando el cuerpo de tu chica retorcerse mientras se incinera. Por eso soy escritor: para destruir cualquier cosa. A mamá no le agradó la idea así que me compró un estuche de herramientas. “Hijo, si quieres liquidar a alguien, tomas el martillo y le partes el cráneo”.  Le conté a Rada lo que me había dicho Dylan. Luego subimos a aventar desarmadores desde el décimo piso. Rada trepó por el barandal y me dijo “Bob tiene razón. Ayer el viento me enseñó mi muerte. Seré una anciana y la explosión llegará mientras duermo. Por eso voy a saltar, de cualquier forma Superman llegará a rescatarme. He visto mi muerte y no son estos diez pisos”.  Ella me guiñó el ojo y se dejó caer. Basta decir que mantenía una gran sonrisa mientras nuestro amor aceleraba a 9.8 m/s. No podemos culpar a Superman, supongo que es difícil volar con un agujero en la cabeza.

 

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A veces las tardes son más oscuras que las noches. El primer escritor en morir fue un viejo poeta enemigo de Rambo. El héroe de guerra tomó su cuchillo mataosos y le rebanó la yugular; luego, colgó su cabeza de un poste en señal de advertencia. En la tele, hay un programa que presenta a Dalila, la cerda trapecista. Un rosado mamífero apestoso que vuela de un trapecio a otro, dando saltos mortales sin red de protección. Comienzo a creer que la evolución por fin está dando frutos y que quizás los cerdos algún día puedan volar. Pero la programación es interrumpida. Se trata de un informe especial. No sé por qué la imagen de un narrador, con una flecha atravesándole la nuca, es más importante que Dalila. Me han quitado el día y salgo a observar el cielo, esperando ver a algún cerdo volador. Sólo he visto a un par de cuervos, con su plumaje violeta reflejándose en la noche. Hace rato habló Bob Dylan y me comentó: “No te preocupes, la respuesta está flotando en el aire”. Pero yo sólo he visto a un par de cuervos, un par de cuervos más oscuros que todas las tardes. 

 

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Fui a visitar a Rada  y me confesó que podía desaparecer cada vez que quería. Le dije que yo siempre he querido volar, pero ella contestó que esa era una cualidad exclusiva de Superman. Sonó el teléfono y era Doug, avisándome que mi ensayo “Escritores Kamikazes” fue aceptado en el próximo congreso de literatura, pero que debería tener cuidado, porque se rumoraba que Rambo ya se encontraba en la ciudad. Le creí, uno nunca sabe lo que es capaz de hacer un ex-boina verde que regresa del más allá. Pero también confiamos en Superman, quien de seguro ya estaba a punto de atraparlo. Subimos al décimo piso y me contó de qué manera moriría. En casa, mamá chateaba con Dios pero la interrumpió una explosión en casa del vecino: El escritor norteamericano había volado en pedazos. Luego Rambo derribó la puerta y gritó mi nombre, pero sólo se había encontrado con la mirada penetrante de mi madre. Mamá sacó su .38, apuntó firme, jaló del gatillo y le voló los sesos. Rambo se paralizó y el cuerpo de Superman, quien se encontraba detrás del héroe de guerra, se desplomó lentamente, bañando la casa de sangre azulroja. Rada se dejó caer, pero nunca tocó el piso. Desapareció, encontrando una respuesta en el aire.

 

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No todos tus héroes son felices fue el título del programa especial dedicado a Superman. Su cuerpo fue enviado al espacio, donde se cree que recobrará la vida. Rambo huyó con mamá pero en el camino atropelló a una pareja de pingüinos. El congreso será un éxito. Cierro mi chamarra de diez kilos y me decido a entrar a la sala de conferencias. Un botón es suficiente para destruirlo todo, para decidir cómo carajos largarnos de aquí. Mientras leo mi ensayo, pienso en que algún día Rada aparecerá nuevamente, que algún día los cerdos volarán con capas colgando de sus hombros, un día donde los cuervos serán amarillos. Un mejor lugar, porque me alegra pensar que el futuro existirá hasta mañana y nosotros sólo necesitamos un instante. Dios olvidó apagar el estéreo y Bob Dylan interpreta Superstar de los Carpenters.

 

 

 

Datos vitales

Guillermo Garay Torillo (Puebla, 1981) es Lic. en Lingüística y Literatura Hispánica y Maestro en Literatura Mexicana por la Universidad de Puebla. Obviamente ejerce como profesor en otra Universidad. Creador de la revista literaria “El Almuerzo desnudo” y editor de la revista “Broca”. Ganador del premio filosofía y letras –en el área de ensayo- 2006 y ganador del tercer concurso de cuento “La caja de chokokrizpiz” (2005). Ha publicado en varias revistas nacionales e internacionales. Becario del FONCA estatal en Puebla edición 2008. Actualmente está aprendiendo a comer con cubiertos.

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