Foja de poesía No. 336: Jorge Valbuena

Jorge Valbuena

Presentamos el trabajo del poeta colombiano Jorge Valbuena (Facatativá, Cundinamarca, Colombia, 1985). Mereció el Premio de Poesía Revista Surgente, el primer puesto en el concurso Bonaventuriano de poesía en el año 2010. Actualmente realiza una Maestría en Literatura Hispanoamericana,  en la ciudad de Quito.

 

 

 

LA DANZA DEL CAÍDO

 

El olvido se ha puesto como bandera de cordura

                                                                    en el filo del abismo

los que miramos al fondo

los que hemos vuelto de él

                                  sabemos que en el filo tan solo la certeza

de nuestra heredad

tiene la capacidad de gobernar

                                     sobre el silencio.

 

Lo olvidamos

             cambiamos de voz y de piel

                     y al anochecer nos aturdimos

                    con nuestras tumbas abiertas.

 

Tarda el hueso en roer su soledad

                 las pisadas ahogadas en el fango

                 el caracol cargando su cueva.

 

                 Nunca el cordel de la mirada eterna

                           que despliega su cansancio

                                       en el filo de los días

nunca el ayer tallado en su presencia

 vuelve a nacer llevando la premura

                                                                  de ser el fondo de la vista

la mirada inconclusa al precipicio

el tiempo que interrogan las ausencias

 

                                     siendo la honda de nuestro propio vértigo

               la danza lívida de las caídas.

 

 

 

 

SER

 

Lamer de los eclipses, su rosa interior, el éxtasis de anticuario que tiñe los espejos. Llover sobre su tiempo de ángeles consumidos. Calmar el invierno que cae despacio sobre las calles. Ser un eco sideral de otra noche perpetua. Morder un anzuelo en un desierto inhóspito. Ansiar despierto escalar los cinco dedos de mi mano, su abismo blanco, sus abrojos, meditar este silencio y dividirlo. 

 

 

 

 

MURMURIO

 

en esta sombra

que siempre sigue hirviendo

andrajos de aurora me pronuncian

 

los rezagos de  piel

han quedado reptando sobre el hielo

 

y a solas

               el tiempo

pálido de agonía

se arrastra en silencio

por los candelabros heridos

 

 

 

 

ENCALLAR DEBIERA SER ASILO


                    A Hellman Pardo
            Con doble ele de labranza.

 

A qué callar tanto río

tanto acertijo diluviado

hay llanto de tiniebla

entre los soliloquios agrestes.

 

Lleva ilesa la cerradura

el campanario que arde

en cada una de esas noches incendiadas

                         amanece un rastro de piel.

La ortiga de los pasos

que habitan las sábanas.

No hay hora que despunte.

 

Quien descubrió el fuego

descubrió la sombra,

y en los zaguanes donde la hiel acosa

un susurro de ceniza.

 

Ya no es un rapto de oleajes

esa danza que renacía en el papel,

el mar desemboca en el silencio

y las tempestades

            beben de su mano.

 

A qué callar tantos hilos

en la sordidez de las auroras

esa humareda de llovizna

que te busca en la espesura.

 

Una boca en el silencio

ladra los nombres de la sed.

 

La mano busca en el incendio

una caricia antigua. 

 

 

 

LOS COLORES DE LA SED

 

Sabía Arturo Cova
que el lugar donde guardaba el cuchillo
 era del mismo color de su piel. 
 
Esperaba que el dolor se durmiera en la sangre
                    que pasara de sol de los venados
          a selva de réquiem, caucho calcinado,
            y ese vaho de mujer
                       con la savia del llanto
soportando el fango del camino,
    las palabras áridas de olvido
        y una caricia de fuego
 que nacía en el fondo de la tierra…

Sabía Arturo Cova
        que esa ira era
        una semilla sembrada en un revólver
              en mitad de la vía
               de un disparo eterno.

 

 

 

INVENTARIO

 

Estas alas sobran

                      hay un cielo debajo de mí

 

el sol ha derretido las lágrimas

                     que sostenían mi silencio

 

los ciegos flotan

                        como las lágrimas que salvo

 

después los desvanece la llovizna.

 

Este miedo sobra

                          hay tumbas abiertas

el sol ha derretido las calaveras

                              que sonreían en mi espejo

 

los muertos saben

                             del destino de las palabras

 

                                      antes de la sequía

 

estas alas sobran

estos miedos sobran

estas sombras que escriben.

 

 

 

 

EL TEMOR QUE NOS DESPOJA

 

Sabemos que bajo las lámparas

Duerme la oscuridad encendida

Es parte de su arrullo dejarnos respirar

                                  El vaho de su alivio

Las noches danzan y agonizan

El silencio es la música que alcanza nuestro polvo

El de los labios enterrados y remotos

El de las manos que predicen un rumor de tempestad

El de los pies que aprendieron a caminar

                                 Aferrados a su sitio

 

 

 

DOLOR PLURAL

 

El silencio es un mapa

Desde lo alto de sus muros

Se puede ver la geografía sitiada

Resquicios de hiel donde las horas

Abdican de la agonía del tiempo

Más allá un largo trecho

De hormigas angustiadas

Un surco que rodea los accidentes

                                          Del reflejo

Lleva los vidrios que el dolor

Ha ido conservando en sus caudales

Los ríos macilentos de su piel

 

 

 

ESTADO DE SITIO

 

Ando tus pies con la cautela de los caminos

Guardando cada parte del tiempo

Para los ojos que esperan sobre la cima

Veo los vendavales

Que se aproximan al hurto de las tinieblas

Y vuelve el amanecer sediento de la palabra

Mordiendo las cruces del cementerio

Tallando el silencio

Durmiendo sobre los abedules

 

Y se hace tarde para nombrarte

Mezclar el humo de las cicatrices

Y dejar el rito

A la deriva del preso

 

Escucho tus palabras a lo lejos

Y los oídos duelen

A la hora que caen las nubes

Y el sol cierra sus alas

Y somos la hora que duermen los dedos

Sobre la tierra seca.

 

 

 

ABISMOS DEL SILENCIO

 

 “Las cosas viejas, tristes, desteñidas, 
Sin voz y sin color, saben secretos 
De las épocas muertas, de las vidas 
Que ya nadie conserva en la memoria”.

Vejeces. José Asunción Silva.

 

I

 
La piel del cántaro
               Ha tejido en sus cicatrices
Un tiempo de humo y de lloviznas
 
Los huesos que brotan de su cauce
               Retornan al presagio  
De la resurrección
 
Bajo el hielo del olvido
              Atardecen las cenizas
 
Hogueras de llanto que ocultan
              La desembocadura
 
 

 

II

 
 
Las alas han salido ilesas del paraíso
                      Tumbas  
Dolores de tumba
        Siembran las sombras
                       Sin ser aún la despedida
             Su epitafio.
 
 

 

III

 
 
Somos ese grito que nos viste
Del que resucitamos sin saber que moríamos
                    Y ahora callamos  
Solos con nuestras miradas
         Al borde de estas siete lágrimas  
                        Que nos vierten  
Ahogados en su edad sin cauce
          Hurtando reflejos en las orillas del diluvio  
Donde duermen los ecos del primer grito
              Y la savia del primer hueso  
Que nos liberó
 
 

 

IV

 
 
Doscientos gritos errantes
Tumbas y poros en los que sembramos
Nuestra llovizna
Lejos del primer espejo que nos dibujó
            Lejos de los labios que nos inventaron  
      Lejos del rapto y de las agonías  
Guardamos cada rastro
        Cada trueno  
Bajo la tierra que adormece
      Nuestra inquietud  
         Como semillas que ahora invierten  
Su raíz en el silencio.
 

 

 

Datos Vitales

Jorge Valbuena (Facatativá, Cundinamarca, Colombia, 1985) Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana, gestor cultural.  Su primer poemario “Presos”, recibió el premio Departamental de poesía de Cundinamarca en el año 2008. El mismo año “Los arados del parpadeo” fue merecedor del Premio de Poesía Revista Surgente. Su obra “Péndulos” fue reconocida con el primer puesto en el concurso Bonaventuriano de poesía en el año 2010 y  su poema “Abismos del silencio” fue ganador en el concurso nacional de poesía “Palabra de la memoria”. Participó en el XIV Encuentro Internacional de Poetas en Zamora, Michoacán, México. Colabora como corresponsal en la revista REDDOOR de New York. Actualmente realiza una Maestría en Literatura Hispanoamericana,  en la ciudad de Quito. Forma parte del colectivo literario La Raíz Invertida.

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