La poesía del zen

Presentamos, en versión de Alí Calderón, algunas versiones de poemas zen de tradición china y japonesa. Según Saigyo, el poeta nipón más influyente de esta corriente de pensamiento, el zen “celebra no tanto al Ser o a la práctica del monje sino al mundo visto”. Lo explicó antes Pen-hsien: “si quieres alcanzar la verdad del zen, alcánzala mientras caminas, duermes, estás sentado o de pie, mientras trabajas”.

 

 

Ezra Pound, que articuló una de las poéticas más influyentes del siglo XX, vio en las poesías china y japonesa la síntesis lírica, la economía verbal, el complejo emocional de imágenes poderosas, que habría de valorar también en el epigrama y que fue piedra de toque de sus reflexiones. Por ello es que esta poesía nos parece tan natural y tan vigente tantos siglos después.

Es sabido que la esencia del Zen no se halla en las palabras, sin embargo, estos poemas no pocas veces alcanzan el llamado satori, algo vagamente semejante a lo que podríamos calificar hoy como “insight”  y que la retórica clásica podría definir como ékplexis, asombro, y aún como apofansis o aletheia, revelación y develamiento de la esencia de las cosas. Según Sam Hamill, “un buen poema dice más que la suma de sus palabras, lleva al lector a descifrar o percibir lo no dicho que contiene, enmarcado ello en un juego de ritmos y silencios. En ese sentido, la poesía abre la mente. Y la mente es Budha, como ha dicho Hui Neng. Lo anterior hace de la poesía una excelente ayuda para la práctica zen”.

Las siguientes versiones fueron traducidas vía el inglés. Aparecen en el volumen The poetry of zen, compilado y traducido por Sam Hamill y J.P. Seaton, para la editorial Shambala en 2007.

 Alí Calderón

 

 

Poemas chinos

 

 

 

Después de leer a Lao Tse

 

“El que habla no es sabio, sabio es el que calla”

me fue enseñado por el viejo maestro.

Pero si me dices que el viejo maestro era un sabio

me pregunto

¿por qué escribió cinco mil palabras para probarlo?

 

Po Chu-I (772-846)

 

 

 

Diez largos años he pulido esta espada

intacta en la blancura de su helada hoja.

Hoy, como cualquier otro hombre honorable,

su filo busca la injusticia.

 

Wu Pen (Chia Tao) (779-843)

 

 

 

 

 

El vacío

 

Dices que mi camino difiere del tuyo.

Ambos somos barbados y mayores.

Se dice que las palabras matan la fe.

A mí me gusta retocar las frescas flores

de una vieja y quebrada jarra funeraria.

 

Khuan Hsiu (832-912)

 

 

 

 

 

Camino a T’ien-t’ai

 

Rodeado por mil montañas

solo y sin lugar a dónde ir…

Una vez que llegas sabes que no hay camino para llegar.

Una vez que llegas sabes que no hay modo de irse.

 

Yuan Mei (1716-1798)

 

 

 

 

 

 

Poemas japoneses

 

Si comparo esta vida

tan breve digo:

es como el bote

que cruzó esta mañana

por la bahía.

No dejó rastro.

 

Monje Mansei (730 d.C.)

 

 

 

 

 

¿Hay justicia poética?

Estoy solo y cavilo.

Grillos de pronto.

Unas flores rosadas

silvestres en el monte

caen ante el ocaso.

 

Monje Sosei (muerto en 909 d.C.)

 

 

 

 

 

Llámalo soledad

hermoso tono

profundo indescriptible:

Es otoño en el monte:

llega el ocaso.

 

Monje Jakuren (1139-1202)

 

 

 

 

 

Esencialmente

toda vida pasada

se disipa se va

de la naturaleza

sin destino lugar

o valor alguno.

 

Ikkyu Sojun (1394-1481)

 

 

 

 

 

La luna es una casa

que regla el pensamiento.

Observa con cuidado:

sólo ha permanecido

lo pasajero.

Este mundo fluctuante

y fugaz pasará.

 

Ikkyu Sojun (1394-1481)

 

 

 

 

 

Aprender a morir:

ve la flor del cerezo

mira los crisantemos.

 

(Anónimo)

 

 

 

 

 

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