Adivinación, poesía y psicología. Lectura del entorno individual.

Presentamos un ensayo en el que el poeta Mario Calderón expone el funcionamiento de su método de lectura del entorno individual o adivinación a través del lenguaje literario y su relación con la psicología, especialmente con la obra de Freud y Jung. Dice Calderón: “En el presente texto, Expondré un método mediante el cual se puede leer el entorno individual y a través de él es posible conocer datos generales del pasado, presente y futuro de un individuo tan solo observando los símbolos que aparecen a su alrededor”.

 

 

 

 

LECTURA E INTERPRETACIÓN DEL ENTORNO INDIVIDUAL O DESCIFRAMIENTO DE LA REALIDAD A TRAVÉS D E ESTRUCTURAS SIMBÓLICAS Y SU RELACIÓN CON LA PSICOLOGÍA

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

El método está relacionado con la teoría psicoanalítica de Freud y las ideas de Carl G. Jung; pero no se desprende de estos teóricos. La lectura e interpretación de los símbolos del entorno individual se acerca a la teoría de los  científicos mencionados, pero no pretendo interpretarlos ni realizar “psicoanálisis salvaje”, se trata de un método nuevo que  tiene ciertas similitudes con el psicoanálisis. El método se aprecia de la siguiente manera a través de este enfoque:

Es posible analizar la realidad como si se interpretara  un sueño, un poema o un cuadro surrealista, es decir observándola desde la perspectiva del inconsciente porque todo puede analizarse desde las dos aristas: consciente e inconsciente.  Este método de “Lectura e interpretación del entorno” Podría, con algunas variantes,  tal vez  exponerse como un método de  lectura del inconsciente  con base en el psicoanálisis. Las ideas que los asemejan son:

La hipótesis sobre la cual gira esta investigación es la siguiente: El método de la lectura del inconsciente se relaciona con las ideas expuestas por Freud en La interpretación de los sueños y en la psicología analítica de Carl Gustav Jung.

El método  es científico, práctico, verificable.  La tarea fundamental de este capítulo es establecer los preceptos psicológicos  que parecen fundamentar el método de la lectura del inconsciente o desciframiento de la realidad a través de las estructuras simbólicas.

Este trabajo consta de tres apartados. En el primero se analiza el método estructurado: se explica cómo opera y cuáles son sus reglas. El segundo apartado aborda la obra de Sigmund Freud y comenta los símbolos oníricos planteados por el médico austríaco. Se esclarece la interpretación de los símbolos freudianos en la realidad.

El último apartado gira en torno al pensamiento de Carl Gustav Jung. Este  hace comprensible la relación entre la realidad sensible y lo inconsciente, aparte de tocar el concepto básico de la sincronicidad.

La psicología analítica, derivada del psicoanálisis, está muy cercana al pensamiento que da base al método de lectura e interpretación del entorno por tratarse de estudios culturales profundos que ahondan en el alma del humano y la estructura de la naturaleza.

 

 

DESCIFRAMIENTO DE LA REALIDAD A TRAVÉS DE ESTRUCTURAS SIMBÓLICAS

 

Se estructura el método del desciframiento de la realidad a través de estructuras simbólicas similar a la lectura del inconsciente.

Freud analizaba los sueños de sus pacientes por medio de un código de símbolos del inconsciente. De este modo, Freud podía conocer los problemas anímicos que aquejaban a sus pacientes a través el sueño, medio de comunicación por excelencia de lo inconsciente. Es decir, un individuo contaba un sueño cualquiera al psicólogo austríaco y éste, haciendo uso de su teoría psicoanalítica, lo interpretaba. Así, por medio de la interpretación del sueño, Freud descubrió “las enfermedades” de sus pacientes. Los trabajos de Freud fueron continuados por muchos psicólogos. Sin duda, el discípulo que más aportó al psicoanálisis y al estudio de lo inconsciente fue el médico suizo Carl Gustav Jung.

Se estructuró el método con semejanza a las ideas de estos dos hombres.

Freud aplicó su método al sueño. Yo aplico el método psicoanalítico a la realidad, es decir, la interpreto como si estuviera descifrando también un sueño, un poema o un cuadro surrealista. Esto lo realizo a partir de la idea de que el mundo es una obra de arte narrativo en donde se encuentran dos historias: la evidente, común que corresponde al consciente y la profunda, la que subyace en la realidad aparente, es decir, la inconsciente.

Se reconoce fácilmente que el método de la lectura del inconsciente  supone toda una filosofía, una manera de entender las cosas, una novedosa visión de mundo.

La historia del mundo se relata de manera natural con actos  que el hombre puede interpretar considerando cuatro lenguajes: el denotativo o de la observación trivial que muestra que cualquier persona que se halle tras de un individuo en cualquier actitud necesariamente vive un estado de su  pasado  porque todos los actos humanos constituyen una historia personal que sigue reproduciéndose de manera dinámica tras el individuo que posee un valor propio, pero también un valor simbólico para los otros individuos;  el connotativo o del inconsciente, que puede descifrarse atendiendo a los símbolos establecidos en La interpretación de los sueños de Freud y en la obra de Carl Jung. Además del pictórico o pictográfico que consta de dibujos o pinturas que pueden interpretarse como si se tratara de figuras reales correspondientes al lenguaje denotativo y el de proyección personal que es la última opción del interpretador y que consiste en relacionar el detalle observado con alguna experiencia personal. Este último lenguaje pareciera relacionarse con la magia, pero realmente funciona y representa el comodín creativo  y equivale a lo que la física llamó el dos mil doce “La partícula de Dios”, elemento del big bang  que existe en el universo.

 

La idea fundamental  es la existencia de un “Inconsciente de la naturaleza”, externo a los humanos, el entorno del individuo, y no únicamente el inconsciente del interior del hombre. O sea, los objetos o circunstancias inmediatas a una persona son símbolos que tienen que ver con su vida.

El desciframiento de la realidad consiste en la lectura de un abecedario donde

Las grafías-objetos poseen un valor acorde con el lugar donde aparecen: atrás del individuo se localiza el pasado, el espacio inmediato equivale al presente. Al lado derecho se halla lo más importante y al lado izquierdo se buscará lo de menor importancia. Adelante se leerá lo que corresponde al futuro, considerando que un espacio cercano a los cincuenta centímetros equivale a un ciclo; el espacio es la representación del tiempo.

 

La idea que sustenta esto es un principio de correspondencia entre el microcosmos o entorno del hombre y el macrocosmos, el mundo general o social. Las cosas del mundo particular o entorno individual contienen un valor simbólico que corresponde al mundo macro. Siguiendo el mismo principio,  el psicoanálisis, aunque no lo explica de esta manera, ya había tomado en cuenta la equivalencia entre retención de esfínteres y avaricia, la afición por el juego y  la masturbación o juego con los genitales  o el aire intestinal o aliento equiparable a la potencia sexual, por ejemplos.

Entonces, se puede afirmar que leyendo el inconsciente se puede “adivinar”. Es posible conocer datos del presente, pasado y futuro de un individuo tan solo analizando su entorno.

Es difícil aceptar un método como este debido a la vanidad de la “sociedad racional” donde el hombre piensa que es el arquitecto de su propio destino, sin embargo, ante las pruebas sería una necedad, un vendarse los ojos no tener como verdadero este hecho. El destino de una persona  está semideterminado, se relaciona con el sistema nervioso voluntario, pero también con el sistema nervioso de la vida vegetativa que forma parte de la naturaleza que no es controlable además de que el hombre se encuentra dentro de una comunidad colectiva que determina obligatoriamente.

Stephen W. Hawking dice que una teoría es una buena teoría siempre que satisfaga dos requisitos: “debe describir con precisión un amplio conjunto de observaciones sobre la base de un modelo que contenga sólo unos pocos parámetros arbitrarios[1]”. Esta teoría  cumple con los requisitos que propone el físico titular de la cátedra Lucasian de Cambridge.

Digo que el método es una teoría porque es importante subrayar su cientificidad. Debido a que su naturaleza es fácilmente asociada con la charlatanería y la magia, por ello, es indispensable decir que este método es científico, equiparable al pensamiento de Freud y Jung y, sobretodo, ha sido sujeto a experimentación en múltiples ocasiones. Incluso, la Facultad de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla  me extendió una constancia  por haber acertado en un cien por ciento en un experimento realizado en 1996.

El método es interesante y la lectura puede ser practicada por cualquier individuo que tenga los conocimientos necesarios.

Como se dijo antes, hay dos realidades: una superficial perteneciente a la conciencia, común, la que todos conocemos, y otra profunda, inconsciente, llena de símbolos y significado.

Por ejemplo, en la realidad consciente vemos a un individuo de pie sobre un piso de mármol. Si interpretamos el inconsciente, el piso de mármol equivaldría a una vida elegante. Por el contrario, si el piso es disparejo y con agujeros se relaciona con vida difícil y épocas de crisis.

Si detrás de un individuo hay una pared agrietada, se le diría al analizado que en su pasado hubo una ruptura, un rompimiento y podría asociarse con un divorcio, por ejemplo. Si delante de un individuo que está comiendo hay una botella de salsa se podría decir que en el futuro su vida estará condimentada y que se encontrará  irascible e irritable.

Otros ejemplos son:

Un hilo semejando una serpiente equivaldría a insidia o chisme; una hoja o una ramita verde sería símbolo de triunfo; una mancha semejando un aparato reproductor femenino representó una enfermedad en los órganos de reproducción para una mujer; una piedra simboliza un problema; un gato sería indicio de misterio y sensualismo; un perro señal de agresión; si aparece una persona tras el individuo restregándose los ojos, sería signo de alteración de la salud de la visión; si la persona se frotara la oreja estaría significando que el sujeto de la lectura padecía del oído en la época medida de acuerdo al espacio donde se hallara la persona; si una mujer abrazara a un hombre tras el individuo analizado, simbolizaría que por esa época de acuerdo con el espacio, el sujeto padeció infidelidad; si alguien escupiera tras el sujeto sería muestra de haber sufrido oprobio y falta de respeto considerando el tiempo conforme al espacio. Algunas personas tomando agua de botellas significó un problema de alcoholismo.

 

Como hemos podido ver, los símbolos significan una cosa en la realidad consciente y otra para el mundo inconsciente.

Los colores también son importantes en la lectura del inconsciente. Sus significaciones son:

Verde: esperanza, fe; blanco: sinceridad, sociabilidad, rectitud; amarillo: seguridad, exhibicionismo; gris: ausencia de sentimientos intensos si se halla en la prenda del tórax, y ausencia de intensidad de instintos sexuales si se observa en vestido, falda o pantalón; rojo: intensidad de sentimientos si se mira en el pecho e inquietud de instintos sexuales si se trata de prenda para vestir la parte inferior del cuerpo; negro: tristeza o sentimientos absurdos en el pecho, según lo indiquen las facciones del rostro; morado: misticismo, dedicación a experimentar sentimientos o sensaciones sexuales, según el lugar donde se observe; azul: soledad, romanticismo; rosa: percepción de sentimientos hermosos, vida bella si se halla en la parte superior o sexualidad hermosa si se mira en la parte inferior.

 

El destino y la adivinación han sido vistos por “la razón” como residuos de una cultura oscura y supersticiosa. Mi trabajo  acerca al conocimiento de la estructura del mundo y, sin falsas modestias, supongo que mi aportación al campo del conocimiento es semejante, incluso, a los principios de exclusión de Pauli o de incertidumbre de Heisenberg, que también fueron debatidos en su tiempo y dieron luz a una nueva interpretación de la naturaleza.

FREUD Y LA LECTURA DEL INCONSCIENTE

 

Como ya se ha dicho, el método de la lectura del entorno individual es muy cercano a la lectura del inconsciente en La interpretación de los sueños de Freud[2]. Este psicólogo descifró el lenguaje que utiliza el inconsciente para expresarse. Posteriormente y ya en el terreno del arte, el surrealismo utilizó los símbolos propuestos por Freud para crear un lenguaje polisémico. Por esta razón, pienso  que leer el inconsciente es tan fácil como analizar un sueño a la manera de Freud o interpretar un poema o un cuadro   Delvaux.

Para realizar tales actividades resulta de suma importancia conocer al menos un poco la teoría y el universo simbólico del psicólogo austríaco.

Freud habló de muchos símbolos, sin embargo, no pudo describirlos todos. Por ello, refiriéndose a la formación de símbolos escribió:

 

Tan sólo una de las relaciones lógicas -la de analogía, coincidencia o contacto- aparece acomodable a los mecanismos de la formación onírica, pudiendo así quedar representada en el sueño por medios mucho más numerosos y diversos que ninguna otra. Las coincidencias o analogías existentes en el sueño constituyen los primeros puntos de apoyo de la formación de los sueños, y una parte nada insignificante de la elaboración onírica consiste en crear nuevas coincidencias de este género cuando las existencias no pueden pasar al sueño por oponerse a ello la resistencia de la censura[3].

 

La analogía es básica en el desciframiento de la realidad a través de estructuras simbólicas. Por ejemplo, decíamos anteriormente que un hilo semejando una serpiente equivalía a insidia o chisme. Otro ejemplo puede ser un popote doblado, una vara rota o rompiéndose o quizás un lápiz sin punta connotando impotencia sexual. Comprenderemos mejor el principio de analogía después que Freud describe algunos símbolos sexuales:

 

Todos los objetos alargados, bastones, troncos de árboles, sombrillas y paraguas (estos últimos por la semejanza que al abrirlos presenta con la erección) y todas las armas largas y agudas, cuchillos, puñales, picas, son representaciones del órgano genital masculino. Otro frecuente símbolo del mismo, menos comprensible, es la lima de las uñas (quizá por la acción de frotar). Los estuches, cajas, cajones y estufas corresponden al cuerpo femenino, como también las cuevas, los barcos y toda clase de recipientes[4].

 

Aquí es claro el principio de analogía y alegoría: lo alargado es semejante al falo. Los recipientes son símbolos femeninos.

Las analogías también presentan distintos grados de complejidad. Por ejemplo:

 

La íntima conexión del vuelo con la imagen del pájaro [símbolo fálico] explica que los sueños de volar, soñados por sujetos masculinos, poseen casi siempre una significación groseramente sensual. Tampoco nos sorprenderá el oír a un sujeto decir a otro sujeto alguna vez que se sentía orgullosísimo, durante el sueño, de su nueva facultad. El doctor Paul Federn (Viena) ha expuesto la atractiva hipótesis de que gran parte de los sueños de volar son sueños de erección, dado que este fenómeno tan singular y que tan de continuo preocupa a la fantasía humana tiene que hacernos la impresión de una excepción de la ley de gravedad. (Compárese los falos alados de la antigüedad.)[5]

 

Esta simbología sexual se aplica en la siguiente lectura del inconsciente:

 

En  1982, en una casa frente a la mía, una familia construyó un domo para que anidaran pájaros. Un día observé que ya entraba un animalito. Analicé: la cavidad o la casa, según Freud, es símbolo femenino y el pájaro, para el inconsciente individual y colectivo es símbolo de órgano sexual masculino. Por ese razonamiento, comenté a mi mujer que probablemente alguien quedaría embarazada en aquella familia. Allí vivían dos muchachas entre los catorce y los dieciséis años; tuvo embarazo por aquellos días la muchacha de mayor edad.

 

El simbolismo no sólo se da por medio de una relación de analogía o alegoría:

 

El simbolismo no pertenece exclusivamente al sueño, sino que es característico del representar inconsciente, en especial, del popular, y se nos muestra en el folklore, los mitos, las fábulas, los modismos, los proverbios y los chistes corrientes de un pueblo… Así, pues, para dedicar al símbolo toda la atención que se merece y discutir los problemas inherentes a su concepto, problemas no resueltos aún en su mayor parte, habríamos de traspasar considerablemente el tema de la interpretación onírica[6].

 

En este fragmento Freud está proponiendo también que existe un inconsciente externo.

Quizás aquí podríamos hablar también de símbolos culturales. Por ejemplo:

Por una caricatura de Jean-Paul Sartre donde se halla el filósofo existencialista con una calavera en la mano dentro del infierno representado por llamas abundantes rodeándolo, comenté a un individuo a quien leí el inconsciente del pasado, y que se ubicaba delante a seis espacios de distancia, que probablemente haría seis años que había muerto una persona terrible. El sujeto analizado contestó que era verdad y refirió que se trataba de su cuñado. El lector o analizador manejó el concepto que la mitología cristiana posee para referirse al infierno. Obviamente el concepto de infierno cumple sólo el valor de referente simbólico de acuerdo a la cultura cristiana.

 

Otro símbolo cultural es la cruz. Significa muerte o sacrificio. Una rama verde, por su relación con el laurel, equivale a triunfo. Por ejemplo, si la figura del Che Guevara entrara en una lectura podría significar rebeldía, idealismo o incluso complejo de Edipo.

Se puede considerar como problema en la lectura los casos de polisemia en los símbolos. Al respecto Freud dice:

 

Estos poseen, con frecuencia, múltiples sentidos y su significación exacta depende en cada caso, como sucede con los signos de la escritura china, del contexto en el que se hallan incluidos. A esta multiplicidad de sentidos de los símbolos vienen a agregarse la multiplicidad de interpretaciones de que el sueño es susceptible y su facultad de representar por medio de un mismo contenido diversos impulsos operativos y formaciones ideológicas de naturaleza muy diferente[7].

 

Continúa diciendo:

 

Por la Interpretación de los sueños sabemos que la elaboración onírica conoce varios caminos para representar sensiblemente una palabra o un giro verbal. Así, puede aprovechar la circunstancia de ser equívoca la expresión que ha de representar y utilizar el doble sentido para acoger en el contenido manifiesto del sueño el significado en lugar del primero, entrañado en las ideas latentes[8].

 

El problema se resuelve diciendo que la lectura del inconsciente y la interpretación dependen de la experiencia del lector.

 

En La interpretación de los sueños Sigmund Freud escribe:

 

Derecha e izquierda deben ser siempre interpretadas en un sentido ético. El camino de la derecha (el camino derecho) significa siempre el camino del derecho, y, en cambio, el izquierdo, el del delito. De este modo puede el segundo representar la homosexualidad, el incesto y la perversión, y el primero, el matrimonio y el comercio sexual con una mujer, etc. todo esto considerado siempre desde el punto de vista de la moral individual del soñador[9].

 

No comparto esta idea, pienso que la derecha representa lo importante y la izquierda lo irrelevante o de menor importancia. Estas dos ideas podrían estar relacionadas. Freud pudo haberse basado en la idea de que, por ejemplo, en inglés el término right significa derecha o correcto. O tal vez su razonamiento tiene como fundamento aquella frase de que Cristo subió al cielo y está a la derecha del padre (aunque hubiese sido judío, la referencia cultural era muy importante). Cristo está a la derecha y representa la rectitud. Aquí es donde podemos establecer una relación entre las dos posturas. Cristo está a la derecha y simboliza lo correcto, pero su posición también podría significar, por el uso común, “mi mano derecha”, “mi segundo” y en ese sentido, las cosas a la derecha de alguien significan algo importante.

Un espacio de aproximadamente cincuenta centímetros de largo representa un ciclo, un año. Pero ¿es válido afirmar que en la realidad de lo inconsciente, el tiempo equivale al espacio? Se cuentan espacios hacia atrás o hacia adelante para conocer el tiempo del suceso.

Podemos aceptar esta idea, entre otras cosas, porque Freud escribió que “El retorno a la infancia es expresado también, en otros casos, por la conversión del tiempo en espacio, y las personas y escenas de que se trate se nos muestran entonces situadas a gran distancia de nosotros, al final de un largo camino o como si las contemplásemos a través de unos gemelos vueltos al revés[10]”.

 

Como hemos podido observar hasta este momento, la lectura del inconsciente consiste en la interpretación de una serie de metáforas que construyen  la realidad. Descifrar la estructura del mundo es lo mismo que descifrar un poema, una novela. Freud sabía que para interpretar un sueño era necesario descifrar las metáforas de lo inconsciente. Un ejemplo de esto son algunos sueños citados por Freud: “Ejemplo número 9. Pierdo el hilo de mis pensamientos en un determinado proceso mental. Me esfuerzo en volverlo a hallar, pero tengo que reconocer que el punto de enlace se me ha escapado por completo. Símbolo. Un párrafo escrito al que faltan las últimas líneas[11]”. Otro caso es: “Símbolo. Introduzco un largo cuchillo por debajo de una tarta como para servirme un pedazo. Interpretación. Mi movimiento con el cuchillo significa el abrirse camino…[12]”.

Después de haber conocido algunas de las relaciones entre las ideas de Freud y las mías, inevitablemente surge un cuestionamiento: ¿por qué lo inconsciente, material psíquico, toma formas concretas y se manifiesta en la realidad?

Primero es menester decir por qué en el sueño lo inconsciente toma forma.  Freud escribe:

 

El desplazamiento se realiza siempre en el sentido de sustituir una expresión incolora y abstracta de las ideas latentes por otra plástica y concreta. No es difícil comprender la utilidad y con ella el propósito de esta sustitución. Lo plástico es susceptible de representación en el sueño y puede ser incluido en una situación en tanto que la expresión abstracta ofrecería a la representación onírica dificultades análogas a las que hallaríamos al querer ilustrar un artículo de fondo de un diario político[13].

 

Finalmente, cabe señalar lo escrito por el iniciador del psicoanálisis en las páginas finales de La Interpretación de los sueños:

 

“Lo inconsciente es lo psíquico verdaderamente real: su naturaleza interna nos es tan desconocida como la realidad del mundo exterior y nos es dado por el testimonio de nuestra consciencia tan incompletamente como el mundo exterior por el de nuestros órganos sensoriales[14]”.

 

 

 

JUNG Y SU APORTACIÓN AL MUNDO DE LO INCONSCIENTE

 

La obra de Carl Gustav Jung[15] es vastísima y sus aportaciones al estudio de lo inconsciente innumerables. Debido a ello, este trabajo se centrará en dos cuestiones básicas relacionadas con el método de la lectura del entorno individual: la sincronicidad y la relación entre lo inconsciente y la realidad.

Empezaremos con la segunda cuestión.

Al hablar del desciframiento de la realidad a través de estructuras simbólicas  o la lectura e interpretación del entorno individual viene a cualquier mente analítica la siguiente pregunta: ¿por qué la historia de un individuo (presente, pasado y futuro) contenida en lo inconsciente, al interior del hombre, se manifiesta o se escribe en el entorno, el exterior del individuo? ¿Es posible que esté conectado el interior de un hombre con la realidad exterior?

Las investigaciones de Jung no plantearon exactamente esta pregunta pero sí abrieron los caminos de su respuesta.

La experiencia de Jung hizo ver que los contenidos inconscientes se proyectan en la materia, es decir, lo psíquico se refleja en lo material, en la realidad sensible. Así, lo inconsciente, la historia de un individuo o algunos detalles de ésta, o sea, contenidos inconscientes, aparecen representados por objetos circundantes a alguien. Respecto a esto, Jung escribe que “Hay pensamientos y sentimientos simbólicos, situaciones y actos simbólicos. Frecuentemente parece que hasta los objetos inanimados cooperan con el inconsciente en la aportación de simbolismos[16]”.

Esta proyección de lo inconsciente a la realidad está llena de significado.

Jung notó esta proyección desde sus investigaciones en el campo de la alquimia:

 

Como solemos considerar las imágenes fantásticas, pues se trata de algo corpóreo, de un corpus sutil de naturaleza semiespiritual. En una época en que aún no existía una psicología del alma empírica tenía que reinar por fuerza semejante concretismo; en efecto, todo lo inconsciente, en la medida en que era activado, se proyectaba en lo material, es decir, que salía al encuentro del hombre desde el exterior. En cierto modo, era un fenómeno híbrido, espiritual-físico; una especie de concretización como suele encontrársela en la psicología de los primitivos[17].

 

Carl Jung analiza este hecho de la siguiente forma:

 

Esa experiencia se halla sencillamente a priori y no sólo sirve como puente sino que además obra como puente que une el acaecer psíquico y el material en una sola cosa, de suerte que “lo que está adentro está también afuera”. Un acontecer inconsciente, no aprehendido por la conciencia, encuentra, empero, su representación de alguna manera y en algún lugar: por ejemplo en sueños, visiones y fantasías[18].

 

El propio médico suizo admite que este es un terreno nuevo en la investigación y, por ello, oscuro. Sin embargo comenta:

 

Pero si llega un momento en que la física toca un punto “inexplorado e inexplorable” y si al propio tiempo la psicología tiene que reconocer que hay otras formas psíquicas de existencia, independientemente de las conquistas personales de la conciencia, esto es, en un terreno en el cual ella misma choca con una oscuridad impenetrable, entonces ese reino intermedio vuelve a vivificarse de nuevo y lo físico y lo psíquico vuelven a mezclarse en una unidad inseparable[19].

 

Para comprender este proceso de proyección es necesario apuntar lo que Jung entendía por proyección:

 

Proyección significa un sacar fuera un proceso subjetivo trasladándolo a un objeto. La proyección es, según esto, un proceso de disimilación, por cuanto un contenido subjetivo es enajenado del sujeto e incorporado de cierto modo al objeto (…) La segunda forma de proyección se encuentra como componente esencial del acto de empatía. La empatía es ciertamente, como totalidad, un acto de introyección, por cuanto sirve para poner al objeto en relación íntima con el sujeto. Para establecer esa relación el sujeto aparta de sí un contenido, por ejemplo un sentimiento, lo traslada al objeto, vivificándolo de esa manera, y así incluye al objeto en la esfera subjetiva[20].

 

Todo este proceso de proyección, que en la práctica provoca que los contenidos inconscientes internos se manifiesten en el exterior, está basado en la idea del concretismo, característico del hombre primitivo. Acerca del concretismo, Jung escribe:

 

El pensar y el sentir primitivos son exclusivamente concretistas, están referidos siempre a la sensorialidad. El pensar del primitivo no tiene autonomía separada, sino que permanece adherido al fenómeno material. A lo sumo asciende hasta el nivel de la analogía. También el sentir del primitivo está referido al fenómeno material. El pensar y el sentir se basan en la sensación y se diferencian poco de ella. El concretismo es, por tanto, un arcaísmo. La influencia mágica del fetiche no es vivida como un estado sentimental objetivo, sino que se tiene la sensación de que es una acción mágica. Eso es concretismo del sentir. El primitivo no experimenta el pensamiento de la divinidad como un contenido subjetivo, sino que el árbol es el domicilio del dios, más aún, es el propio dios (…) El concretismo es un concepto que va implicado el  concepto más general de la participation mystique. De igual modo que la participation mystique representa una fusión del individuo con el objeto externo, así el concretismo representa una fusión del pensamiento y del sentimiento con la sensación. El concretismo determina que el objeto del pensamiento y del sentimiento sea siempre a la vez también un objeto de la sensación[21].

 

Otro concepto que está implicado en la idea de proyección es la participation mystique. Sobre ésta, Jung dice:

 

Este término procede de Lévy-Bruhl. Se entiende por participation mystique un modo peculiar de vinculación psicológica al objeto. Consiste en que el sujeto no puede distinguir claramente del objeto, sino que está ligado a él por una relación directa que puede calificarse de identidad parcial. Tal identidad parcial se funda en una unidad a priori del objeto y el sujeto. La participation mystique es, naturalmente, un fenómeno que donde mejor cabe observar es entre los primitivos; sin embargo, también está presente con mucha frecuencia en el hombre culto (…) En el hombre culto la participation mystique se produce por lo general, entre personas y, más raramente, entre una persona y una cosa. En el primer caso es eso que se llama una “relación de trasferencia”, en la cual el objeto adquiere (por lo regular) un efecto mágico, por así decirlo, esto es, un efecto incondicional sobre el sujeto. En el segundo caso se trata o bien de efectos parecidos de una cosa o bien de una especie de identificación con una cosa o con su idea[22].

 

Después de estos antecedentes resulta más sencillo entender las siguientes palabras de Jung: “La proyección es, como nos lo ha señalado la experiencia médica, un proceso inconsciente, automático, por el cual un contenido inconsciente para el sujeto es transferido a un objeto, de modo que este contenido aparece como perteneciente al sujeto[23]”.

Todo este proceso de proyección supone la unidad de lo físico y lo psíquico. Yo entiendo esta “unidad”, más bien, como una equivalencia o correspondencia de planos: por un lado el psíquico, interno, el microcosmos y, por otro lado, el plano material, exterior, el macrocosmos.

Hacia el final de sus días,

 

Jung estaba incluso convencido de que lo que él llamaba el inconsciente se enlazaba, de algún modo, con la estructura de la materia inorgánica, un enlace al que parece apuntar el problema de las enfermedades llamadas psicosomáticas. El concepto de una idea unitaria de la realidad (que ha sido seguido por Pauli y Erich Neumann) fue llamado por Jung el unis mundus (el mundo único, dentro del cual la materia y la psique no están, sin embargo, discriminadas o separadas en realidad). Preparó el camino para tal punto de vista unitario, señalando que un arquetipo muestra un aspecto psicoide (es decir, no puramente psíquico, sino casi material) cuando aparece en un fenómeno sincrónico, pues tal suceso es, en efecto, un arreglo significativo de hechos psíquicos interiores y hechos externos[24].

 

En el libro que Jung dedica al estudio del inconsciente colectivo escribe:

 

Como la psique y la materia están contenidas en uno y el mismo mundo y además están en contacto permanente y descansan en última instancia sobre factores trascendentales, no sólo existe la posibilidad sino también cierta probabilidad de que materia y psique sean dos aspectos distintos de una y la misma cosa. Los fenómenos de sincronicidad apuntan, según me parece, en esa dirección. Ya que tales fenómenos muestran que lo no psíquico puede comportarse como psíquico y viceversa sin que exista entre ambos un vínculo causal[25].

 

En estas líneas aparece un concepto fundamental: la sincronicidad. Ésta es una correspondencia entre dos planos, el interior y el exterior.

Sincronicidad. Concepto acuñado por C. G. Jung para expresar una oportuna coincidencia a) de un acontecimiento psíquico y de otro físico, que no están unidos casualmente entre sí. Tales fenómenos de sincronización suceden, por ejemplo, si acontecimientos interiores (sueños, visiones, presentimientos) tienen una concordancia con la realidad externa: la imagen interna o el presentimiento se han mostrado “verdaderos”; b) de sueños, pensamientos, etc., iguales o semejantes que tienen lugar simultáneamente en diversos lugares. Ni una ni otra manifestación puede explicarse por causalidad. Parecen más bien depender de procesos arquetípicos en el inconsciente[26].

 

Jung continúa explicando su concepto de sincronicidad.

 

He elegido ese término porque la simultaneidad de dos acontecimientos conexos de manera significativa, pero acausal, me pareció ser un criterio esencial. Empleo, por consiguiente, el concepto general de sincronicidad en el sentido específico de la coincidencia temporal de dos o más acontecimientos, no relacionados entre sí causalmente, cuyo contenido significativo es idéntico o semejante (…) Así, pues, sincronicidad significa en primer lugar simultaneidad de un estado psíquico con uno o varios acontecimientos externos que aparecen como paralelos significativos con el momentáneo estado subjetivo[27].

 

Así pues, la sincronicidad es la coincidencia significativa entre un fenómeno psíquico interno y uno externo. La sincronicidad es como si se hiciera plástico aquel dicho popular aparecido en La Celestina de “el lobo es en la conseja” o el refrán moderno de “hablando del rey de Roma…”.

 

En 1541  apareció el Tratado de las supersticiones de Pedro Ciruelo, un libro que tuvo gran divulgación con el objeto de cumplir su cometido: “apartar del error a los hombres que hubieran creído en las supersticiones que suponían engaño del demonio”. Este libro está escrito con la finalidad de moralizar y, por tanto, apartar a los buenos cristianos de las garras del diablo. De esa finalidad perseguida, nosotros podemos deducir la proclividad de la gente de la época hacia las supersticiones y a las prácticas adivinatorias. Esta inclinación se considera como una falta contra el primer mandamiento de la ley de Moisés: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, pues se considera que el conocimiento absoluto del mundo sólo pertenece a Dios, de tal manera que el deseo de saber es entendido como una afrenta al creador: “Mas los hombres curiosos y livianos con desordenada codicia de querer saber no paran mientes en ver cuáles cosas se pueden saber, y cuáles no, y sin facer diferencia extienden su codicia a todas las cosas. Y también quieren saber las unas como las otras”[28].

Pedro Ciruelo comenta y reflexiona sobre las formas de adivinación existentes en la época. Afirma que no son válidas, conmina a evitarlas, pero, al mismo tiempo, da fe de su efectividad y acierto como trampas del demonio:

Se refiere a muchas formas de adivinación , entre ellas al llamado “omen” que hoy puede interpretarse como una forma de adivinación antecedente seguro  del fenómeno denominado “sincronicidad” por Carl Jung. Sobre esta forma de adivinación escribe Ciruelo:

 

Omen, quiere decir adivinación por dichos, o hechos que otros los hacen a otro propósito y los adivinos los aplican a otro. Ansí como cuando está el hombre en cuydado en algún negocio suyo, y no se sabe determinar qué es lo que más le conviene hacer, acaece que en aquella hora otro pasa por allí dize alguna palabra o hace alguna obra a otro propósito suyo y no pensando en el cuydado del otro. Viene el agorero vano y toma aquella palabra a sin propósito, y por ella se determina a lo que debe hazer como si fuera palabra de Dios o de algún ángel que le quiso avisar de lo que debía hazer[29].

 

La sincronicidad es parte de la estructura de la realidad. Y un ejemplo de sincronicidad  sucede cuando se habla de una persona y esa misma persona llega o habla por teléfono a quien habla de ella.

La sincronicidad es importante para el método de la lectura del inconsciente porque ayuda a la interpretación de sucesos, nuevamente basados en la correspondencia del micro y macrocosmos. Una experiencia mía que puede ejemplificar es la siguiente:

En las preparatorias de la BUAP por primera vez se creaba un programa único para el curso de literatura. Las discusiones eran terribles sin que se produjeran acuerdos, tal vez porque una mujer, por motivos políticos, generaba ruido, violencia. Una mañana, al salir de mi domicilio observé que al lado izquierdo, donde se ubican las cosas que no son tan importantes para un sujeto, en la acera de la esquina contigua se hallaba un perro muerto. Mi mujer se indignó; yo predije que se trataba de un buen acontecimiento pues aquel animal muerto simbolizaba el fin de la violencia o de la agresión. Efectivamente la mujer problemática ese día fue removida de su puesto burocrático y los profesores se pusieron de acuerdo para la realización del trabajo.

Otra ejemplo: durante una conferencia, contemplé que un arreglo floral caía frente a un político. Comenté que aquel detalle significaba la desgracia futura de aquella persona en política. Efectivamente, pasó el tiempo y lo comprobamos.

 

Este principio de sincronicidad se relaciona con lo que se creía acerca de los agüeros. Por ejemplo, si alguien, en su camino, encuentra una serpiente significa que ese alguien es blanco de la insidia o chisme. Si a alguien le ladra un perro significa que se está siendo blanco de una agresión.

La correspondencia entre los planos es clara. Los animales, según Freud, equivalen a los instintos. Así, si en el microplano uno se encuentra una serpiente, en el macroplano uno se enfrenta a lo que ésta simboliza: la insidia.

 

El secreto de la lectura del inconsciente radica en la correcta interpretación de los hechos y circunstancias que circundan a un individuo.

Jung piensa que la sincronicidad aparece únicamente en los momentos de crisis como  ”Coincidencias significativas”, Yo, en cambio, pienso que el fenómeno de la sincronicidad es efectivamente una coincidencia significativa, pero coincidencia constante entre el consciente y el inconsciente y, atendiendo a mi manera de ver el mundo como novela, ese fenómeno equivaldría a un momento polisémico, por eso prefiero llamarlo tropo o momento metafórico. Algunos ejemplos de estos tropos o momentos metafóricos se dan en “El grito de Dolores” con el cual comenzó La Guerra de Independencia de México ya que la gente manifestó su sufrimiento, sus dolores precisamente en ese pueblo de Guanajuato; en el temblor del 85 cuando México también temblaba  en su espíritu por su crisis económica; y se dio en el estallido del volcán Popocatépetl al día siguiente del Error de diciembre en 1994 cuando en México estalló otra crisis económica.

                                            CONCLUSIÓN

 

La  lectura e interpretación del entorno individual,  El desciframiento de la realidad a través de estructuras simbólicas o la lectura del inconsciente es un método científico con muchas coincidencias con los trabajos  de los médicos Sigmund Freud y Carl Gustav Jung.

A través de este método pueden conocerse datos del presente, pasado y futuro de un individuo después de leer e interpretar algunos símbolos, esto significa que permite adivinar. Estos símbolos fueron establecidos por Freud en La interpretación de los sueños con base en el principio de analogía tomado de Aristóteles. Claro, Freud no habló de todos los símbolos pero sí determinó el principio de analogía y alegoría para interpretar todas las posibilidades.

Básicamente, yo leo símbolos alrededor de un individuo. Esos símbolos que aparecen representan algunos detalles de la vida del analizado.

Tales símbolos aparecen en el contorno de un individuo porque son parte de una proyección inconsciente, es decir, contenidos inconscientes del interior de un individuo se manifiestan en su exterior.

Esto supone una unidad entre lo psíquico y lo físico.  Ya el Premio Nobel de física Wolfang Pauli aceptaba estos postulados.

El que este método de lectura del inconsciente funcione nos habla de la existencia y correspondencia de dos planos en la estructura de la realidad: el entorno individual, el microcosmos y el plano de lo social, el macrocosmos, dos niveles de significado de la obra literaria o novela que es el mundo.

Este principio de correspondencia es la sincronicidad o los momentos polisémicos o tropos.

Sabemos que este método es real y objetivo. Por ello, es necesario reflexionar  sobre los alcances de este “descubrimiento” y replantear nuestra relación con los demás hombres y con la naturaleza.

BIBLIOGRAFÍA

 

 

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[1]  Stephen W. Hawking, Historia del Tiempo, México, Grijalbo, 1988, pp. 27-28.

[2] Sigmund Freud (1856-1939), médico y neurólogo austríaco, fundador del psicoanálisis. La principal contribución de Freud fue la creación de un enfoque radicalmente nuevo en la comprensión de la personalidad humana, al demostrar la existencia y poder de lo inconsciente.

[3]  Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, Tomo II, Madrid, Alianza Editorial, 1988, pp. 159-160.

[4]  Ibid., p. 192.

[5]  Ibid., p. 229.

[6]  Freud, op. cit., p. 190.

[7]  Freud, op. cit., p. 192.

[8]  Ibid., p. 244.

[9]  Ibid., p. 196.

[10]  Ibid., p. 241.

[11]  Ibid., p. 186.

[12]  Ibid.

[13]  Ibid., p. 180.

[14]  Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, Tomo III, Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 233.

[15] Carl Gustav Jung (1875-1961), psiquiatra y psicoanalista suizo, fundador de la escuela analítica de la psicología. Jung realizó una variación sobre la obra de Sigmund Freud y el psicoanálisis, interpretando los problemas mentales como un modo patológico de procurar la autorrealización personal y espiritual.

 

[16]  Carl Jung, El hombre y sus símbolos, Barcelona, Caralt, 1984, p. 49.

[17]  Carl Jung, Psicología y Alquimia, Buenos Aires, Santiago Rueda, 1987, p. 298.

[18]  Ibid., p. 324.

[19]  Ibid., p. 300.

[20]  Carl Jung, Tipos psicológicos, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1995, p. 546.

[21]  Ibid., p. 503.

[22]  Ibid., p. 544.

[23]  Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, Barcelona, Paidós, 1997, p. 55.

[24]  Carl Jung, El hombre y sus símbolos, op. cit., pp. 331-332.

[25]  Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, op. cit., p. 159.

[26]  Carl Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos,  Barcelona, Seix Barral, 1999, p. 481.

[27]  Carl Jung, La interpretación de la naturaleza y la psique, Barcelona, Paidós, 1994, p. 35.

[28]  Pedro Ciruelo, Tratado de las supersticiones, Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 1986, p. 44.

[29]  Ibid., p. 54.

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