En el mes de la traducción de Círculo de Poesía, presentamos algunas versiones del poeta norteamericano Robinson Jeffers (1887-1962) a cargo de Gustavo Adolfo Chaves y aparecidas en el volumen Fin de continente: Antología mínima. Asímismo, la poeta, traductora y filóloga Meritxell Serrano Tristán reseña el libro y reflexiona en torno a la poesía de Jeffers.
Fin de continente: la traducción al español de una selección de poemas de Robinson Jeffers
La reciente publicación en Costa Rica de una selección de poemas del estadounidense Robinson Jeffers (1887-1962), bajo el título Fin de continente: colección mínima, traducción a cargo del poeta y traductor costarricense Gustavo Adolfo Chaves (Editorial Germinal, 2011), marca un hito en la trayectoria y la recepción de la poesía de este poeta modernista.
Ciertamente descuidado por la crítica literaria, y raras veces incluido en antologías representativas del movimiento modernista, Jeffers dejó sin lugar a duda una obra con voz propia, en la que destacan por lo menos tres aspectos que sin lugar a duda plantean un reto en su traducción: las referencias al paisaje, en su gran mayoría el Big Sur de California, las ideas filosóficas del poeta—su visión crítica de la modernidad—, y la cadencia narrativa que suele darle una identidad propia a su poesía.
La poesía de Jeffers hace constante alusión a la geografía y la geología del Big Sur en California, esa radicalidad de los grandes acantilados, los bosques de sauces y robles que llegan al borde mismo del precipicio, la inmensidad del océano pacífico, el embate imparable de sus aguas contra los riscos del acantilado: una franja de 140 km que hipnotizó a Jeffers en 1914 cuando llegó por primera vez a la edad de 27 años, y donde permanecería hasta su muerte 48 años más tarde.
Representar ese entorno que por origen le es ajeno al traductor no es tarea fácil: es necesario adentrarse en ese paisaje para visualizar y reconstruir en español su imponencia escénica, ayudado ya sea por alguna visita in situ, por fotos e imágenes, por lecturas sobre la zona o por conversaciones con personas que conozcan el lugar. Gracias a esta inmersión, ahora la poesía de Jeffers habla de robles y pinos, de solemnes secuoyas, de gaviotas, halcones y pelícanos, de bahías y penínsulas, de rocas, arena, riscos y acantilados, y recrea ese paisaje tan indispensable para Jeffers.
Ahora bien, Jeffers utiliza los elementos geográficos no solo como escenario de fondo sino también como elemento protagónico en el cual proyectar su visión filosófica de la vida, segundo problema que plantea la traducción de su obra al español.
Uno de estos temas filosóficos es el “inhumanismo” que, contrario a lo que podría sugerir en nuestros tiempos, para Jeffers tenía un valor positivo, y significaba alejarse de la civilización, prescindir de ese “centro expansivo” que corrompe las causas puras del individuo y fragmenta los intereses de la sociedad. Así, la versión de Chaves mantiene afirmaciones éticas y filosóficas como las que abundan en “El balance roto”, en donde la civilización es acusada de ser enemiga del ser humano, y sus habitantes son descritos como
Gente intranquila y fraccionada, sin otro centro
Que los ojos y las bocas que la rodean,
Sin más función que servir y apoyar
A la civilización, la enemiga del hombre,
Con razón viven tan dementes, deseando
Con sus lenguas el progreso; con sus ojos el placer; con sus
corazones la muerte.
Sus ancestros fueron buenos cazadores, buenos con los rebaños
y con la espada,
Pero ahora el mundo está de cabeza;
Los buenos hacen el mal, la esperanza está en los criminales; en
el vicio
Que disuelve las ciudades y en las guerras que las destruye.
A través de guerras y corrupciones la casa ha de caer.
Llorá por aquellos sobre quienes cae. Alegrate: la casa está
minada, y ha de caer.
La fuerza narrativa de la obra poética de Jeffers constituye otro aspecto que problematiza su traducción. En la introducción a Roan Stallion, Tamar and other poems (1935), Jeffers habla de su interés por recuperar una libertad que en su tiempo se creía propia de la prosa: la libertad de expresar ideas filosóficas y científicas, de elaborar temas de la vida contemporánea, y de referirse a la realidad física y psicológica del ser humano. Esto lo lleva a escribir una poesía con rasgos narrativos, pero que no por ello deja de ser sugestiva e intensa, como bien lo dice Chaves en su introducción a Fin de continente. Todo lo contrario, el reto para el traductor está en no dejarse llevar enteramente por el prosaísmo, y darle cabida a la expresividad poética que caracteriza la obra de Jeffers.
En este sentido, un poema como “Credo” empieza como si se tratara de una anécdota, “Mi amigo de Asia tiene poder y magia”, pero utiliza elementos propios de la poesía, como lo es la yuxtaposición de elementos nominales sin enlaces ni nexos, “la sal, la verdadera presencia aterradora, el poder de las aguas”. La traducción de Chaves, además, introduce varias asonancias que refuerzan la musicalidad del poema: Asia, magia; reuniendo, aquietando; verdadera, aterradora, entre otras, sin falsear la musicalidad propia del original.
La traducción de Chaves es una traducción modesta: no se impone sobre el texto original, no trata de llenar vacíos ni de normalizar los versos, ni trata de llamar la atención sobre sus propios rasgos literarios como lengua romance, sino que se comporta con cautela. Identifica y mantiene las voces que ya están presentes en el original: la fuerza poética, las ideas filosóficas, las descripciones, el paisaje, la vida cotidiana, los parlamentos, las anécdotas y los principios de un Jeffers modernista que ahora encuentra una voz nueva en español.
Y digo nueva porque la traducción de Chaves ha ido un paso más allá que el solo hecho de quererse “fiel” a la poesía de Jeffers, y ha introducido varias innovaciones. Yo solo me voy a referir al uso del voseo como persona que prefigura al interlocutor, gesto que implica un riesgo, un acercarse al precipicio de los intereses del mercado y no caer en ellos. Con este gesto, Chaves consagra la voz de un modernista estadounidense al voseo anormativo del español, un voseo que tardó muchos años en ser aceptado por la Real Academia Española como forma contemporánea de tratamiento. A Chaves parece haberle bastado tan solo unos cuantos años para darse cuenta de que Jeffers podía vosear y, gracias a esta traducción, recibimos a un Jeffers actualizado, cercano y natural en el entorno costarricense.
Como lo sugiere Walter Benjamin en su introducción a la traducción de Tableaux Parisiens de Baudelaire, la traducción no consiste en la ecuación inanimada de dos lenguas, sino que tiene a su haber la difícil tarea de vigilar el proceso de maduración del texto original. Es la vida del texto más allá de su origen: gracias a la traducción la literatura se transforma y se renueva, le permite proyectarse hacia el futuro y encontrar voces que en su momento le fueron ajenas. Gracias a este proceso de maduración, la literatura inaugura nuevos diálogos como el que nos ofrece Fin de continente.
APOLOGÍA POR LOS MALOS SUEÑOS
I
En la luz púrpura, pesada con secuoyas, las pendientes caen
hacia el mar,
Impetuosas convexidades del bosque, arrastradas hacia el
empinado barranco. Abajo, en el risco del mar,
Un claro solitario; un pequeño campo de maíz cerca de la
corriente; un techo bajo árboles sin maltrato. Luego el
océano
Como una gran piedra en la que alguien labró agudos bordes y
pulió hasta sacar brillo. Más allá, la fuente
Y la caldera de luz increíble que mana del hundido sol. En el
pequeño claro una mujer
Castiga a un caballo; ha enlazado el cabestro a un renuevo en el
límite del bosque; pero cuando el grandioso azote
Se aferró a los costados, la criatura dio patadas tan fuertes que
ella temió que rompiera el cabestro; llamó desde la casa
A un hombre joven, su hijo, quien trajo una amarra de cadenas,
y afanándose juntos, enlazaron
Ambos las pequeñas y herrumbradas junturas alrededor de
la lengua del caballo
Y lo ataron de la hinchada lengua al árbol.
Vistos desde esta altura ellos se encogen hasta parecer insectos,
Fuera de toda relación humana. No podés distinguir
La sangre que brota allí donde se ha ajustado la cadena,
La bestia que se estremece; sólo el cuello que arremete y las
patas
Muy abiertas. Podés ver el azote caer sobre los costados…
El gesto del brazo. No podés ver la cara de la mujer.
La enorme luz golpea desde el Oeste a través de la valla de
nubes de los vientos alisios. El océano
Se oscurece, las altas nubes cobran brillo, las colinas juntas se
oscurecen. Indómita e increíble belleza
Cubre el mundo al anochecer… no lo cubre, se evidencia a partir
de él, tal y como Venus allá abajo surge
Del cielo encendido. ¿Qué ha dicho el profeta? “He creado el
bien: y he creado el mal: Yo soy el Señor”.
CREDO
Mi amigo de Asia tiene poder y magia, él arranca una hoja azul
del joven eucalipto
Y, oteando sobre ella, reuniendo y aquietando
Al Dios que hay en su mente, crea un océano más real que el
océano, la sal, la verdadera
Presencia aterradora, el poder de las aguas.
Él cree que nada es real excepto mientras lo hacemos. Yo, que
soy más humilde, he hallado en mi sangre
Engendrada al Oeste del Cáucaso un misticismo más arduo.
La multitud se yergue en mi mente pero creo que el océano en
la bóveda de hueso es sólo
El océano de la bóveda de hueso: allá afuera está la del océano;
El agua es el agua, el risco es la roca, ya vengan choques y
destellos de realidad. La mente
Pasa, el ojo se cierra, el espíritu es un tránsito;
La belleza de las cosas nació antes que los ojos y se basta a sí
misma; la desgarradora belleza
Permanecerá incluso cuando no haya un corazón que se
desgarre por ella.
PUNTA CARMEL
¡La extraordinaria paciencia de las cosas!
Este bello lugar desfigurado por un brote de casas
suburbanas—
Qué bello cuando por primera vez lo contemplamos,
Un campo intacto de amapola y lupino cercado por riscos
despejados;
Ningún entrometimiento a no ser por dos o tres caballos que
pastaban,
O unas pocas vacas lecheras que se rascaban con las piedras
salientes del sembradío—
Ahora el corruptor ha llegado: ¿le importará algo?
Ni vagamente. Tiene todo el tiempo. Sabe que la gente es una
marea
Que crece y que con el tiempo mengua, y que todos
Sus afanes se disuelven. Mientras tanto la imagen de la prístina
belleza
Vive en que cada borona del granito,
Seguro como el océano infinito que trepa nuestro risco. —En
cuanto a nosotros:
Debemos descentrar nuestras mentes de nosotros mismos;
Debemos inhumanizar un poco nuestra mirada, y tener
La confianza de la roca y el océano de los que fuimos hechos.
POST MORTEM
Aunque alguien de
muy lejos al final del tiempo
Haya de encontrar mi presencia en un poema,
No le importará a mi fantasma otra cosa que estar aquí, una
larga sombra crepuscular en las vetas del granito, y un
espíritu para la piedra
Cuando ya la carne haya sido olvidada.
Datos vitales
Meritxell Serrano Tristán, poeta, filóloga y traductora, es profesora de Inglés y Traducción en la Universidad Nacional de Costa Rica. Ha publicado los poemarios Perfiles de tinta (1998) y Memorias del paladar (2008).