Poesía eslovena: Aleš Šteger

Presentamos, en versión del traductor argentino Pablo Juan Fajdiga, algunos textos del poeta esloveno Aleš Šteger (1973). Es autor de cinco colecciones de poemas: Tableros de ajedrez de las horas, 1005; Cachemir, 1997; Protuberancias, 2002; El libro de las cosas, 2005; El libro de los cuerpos, 2010); de la novela de viaje A veces el enero es en el verano (1999), del libro de prosa corta Berlin (2007), del libro de ensayos Con los dedos y con el talón (2009) y de la novela Perdona (2014). Es editor de Ptujska knjiga, antología de los textos sobre la capital eslovena, ahora Ljubljana, el autor del musical para títeres Kurent. También hizo varias traducciones del español a esloveno (Neruda, Orozco, Vallejo) y del alemán (Benn, Huchel, Grunbein, Bachmann). Recibió muchos premios nacionales e internacionales (como último, el premio BTBA para el mejor libro traducido en Estados Unidos en 2011) y es Caballero de Arte y Literatura que otorga la República francesa. La traducción es de Barbara Vuga.

 

 

 

 

 

 

Tokio

 

La pared se alza al lado de la del vecino,

Como las noches en Shinagawa.

 

El pasaje es demasiado angosto

Para palabras luciérnagas.

 

He quedado varado en la vida,

Por eso escribo.

 

 

 

 

 

 

Guadalajara

 

Perros durmiendo en la arena.

Como mudos mariachis

los recuerdos van y vienen.

Sólo yo quedo.

 


 

 

 

 

 

Nicosia

 

Oigo caer

Naranjas maduras al barro.

La gente, cercada por el mar,

Teje alambre de púas.

También a nosotros dos nos canta

Un solo Dios,

En infinitas lenguas

Infinitas verdades.

Cinco veces al día.

 

 

 

 

 

 

El defecto es

Un componente de lo perfecto.

La mentira es parte de la verdad.

 

¿Por qué se esfuerza la oruga

En llegar a ser mariposa?

 

 

 

 

 

 

De unas manos

Sangrantes por

La silvestre hierba de San Juan

Y la ebria uva

Recibí la noticia

De que todo está emparentado

Y es la vez

Bueno y malo.

 

Pobre de mí.

¿Adónde irá la arcilla,

Adónde el aliento

Cuando me cubra

La dulce nieve?

 

 

 

 

 

 

 

Cada uno de nosotros

Es de algún lugar,

Cada uno viene

Sin cesar

De algún lugar.

 

No dejaremos

De venir, cantar, de ser cada uno.

 

Las estrellas, los ríos, las montañas

No son una orientación de fiar.

 

Sólo aquello que llevas,

Lo que no puedes dejar

De llevar consigo

Cuando vienes y vienes,

Sin cesar,

Sólo aquello es,

Sólo aquello –

El único lugar.

 

Todo el resto es de algún lugar,

Cada uno va hacia algún lugar.

 

Alabado seas,

Sentido de nuestro camino,

Indeterminable y libre.

 

 

 

 

 

 

 

El sol quedó varado

En la copa del roble centenario.

 

Ojalá yo también pudiera

Yacer por siempre

Bajo su límpida sombra,

Con el cielo en mis ojos.

 

 

 

 

 

 

 

No hacer nada.

No me atrevo.

Es terrible

Todo lo que hace

Esa pequeña nada

Con el hombre.

Es mejor refugiarse

En las palabras,

Donde están domados

El pequeño gran hombre

Y la diminuta

Inabarcable nada.

Incluso si alguna vez la palabra

Te arrincona en un ángulo muerto,

Ahí siempre hay una puerta.

¿Quién puede

Escribir qué hay

Detrás de esa puerta?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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