Víctor Hugo Ábrego (Puebla, 1984) es poeta y guitarrista en una banda de metal. Estudia actualmente la Maestría en Comunicación en la Universidad de Guadalajara.
GOLPES DE PECHO
No se contempla la amargura en la belleza
sino al despertar
y encontrarse al bodrio, el adefesio o la piltrafa
tomada por musa
en medio del éxtasis etílico
ASÍ SEA
Si algo me caga es el preludio a las acciones
A cagar, a coger, a dormir
Es una mamada eso de prepararse para hacer algo
Si quieres coger, bájate el cierre!
Si vas a cagar, el pantalón!
A dormir, quítate la ropa!
¿Qué chingá tienes que buscar colchón, pagar la cuenta o ver si hay papel?
Como dice un amigo:
“!Usted no diga: Mami quiero leche. Usted llegue y sírvase!”
QUERIDA JULIETA
¡Ay de este que lejano a ti ofende a los hados
por haber embelesado su perfidia
concediendo desdichado trecho
entre mis papilas gustativas
y tu firme
y delicado
excremento!
ES MEJOR ASÍ
Ya que no volverás lasciva a lamer mis erecciones con tus dedos
juro ante mis letras
que éste
que en las palmas aún encierra el borde exacto de tus pechos
no acatará más las sentencias de tus párpados
ni prosternará su voluntad ante tus esculpidas piernas
Juro morir en la insana gracia de corromperte sólo con la vista
pues ya crucificado en pasadas decepciones
tengo por seguro:
Más vale el blanco eyacular a solas
que el pérfido suplicio
de acariciar y no excavar tus íntimos altares
JUICIO
Mi semen…
millones de humanos viles en potencia
no tendrán la dicha
como yo
de ver a la vasta humanidad
luego de un espasmo
irse al fondo del retrete
DESAHUCIADO
Va un suspiro
que la bilis en tinta se consagre y lágrimas envicien más mi decadencia
Son estos mis pasos rumbo al cadalso en tu apatía
La firma de acepto al contrato de mi vida a cambio de tu libre marcha por el mundo
Ya un aquelarre en tu cabeza decidió lo peor del repertorio en sortilegios para mí
Ojalá esos buitres en tus ojos disfruten del festín con la herrumbre que fielmente represento
No maltrates volviendo la mirada al suelo a esa codicia festejando hoy la victoria sobre el consentido de tus súbditos
Hoy me privas del vinagre a tus torcidos modos en mí siempre vertido
y con la escoria a partir de tus desdenes
me retiro sin más que los restos de mí mismo
hacia el umbral donde las mañas viles que practicas y con cinismo llamas vida
jamás dirigirán la puya en tus caricias…
Aquel lugar donde ningún humano ha mantenido más de tres resuellos
sin que el veneno de la soledad justifique primero el desmayo
y a las pocas horas
el irrestañable cese de funciones corporales.